El papel del lobby israelí en las decisiones del gobierno Bush de
invadir Iraq
Agentes de
influencia
Por Robert
Dreyfuss
The
Nation, 04/10/04
Rebelión, 01/02/07
Traducido por
Germán Leyens
¿Operó Ariel
Sharon, primer ministro de Israel, un programa clandestino con agentes
en altas posiciones del gobierno de USA, para influenciar la decisión
del gobierno de Bush de ir a la guerra contra Iraq? El FBI quiere
descubrirlo.
Es la historia
tras el último escándalo de espías en Washington que involucra a
Israel, al AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité
EEUU–Israel de Asuntos Públicos) y a un empleado de nivel medio en
el Pentágono presuntamente atrapado in fraganti mientras trataba de
entregar secretos de USA a los israelíes.
No se trata de
un caso rutinario de espionaje. Según fuentes familiarizadas con la
investigación, el FBI escudriña a un grupo de neoconservadores que
han ocupado altos puestos en la Casa Blanca, el Pentágono y en la
oficina del vicepresidente Cheney. No es que sean partidarios de
Israel – eso no sería un crimen – sino que algunos de ellos podrían
ser conspiradores en una operación clandestina lanzada por el Partido
Likud de Sharon. Componen la red misma de ideólogos – desde civiles
en el Departamento de Defensa a compañeros de ruta en gabinetes
estratégicos de derecha – que han sido acusados de impulsar a
George W. Bush hacia la guerra. El punto de la investigación, creen
las fuentes, no es examinar el impulso hacia la guerra sino más bien
establecer si Sharon reclutó o ayudó a colocar en sus puestos a
gente que a sabiendas, y secretamente, trabajaban con él para afectar
la dirección de la política de USA en Oriente Próximo. Los
objetivos más probables de la diligencia son Douglas Feith,
Subsecretario de Defensa para Política, y Harold Rhode de la Oficina
de Estudios Interrelacionados del Pentágono.”
Es una
investigación explosiva que permite las desazones más delicadas, ya
que involucra la posibilidad de que funcionarios de USA (en su mayoría,
pero no todos, judíos) trabajen por cuenta de Sharon. Estos incluyen
a Feith y a un puñado de otros funcionarios, que llegan hasta los que
están en el círculo de su oficina de política y que formaron el núcleo
de la Oficina de Planes Especiales (OSP). La investigación enfrenta
una dura resistencia política. Pero puede ser que llegue a tener
consecuencias.
La investigación
salió a la luz a fines de agosto cuando CBS News informó que el FBI
había atrapado a un empleado de Feith, identificado más adelante
como Larry Franklin, cuando trataba de entregar lo que resultó ser un
borrador confidencial de un memorando presidencial sobre Irán a AIPAC
y a un diplomático de la embajada israelí. La atención subsiguiente
se concentró en gran parte en si Franklin era un espía para Israel,
pero en realidad es sólo un personaje menor en una investigación
mucho más amplia que comenzó hace dos años.
No se sabe qué
es lo que provocó la investigación original, pero se sabe que comenzó
en un momento crítico, cuando Feith y Rhode comenzaron a juntar un
equipo, que incluía a Franklin, para formar la OSP. Se ha informado
ampliamente que la OSB fabricó informes exagerados de inteligencia
sobre la amenaza de Iraq, pero se informó menos sobre el hecho de que
la OSP también realizó operaciones no–autorizadas. Varios
funcionarios de la OSP – incluyendo a Rhode, Franklin y Michael
Maloof, uno de los dos miembros del personal de la predecesora de la
OSP, junto con Michael Ledeen del
AEI (American Enterprise Institute – Instituto de la Empresa
USamericana) – participaron en una iniciativa ilegal del Pentágono,
que comenzó en 2001 con traficantes de mala reputación en Roma y París,
para discutir cambios de régimen más allá de Iraq, en Irán y
Siria. La CIA descubrió la reunión de Roma, y puede ser que la
agencia haya pedido al FBI que comenzara a vigilar a Feith, Rhode,
Ledeen, Franklin et al. Antiguos funcionarios de inteligencia de la
CIA y de la Defensa familiarizados con el caso, subrayan que el FBI
estudia una operación dirigida por el primer ministro israelí, no
por el Mossad, la agencia de inteligencia de Israel, y que la
investigación se basa sólo en la preocupación por la influencia
extranjera. “Se trata de Sharon,” dice un antiguo alto oficial de
operaciones de la CIA. “Esto no tiene nada que ver con
antisemitismo.”
Algunas
personas familiarizadas con el caso sugieren que la investigación del
FBI retrocede hasta 1996, cuando Feith, Richard Perle, jefe de Feith
en el Consejo de Política del Pentágono, y David Wurmser, co–fundador
de la OSP que es ahora asesor sobre Oriente Próximo de Cheney,
escribieron un memorando radical, llamado “Un corte neto,”
dirigido al primer ministro entrante israelí Benjamin Netanyahu en el
que llamaban a la confrontación con Iraq, Siria, Líbano y la OLP.
Desde que se
supo de la investigación, los aliados más cercanos de Sharon se han
esforzado por descarrilarla. El que grita más fuerte es Marc Zell, el
ex socio legal de Feith, que es ahora abogado en Israel, vinculado con
el ala derecha del Likud y con el movimiento de colonos. “Es un tiro
barato de algunas personas dentro del gobierno por embarazar a Doug y
a la dirigencia del Pentágono," dijo Zell al Philadelphia
Inquirer. “Ciertos elementos dentro de las comunidades de las
fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia no están contentos
con las decisiones políticas de gente en los niveles superiores e
intentan, a veces de una manera muy burda, de hacerle dificultades.”
Las noticias de la investigación impactaron a AIPAC, al Instituto Judío
de Asuntos de Seguridad Nacional, al AEI y a otros en el circuito del
Likud en Washington. Y, por cierto, los amigos de AIPAC en Washington
están como locos. Ha'aretz, el periódico israelí, dijo que las
noticias de la investigación cayeron como “el equivalente diplomático
de una bomba de racimo sin estallar.”
Perle exige que
la Casa Blanca tome medidas duras contra los investigadores, según el
Boston Globe. “Es bastante repugnante, y desgraciadamente el
gobierno no parece tenerlo bajo control,” dice Perle, según el
Globe. Pero, según el Financial Times, es precisamente lo que está
haciendo en silencio: El diario londinense informa que la Casa Blanca
presiona al FBI y al Departamento de Justicia para que no formulen
acusaciones en el caso.
También se
oyen otras voces. El representante demócrata John Conyers escribió
al presidente del Comité Judicial de la Cámara exigiendo una
investigación de “evidencia sustancial y verosímil de que
funcionarios del Pentágono... se han involucrado en actividades
clandestinas no autorizadas.” Conyers cita específicamente a Feith.
Y el Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia se encuentra ahora
empeñado profundamente en la fase dos de su propia investigación,
que incluye el examen del trabajo de la OSP. Se espera su informe para
después de la elección de noviembre.
El FBI tiene un
as en la manga que puede permitirle resistir a la presión de la Casa
Blanca. “Hasta ahora,” dice un funcionario de la inteligencia en
retiro, “el FBI ha reunido tanto material en archivos del jurado de
acusación y cosas semejantes que están en condiciones de resistir la
presión del gobierno para que abandone el asunto. Cuando es
presionado, lo filtra a alguien. Y el potencial de revelación es una
verdadera amenaza para el gobierno.” Además, la investigación de
contrainteligencia podría resultar en investigaciones en varios escándalos
posiblemente relacionados, incluyendo el caso de Ahmad Chalabi y la
filtración de Valerie Plame, para no hablar del caso de Franklin.
“No tienen un
caso,” dice Michael Ledeen del AEI. Ya veremos.
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