Mala
recepción del informe presidencial sobre “el estado de la Unión”
Para
Bush y Cheney, el problema no es la guerra, sino sus críticos
Por
David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 25/01/07
Nueva
York, 24 de enero.–
El día después del informe presidencial ha sido muy parecido al día
anterior del discurso, y eso es preocupante para George W. Bush y su
equipo.
Su
invitación al Congreso a trabajar conjuntamente para continuar la
lucha por la "libertad" y contra la "maldad" de
las fuerzas "terroristas", con el argumento de que la mejor
opción era incrementar el número de tropas en más de 20 mil,
aparentemente no logró convencer casi a nadie.
Prueba
de ello es que hoy el Comité de Relaciones Exteriores del Senado
aprobó una resolución que se opone al nuevo plan presidencial para
Irak. Esta iniciativa, o una versión parecida, será aprobada por el
pleno del Senado esta semana.
El
informe anual es considerado como uno de los actos políticos de mayor
peso en este país, pues el presidente no sólo rinde cuentas ante el
Congreso, sino que tiene la oportunidad de dirigirse directamente a la
opinión pública estadounidense.
En
el momento más débil de su presidencia y ante un amplio rechazo al
tema central de su gestión la guerra en Irak este acto era una
oportunidad clave para revertir la marea política que tiene en
contra. Si ese era el caso, las reacciones de los editorialistas,
analistas, políticos y más indican que, aunque no cometió ningún
error grave, fracasó, pues nada cambió en la dinámica política.
Bush
insistió en que algo no está funcionando en Irak y la única opción
para lograr el éxito es mandar más soldados, aunque la opinión pública
nacional e internacional, los militares y los iraquíes no estén de
acuerdo.
Hoy,
su vicepresidente Dick Cheney, en tonos cada vez más defensivos y
hasta agresivos, reiteró la defensa de la política bélica en una
entrevista con CNN. "El saldo es un gran éxito y seguiremos
teniendo éxito" en la guerra contra el "terrorismo",
afirmó Cheney. En Irak, subrayó, "la realidad es que hemos
progresado mucho".
Agregó:
"El problema más grande que enfrentamos ahora es el riesgo de
que Estados Unidos otorgue validez a la estrategia terrorista que, de
hecho, es lo que ocurrirá de seguir el debate sobre si debemos o no
quedarnos en Irak; una retirada le daría validez a la estrategia
terrorista... esa es la peor amenaza".
Pero
esto implica que la "peor amenaza" y el "peligro"
más grave en torno a la guerra son sus críticos aquí, incluida la
mayoría del pueblo estadounidense (más de dos tercios se oponen a la
estrategia del presidente), más de una decena de senadores
republicanos, incluido un ex secretario de la Marina (el senador John
Warner, hasta el año pasado, presidente del Comité de las Fuerzas
Armadas), y varios generales, coroneles, capitanes y miles de soldados
en activo y veteranos.
Un
veterano de Vietnam, cuyo padre es veterano de la Segunda Guerra
Mundial, y cuyo hijo, un marine, actualmente está en Irak,
es el recién electo senador demócrata James Webb, quien anoche fue
designado por su partido para ofrecer la respuesta al informe
presidencial. Señaló que "el presidente nos llevó a esta
guerra imprudentemente... La mayoría de la nación ya no apoya la
manera en que se está luchando esta guerra; tampoco una mayoría de
nuestros militares".
Sin
embargo, Bush y Cheney han insistido en que expresar esta oposición
daña la gran campaña "generacional" contra los
"terroristas", que muestra falta de apoyo a "nuestras
tropas", y que no hay otra opción que ganar esta gran guerra.
Pero para quienes recuerdan declaraciones como "las mayores
operaciones de combate en Irak han concluido. En la batalla de Irak,
Estados Unidos y sus aliados han prevalecido", palabras de Bush
bajo una gran manta declarando "misión cumplida" en mayo de
2003 o más recientemente "absolutamente, estamos ganando"
el 25 de octubre de 2006 en la Casa Blanca", sólo para que poco
menos de dos meses después el presidente confesara que "no
estamos ganando, ni estamos perdiendo" y "la situación en
Irak es inaceptable para el pueblo estadounidense e inaceptable para mí
hace un par de semanas", y que ahora hay una "nueva
estrategia en Irak... y les pido darle una oportunidad para
funcionar" como dijo anoche, la credibilidad está algo agotada,
según muestran las encuestas.
La
opinión editorial y experta
Los
editoriales de los principales rotativos ofrecieron sus calificaciones
hoy. Nadie reprobó al presidente pero tampoco se atrevió a ponerle
una estrellita de oro en la frente.
El
New York Times consideró que el llamado a trabajar de manera
conjunta con los demócratas carece de credibilidad por su
comportamiento unilateral de los últimos seis años, que sus
comentarios sobre Irak no ofrecieron nada nuevo en torno a "sus
políticas fracasadas", y que lo único realmente novedoso fue
que "anoche había un gran cambio: su público", la nueva
mayoría demócrata en el Congreso. Para el rotativo la clave es que
"ya no le corresponde sólo a él" el futuro político de
este país.
El
diario Los Angeles Times estimó que el discurso pareció más
un acto obligatorio, y que Bush parecía estar cumpliendo con su
deber, pero sin gran ánimo. El Washington Post resaltó la
debilidad política de esta presidencia, y consideró que no había
mucho que Bush pudiera hacer a estas alturas para convencer a los
"escépticos" en el Congreso o el público de su plan para
Irak. Sin embargo, el Post dijo estar de acuerdo con el
presidente cuando advirtió que las "consecuencias de un fracaso
(en Irak) serían graves".
El
Houston Chronicle intentó defender a un paisano y advirtió:
"el presidente ha declarado que la historia juzgará su decisión
de invadir Irak, y tiene razón. Si la paz y la democracia quedan
enraizadas en Irak, el mundo no tomará gran nota ni recordará el análisis
y las críticas de su mensaje al Congreso la noche del martes".
El Dallas Morning News tomó en serio la palabra de Bush en
torno a su invitación a la cooperación bipartidista.
La
descomposición
Mientras,
varios analistas, periodistas y observadores señalaron los temas
ausentes del discurso, lo cual también ha generado especulación
sobre si fue a propósito, o es parte de la descomposición de esta
presidencia. Lo más notable es que desapareció toda referencia al
huracán Katrina y a Nueva Orleáns. Por otro lado, no hubo
ninguna referencia al libre comercio y la "globalización".
Además, el hemisferio americano no existió en el discurso.
Tal
vez el mejor comentario de todos, para resumir el momento, fue algo
que no fue escrito sobre el informe presidencial: la letra de una
canción de gran cantautor Randy Newman publicada hoy como artículo
de opinión por el New York Times. Al final de la canción
dice: "El fin de un imperio es, en el mejor de los casos, algo
desordenado/Y este imperio se está acabando/Como todos los demás/Como
la armada española naufragando en el mar/estamos naufragando en la
tierra de los valientes/y el hogar de los libres (estas son frases del
himno nacional)/Adiós. Adiós. Adiós".
La
guerra contra el terrorismo "es generacional", dice Bush en
su informe a la nación
Por
David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 24/01/07
Nueva
York, 23 de enero.
George W. Bush ofreció su informe a la nación en el momento más débil
de su presidencia con la idea de rescatar sus últimos dos años en la
Casa Blanca mediante un enfoque sobre temas domésticos como inmigración,
salud y educación, al encontrarse cada vez más solo en su gran
aventura bélica.
La
gran ironía ahora es que México y sus inmigrantes podrían ser un
salvavidas político para Bush, ya que la reforma migratoria es tal
vez el único tema en donde hay un frágil consenso bipartidista y le
ofrece al presidente, por lo menos, una oportunidad para mostrar su
capacidad de liderazgo con su cada vez más reducido capital político.
El
escenario donde ofreció su discurso también ha cambiado con Nancy
Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y líder de los demócratas,
ahora sentada detrás de él en el Capitolio, y ya no sus colegas
republicanos. Esta es la primera vez que Bush rinde su informe ante un
Congreso bajo dominio del Partido Demócrata. O sea, en su momento más
débil, sus críticos están en su momento más fuerte desde 2001.
Lo
reconoció: "felicito a la nueva mayoría demócrata". Pero
a la vez pidió colaboración. "El Congreso ha cambiado, pero no
nuestras responsabilidades", y solicitó trabajar conjuntamente
para beneficio del pueblo, no obstante sus diferencias.
Obligado
a defender su "nueva" estrategia para la guerra en Irak,
Bush dijo que no había otra opción más que ganar esta gran
confrontación con el "terrorismo". Argumentó:
"nuestros comandantes y yo hemos evaluado cuidadosamente las
opciones.... Al final, opté por este curso de acción porque ofrece
la mejor posibilidad de éxito. Muchos en esta cámara entienden que América
(Estados Unios) no debe fracasar en Irak, porque entienden que las
consecuencias del fracaso serían graves y de largo alcance".
Advirtió
que "la maldad que inspiró y regocijó el 11–S aún está
obrando en este mundo. Y tanto sea así, América es aún una
nación en guerra". Repitió que "la guerra sobre el terror
que libramos hoy es una lucha generacional que continuará mucho después
de que ustedes y yo hayamos trasladado nuestros deberes a otros".
Insistió
en que Al Qaeda y sus aliados, "al matar y aterrorizar a
estadounidenses, quieren forzar a nuestro país a retirarse del mundo
y abandonar la causa de la libertad. Así estarían libres para
imponer su voluntad y difundir su ideología totalitaria".
Subrayó,
después de explicar su nueva estrategia, que "nada es más
importante en este momento de nuestra historia que América
tenga éxito en Medio Oriente, tenga éxito en Irak, para evitar que
el pueblo estadounidense enfrente este peligro".
Sin
embargo, tuvo que ofrecer este mensaje a la nación cuando una
abrumadora mayoría del pueblo rechaza su propuesta para Irak y en
momentos en que su índice de aprobación general se ha desplomado al
punto más bajo de su presidencia, alcanzando niveles parecidos a los
peores días de Richard Nixon.
Peor
aún, sólo 24 horas antes de su discurso otros aliados lo abandonaron
en torno a Irak. El senador republicano John Warner, ex presidente del
Comité de Fuerzas Armadas y ex secretario de la Marina presentó, con
otros tres senadores republicanos y un demócrata, una resolución
legislativa en oposición al envío de más tropas y solicita al
mandatario "regresar y revisar otras opciones", subrayando
que la solución a la crisis en Irak tiene que ser política más que
militar.
Ya
circulan otras medidas legislativas que, con diferentes matices,
expresan la creciente oposición de legisladores, incluidos cada vez más
integrantes del Partido Republicano. Esta noche el presidente habló
ante senadores que, la próxima semana, aprobarán una versión de
estas resoluciones que reprueban su propuesta para Irak.
De
hecho, el corresponsal en Washington de The Nation, David
Corn, comentó hace unos días en su blog que se topó con un
asesor del Pentágono al cual le dijo que parecía que había sólo
siete personas en todo Washington que apoyaban el plan del presidente.
El asesor le respondió que eso no era cierto y, entre broma y no,
aclaró que ahora sólo quedaban seis, ya que esta mañana otro más
abandonó al comandante en jefe.
El
terreno doméstico
Los
estrategas del presidente y sus encargados de "mensaje" y
"spin" han buscado cambiar de canal y enfocar la
atención en temas domésticos. La reforma migratoria, iniciativas de
salud (más bien, un plan de negocios para las aseguradoras a costo de
financiamiento de hospitales y clínicas públicas), un plan para
reducir el consumo de petróleo (20 por ciento en 10 años), y
propuestas en algunos aspectos de educación, fueron resaltados con
algunas ideas sobre cambios en el régimen fiscal.
Bush
renovó su llamado al Congreso para aprobar una reforma migratoria
"integral" este mismo año que combine la seguridad
fronteriza y un flujo migratorio ordenado.
Subrayó
una vez más que la reforma debe asegurar las fronteras, mejorar la
aplicación de la ley al interior y, a la vez, establecer un programa
de trabajadores temporales y resolver "sin animosidad y sin
amnistía" la condición de los indocumentados. Reiteró que no
se puede asegurar plenamente la frontera, "a menos que se reduzca
la presión, y eso requiere un programa de trabajadores
temporales".
Entre
los invitados especiales para sentarse con la primera dama Laura Bush
se encontraban un africano y un mexicano, para representar a dos
inmigrantes "exitosos". Alejandro Monteverde, director y
guionista de su empresa Metanoia Films en Los Angeles, nació en
Tampico y llegó a Estados Unidos a estudiar cine. Su primera película,
Bella, ganó el premio del Festival de Cine de Toronto en
2006, mismo año que obtuvo su ciudadanía estadounidense. El otro
inmigrante fue el estrella de basquetbol de los Houston Rockets,
Dikembe Mutombo, originario de Congo.
Encuestas,
escándalos y sangre
Todas
las encuestas de los últimos dos días registraron el punto más bajo
de esta presidencia, y pocos esperan que este discurso cambie mucho
las cosas por ahora. Sólo un tercio aprueba la gestión de este
presidente, quien esta noche dijo al concluir: "el estado de
nuestra unión es fuerte, nuestra causa en el mundo es correcta y esta
noche esa causa avanza".
Sin
embargo, según las encuestas más recientes, 70 por ciento cree que
el país avanza sobre un carril equivocado.
Mientras,
esta semana comenzó el juicio de Lewis Libby, quien fuera mano
derecha del vicepresidente Dick Cheney, acusado de perjurio y
obstrucción de justicia en la investigación sobre la filtración de
la identidad de una agente clandestina de la CIA por la Casa Blanca.
El proceso para seleccionar el jurado de 12 personas (más cuatro
alternos) en Washington se alargó al doble de lo esperado.
El
problema fue que muchos de los integrantes potenciales del jurado, al
ser entrevistados por el juez, expresaron que era muy difícil ser
imparciales ante cualquier figura del gobierno de Bush. "No puedo
creerle a ninguna declaración del gobierno de Bush. Adiós",
comentó una fuente. Varios indicaron que su repudio de la guerra no
permitía que escucharan sin perjuicio a testigos del gobierno (Cheney
podría ser uno de los testigos principales en el juicio).
En
su presentación inicial del caso en el juicio hoy, el abogado
defensor ofreció una bomba: sugirió que la Casa Blanca había
intentado convertir a Libby en chivo expiatorio en este escándalo
para proteger a Karl Rove, estratega e íntimo amigo de Bush. Y esto
apenas empieza.
A
la vez, las investigaciones de los escándalos de corrupción entre
legisladores republicanos avanzan, con varios políticos más bajo
escrutinio de la FBI, mientras tres ya están encarcelados.
Y,
por supuesto, las noticias sangrientas desde Irak no cesan. El mismo día
que Bush ofreció su informe, las primeras planas y los noticieros
informaban de uno de los peores ataques de la guerra, con hasta 100
muertos en Bagdad. Más de 27 soldados estadounidenses murieron en los
últimos tres días, y cada evaluación sobre la situación es
pesimista.
Contra
el consejo de sus militares, veteranos de esta y otras guerras, contra
la voluntad mayoritaria de su pueblo, contra las advertencias de sus
propios aliados políticos en la legislatura, y contra la opinión
mundial, el comandante en jefe marcha cada vez más solo en
Washington.
Después
del discurso, pocos creen que el presidente logró convencer a un
pueblo que dice que no sólo se opone a sus propuestas sobre la
guerra, sino que dice que ya no le cree a su líder. O sea, el estado
de la nación, se puede concluir, no es tan bueno. O tal vez lo bueno
es que de repente la mayoría se dé cuenta de ello.
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