Hipocresía
nuclear e Irán
Por
Frida Berrigan
Znet,
abril 2007
Traducido
por Miguel Montes Bajo y revisado por Anahí Seri
La
administración Bush está muy centrada estos días en el programa
nuclear de Irán. Esta atención no ha hecho sino acentuarse con las
secuelas del reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía
Atómica en el que se afirma que Irán continúa enriqueciendo uranio,
desafiando así una petición del Consejo de Seguridad de la ONU.
"Un
Irán con armas nucleares no es una perspectiva que a nadie se le
pueda antojar muy agradable", dijo el vicepresidente Dick Cheney
a Jonathan Kart, de las noticias de la ABC, en Australia. "Está
claro que puede hacer un daño significativo. Por tanto creo que
debemos continuar haciendo todo lo que podamos para asegurarnos de que
no consiguen ese objetivo". Tras ser preguntado si el gobierno
continuaría siguiendo la vía diplomática, el vicepresidente contestó
que mientras que "hemos estado trabajando con la Unión Europea y
hemos cumplido con la ONU con las sanciones... el presidente ha dejado
claro también que no hemos retirado ninguna opción de la mesa".
En
la Casa Blanca, "opciones sobre la mesa", es una manera
cifrada de decir acción militar. Ha habido muchos informes en los
medios de comunicación sobre los preparativos de EEUU para atacar Irán.
Pero la razón fundamental de tal ataque (prevenir que Irán se
convierta en una potencia nuclear) es profundamente problemática.
EEUU no sólo está fortaleciendo su ejército en general, sino que
está incluso planeando una modernización de su arsenal nuclear. La
hipocresía de la administración Bush dificulta mucho más cualquier
resolución del conflicto con Irán.
Gastos
militares de EEUU
La
nueva ronda de frotarse las manos y ruido de sables sobre el
incipiente pero preocupante programa nuclear de Irán viene justo unas
semanas después de que la administración Bush anunciara su nuevo
presupuesto, que incluía miles de millones para desarrollo de armas
nucleares. La solicitud de presupuesto para "actividades de
armamento" del departamento de energía suma 6.400 millones de dólares,
una gota en océano en comparación con el presupuesto propuesto para
el Pentágono, 481.400 millones de dólares. Pero el presupuesto para
nuevas cabezas nucleares es grande y está creciendo; incluso si se
compara con cifras de la Guerra Fría.
Durante
la Guerra Fría, el gasto en armas nucleares fue, en promedio, de
4.200 millones de dólares al año (en dólares actuales). Casi dos décadas
después de que acabara la enemistad nuclear entre las dos
superpotencias, Estados Unidos está gastando un 50% más que la media
en armas nucleares de la Guerra Fría.
En
2001, el presupuesto de actividades armamentísticas del Departamento
de Energía (DOE, por sus siglas en inglés) que supervisa el complejo
de armas nucleares a través de la Administración Nacional sobre
Seguridad Nuclear (NNSA, por sus siglas en inglés), alcanzó los
5.190 millones de dólares. Desde que la "Revisión de la Postura
Nuclear" de enero de 2002 del presidente Bush afirmara la urgente
necesidad de un "complejo de armas nucleares revitalizado"
("para diseñar, desarrollar, fabricar y certificar nuevas
cabezas nucleares en respuesta a los nuevos requisitos nacionales, y
mantenernos listos para continuar los ensayos subterráneos") ha
habido un salto de más de mil millones de dólares en gasto nuclear.
Dentro de la solicitud de 6.400 millones de dólares para 2008 se
incluye el dinero para las "pruebas de conceptos de diseño"
de dos nuevos diseños de cabezas nucleares que los oficiales esperan
que sean desplegadas en misiles balísticos intercontinentales
lanzados desde submarinos; incluso cuando los barcos de guerra de EEUU
dirijan sus timones hacia el Estrecho de Ormuz para disuadir a Irán
de cruzar el límite nuclear.
Costoso,
ilegal y peligroso
Para
revitalizar las armas nucleares es vital el programa Complex 2030,
"el escenario de planificación de infraestructuras para un
complejo de armas nucleares capaz de afrontar las amenazas del siglo
XXI" de la NNSA. Es un programa costoso, ilegal y peligroso
dirigido a reconstruir las instalaciones nucleares con 50 años de
antigüedad donde las armas se ensamblan y desensamblan.
¿Cómo
de costoso? El DOE estima que el Complex 2030 requeriría una inversión
de capital de 150.000 millones de dólares. Pero la Oficina de
Contabilidad del Gobierno dice que es una cantidad más que
insuficiente incluso para el mantenimiento básico de las ocho
instalaciones nucleares operativas distribuidas por todo el país.
¿Por
qué ilegal? El Complex 2030 promete un regreso al ciclo de diseño,
desarrollo y producción de armas nucleares de la Guerra Fría, corre
el riesgo de la vuelta a los ensayos nucleares bajo tierra, y requeriría
la creación anual de cientos de nuevas minas de plutonio (el núcleo
fisionable de las armas nucleares). Estos planes contradicen
directamente las promesas del tratado de EEUU en 1968 de
"negociar hacia un desarme general y completo".
¿Cómo
de peligroso? Cada paso que los Estados Unidos dan para alejarse del
consenso internacional sobre la ilegalidad e inmoralidad de las armas
nucleares es un nuevo incentivo y justificación para que otros países
busquen y blandan armas nucleares. En un informe de 2006, la
independiente Comisión sobre "Armas de Destrucción Masiva"
estimó la oscura probabilidad de diez nuevas potencias nucleares en
la próxima década. A finales de enero, el Bulletin of the Atomic
Scientists avanzó la manecilla de su reloj del Fin del Mundo hasta
cinco minutos antes de la media noche nuclear, en parte como resultado
del "renovado énfasis de EEUU en la utilidad militar de las
armas nucleares".
Al
mismo tiempo que Estados Unidos avanza desenfrenadamente en su
renacimiento nuclear, la amenaza del terrorismo y de ataques nucleares
accidentales continúa siendo una prioridad grave pero infravalorada.
El gobierno conjura ocasionalmente el fantasma de los terroristas con
armas nucleares. En febrero de 2004, por ejemplo, el presidente Bush
advirtió: "en manos de terroristas, las armas de destrucción
masiva serían un primer recurso". A pesar de su retórica, sin
embargo, el gobierno no ha hecho nada para acelerar los esfuerzos por
destruir y poner a buen recaudo armas nucleares descuidadas y
materiales para fabricar bombas, asignando aproximadamente 1.000
millones de dólares al año para estos cruciales esfuerzos por la no
proliferación (aproximadamente la misma cantidad que el gobierno de
Bush ha estado quemando cada día en Irak). A este ritmo, pasarán 13
años antes de que el material nuclear de Rusia esté a salvo.
La
contradicción entre lo que la administración le exige a Teherán y a
otras potencias, y las capacidades que está buscando para su propio
arsenal, son provocativas y peligrosas; una perniciosa forma de
hipocresía nuclear.
Dick
Cheney tiene razón; un Irán con armas nucleares no es una
perspectiva halagüeña y debemos hacer algo. Pero la opción más
efectiva es la más difícil de digerir. Bajo el Tratado de No
Proliferación, los Estados Unidos contrajeron un "compromiso
inequívoco" destinado a "eliminar" su arsenal de armas
nucleares. Hacer honor a esa obligación, y animar a otros estados
nucleares declarados o sin declarar a hacer lo propio, echaría por
tierra los argumentos de Teherán sobre por qué son necesarias las
armas nucleares. Ah, y de paso, haría que el mundo se sintiera mucho
más seguro.
(*)
Frida Berrigan, columnista de FPIF, es investigadora asociada en la
New School.
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