Entrevista
a Alexander Cockburn
Tras
las elecciones: los demócratas en el pantano
Il
Manifesto, 11/11/06
Sin Permiso, 12/11/06
Traducción de Leonor Març
El director de
Counterpunch, Alexander Cockburn, es entrevistado por el enviado
especial a los EEUU de Il Manifesto, Marco d’Eramo. La dimisión de
Rumsfeld no significa un giro en la política exterior estadounidense;
el ex secretario de exteriores es sólo el sacrificio ofrecido por
Bush, quien tratará por todos los medios de coimplicar al partido demócrata
adversario en el desastre de Bagdad. Además de ser el coautor de un
hermosísimo libro sobre la Amazonía intitulado “The Fate of the
forest: developers, destroyers and defenders of the Amazon”,
Alexander Cokburn es codirector, junto con Jeffrey St. Clair, de la
newsletter más combativa de la izquierda estadounidense (www.counterpunch.org).
Vive en el campo, en la California septentrional, y le entrevisto por
teléfono.
¿Significa la
dimisión de Rumsfeld un cambio real?
Tras la derrota
electoral, la administración republicana tenía que despedir a
alguien, y él era el hombre a despedir. El nuevo secretario de
defensa, Bob Gates, forma parte del entorno de James Backer, que es la
nueva eminencia gris.
¿Pero no indica
eso una pérdida de influencia del vicepresidente Dick Cheney?
Claro que sí, pero
quiere decir que el mismo George Bush recibirá el consejo de James
Backer y de los hombres de su padre, y no de Cheney, que no sólo no
formaba ya parte del clan de Bush señor, sino que se hallaba en
choque frontal con ellos y que se ha revelado como increíblemente
incompetente.
¿Qué piensas,
globalmente, del resultado de las elecciones?
En la perspectiva de
las presidenciales de 2008, al partido republicano podría haberle ido
peor. Podría habre mantenido la mayoría en una de las cámaras, o
incluso en ambas. Lo que le habría puesto en una situación dramática
para el 2008, como único responsable del desastre. Así, en cambio,
pueden coimplicar a los demócratas en el despelote de Irak. Y pueden
prepararse para apoyar en el 2008 a un candidato como John McCain, lo
que es, de todos modos, una locura.
¿Quieres decir
que no habrá un cambio de rumbo en Irak?
Ya ahora McCain dice
que si, con la retirada de tropas estadounidenses en Irak, Irak
termina partido en tres –lo cual está ya sucediendo con la
presencia de nuestras tropas—, será una humillación para los EEUU.
Y desde el punto de vista del imperio, lleva razón. Para el imperio
es una humillación retirrarse de Irak dejando un desastre. Por ese
motivo, aun si los electores se han expresado de modo muy neto por una
retirada inmediata de las tropas, desde el punto de vista de su lógica,
los demócratas no podrán llegar muy lejos aquí, porque les caerá
encima la responsabilidad de la derrota del imperio. Los demócratas
no pueden hacer gran cosa en ningún caso. ¿Tú les ves puestos a la
labor de derogar la Patriot Act, de desmantelar los tribunales
militares secretos, de cancelar los desapoderados regalos fiscales con
que Bush ha obsequiado a los ricos, de disciplinar la contabilidad de
las grandes corporaciones empresariales, de adoptar una política
medioambiental agresiva contra los contaminadores, de instituir un
servicio público de salud a escala nacional, de revisar el tratado de
libre comercio (acuérdate del Tratado de Libre Comercio de la América
del Norte, que fue ratificado por Hill Clinton)? Nada de eso ocurrirá.
Darán unas cuántas becas a unos cuantos estudiantes, subirán el
salario mínimo a 7,55 dólares por hora, que de todas formas es una
cantidad ridícula: si ahora le ofreces al vecino adolescente 7 dólares
para que te corte el césped del jardín, te escupe en la cara. Los
trabajadores inmigrados clandestinamente desde México perciben un
salario de 15 dólares la hora para tareas de colaboración doméstica.
¡Y el Congreso estadounidense adopta este audaz aumento a 7,5 dólares!
¡Qué risa, por favor! Los demócratas tendrán por fuerza que
limitarse a reformas de cabotaje menor, como ésta.
No te veo muy
optimista...
Lo cierto es que en
los EEUU ha dejado de haber una izquierda mínimamente radical. No hay
nadie que tenga una posición anticapitalista. Hubo un tiempo en que
alguno que otro barajaba la hipótesis de la nacionalización de los
gigantes de la industria petrolera. Hoy se limitan a un maquillaje del
presente. Ni siquiera el black caucus [el grupo parlamentario negro]
es ya lo que era en el pasado: es verdad que hay siempre personas con
ideas interesantes, como Barbara Lee o Maxine Water o Cinthya McKenney;
pero no hay ya una izquierda digna de ese nombre. Lo que tiene su razón
de ser, porque: ¿tú crees que habría tenido sentido una extrema
izquierda dispuesta a defender una política antiimperialista en el
senado romano de la época imperial?.
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