La
derrota republicana confirma que los electores están irritados por
los efectos de la aventura iraquí
Maniobras
para salir de Irak
Por
Mateo Madridejos (*)
El
Periódico, 16/11/06
Antes
de que los electores repudiaran al presidente Bush y su estrategia,
una legión de políticos y analistas de EEUU se interrogaba sobre la
manera de liquidar la sangrienta ocupación de Irak con el menor daño
posible para la credibilidad y los intereses de la superpotencia.
Consumado el desastre electoral, ya no se trata solo de saber qué
quiere hacer el presidente con el cambio de jefe del Pentágono en los
dos años que le quedan en el cargo, sino también de conjeturar la
política exterior que seguirá su sucesor en la Casa Blanca, demócrata
o republicano, a partir del 20 de enero del 2009.
Los
cambios son inevitables tras el nuevo episodio del "imperio
reticente" en las urnas, un imperialismo sin respaldo explícito
en la opinión. La derrota merecida de los republicanos confirma que
los electores están irritados y desconcertados por los efectos
calamitosos de la interminable aventura iraquí. El libro Fiasco, de
Thomas E. Ricks, corresponsal de The Washington Post en el Pentágono,
constituye una descripción devastadora y el responso inapelable por
una expedición que confundió la tarea plausible y asequible de
derrocar a Sadam Husein con la mucho más ardua de ocupar y cambiar un
país concebido por el Colonial Office británico sobre las cenizas
del Imperio otomano.
Con
el mismo argumento de fondo, el de la arrogancia y la incompetencia de
Donald Rumsfeld, el economista Paul Krugman consideró que "Irak
es una causa perdida" por una simple cuestión de aritmética.
Serían necesarios 20 soldados de EEUU por cada 1.000 iraquís (más
de 500.000 hombres, los mismos que en Vietnam) para estabilizar la
situación, un cuerpo expedicionario que ni siquiera está al alcance
de la única superpotencia sin recurrir a la recluta forzosa. El craso
error del dimitido secretario de Defensa fue pensar que la guerra relámpago
tecnológica con pocos hombres no necesitaría extenderse y
prolongarse.
El
diplomático Richard Holbrooke, de infausta memoria en los Balcanes,
pero embajador en la ONU con Clinton, escribió una patética carta
abierta a Bush en la que le instaba no tanto a buscar una salida como
a fijarse unos objetivos realistas y concretos, empezando por
apartarse de la guerra civil que se está librando en Irak. No
obstante, descartaba la idea de establecer un calendario para la
retirada "porque significaría perder toda la flexibilidad y la
capacidad de maniobra que nos quedan". La carta traslucía la
misma vacilación que atenaza a la mayoría de los demócratas.
Según
el politólogo Michael Lind, los republicanos y los demócratas sólo
difieren en los detalles de un gran objetivo nacional: "Un
mercado planetario no reglamentado en un mundo en el que la seguridad
sea asumida por EEUU, titular complaciente de la hegemonía".
Pero los dos partidos sufrirán pronto la aparición de un síndrome
iraquí, semejante al vietnamita, con los corolarios de un Ejército
desmoralizado y una opinión aislacionista, alérgica al dispendio
exterior. Una situación que inmediatamente provocaría alarma en una
Europa que, convertida en benévola fortaleza, parece estar únicamente
interesada en las intervenciones humanitarias, pero que carece de
medios y voluntad política para afrontarlas en un universo convulso.
Ambos
partidos confluyen en el Iraq Study Group, presidido por James Baker,
exsecretario de Estado con Bush padre, curtido en mil lides diplomáticas,
que hará propuestas para que el presidente reconsidere su estrategia.
Su misión consiste en "hallar un camino para que Bush salve la
cara y aleje lentamente a EEUU de la guerra", pero solo ha
trascendido la sugerencia de "hablar con nuestros enemigos",
según la expresión de Baker, incluidos Siria e Irán. El nuevo
secretario de Defensa, Robert Gates, pendiente de confirmación, a
quien la prensa norteamericana presenta como la antítesis de Rumsfeld,
forma parte del grupo.
Los
realistas de la escuela de Kissinger, una fuerte corriente en los
sectores moderados del Partido Republicano, preparan el terreno para
revisiones sustanciales y quizá desgarradoras. Siempre consideraron
que los compromisos globales e ideológicos menoscaban los intereses
vitales de la nación. Uno de ellos, Richard Haas, presidente del
Consejo de Relaciones Exteriores, acaba de sentenciar en la
prestigiosa revista Foreign Affairs que "la época del dominio de
EEUU en Oriente Próximo ha concluido". Se abre, por tanto, una
nueva era con nuevos actores y nuevas fuerzas, en la que
"Washington tendrá que confiar más en la diplomacia que en el
poderío militar".
Si
ese pensamiento se impusiera, resucitaría la doctrina de Colin Powell,
exjefe supremo militar y ex secretario de Estado con Bush, según la
cual EEUU solo debe intervenir militarmente en casos extremos y
hacerlo con una fuerza aplastante, pero de repliegue rápido. A ese
modelo se adhiere el nuevo secretario de Defensa, menos interesado en
las transformaciones militares y la tecnología que en la comprensión
del complejo mundo receptor del poderío de EEUU.
Si
los realistas acaban por imponerse, la visión neoconservadora de un
mundo unipolar dominado por EEUU pasará a la historia. Lo que no
sabemos es si el desenlace será como el de Corea en 1953, de
armisticio y presencia militar, o comportará una derrota y retirada
total como en Vietnam en 1975, de consecuencias imprevisibles.
(*) Periodista e historiador.
Mientras
Bush sostiene que hay que seguir en Irak
La
Comisión Baker estudia un cambio de estrategia
Por
Mercedes Hervás
Corresponsal
en Nueva York
El
Periódico, 13/11/06
Los
soldados de EEUU destacados en Irak probablemente volverán a casa en
el 2007, pues el comienzo de la retirada de tropas del país árabe se
impone con urgencia en Washington, tras la clara exigencia expresada
por los ciudadanos en las elecciones del pasado martes. Apremiados por
el rechazo popular a la sangrienta y costosa guerra, los demócratas
indicaron ayer que propondrán el inicio de la repatriación paulatina
de los 145.000 soldados de EEUU de Irak para dentro de cuatro a seis
meses.
"Lo
primero es cambiar la dirección de la política para Irak",
explicó a la cadena de televisión ABC el veterano senador por
Michigan Carl Levin. Y fue incluso mucho más concreto:
"Necesitamos comenzar un repliegue militar paulatino en cuatro o
seis meses".
Cambio en enero
Su
opinión tendrá un gran peso a partir de enero, cuando los demócratas
tomarán posesión de la mayoría parlamentaria ganada en los comicios
del martes, ya que Levin presidirá el influyente Comité de Servicios
Armados del Senado, precisamente el que discutirá el futuro de las
tropas de Irak.
La
derrota electoral republicana y la fulminante salida del secretario de
Defensa, Donald Rumsfeld, han convertido la salida de los soldados de
Irak en el tema más importante en Washington. Hasta la Casa Blanca ha
cambiado de tono sobre la repatriación, pues, como subrayó ayer Josh
Bolten, jefe de Gabinete del presidente, George Bush, "nadie
puede estar contento con la situación" en el país árabe, bañado
en un auténtico río de sangre y al borde de la guerra civil.
Una perspectiva nueva
Por
eso, no solo se aguardan con expectación las recomendaciones de la
comisión Baker –el grupo de 10 miembros de los dos partidos que
estudia cómo salir del atolladero iraquí– sino que Bush y su
equipo de seguridad nacional mantendrán hoy una reunión de trabajo
con ella, para buscar un cambio de estrategia en Irak.
"Necesitamos
una perspectiva nueva", reconoció ayer Bolten, parafraseando al
presidente, que ya adelantó la misma idea al anunciar la dimisión de
Rumsfeld, el pasado miércoles. "El presidente siempre ha estado
interesado en realizar ajustes tácticos", aseguró también
Bolten, aunque ahora se trata de ir más allá, de cambiar no solo de
táctica sino de estrategia, algo que están estudiando ya los mandos
militares del Pentágono. Y, para los demócratas, el cambio de
estrategia pasa por la repatriación de tropas.
Discreción
Los
trabajos de la comisión Baker no se harán públicos al menos hasta
diciembre y se mantienen por ahora en el mayor secreto, aunque se sabe
que James Baker, su presidente y exsecretario de Estado del
expresidente Bush (padre), también se inclina por un cambio de
estrategia, algo que algunos analistas han interpretado como un apoyo
a la repatriación.
Para
elaborar sus recomendaciones la comisión contará también con la
ayuda del primer ministro británico, Tony Blair, quien mantendrá mañana
martes una videoconferencia con sus miembros para abogar por una
solución al conflicto de Oriente Próximo y por la apertura de
conversaciones con Irán y Siria.
Bush
sostiene que la lección de Vietnam obliga a continuar en Irak
"Ganaremos
si no abandonamos"
Por
Mercedes Hervás
El
Periódico, 17/11/06
"Ganaremos
si no abandonamos". Con esta rotundidad se expresó ayer durante
su visita a Hanoi el presidente de EEUU, George Bush. El dirigente echó
mano de la amarga lección aprendida con la derrota de Vietnam para
seguir abogando por la paciencia en la sangrienta guerra de Irak.
"No podemos irnos", dijo Bush, en alusión a una guerra que
perdió EEUU tras dos décadas de conflicto.
"Queremos
resultados instantáneos y en Irak eso va a llevar un tiempo",
insistió el presidente estadounidense, que llegó a Vietnam para
participar en el 21° Foro de Cooperación Económica Asia–Pacífico.
Bush recalcó que "requerirá un largo tiempo para que la ideología
de la esperanza, que es la ideología de la libertad, se imponga a la
del odio" en Irak.
Bush
hizo hincapié en que EEUU y Vietnam "se han reconciliado,
dejando atrás sus diferencias durante la guerra", que concluyó
hace 31 años. Irónicamente, el dirigente trató de esgrimir este
penoso conflicto, que finalizó con un sonoro fracaso, para demostrar
que es preciso permanecer en Irak para consolidar la democracia, pese
a que en Irak EEUU se enfrenta a una insurgencia local, lo mismo que
ocurrió en Vietnam.
La insurgencia
Precisamente
por eso, no pocas voces críticas con la política de la Administración
de Bush establecen una comparación con Vietnam bien distinta a la
suya, y concluyen que la virulencia de los insurgentes, paralela a la
de los norvietnamitas, puede empantanar peligrosamente a EEUU en Irak.
Como
resumió ayer el veterano soldado vietnamita Huynh Tuyet,
"incluso aunque los norteamericanos eran más poderosos con sus
enormes armas, el principal factor en la guerra es la gente, y los
vietnamitas estaban decididos a no ceder. Por eso ganamos".
A
diferencia de su predecesor, Bill Clinton, recibido en loor de
multitudes cuando visitó Vietnam en el 2000, la acogida dispensada a
Bush fue bastante más fría. Muchos vecinos se limitaron a contemplar
en silencio el paso de su comitiva y algunos no ocultaron su
desaprobación por la invasión de Irak.
La cooperación
Bush
y su Gobierno han rechazado hasta hace muy poco las comparaciones
entre la guerra de Irak y la de Vietnam. Todavía ayer, el secretario
de prensa de la Casa Blanca, Tony Snow, insistió en negar cualquier
parecido entre estos dos conflictos. "La visita del presidente
Bush no va a ser una mirada al pasado de Vietnam. Será una visión al
futuro", para cooperar en salud, comercio, y asuntos militares,
recalcó a los periodistas.
Snow
agregó que Bush mostrará su interés en saber qué sucedió con los
más de 1.300 estadounidenses que se mantienen como desaparecidos en
la guerra de Vietnam.
La
aprobación de los estadounidenses a la estrategia de la guerra en
Irak ha caído a su nivel más bajo, 31%, según las últimas
encuestas.
Funcionarios
vietnamitas recibieron a Bush y a su esposa en el aeropuerto, en medio
de la húmeda bruma de la mañana de Hanoi. Poco después, Bush se
reunió también con el presidente vietnamita Nguyen Minh Triet, con
el primer ministro Nguyen Tan Dung y con el hombre más poderoso del
país, el jefe del Partido Comunista Nong Duc Manh. Nong dijo que se
había "abierto una nueva página en las relaciones" entre
los dos países.
"Durante
décadas, ustedes fueron desgarrados por la guerra. Hoy, el pueblo
vietnamita está en paz y ve los beneficios de las reformas",
expresó Bush en una cena.
Entrevista
en Al Yazira
Tony
Blair admite "desastre" en Irak
BBC
News, 18/11/06
Una
portavoz del primer ministro británico, Tony Blair, señaló que los
comentarios hechos por el mandatario acerca de la violencia en Irak,
habían sido malinterpretados.
En
una entrevista concedida a la cadena de televisión árabe Al Jazeera,
Blair reconoció que la intervención de las fuerzas lideradas por
Estados Unidos en Irak, había sido un desastre.
Pero
la portavoz afirmó que el primer ministro estaba sencillamente
"acusando recibo" de la pregunta antes de proceder a
explicar su visión, por lo que interpretar esto como algún tipo de
reconocimiento no era correcto.
El
presentador del programa comentó que "hasta ahora (la intervención
liderada por EE.UU.) ha sido un desastre".
A
lo que Blair respondió "si, lo ha sido, pero lo que le digo a la
gente es: ¿por qué es tan difícil en Irak? No es consecuencia de
falta de planificación".
"Es
difícil porque hay una estrategia deliberada de Al Qaeda, de
insurgentes sunitas y de chiitas extremistas respaldados por Irán",
agregó el primer ministro británico.
El
mandatario señaló que el objetivo era crear una situación en la
cual la voluntad de la mayoría de los iraquíes –que es de paz–
sea desplazada por la minoría de la guerra.
Pero
de acuerdo a Robin Brant, al corresponsal de Política de la BBC,
Blair todavía cree que la decisión de invadir Irak era la apropiada,
así como el derrocamiento de Saddam Hussein.
"Pero
no hay duda de que su admisión de que la posguerra ha sido "un
desastre" será vista en algunos sectores como prueba adicional
de que el primer ministro está cambiando su rumbo en Irak".
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