Guerra
Nuclear: la bicha que nadie se atreve
a mentar
Por
George Lakoff
Sin
Permiso, 09/04/07
Traducción
de María Julia Bertomeu
Está
claro que la maquinaria publicística conservadora está preparando a
nuestra nación para que acepte las ideas de guerra nuclear y
destrucción de la nación en contra de Irán. La técnica que se usa
es un argumento del tipo “la pendiente resbaladiza.” Y lo hace de
manera gradual.
“La
eliminación de Natanz sería el mayor contratiempo para las
ambiciones nucleares de Irán, pero el arsenal de armas convencionales
de EEUU no está en condiciones de asegurar la destrucción de las
instalaciones iraníes ubicadas bajo diecisiete metros de tierra y
roca, especialmente si hay una capa de cemento que las recubre.” (Seymour Hersh, The New Yorker, April 17, 2006)
"El
otro problema es que si el laboratorio subterráneo está muy
profundo, también puede confundir a las armas convencionales. Pero la
profundidad de las instalaciones de Natanz no es prohibitiva –según
los informes la profundidad máxima están situada aproximadamente a
30 pies bajo tierra. El arma GBU–28 norteamericana –la así
llamada “destruye–bunker”– es capaz de perforar 23 pies de
concreto y 100 pies de tierra. A menos que la superficie sobre el
laboratorio de Natanz sea casi en su totalidad de roca, las bombas
“destruye–bunkers” deberían ser capaces de alcanzarlo. Dicho
esto, no es imposible que un único ataque resultara fallido.” (Michael
Levi, New York Times, April 18, 2006)
Una
manera frecuente de negar la realidad es negarse a usar las palabras
que la describen. Una forma común de propaganda es no describir la
realidad.
En
esas circunstancias, el silencio y el eufemismo son una manera de
complicidad con la propaganda y con la negación de la realidad. En
este momento los medios de comunicación y los principales candidatos
presidenciales son cómplices.
Las
historias que cuentan los medios de comunicación sugieren que existe
la posibilidad efectiva de un ataque a Irán, y que el centro de
desarrollo nuclear Natanz es uno de los objetivos. Como dicen dos de
los textos que citamos antes, los expertos militares sostienen que los
“destruye–bunker” convencionales al estilo de GBU–28 podrían
ser capaces de terminar con las instalaciones de Natanz, especialmente
con bombardeos a repetición. Pero, por otro lado, también dicen que
es posible que el uso iterado de bombas convencionales no funcionara,
por ejemplo, en el caso de que las rocas y la tierra que están por
encima de las instalaciones resultaran licuadas. En ese caso sería
necesaria una guerra nuclear “táctica” de “bajo rendimiento”,
podría ser necesaria –dicen– la bomba B61–11
Si,
por ejemplo, la administración Bush insistiera en la idea de un
“triunfo” seguro, entonces el “ataque” sería una guerra
nuclear. Las palabras en negrita son guerra nuclear, sí, la primera
guerra nuclear.
No
sabemos exactamente qué es lo que están planeando ¿GBU–28
convencional o B61–11 nuclear? Y este es el problema. Es imperioso
iniciar el debate porque una guerra Nuclear no es un asunto menor.
El
eufemismo
Ya
el 13 de agosto del 2005, en Jerusalén, le preguntaron a Bush que
sucedería si la diplomacia fracasaba en sus intentos por persuadir a
Irán de que detuviera su programa nuclear. Bush respondió: “todas
las posibilidades están encima de la mesa”. El 18 de abril, un día
después de que apareciera el informe de Seymour Hersh en el New
Yorker sobre los preparativos de la administración para una guerra
nuclear contra Irán, el Presidente Bush ofreció una nueva
conferencia de prensa. Una de las preguntas fue:
Señor,
cuando Ud. habla de Irán y de sus esfuerzos diplomáticos, también
dice que todas las opciones están encima de la mesa. ¿Esto incluye
la posibilidad de una guerra nuclear?. ¿Su administración está
planificando algo similar?
Bush
respondió. "Todas las opciones están encima de la mesa.” En
realidad, el Presidente nunca pronunció las palabras prohibidas:
“guerra nuclear”, pero tácitamente y, sin más discusión, parecía
reconocer que había preparativos.
El
Vicepresidente Dick Cheney, en un discurso pronunciado la semana
pasada en Australia, parafraseaba al Presidente:
"Hemos
trabajado junto con la Comunidad Europea y las Naciones Unidas para
delinear una serie de medidas destinadas a persuadir a los iraníes,
lograr que desistan de sus aspiraciones y encuentren una solución pacífica,
y esta es aún nuestra opción favorita. Pero también hemos dicho, y
el Presidente ha dicho, que todas las opciones están encima de la
mesa.”
El
14 de agosto de 2005, el candidato presidencial republicano John
McCain dijo lo mismo a la Fox News
"Nosotros
creemos que decir que los iraníes pueden hacer lo que se les ocurra y
que nosotros, bajo ninguna circunstancia, habremos de realizar una
opción militar, equivaldría a darles una licencia para que hagan lo
que se les ocurra….Por eso pienso que el comentario del presidente,
cuando afirmó que no debemos retirar nada de la mesa, fue totalmente
acertado.
Pero
no son sólo los republicanos. El candidato presidencial demócrata
John Edwards, al pronunciar un discurso en Herzliyah, Israel,
reprodujo las palabras de Bush:
"Para
estar seguros de que Irán nunca tendrá armas nucleares debemos tener
TODAS las opciones encima de la mesa. Permítanme que lo reitere:
TODAS las opciones deben estar encima de la mesa.”
Si
bien cuando le preguntaron sobre su afirmación, Edwards se mostró
partidario de soluciones pacíficas y negociaciones directas con Irán,
sin embargo volvió a nombrar la posición de “todas las opciones
encima de la mesa,” y dejó muy claro que podría llegar a
considerar el comienzo de una guerra nuclear preventiva, si bien no
hizo uso de las palabras fatales
En
una cena de AIPAC (American Israel Public Affaires Committee)
[principal organización del lobby israelí] en New York, Hillary
Clinton dijo:
"No
podemos, no debemos, no tenemos que permitir que Irán construya o
adquiera armas nucleares, desde hace ya mucho tiempo vengo diciendo
que cuando nos enfrentamos con este reto no debemos sacar ninguna opción
de la mesa.”
Traducción:
Las armas nucleares pueden ser usadas para prevenir la propagación de
las armas nucleares.
Cuando
en el programa 60 Minutes le preguntaron a Barack Obama sobre la
posibilidad de usar la fuerza militar para evitar que Irán desarrolle
armas nucleares, comenzó la discusión sobre su preferencia por la
diplomancia con la siguiente respuesta: “Pienso que tenemos que
tener todas las opciones encima de la mesa.”
Bush,
Cheney, McCain, Edwards, Clinton, y Obama, todos ellos dicen de manera
indirecta que consideran seriamente la posibilidad de iniciar una
guerra nuclear preventiva, pero no promueven una discusión pública
sobre su significado. Esto contribuye a un denegación generalizada,
acompaña por los medios de comunicación con la correspondiente
negativa a usar las palabras.
Si
no se discuten abiertamente las consecuencias de una guerra nuclear,
la guerra podría tener lugar sin que se valoren esas consecuencias y
sin que la opinión pública tenga la menor posibilidad de frenarla.
Nuestra tarea es iniciar el debate.
Por
supuesto que existe una explicación racional para el eufemismo:
atemorizar a nuestros adversarios para que piensen que estamos lo
suficientemente locos como para poner en práctica lo que sugerimos,
sin que al mismo tiempo se genere una protesta pública. Esto es lo
que ocurrió con la Guerra de Irak, y el desastre de la guerra nos
confirma por qué es necesaria una discusión sobre Irán. Los
candidatos presidenciales siguen adelante y no desean que se los
considere un obstáculo para la marcha de la diplomacia indirecta. Es
posible que sea ésta la prudencia habitual de los candidatos, pero un
público informado y comprometido tiene que decir aquello que los
candidatos callan por motivos de prudencia política.
Más
eufemismos
Los
eufemismos que se usan incluyen guerras nucleares “tácticas”,
“pequeñas”, “mini” y de "bajo rendimiento”. “Táctico”
contrasta con “estratégico,” y refiere a tácticas u opciones de
nivel relativamente bajo realizadas para lograr una estrategia
general, pero que no afecta a la estrategia total. Pero el uso de
cualquier tipo de armas nucleares sería cualquier cosa menos “táctica”.
Se trataría de un evento mundial de grandes proporciones, para
decirlo con las palabras de Vladimir Putin: “reducir las barreras
para el uso de armas nucleares”, incrementar la probabilidad del uso
de armas nucleares más potentes y disparar una nueva carrera
armamentista. El uso de la palabra “táctica” opera como una forma
de reducir su importancia y desviar la atención del hecho de que su
uso constituiría una guerra nuclear.
¿Qué
significa “bajo rendimiento”? Posiblemente el arma nuclear táctica
“menor” que tenemos a nuestro alcance es la B61–11, que tiene
una peculiaridad en su esfera de rendimiento: puede rendir “sólo”
0,3 kilotones, pero puede disponerse para rendir más de 170
kilotones. O sea que la bomba “pequeña” puede rendir diez veces más
que el poder explosivo de la bomba de Hiroshima. La B61–11 arrojada
desde 40,000 pies podría hacer un agujero de 20 pies de profundidad y
explotar en ese nivel, enviaría enorme ondas expansivas, produciría
un inmenso cráter y diseminaría radiación en una amplia zona. La
idea de que explotaría subterráneamente y sería inofensiva para la
superficie es falsa y, de todos modos, una liberación subterránea de
radiación podría amenazar el agua y los acuíferos de la superficie,
durante mucho tiempo y en un radio muy extendido.
El
uso de adjetivos como “bajo rendimiento”, “pequeñas” o
“mini” para referirse a las armas nucleares es similar a decir que
una mujer está un poquito embarazada. La guerra nuclear es guerra
nuclear. Cruza los límites morales.
Es
preciso ofrecer una perspectiva ante cualquier discusión que intente
justificar un ataque a Irán porque fabrican bombas–bote [canister],
colocables en os arcenes de las vías de tráfico. Esas pequeñas
bombas funcionan a modo de proyectiles explosivos que lanzan bolas de
metal caliente a los carros acorazados y a los tanques: y eso es lo
que ha de compararse con una guerra nuclear.
Es
posible que la administración se concentre en las bombas–bote
premeditadamente, porque desea argumentar que la Resolución del 2002,
la Autorización del uso de la de la fuerza militar contra Irak,
permite también el uso de la fuerza militar en contra de Irán por su
interferencia en Irak. Si tal fuera el caso, el ataque a Irán no
requeriría una autorización del Congreso.
En
relación con el periodismo, el punto es claro. Los periodistas y los
líderes políticos no deberían hablar de un “ataque”. Deberían
usar palabras que describieran la realidad: guerra nuclear, con
negrita.
Está
también el problema de la escala del ataque propuesto, que es la
siguiente. Los informes militares que se han filtrado sugieren un gran
ataque aéreo (mayoritaria o enteramente no–nuclear) sobre
aproximadamente 10.000 objetivos –un ataque de “choque y terror”
que destruiría la infraestructura iraní de modo parecido al
bombardeo de EEUU sobre Irak. Los objetivos no serían sólo
“objetivos militares.” Como dice el informe de Dan Plesch en New
Statesman del 17 de febrero de 2007, un ataque de estas características
podría eliminar la infraestructura militar, comercial y política de
Irán. Y no tendrían como único objetivo las instalaciones
nucleares, los silos de proyectiles, los tanques y los depósitos de
municiones, sino también aeropuertos, líneas de tren, autopistas,
puentes, puertos, centros de comunicación, líneas eléctricas,
centros industriales, hospitales, edificios públicos e incluso las
casas de los líderes políticos. En eso consistió el ataque a Irak,
en destruir la “infraestructura esencial”. No se trata sólo de un
ataque militar en el sentido tradicional. Convierte a una nación en
escombros, siembra muerte, mutilaciones, enfermedad, desempleo,
empobrecimiento, hambre, refugiados en masa, anarquía, violaciones y
un sufrimiento y dolor incalculables. Estas parecen ser las opciones
que están “encima de la mesa.” ¿Es que el pueblo norteamericano
piensa en la destrucción de la nación cuando acepta un ataque sin
discusión? ¿Tiene en mente la guerra nuclear? El público informado
tiene que preguntar y los medios de difusión tienen que preguntar. Es
imprescindible que usen las palabras.
Incluso
si el ataque tuviera como único objetivo las instalaciones nucleares,
el inicio de una guerra nuclear con Irán tendría consecuencias
desastrosas, y no sólo para los iraníes. En primer lugar, fortalecería
el brazo fundamentalista islámico –justamente el efecto contrario
de lo que pretenden los planificadores norteamericanos. Se interpretaría
como un nuevo gran ataque al Islam. La cultura fundamentalista
islamita es vengativa. Sería el mejor modo de reclutar a los
fundamentalistas islamitas de todo el mundo para que se conviertan en
jihadistas violentos. Norteamérica se convertiría en un paria
mundial. El ataque echaría por tierra la idea de que Norteamérica es
una nación pacífica. Además, usarlas no es la forma de parar la
carrera de armas nucleares. Esto llevaría a que los países de todo
el mundo desearan tener cada día más armamento nuclear. Tratar de
frenar la proliferación nuclear por medio de una guerra nuclear es la
derrota de sí propio. .
Como
dijo Einstein, “no es posible, simultáneamente, prevenir y
prepararse para la Guerra.”
¿Por
qué haría tal cosa la administración Bush? Esto es lo que escribió
William Kristol –un estratega conservador– el pasado verano
durante la guerra de Israel con Hezbollah.
"Dado
que Siria e Irán son enemigos de Israel, entonces también son
enemigos de Estados Unidos. Nuestros esfuerzos para detenerlos y
debilitarlos han sido modestos. Ahora nos ponen a prueba de una manera
más audaz de lo que hubiéramos creído posible hace pocos años. La
debilidad es provocativa. Hemos sido demasiado débiles y hemos
permitido que se nos perciba como tales.
La
respuesta correcta es renovar nuestras fuerzas –apoyar a los
gobiernos de Irak y Afganistán, entendernos con Israel y lograr un
cambio de régimen en Siria e Irán. Para el caso, debemos considerar
la posibilidad de responder a la agresión Iraní con un ataque a sus
instalaciones nucleares. ¿Para qué esperar? ¿Es que alguien piensa
que el Irán nuclear puede ser detenido? ¿Que el régimen actual
negociaría de buena fe? Más sencillo sería actuar más pronto que
tarde. Sí, puede haber repercusiones, y serían sanas, pondrían al
descubierto a una Norteamérica fuerte que se ha negado a continuar
con una política de apaciguamiento.”—Willam Kristol, (Weekly
Standard, 24/7/06)
“Renovar
fuerzas” es exactamente la estrategia de Bush en Irak. En el momento
en que el pueblo iraquí nos quiere fuera, cuando las elecciones
nacionales muestran que la mayoría de los norteamericanos desea la
retirada de las tropas, cuando el 60% de los iraquíes piensan que es
correcto asesinar a norteamericanos, Bush quiere una nueva escalada.
¿Por qué? Porque es débil en su país. Porque necesita mostrar
mayor “fuerza”. Porque si logra destruir las instalaciones
nucleares iraníes, al menos podrá mostrar una “victoria”. El
inicio de una guerra nuclear con Irán realmente nos colocaría en una
guerra mundial con el Islam fundamentalista. Lograría que la amenaza
terrorista de la que se habla desde el 11/9 se convirtiera en una
realidad. Generaría más miedo –miedo concreto— en Norteamérica.
Y Bush piensa, con mucha razón, que el miedo lograría que el voto de
los norteamericanos se inclinara hacia los conservadores dispuestos a
usar la fuerza militar.
La
posición neoconservadora de Kristol: “la debilidad es
provocativa”, halla eco en Irán, pero de signo inverso. Mahmoud
Ahmadinejad, volvió a prometer que continuarían con el
enriquecimiento de uranio y dijo al New York Times el 24 de febrero de
2007: “si nos mostráramos débiles frente a los enemigos, crecerían
sus expectativas”. Si ambas partes se niegan a mostrar debilidad,
entonces las expectativas de un conflicto son reales, a pesar de los
insistentes análisis similares a los del The Economist, que
consideran que el uso de armas nucleares en contra de Irán sería política
y moralmente imposible. Como dijo un funcionario anónimo de la
Administración (New York Times, 24 de febrero de 2007) “Nadie ha
definido dónde marcar la línea roja a partir de la cual no
permitiremos que los Iraníes den un paso más”.
Ahora
está claro que la maquinaria publicística conservadora está
preparando a nuestra nación para que acepte las ideas de guerra
nuclear y destrucción de la nación en contra de Irán. La técnica
que se usa es un argumento del tipo “la pendiente resbaladiza.” Y
lo hace de manera gradual. Al estilo de la proverbial rana en el
recipiente de agua –si la temperatura sube lentamente, la rana se
acostumbra y finalmente hierve hasta morir. – El público
norteamericano se está aclimatando gradualmente a la idea de una
guerra con Irán.
#
Primero, hay que describir a Irán como el mal, una parte del eje del
mal. Una persona esencialmente mala inevitablemente hará cosas malas
y no se puede negociar con ella. Una nación completamente mala es una
amenaza para otras naciones.
#
En segundo lugar, decir que los líderes de Irán son esencialmente
malos, como “Hitler”, y que es imposible razonar con ellos.
Negarse a negociar con este tipo de líderes.
#
Entonces reiterar la mentira de que Irán está a pique de obtener
armamento nuclear; armas de destrucción masiva. El Director General
de IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica), Mohamed
ElBaradei ha dicho que, en el mejor de los casos, faltan aún muchos años
para que se logre.
#
Luego sostener que el desarrollo nuclear es una “amenaza
existencial,” una amenaza para nuestra propia existencia.
#
Entonces sugerir un ataque único y “preciso” a Natanz y lograr
que sea creíble.
#
Luego encontrar una razón para darle el nombre de un ataque de
“autodefensa” o, mejor aún, una protección para nuestras tropas
frente a las bombas–bote de un solo disparo.
#
Entonces argumentar –sin prueba alguna y sin que nadie se haga
responsable de esa afirmación– que la cúpula del gobierno iraní
está suministrado armas letales para los ataques de las milicias
Shiitas sobre nuestras tropas, sin mencionar que Arabia Saudita está
ayudando a los insurgentes suníes que atacan a las tropas
norteamericanas.
#
Luego, convertir la “protección de nuestras tropas” en la razón
para atacar a Irán sin una nueva autorización del Congreso. Se
pretende que la vieja autorización para atacar a Irak significa hacer
“todo lo que sea necesario para proteger a nuestras tropas” de la
intervención iraní en Irak.
#
A continuación, argüir que de no iniciarse una nueva escalada,
nuestras tropas se “desangrarían”; Norteamérica se debilitaría,
y sería el fracaso. Esto implica hacer de la escalada la estrategia
ganadora, y si no es en Irak, entonces en Irán.
#
Luego dejar que la prensa haga lo suyo con cada uno de estos pasos
argumentativos.
#
No mencionar nunca las palabras “guerra nuclear preventiva” o
“destrucción de la nación”. Ante una pregunta, contestar siempre
que “Todas las opciones están encima de la mesa”. No permitir que
el tema de la guerra nuclear y sus consecuencias se discuta seriamente
en los medios nacionales de difusión.
#
Intimidar a los candidatos presidenciales Demócratas para que acepten
que la guerra nuclear debería estar “encima de la mesa,” aunque
sin mencionar las palabras. Esto convierte la guerra nuclear y la
destrucción de la nación en un tema bipartidista, y por lo mismo, más
aceptable.
Los
progresistas tienen que mellar el filo de esta idea de intervención
quirúrgica contando la verdad sobre la “escalada”. La guerra
nuclear en contra de Irán y la destrucción de la nación son el
punto culminante de escalada.
Ha
llegado la hora de poner coto a las tentativas de que el pueblo
norteamericano acepte una guerra nuclear en contra de Irán. No
creemos que la mayoría del pueblo norteamericano desee iniciar una
guerra nuclear o imponer la destrucción de la nación al pueblo de Irán.
Pero es posible que estén dispuestos a apoyar un “ataque”
“preciso y quirúrgico” de toma y daca sobre Natanz como
represalia por las pequeñas bombas–bote y para acabar pronto con la
capacidad nuclear de Irán.
Ha
llegado el momento de que los periodistas y los líderes políticos,
codo a codo, hagan la pregunta definitiva: ¿la administración Bush
se está preparando realmente para una guerra nuclear y una destrucción
de la nación? Si las GBU–28 serán las encargadas de hacer el
trabajo, entonces, ¿por qué no sacar la guerra nuclear de la mesa en
nombre del control de la difusión del armamento nuclear? Si las GBU–28’s
no serán las encargadas de realizar el trabajo, entonces lo más
importante es discutirlo.
Esto
no debería distraernos del asunto de Irak. El tema general es la política
de escalada, tanto en Irak como en Irán. Se trata de cuestiones que
están relacionados y no son independientes. Irak nos ha enseñado qué
trae consigo la ausencia de control público.
(*)
George Lakoff es autor de “Thinking Points” (en colaboración con
el Rockridge Institute staff) y de “Whose Freedom?” Es Profesor
Richard and Rhoda Goldman de Ciencia Cognitiva y Linguística en la
Universidad de California, Berkeley y, en el marco de su reciente
activismo político antineocon, fundador e investigador senior del
Rockridge Institute.
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