Nuevo
icono del movimiento antiguerra estadounidense – El teniente Watada
afronta un consejo de guerra por negarse a participar en una contienda
"ilegal" – El Pentágono rechazó la dimisión del militar
y decidió procesarlo para que no cunda el ejemplo
Apoyan
al primer oficial juzgado por negarse
a ir a Irak
Por
Idoya Noain
Corresponsal
en EEUU
El
Periódico, 07/02/07
El
movimiento contra la guerra de Irak ha encontrado un nuevo icono en
EEUU. Se llama Ehren Watada, nació en Hawai hace 28 años, es militar
y, desde el lunes, se enfrenta a un consejo de guerra en Fort Lewis,
en el estado de Washington, en la costa oeste, precisamente por
haberse negado a participar en un conflicto al que, rompiendo las
normas del Pentágono, se ha opuesto públicamente, llegando a
calificarlo de "ilegal" y basado en "mentiras".
Watada
no se define como un pacifista, pero es un símbolo para quienes sí
lo hacen. Y la atención mediática que está generado su caso y su
procesamiento sirve para contrastar la batalla de la Administración
para acallar el debate, una pelea en la que el lunes los republicanos
se anotaron una victoria al impedir en el Senado incluso el debate de
una proposición que planteaba interrogantes a la política de la Casa
Blanca respecto a Irak.
Cuatro
años de cárcel
Watada,
un antiguo boy scout, era considerado por sus mandos un oficial modélico
desde que se alistó en el Ejército en marzo del 2003. Lo fue cuando
estuvo destinado en Corea y lo siguió siendo hasta que supo que su
unidad en Fort Lewis iba a ser desplegada en Irak. Entonces empezó a
estudiar el conflicto y, tras pasar horas en internet, leyendo las
hemerotecas, repasando los discursos de la Administración y hablando
con otros veteranos, llegó a la conclusión de que la intervención
en el país árabe no estaba justificada.
Primero,
Watada intentó dimitir, pero su petición de renunciar fue rechazada
por el Ejército. Se mostró dispuesto a combatir en Afganistán, pero
el Ejército rechazó su propuesta de nuevo, alegando que no se
permite a los soldados escoger en qué contienda participan. Cuando
llegó el despliegue de su unidad, Watada se quedó en Washington. Y,
tras haber expresado en privado a sus mandos su oposición a la
guerra, empezó a hacerlo en público (aunque nunca vestido con
uniforme). "Los miembros del Ejército tienen el derecho y el
deber de negarse a cumplir órdenes ilegales", dijo, entre otras
cosas, el mes pasado en un foro universitario.
Mensaje
del Pentágono
El
Ejército podía haber aceptado la dimisión, pero prefirió enviar un
mensaje a quienes se atrevan a romper la disciplina. Watada no es el
primer soldado estadounidense que se niega a ir a Irak pero sí es el
primero sometido a un consejo de guerra por ello. Y ayer, volvió por
segundo día a comparecer ante el juez militar y siete militares que
actúan como jurado y que, de condenarlo, podrían imponerle una pena
máxima de cuatro años en prisión y expulsarle del Ejército con
deshonor.
Los
cargos en su contra son negarse a seguir los pasos de su unidad y
acometer lo que el Ejército llama "conductas inapropiadas",
al denunciar públicamente una decisión de la Administración.
Eric
Seitz, el abogado que representa a Watada, tiene difícil defender su
caso. El juez militar rechazó el lunes todos los testigos de la
defensa, y ya antes había prohibido al abogado que plantee ante el
tribunal la legalidad de la guerra de Irak.
Militares
contra la guerra
Por
Roberto Bardini
Bambú Press, 06/02/07
Oficiales
y suboficiales se manifiestan contra la ocupación. Mientras los políticos
discuten –dicen– los soldados mueren en acciones ilegales. El caso
del sargento nicaragüense Camilo Mejía Castillo.
Desde
1969, cuando 1.300 soldados norteamericanos publicaron un aviso de página
entera en The New York Times
exigiendo el fin de la guerra de Vietnam, no se producía dentro las
Fuerzas Armadas de Estados Unidos un pronunciamiento antibélico por
motivos de conciencia. El 27 de enero pasado cerca de 1.200
integrantes del ejército se dirigieron al Congreso para pedir el
regreso de todas las tropas en Irak. Y todo indica que el movimiento
de protesta irá en aumento.
“Como
estadounidenses, patriotas orgullosos de servir a la nación en
uniforme, instamos a nuestros líderes políticos a apoyar el retiro
de las fuerzas militares de Irak. Permanecer en ese país no funcionará
y no vale el precio”, sostenía un pronunciamiento interno divulgado
por internet antes de la marcha en Washington. Los responsables del
mensaje eran el sargento Liam Madden, de 22 años, y el soldado
Jonathan Hutto, de 29, ambos de la Infantería de Marina. “Nos están
traicionando”, declaró Madden. “Nuestro esfuerzo se emplea para
acciones ilegales e inmorales. Los soldados mueren mientras los políticos
disputan y alegan”.
Se
considera que el teniente Ehren Watada, de 28 años y nacido en Hawai,
es el primer estadounidense desde la guerra de Vietnam que enfrenta un
proceso por negarse a ir al frente y declararse públicamente en 2006
contra la ocupación. Desde entonces ha hablado contra la invasión en
conferencias de prensa y ante grupos de veteranos, lo que ha
enfurecido a sus superiores y podría costarle cuatro años de prisión
militar.
Watada,
un ex boy scout que padece asma e hizo grandes sacrificios para
ingresar al ejército en 2003, considera que servir en Irak lo haría
parte de un crimen de guerra, además de traicionar su conciencia y
sus deberes como oficial. “Esta guerra es ilegal porque fue iniciada
con engaños y violando la ley internacional”, dijo a The
Guardian. “Los oficiales tenemos la responsabilidad de
hablar a nombre de los enlistados. Eso es lo que debe hacer un líder,
no puede simplemente ir con la multitud.”
Sin
embargo existe un antecedente mucho más notorio que el de Watada: se
trata del sargento primero Camilo Mejía Castillo, de la Guardia
Nacional de Florida, nicaragüense e hijo del músico sandinista
Carlos Mejía Godoy. En octubre de 2003, durante un permiso de dos
semanas en Estados Unidos, el suboficial se negó a volver a Irak tras
haber observado maltratos a prisioneros, muertes “colaterales” de
civiles indefensos –incluyendo a niños– y considerar que la
guerra era “injustificada”.
Mejía
Castillo, entonces de 28 años y con residencia legal en Estados
Unidos, estaba enrolado desde 1995 y permaneció seis meses en el país
árabe, donde se distinguió por su valor en combate. Entre sus
antecedentes civiles figuran que en su infancia fue alumno de
sacerdotes jesuitas, de adolescente estudió teatro y se ganó la vida
preparando hamburguesas en Burger King, aunque él es vegetariano.
Antes de ingresar a la Guardia Nacional fue guitarrista de la banda La
Raza Oculta, de San Francisco, y luego estudiante de psicología en la
Universidad de Miami; le faltaban tres meses para graduarse cuando fue
llamado a filas. Para pagarse la carrera, trabajaba de guardia de
seguridad nocturno. Tiene una pequeña hija llamada Samantha.
La
madre del muchacho, Maritza Castillo, es una ex periodista
costarricense que en la década del 70 fue simpatizante del Frente
Sandinista y que se separó del compositor Mejía Godoy cuando Camilo
tenía un año. En 1986 fue coordinadora de producción de la película
Walker, dirigida por el inglés
Alex Cox y protagonizada por Ed Harris. A principios de los años 90,
alejada del sandinismo, trabajó como reportera free
lance y documentalista.
En
mayo de 2004, Mejía Castillo fue juzgado por un tribunal militar y
condenado a un año por “deserción”, pero fue dejado en libertad
por buena conducta cuando faltaban tres meses para cumplir la pena.
Antes de recibir el veredicto, había dicho: “No tengo ningún
arrepentimiento, ni uno… Acataré la sentencia con honor, sabiendo
que hice lo correcto”. Entre sus abogados defensores se encontraba
Ramsey Clark, quien fue procurador de Justicia durante la presidencia
de Lyndon Johnson, miembro del equipo jurídico del ex dictador Saddam
Hussein y famoso por sus alegatos judiciales en favor de personas de
izquierda y derecha.
Las
fuerzas armadas estadounidenses denominan AWOL (ausentes sin licencia)
a los militares activos que desaparecen sin avisar a sus superiores.
El alto mando sólo reconoce a entre 700 y 800 de estos
“desaparecidos”. Se sabe que desde que comenzó la guerra en Irak
al menos 13 soldados buscaron refugio en Canadá.
En
diciembre de 2003 el semanario parisino Le
Canard, famoso por su humor crítico, informó que 1.700
reclutas norteamericanos habían desertado en Irak y que 7 mil habían
sido retirados por problemas psicológicos y otras enfermedades. Según
comentó en 2004 Tom Ensing, director de Citizen Soldier, una
organización de veteranos de guerra con sede en Nueva York, aceptar
oficialmente una cantidad mayor desprestigiaría al ejército.
Juicio
al sgto. Watada
El
juez lo declara nulo por “detalles técnicos”
Por
Aaron Glantz
Inter
Press Service (IPS), 08/02/07
Fort
Lewis, EEUU.– El
juicio militar al primer oficial del ejército estadounidense en
negarse a cumplir funciones en Iraq terminó abruptamente, pues el
juez a cargo del caso lo declaró nulo por detalles técnicos.
Según
el magistrado, teniente coronel John Head, el punto de discusión fue
el carácter de un documento firmado por el acusado, teniente Ehren
Watada, en que admitió no haber viajado a Iraq cuando su unidad fue
enviada allí y haber pronunciado varios discursos contra la guerra.
El
propio Head había dicho que la firma del documento equivalía a una
"confesión" del cargo de "conducta impropia de un
oficial". Pero Watada discrepó.
"Su
Señoría, siempre creí que tengo una defensa legal y moral. Me doy
cuenta de que el gobierno puede hacer alegatos y usted puede fallar en
contrario, pero eso no niega mi creencia de que tengo una
defensa", dijo.
"Para
mí, conducir a soldados a un batalla en Iraq significa participar en
una guerra que creo ilegal", declaró Watada al tribunal.
En
instancias anteriores, el juez Head había dictaminado que el
principal argumento de Watada –que la guerra es inmoral e ilegal–
no era admisible en este juicio.
Watada
esperaba utilizar ese argumento en el marco de los Principios de
Nuremberg, que surgieron de los juicios a los criminales de guerra
nazis tras la Segunda Guerra Mundial (1939–1945).
El
cuarto de esos principios establece que las órdenes de superiores no
eximen de culpa en un acto ilegal. Por lo tanto, los soldados que
cometen un crimen de guerra en cumplimiento de una orden son tan
culpables como sus superiores.
"¿Cómo
vamos a hacer que esa campana deje de sonar?", dijo Head al
advertir el conflicto entre la declaración de Watada, acordada con un
panel de siete oficiales que juzgaba el caso, y los hechos estipulados
en ese mismo acuerdo.
Luego
Head falló que el acuerdo que incluía la declaración de Watada sería
anulado. Así, al juicio le quedan dos opciones: documentar el caso más
minuciosamente o declarar su nulidad.
Al
no estar preparados para la primera opción, los fiscales militares
optaron por la segunda.
El
abogado de Watada, Eric Seitz, consideró que la anulación resuelta
el miércoles fue consecuencia de la "legítima defensa" de
su cliente.
"El
gobierno intentó impedir todo el tiempo que el discurso político,
que intenta castigar, sumiera en el caos los procesos judiciales que
él mismo creó, y muchos de esos casos resultaron en
anulaciones", dijo Seitz, mencionando unos pocos que él mismo
manejó a lo largo de los años.
Por
ejemplo, el juicio por conspiración que celebrado en 1969 en Chicago,
en que se acusó a siete pacifistas, entre ellos Tom Hayden y Bobby
Seale, de cruzar las fronteras del estado de Illinois para incitar
disturbios antibélicos y desbaratar la Convención Nacional Demócrata
de 1968 en esa ciudad.
"El
gobierno intentó, artificialmente, impedir que los acusados
explicaran a su manera por qué estaban allí y por qué hicieron lo
que hicieron", relató Seitz.
"Pero
hay una contradicción, porque esos son los temas centrales para
determinar por qué el acusado estaba allí en primer lugar",
agregó.
Activistas
antibélicos que observan el juicio a Watada se alegraron por su
resultado.
"Estuve
en una situación muy similar durante (la guerra de) Vietnam", señaló
Mike Wong, trabajador social de San Francisco que desertó del ejército
para no combatir en ese conflicto bélico.
Como
docenas de otros activistas por la paz, Wong viajó a Fort Lewis para
presenciar el juicio a Watada. Dijo que cada vez más militares siguen
su ejemplo y se oponen a la guerra.
Wong
afirmó que una línea telefónica creada para ayudar a los soldados
que quieren irse de Iraq o abandonar el ejército recibe 2.000
llamadas por mes.
"Hay
soldados que se rebelan de diferentes maneras. Incluso en Iraq hay
soldados que tienen sus propios blogs (sitios web que a menudo
funcionan como diarios personales de consulta pública) donde escriben
contra la guerra mientras están allí. La resistencia de los soldados
está creciendo", agregó.
En
el juicio, uno de los superiores de Ehren Watada, el teniente coronel
William James, aseguró que los comentarios públicos del acusado
oponiéndose a la guerra en Iraq "bajaron la moral" al
"crear mucha discusión en el comedor".
Eso
perturbó a los soldados, que en esos momentos debían estar
"concentrándose en sus armas y despidiéndose de sus esposas con
un beso", advirtió James.
Geoff
Millard, un veterano de Iraq que cubrió el juicio militar a Watada
para el sitio web http://truthout.org, dijo que ésa fue una de las
declaraciones más significativas pronunciadas allí.
"Los
militares no quieren que el público estadounidense sepa que los
soldados hablan de esto en los cuarteles. Algunos soldados piensan que
Watada es una vergüenza, y otros piensan que es un héroe",
explicó Millard.
"Pero
lo que está haciendo es que los soldados discutan. Eso es lo que
realmente atemoriza a este gobierno: que los soldados piensen. El
gobierno no quiere que los soldados piensen. Quiere que sigan órdenes",
agregó.
Es
posible que haya un nuevo juicio en la primavera boreal. Al mismo
tiempo, fuera de tribunales continuarán las negociaciones entre los
abogados de Watada y los fiscales.
Mientras,
el teniente Ehren Watada permanecerá en servicio en Fort Lewis,
realizando tareas administrativas.
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