Rumsfeld,
primera baja de la derrota republicana
Análisis de Abid Aslam
Inter Press Service (IPS), 08/11/06
Washington.–
El electorado estadounidense le dio la espalda al Partido Republicano
del presidente George W. Bush y obligó a renunciar al secretario
(ministro) de Defensa Donald Rumsfeld.
De
acuerdo con los resultados de las elecciones legislativas del martes,
el opositor Partido Demócrata controlará desde enero las dos cámaras
del Congreso legislativo de Estados Unidos por primera vez en más de
una década. Rumsfeld anunció su renuncia este miércoles, después
de que el escrutinio revelara que los demócratas habían obtenido al
menos 27 escaños en la Cámara de Representantes, cuando necesitaban
apenas 15 para arrebatar la mayoría a los republicanos.
Muchos
de los correligionarios de Bush y Rumsfeld habían intentado, incluso,
distanciarse del gobierno en un intento por mantener sus cargos
legislativos.
La
mayoría legislativa habría permitido a los demócrats convocar a
Rumsfeld a contestar las preguntas sobre la invasión y la sangrienta
ocupación de Iraq.
La
renuncia de Rumsfeld también precede las recomendaciones del Grupo de
Estudios sobre Iraq creado por el Congreso, integrado por figuras de
los dos partidos y presidido por James Baker, secretario de Estado del
gobierno de George Bush (1989–1993), padre del actual mandatario.
Este
equipo está a cargo de analizar cómo se empantanó Estados Unidos en
Iraq y cómo zafar de esa situación. Se prevé que el informe será
elevado a las autoridades para fines de año.
Bush
dijo la semana pasada que mantendría en el cargo a Rumsfeld hasta
enero de 2009, cuando entregue la presidencia a su sucesor. Pero este
miércoles dijo que era "hora de un nuevo liderazgo" en el
Pentágono, sede del Departamento (ministerio) de Defensa.
Rumsfeld
se encontró alejado de muchos republicanos, incluso de aliados suyos
del ala neoconservadora del partido ––que dominaron la política
exterior estadounidense en la primera presidencia de Bush
(2001–2005)–– con quienes compartió el diseño de la invasión
a Iraq de 2003.
Uno
de ellos, el ex jefe de los asesores civiles del Pentágono, Richard
Perle, dijo que no habría alentado la invasión de haber sabido que
el gobierno de Bush estropearía la operación.
El
opositor Partido Demócrata debía obtener la mayoría en la Cámara
de Representantes para establecer una base legislativa desde la cual
lanzar su asalto a la Casa Blanca en las elecciones de 2008.
El
control de esta cámara y tal vez del Senado le permitiría a los demócratas
lanzar una agenda legislativa decidida en vísperas de esos comicios
presidenciales, dijo el martes la encuestadora de ese partido, Anna
Greenberg.
Con
el escrutinio aún pendiente este miércoles, todo hacía prever que
los demócratas habían obtenido al menos cinco de los seis escaños
que requerían para lograr la mayoría simple del Senado.
La
expectativa de que el control de las dos cámaras le permita al
Partido Demócrata dominar la legislatura puede ser una ingenuidad,
pues su mayoría aún es exigua y las divisiones internas, disimuladas
para las elecciones, ya comienzan a percibirse nuevamente.
La
victoria demócrata se alimentó del descontento del electorado por la
guerra en Iraq, de la corrupción en el gobierno y en la política y
del mal desempeño de Bush. El alcance del resultado electoral en la
política exterior o en el desmantelamiento de las políticas de
seguridad e internas aún está por verse.
A
pesar de que fueron muy explícitos en sus reclamos de un cambio de
rumbo en Iraq, fundamentalmente la retirada de las tropas, han
guardado silencio en lo relativo a sus alternativas a la política de
Bush. Aún deben ensamblar una propuesta de consenso.
Analistas
y activistas también estarán atentos a la capacidad de los demócratas
para alterar el manejo que ha hecho Bush de la crisis con Irán y si
mantiene a su embajador en la Organización de las Naciones Unidas,
John Bolton.
La
oposición a la nominación de Bolton en el Congreso obligó a Bush a
designarlo de manera temporaria en un asueto legislativo.
Por
otra parte, en el frente interno, los activistas anticipan que los demócratas
aprobarán el primer aumento del salario mínimo en casi un decenio.
Mientras
Iraq dominó las decisiones del electorado el martes, encuestas y
expertos consideraron que la economía y la corrupción fueron
decisivas en jurisdicciones clave.
Las
encuestas a boca de urna indicaron que grupos cruciales de votantes
eligieron a los candidatos demócratas preocupados por la situación
económica. Entre los que habían preferido a los republicanos en
elecciones recientes pero cambiaron su voto en éstas figuraban
mujeres casadas, asalariados de ingreso medio y ancianos.
La
economía estadounidense logró avances en buena parte de los seis años
del periodo de Bush, si bien aumentó la inequidad y se estancaron los
salarios, lo cual alienta la inseguridad, se debilitó el sector
inmobiliario y los aranceles del sector de la salud se elevaron.
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