Rechaza
la Suprema Corte apelaciones de presos de Guantánamo
El
Congreso con mayoría demócrata vota la continuación de la guerra en
Irak
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 03/04/07
Nueva York, 2 de
abril.– Al parecer el juego político ahora es evadir toda
responsabilidad en la llamada "guerra contra el terror", con
la negativa de la Suprema Corte de Justicia de abordar el asunto de la
constitucionalidad del campo de concentración en Guantánamo y los
demócratas evadiendo su compromiso de poner un alto a la guerra en
Irak.
Con ambas decisiones,
el gobierno de George W. Bush puede proceder con sus políticas bélicas
que han sido no sólo repudiadas por la mayoría de la ciudadanía
estadounidense, sino reprobadas por la opinión mundial.
La Suprema Corte de
Estados Unidos rechazó hoy apelaciones de detenidos en el campo
militar de Guantánamo, quienes habían cuestionado la validez legal
de una ley autorizando las llamadas comisiones militares para realizar
juicios marciales de los "enemigos combatientes", así como
la legalidad de su detención por llevar más de cinco años sin ser
formalmente acusados o sometidos a un juicio.
La
puerta no se ha cerrado
Con este fallo –con
tres de los nueve jueces que consideraron que sí se debería evaluar
el caso– (sólo se requieren cuatro votos en favor para otorgar la
apelación), el gobierno de Bush logró, por ahora, mantener a los
detenidos extranjeros acusados de "terrorismo" sin acceso a
tribunales civiles, ni otorgarles derechos constitucionales básicos,
como el habeas corpus. Sin embargo, dos de los jueces expresaron que
aunque la Suprema Corte optó por no considerar las apelaciones en
esta instancia, eso no significa que el máximo tribunal cierre la
puerta a estos casos, y advirtieron que podría haber nuevas
circunstancias que obligarían a una revisión judicial de estos
casos.
Pero por el momento,
los aproximadamente 385 prisioneros en la base estadounidenses de
Guantánamo, en Cuba, continuarán sin derecho a cuestionar la
legalidad de su detención, sin acceso a tribunales y sin disfrutar de
derechos básicos otorgados a todo detenido dentro de Estados Unidos.
Tampoco pueden presentar denuncias formales por tortura o maltrato al
que pudieron haber sido sujetos en Guantánamo u otras prisiones
clandestinas.
Mientras los
comentaristas y varios medios no cesan de hablar sobre el creciente
enfrentamiento entre el liderazgo demócrata del Congreso y la Casa
Blanca republicana en torno a la guerra en Irak, en los hechos poco ha
cambiado. Aunque la Cámara de Representantes primero, y el Senado
poco después, aprobaron una legislación que incluye fechas límite
para un retiro de tropas estadounidenses de operaciones de combate, y
aunque Bush y su equipo han denunciado estas medidas como inaceptables
frente a un "enemigo" despiadado, en realidad lo único
concreto que ha ocurrido es la aprobación de continuar la guerra
durante por lo menos un año o más.
De hecho, las tropas
no necesariamente serían retiradas, sino "redesplegadas"
bajo la legislación adoptada por ambas cámaras. Un número no
establecido de tropas permanecerán en Irak para operaciones
"antiterroristas", capacitación de las fuerzas de seguridad
iraquíes y "protección diplomática", entre otras
actividades. Algunas de las tropas serán enviadas a Afganistán para
operaciones contra Al Qaeda, y a otros países de la región.
En tanto, la
legislación aprobada otorga 124 mil millones de dólares en fondos
"suplementarios" para financiar la guerra de aquí hasta
mediados del año entrante; o sea, los demócratas sí aprobaron la
llamada "oleada" para incrementar el numero de tropas
enviadas a Irak propuesto por Bush.
Las votaciones
cerradas (218 a 212 en la cámara, 50 a 48 en el Senado) no tenían
que ver con la aprobación del financiamiento, sino con establecer las
fechas límite a las que el presidente se oponía. O sea, casi nadie
entre los legisladores votó contra la guerra en sí, sólo ocho demócratas
y dos republicanos en la cámara votaron explícitamente contra la
legislación por su oposición a la guerra.
El representante John
Lewis –veterano del movimiento de derechos civiles de los sesenta–
fue uno de los pocos que se atrevió a votar en contra de su propio
liderazgo demócrata. "No votaré y no puedo votar por otro dólar
o centavo para apoyar esta guerra", declaró ante el pleno.
El comentarista
Alexander Cockburn escribió en su columna en The Nation que "así,
cuando se trata de la guerra en sí, la cual ha llevado a la
desintegración sangrienta de la sociedad iraquí, la muerte de hasta
5 mil iraquíes al mes, la muerte y mutilación de soldados
estadounidenses cada día, absolutamente nada ha ocurrido desde que
los demócratas triunfaron en (las elecciones legislativas de)
noviembre cortesía del asco popular estadounidense contra la
guerra". Acusa que el liderazgo demócrata en ambas cámaras
"optó por aparentar una oposición a la guerra mientras continúa
financiándola", y gran parte de las fuerzas progresistas anti
guerra se han tragado esta ilusión.
Más soldados serán
enviados esta semana a Irak, a una guerra que cada vez menos apoyan y
cientos de detenidos permanecerán en Guantánamo sin derecho a saber
porque están ahí o cuándo saldrán de ese hoyo negro. Los políticos
y los jueces –como gran parte de la cúpula estadounidense– se
dedican, como lo hicieron otros famosos recordados en esta Semana
Santa, a lavarse las manos.
Menos
que humanos, según la justicia de EEUU
Por
William Fisher
Inter
Press Service (IPS), 03/04/07
Nueva York.– La
indolencia de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos ante el
clamor de los más de 300 detenidos en la base naval de este país en
Guantánamo, Cuba, es objeto de duros cuestionamientos por parte de
activistas y expertos en derechos humanos.
La Corte decidió el
lunes no atender los casos de los musulmanes tomados prisioneros en la
"guerra" de Estados Unidos "contra el terrorismo"
y recluidos en Guantánamo, hasta que no se agoten las vías legales
en tribunales de apelaciones de menor rango.
Como consecuencia, el
principal tribunal estadounidense se negó a revisar la legalidad de
la detención hasta que se cumplan, en todos los casos, los
procedimientos previstos en la Ley de Tratamiento a Detenidos (DTA),
aprobada en 2005.
Esa norma permite
apelaciones de las decisiones tomadas por paneles militares ante
tribunales civiles, pero muy limitadas.
La reacción de las
organizaciones de derechos humanos y civiles fue rápida: "La
Corte Suprema demoró una vez más una resolución sobre el destino de
estos detenidos, a tres cuartos de los cuales las fuerzas armadas
admiten que nunca acusarán", dijo Vincent Warren, director
ejecutivo del Centro para los Derechos Constitucionales, que
representa a tres prisioneros.
"Estos hombres
languidecen sin ningún mecanismo significativo para cuestionar su
detención, que lleva más de cinco años", advirtió Warren.
"El proceso que
el gobierno instaló es una farsa. Permiten el uso de evidencia
obtenida a través de la tortura y no hay una revisión real de los
hechos. Las revisiones de acuerdo con la DTA no son un sustituto
adecuado para el derecho de hábeas corpus. Ojalá que nuestros
clientes sobrevivan hasta que logren pisar un tribunal", dijo.
El Centro para los
Derechos Constitucionales representa a muchos de los detenidos en
Guantánamo y coordina el trabajo de medio millar de abogados que
trabajan honorariamente.
"Después de
esperar justicia en vano durante cinco años, muchos de los detenidos
de Guantánamo nunca fueron acusados de ningún acto hostil contra
estadounidenses, pero todos ellos sufrieron condiciones de detención
graves y abusivas y tratamientos violatorios del derecho
internacional", dijo a IPS Gabor Rona, de la organización Human
Rights First.
"Ahora se les
dice que sus demandas deben volver a los mismos tribunales de bajo
rango que les negaron el derecho incluso a cuestionar su detención
ante la justicia", agregó Rona.
Los tres jueces que
redactaron el fallo, Anthony M. Kennedy y John Paul Stevens, anotaron
que deseaban ver el proceso establecido por la DTA en acción antes de
determinar si se trata de un sustituto adecuado para el hábeas
corpus.
La DTA permite a los
detenidos recurrir a las cortes de apelaciones la declaración de
"combatiente enemigo" que les endilgan los Tribunales de
Revisión del Estatuto de Combatientes.
Abogados del Centro
para los Derechos Constitucionales consideraron que el proceso en
estos tribunales es "una farsa". "El
gobierno controla qué evidencia y qué testigos son admitidos, la
evidencia obtenida mediante tortura se permite, los detenidos no
cuentan con un representante legal y no hay garantías del debido
proceso", explicaron en una declaración.
"Algunos
detenidos son sometidos al proceso hasta tres veces, hasta que son
hallados culpables. El proceso está diseñado para que el gobierno
obtenga los resultados que quiere", agregaron.
El fallo del lunes no
se refirió a la fundamentación de los casos presentados, sino a la
posibilidad legal de que la Corte Suprema pudiera atenderlos en esta
instancia.
Los jueces Stevens y
Kennedy indicaron: "Si los solicitantes procuran establecer luego
que el gobierno retrasó irracionalmente los procedimientos bajo la
Ley de Tratamiento a los Detenidos de 2005 (o les ocasionó) alguna
otra lesión en curso, existen medios alternativos que no son nuestra
jurisdicción en los tribunales de apelaciones."
El juez Stephen
Breyer anotó, en su informe en minoría: "Es irracional sugerir
que el circuito del Distrito de Columbia (la ciudad de Washington)
permitirá en futuros procedimientos bajo la DTA revisiones que le
reconozcan a los peticionantes el derecho que ese circuito ya ha
concluido que no tienen."
De todos modos, la
Corte Suprema había reafirmado en sentencias anteriores el derecho de
los detenidos en Guantánamo al recurso de hábeas corpus, en los
casos Rasul versus Bush (2004) y Hamdan versus Rumsfeld (2006).
Como
respuesta, el presidente George W. Bush presentó al Congreso para que
aprobara el año pasado la Ley de Comisiones Militares, que niega a
los detenidos toda posibilidad de presentar recursos de hábeas
corpus.
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