Por
Agustín Velloso (*)
CSCAweb, 13/11/06
"Rumsfeld ha
dejado de ser el ministro de Defensa de Estados Unidos, cuyo gobierno
es tan genocida como el de Israel, pero igual que sucedió con Sharon,
este cambio puntual, o los que se derivan de unas elecciones, no
resulta en modo alguno suficiente para el triunfo de la justicia. Un
lugar en el banquillo ante un tribunal de crímenes de guerra y contra
la humanidad debería ser su primera parada en el camino a una condena
acorde con sus crímenes (...)".
Cuando el anterior
primer ministro de Israel, Sharon, fue conducido al hospital hace casi
un año y su sucesor, Olmert, llamó a Peretz para dirigir el
Ministerio de Defensa, los comentaristas políticos ganaron dinero una
vez más con sus artículos de prensa a favor de los poderosos
mediante frases prefabricadas para estas ocasiones. Anunciaron un
futuro casi rosa en la política israelí de la mano de Peretz,
pionero de "Paz Ahora" y destacado militante laborista que
abogaba por un incremento en los gastos sociales y por impulsar las
negociaciones con los palestinos. Ninguno de esos escritos hace al
gobierno israelí menos culpable de crímenes contra la humanidad ni a
sus autores menos responsables por su contribución a los mismos.
Rumsfeld ha dejado de
ser el ministro de Defensa de Estados Unidos, cuyo gobierno es tan
genocida como el de Israel, pero igual que sucedió con Sharon, este
cambio puntual, o los que se derivan de unas elecciones, no resulta en
modo alguno suficiente para el triunfo de la justicia. Un lugar en el
banquillo ante un tribunal de crímenes de guerra y contra la
humanidad debería ser su primera parada en el camino a una condena
acorde con sus crímenes, si es que hay mente humana capaz de imaginar
una que lo sea.Los editorialistas y comentaristas de esta misma
mañana, que suelen llamar errores políticos a los crímenes del
presidente Bush y se refieren a sus víctimas en Oriente Medio y otros
lugares como supuestos terroristas, vuelven a ganar dinero celebrando
en sus escritos el cambio de ministro y el triunfo del Partido
Demócrata en aquel país.
Parece que se trata
de apostar siempre a caballo ganador y si es con los demócratas, con
los laboristas o con los socialistas, mejor que mejor. Al fin y al
cabo, los republicanos, los del likud y los populares que envían a
sus ejércitos a invadir, destruir y ocupar naciones del Tercer Mundo,
podrían incluso ser criticados si resulta oportuno, por ejemplo
cuando fallan en su empeño imperialista, mientras que los otros son
por encima de todo demócratas, progresistas y hasta izquierdistas,
que aunque matan igualmente lo hacen mediante fuerzas de pacificación
e intervención humanitaria.
El País del 9 de
noviembre abre su editorial sobre la última matanza de palestinos con
esta frase: "La matanza presumiblemente accidental de 18 civiles
en Gaza." Es claro que matanzas similares y peores continuamente
realizadas durante los 40 años de ocupación sangrienta de Palestina,
no impiden a quien desea apoyar a Israel la colocación de una duda en
el lugar preciso, con el fin apenas encubierto de disminuir el impacto
internacional de la enésima salvajada.
Cabe preguntarse si
editoriales como éste y muchos otros sobre masacres de palestinos los
escribe un ordenador programado para contribuir al fin sionista, es
decir, expulsar a los palestinos de sus tierras como sea, vivos o
muertos, para que sean ocupadas por judíos. No es creíble que la
persona responsable de un editorial sobre lo ocurrido en Palestina
oculte el historial asesino del ejército israelí, no mencione que ha
sido denunciado cientos de veces por sus violaciones de la ley
internacional, renuncie a informar de que ocupa ilegalmente tierra
palestina, se calle que ataca con armas cuyo uso contra civiles está
prohibido, no añada que aterroriza a la población, a la que mantiene
bajo asedio, no haga saber que ningún militar es condenado en Israel
por torturar y asesinar a palestinos civiles desarmados, niños y
mujeres embarazadas incluidos. La principal diferencia entre el
ordenador y el editorialista es que aquél no cobra por su
contribución a la causa sionista.
Que nadie se deje
engañar: los estadounidenses no cambian de política. Sencillamente
cambian de director de su política habitual. Sobre todo: no lo hacen
porque piensen por un instante que su política en Irak y otros
lugares es criminal, sino porque no les resulta rentable. Es fácil
decir "misión cumplida" a los cuatro vientos cuando no ha
habido gastos de importancia, pero es difícil hablar de muchos miles
de millones de dólares literalmente quemados y de unos pocos miles de
soldados muertos, cuando uno se ha convertido en el hazmerreír de
otros países poderosos –Rusia y China– y hace sonrojar a los
segundones y serviles países europeos, que se prometían parte del
botín de guerra a cambio de dar la cara algo menos que su patrón.
Por su puesto que no meto en la cuenta a los cientos de miles de
víctimas árabes, sus muertes no figuran en ningún caso en el
balance de sus verdugos.
Los estadounidenses
no han castigado en modo alguno a Bush por sus crímenes
apocalípticos en Irak, Palestina y Afganistán, simplemente le han
echado en cara no haberlos cometido eficazmente, es decir, de manera
rápida y barata. No se alzaron voces contra Bush cuando destruía un
país entero mientras era aclamado por los aplausos de sus
congresistas y de otras naciones –España incluida–, no se ha
solicitado su comparecencia ante un tribunal por su responsabilidad en
la violación abominable de los derechos humanos en Abu Grhaib,
Guantánamo, etc. Lo único que los votantes estadounidenses le
reprochan es no haber liquidado a los iraquíes como sus antepasados
lo hicieron con los habitantes nativos de Norteamérica: en poco
tiempo, con escaso esfuerzo y con menos dinero.
Ante un tribunal
penal, Bush siempre puede decir que la mayoría de la nación estaba
con él desde el principio de su guerra de agresión y casi hasta el
final de su desarrollo, que sus votantes únicamente le abandonaron
cuando se reveló como un presidente incapaz de imponer la política
imperialista de Estados Unidos a los iraquíes, ni aun matando a
cientos de miles.
Ante la seguridad
casi absoluta de que los criminales no se sentarán en el banquillo de
los acusados jamás, ante la seguridad completa de que los
comentaristas encontrarán nuevas frases para llamar errores
políticos a los asesinatos en masa de seres humanos, ante la certeza
de que los antaño entusiastas votantes del Partido Republicano son
hoy corridos votantes del Demócrata por sentirse decepcionados por su
líder, queda al menos el consuelo de observar que la resistencia ha
hecho fracasar rotundamente los planes imperialistas y que la sangre
de los mártires no ha sido derramada en vano.
Se mantiene también
la esperanza de que el reciente éxito de la resistencia libanesa sea
la guía de un movimiento que pase por Palestina e Irak y recorra el
resto de naciones sometidas en busca de un mundo libre de los
opresores y de sus escribas apologistas.