La
locura por las armas en EEUU
Por
Adán Salgado Andrade
Enviado
por el autor, 06/05/07
Por fin los estadounidenses
y el mundo nuevamente tuvieron suficiente motivo para conmoverse, no,
desde luego, por los 100 muertos que en promedio se producen
diariamente en Irak, ni por las excesivas, indiscriminadas incursiones
bélicas que Israel lleva a cabo en el reprimido territorio palestino,
sino por otro más de los tiroteos que, como ya es una costumbre desde
hace algunos años, se producen en centros escolares de EEUU.
Esta
vez se trató del centro de estudios tecnológicos del estado de
Virginia, en donde el lunes 16 de abril un estudiante inmigrante
surcoreano, el joven Cho Seung-Hui,
de 23 años, que tenía calidad de residente en dicho país, mató a
32 personas, entre estudiantes y profesores, luego de lo cual, se
suicidó.
Esta
tragedia sucedió a casi ocho años de lo que por entonces se consideró
la peor matanza escolar, la perpetrada en la escuela secundaria de
Colombine, cuando dos adolescentes, Eric Harris, de 18 años, y Dylan
Klebold, de 17, ellos sí blancos
estadounidenses, el 20 de abril de 1999, asesinaron a tiros a 12
estudiantes, a un maestro, dejando heridos a 23, suicidándose también.
Tanto
en el caso de la escuela de Virginia, como lo sucedido en Colombine,
el común denominador fue la facilidad que sigue existiendo en los
Estados Unidos para comprar armas, derecho
inalienable consignado por la anacrónica constitución de dicho
país. Y conmovedor como aparentemente el hecho ocurrido en Virginia
fue, no constituyó un impedimento para que sigan cometiéndose
violentos actos en donde solitarios sujetos en posesión de armas de
grueso calibre y de desafortunadas frustraciones, se aparecen en
lugares públicos o de trabajo y tiran a matar a quien esté en el
lugar y hora equivocados, dejando tras de su irracional actuación
casi siempre a muertos y heridos.
Por
ejemplo, el 20 de abril, a sólo 4 días de la matanza en Virginia, y
a manera de trágico festejo a ocho años de los sucesos de Columbine,
un sujeto se apertrechó en el Centro Espacial Johnson, perteneciente
a la NASA, tomó dos rehenes, un hombre y una mujer y tras de inútiles
intentos de la policía por negociar con él, asesinó a tiros al
hombre secuestrado y luego se suicidó.
La
mujer tuvo gran suerte, pues el sujeto, aparte de amagarla de manos y
tobillos, digamos que le “perdonó” la vida.
El
otro caso sucedió el domingo 29 de abril, cuando un sujeto huía de
un policía en la ciudad de Kansas, abordo de un auto robado
previamente a una mujer que al parecer aquél había asesinado antes.
El hombre penetró al estacionamiento de un centro comercial de la
cadena Target, en donde se puso a disparar sin causa alguna a los
autos cercanos, matando a dos personas e hiriendo mortalmente a una
tercera. Y ya cuando intentaba huir, disparando aún, la policía lo
abatió a balazos. Quizá si hubiera tenido más tiempo también habría
cometido suicidio.
Y
ese patrón, que comienza con un tiroteo masivo y que termina casi
siempre con el suicidio del atacante, se está repitiendo muy
frecuentemente, pero especialmente en las escuelas, y ya hasta un
adecuado nombre recibe: Temporada de Tiroteos Escolares (Schooll
Shooting Season).
Según
el profesor de criminalística James Alan Fox, estos trágicos sucesos
se remontan a un día de 1966 cuando el estudiante Charles Whitman se
puso a disparar desde la torre de la universidad de Texas, matando a
13 personas e hiriendo a varias más. Fue cuando comenzó lo que Fox
llama la “Era de los asesinatos masivos”, en las cuales un sujeto
fuertemente armado y muy trastornado por una serie de frustraciones
que no necesariamente serian tan trágicas en cerebros menos
susceptibles, busca víctimas aleatorias para desquitar su coraje
porque lo tratan mal en la escuela, porque fue expulsado, porque su
novia lo dejó, porque sus padres están divorciados, porque de chico
“abusaron de él, porque se quedó sin trabajo, porque las deudas lo
acosan... y así, cuestiones que verdaderamente, como señalé, no
justifican tanta espontánea brutalidad y odio.
En
la siguiente tabla resumo algunos de los tiroteos escolares que
precedieron el actual, unos cuantos, por supuesto, quizá por lo
sobresalientes, pues tómese en cuenta que se producen alrededor de
dos docenas de tiroteos escolares en EEUU, con un promedio de cuatro
muertos cada uno:
Nombre
|
Barry
Loukaitis, 14 años
|
LukeWoodham,
16 años
|
Michael
Carneal, 14
|
Andrew
Golden 11 Mitchel Johnson 13
|
Kipland
Kinkel, 15
|
Eric
Harris, 18 Dylan Klebold 17
|
Thomas Solomon,
15
|
Dónde
y cuando
|
Moses
Lake, Wash. Feb 2, 1996, 2p.m
|
Pearl,
Miss. 8:10 a.m., 0ct. 1, 1997
|
West
Paducah Kentucky 7:30 a.m., dic. 1, 1997
|
Jonesboro
Arkan sas, 12:35 PM, marzo 24 1998
|
Springfiled,
Oregon, mayo 21, 1998
|
Littleton,
Co- lorado, 11:25 AM, abril 20, 1999.
|
Convers,
Georgia, 7:55 a.m., mayo 20, 1999
|
Víctimas
|
Dos
estudiantes y 1 maestro asesinados y un estudiante herido
|
2
estudian-tes asesina-dos, 7 heridos, su madre ase-sinada con puñal
|
3
estudiantes asesinados, 5 heridos
|
Una
maestra y 4 estudiantes asesinados
|
Mató
a sus padres, dos estudiantes e hirió a 20 más
|
Asesinados
1 maestro y 12 estudiantes, y 23 heridos
|
6
estudiantes heridos
|
Armas
y cómo se obtuvie-
ron
|
Rifle
cal. 30-30, de la casa
|
Rifle
cal 30-30, de la casa
|
Pistola
Rugger calibre 22, robada a un amigo del padre
|
3
rifles, 7 pistolas robadas a familiares
|
Rifle
automático cal. 22 y dos pisto-las que le regaló su padre
|
Pistola,
rifle y dos escopetas recortadas, compradas algunas por amigos.
|
Rifle
cal. 22, tomado del gabinete familiar.
|
Escuela,
tamaño y tipo de seguri-dad
|
Frontier,
high schoo (H.S.), 600 estudiantes, no tenía guardia de
seguridad
|
Pearl,
H.S., 1000 estu-diantes, no contaba con guardia de seguridad
|
Heath
H.S., 600 estudiantes, sin guardia
|
Westside,
escuela de enseñanza media sin guardia
|
Thurston
H.S. 1,400 estudiantes, sin guardia
|
Columbine
H.S., 1900 estudiantes, un oficial armado
|
Heritage,
H.S., 1300 estudian-tes, oficial del sheriff armado
|
Situa-ción
familiar
|
Madre
con tendencias suicidas planeaba separarse de su marido
|
El
padre abandonó la familia cuando Luke tenía 11 años
|
Buenos
padres, hermana mayor agrada-ble
|
Padres
de Johnson, divorciados, los de Golden, normales
|
Buenos
padres; hermana mayor simpática, muy popular.
|
Ambos
de buenas fami-lias, el hermano de Harris es buen atleta
|
Vivía
con su madre y su padrastro
|
Salud
mental
|
Depresión
severa, complejo de inferioridad
|
Inhibido
y retraído falta de empatía, muy sensible a los insultos
|
Deprimido,
miedos erráticos, declaró culpa-bilidad y enfermedad mental
|
Johnson
es duro y agresivo, Golden es duro y mezquino
|
Deprimido,
tomó Ritalín, y Prozac, muy solitario, tortu-raba animales.
|
Harris
tomaba el antidepre-sivo Luvox, Klebold era tímido y triste
|
Depresivo,
toma Ritalín
|
Influen-
cias
cultura-les
|
Película
fav.: Asesinos por naturaleza. Libro fav.: Coraje, de Stephen
King
|
Música
fav.: Marilyn Manson Héroes: Hitler y Nietzche
|
Película
fav: Diarios del basquet, jugaba Doom y Quake
|
Johonson
escuchaba a Tupac y jugaba Mortal Combat
|
Música
favorita: Nirvana y Marilyn Manson
|
Música
favorita: M. Manson, hé-roe: Hitler. Ju-gaban al Doom y Quake
|
Música
favo-rita: Tupac
Amaru y jugaba Mortal Kombat
|
Posibles
motivos
|
Era
bromeado por una de las víctimas
|
Su
novia lo terminó y le decían mantecoso y gay
|
Fue
llamado gay en el periódico escolar Rechazado por una de las
chicas muerta
|
A
los 2 los cortaron sus novias y a Johnson le hacían burla por
su gordura
|
Expulsado
de la escuela poco antes de mandarlo a un programa para jóvenes
con problemas
|
Bromeados
por los atletas y los llamaban “maricones”
|
Su
novia lo cortó
|
Lugar
en donde se encuentran
|
Correccional
de Clalam Bay, condenado a dos cadenas perpetuas
|
Penitenciaría
estatal de Mississipi, sirviendo 3 cadenas perpetuas
|
Centro
de de-tención
juvenil Daviess, cadena perpé-tua
|
Ambos
en el Centro de Servicios para la juventud de donde iban a salir
a los 21 años
|
Cárcel
condado de Lane, sentenciado a cadena perpé-tua.
|
Ambos
se suicidaron con las dos últimas balas
|
Se
le confinó en un centro de detención juvenil y luego se le
encarceló
|
Como
puede observarse, todos los jóvenes criminales tenían entre 11 y 18
años, prácticamente todos de sectores de bajo ingreso, excepto
Klebold y Harris, quienes pertenecían a familias acomodadas de
clase media alta. Particularmente su caso indicaría que una buena
parte de la sociedad estadounidense está llegando a un nivel, por lo
menos la más pudiente, en que su excesivo consumismo ya no la
satisface y se produce un vacío espiritual, no en el sentido
religioso, sino en el
existencial (como lo que bien plantea al respecto el escritor Bret
Easton Ellis en sus novelas American
Phsyco o en Los confidentes),
en el cual, el sujeto se siente insatisfecho
a pesar de contar con mucho
más de lo necesario, así que debe llenar dicho vacío con cuestiones
que crean absurdos fanatismos.
En
EEUU, muchas de tales expresiones se centran principalmente en la
absurda superioridad racial, que
toma como base la retórica nazista de Hitler. Los individuos que
toman esta filosofía como
bandera son gente con serios complejos de inferioridad (en el caso
mencionado, Harris y Klebold se sentían humillados y hostigados por
los llamados “atletas” y por los “cerebritos” que estudiaban
en Colombine).
Así,
este pseudonazismo les permite superar su “menor condición” por
medio de una actitud beligerante y belicista que los lleva a cometer
actos tan bárbaros. Esto se comprueba porque el tiroteo en Littleton
se llevó a cabo en el 110 aniversario del nacimiento de Adolfo
Hitler.
Digamos
que tomar al nazismo como bandera es una manera de reivindicarse ante
una sociedad que humilla a quienes la portan; como dije, no
necesariamente esa inferioridad es ya económica, sino social.
Y aunque los neonazis toman como bandera la superioridad racial,
Harris y Klebold mataron casi a puro blanco, como ellos, excepto por
un estudiante afroestadounidense.
Es
decir, esto demostraría que en los momentos de frustración, de nada
vale compartir la misma raza (aún la blanca, considerada por los
neonazis como la superior). Por ello tantas peleas interétnicas:
negros contra negros (como pude verse en la cinta “Los dueños de la
calle”), latinos contra latinos (que muestra la cinta “Sangre por
sangre”), blancos contra blancos (que se ve en “Historia
americana”), etc. Además, Harris y Klebold eran seguidores de
Timothy Mc Veigh, el dinamitador del edificio Murray en 1996, además
de que tenían “planeado” asesinar a 500 personas, además de
secuestrar un avión y estrellarlo en una ciudad grande, como Nueva
York, lo que da una idea del fanatismo violencial al que llegaron.
Por
otro lado, algunos de los jóvenes asesinos adolecían de problemas
familiares, ya fuera porque sólo tenían madre o padre, o estaban
separados, además de que eran golpeados. También varios de ellos
fueron objeto de las burlas por parte de sus compañeros, problema
bastante común en las escuelas estadounidenses – muy generalizado
factor éste, que, en opinión de psicólogos efectivamente va
generando un marcado sentimiento de inferioridad que en muchos
estudiantes detona en esa irracional, asesina violencia –, como el
que les llamen “gordo mantecoso”, “maricón”, “tarado”.
Igualmente compartían situaciones sentimentales, como el que a
algunos sus novias los habían cortado por “perdedores”.
Pero
muy aparte de toda la cuestión psicológica, digamos, en casi todos
los casos hubo una estremecedora facilidad en cuanto a la posesión de
armas, problema que más adelante retomo, ya fueran éstas
pertenecientes a la familia o cuya compra no implicó gran problema,
como en el caso del joven coreano, una de cuyas armas empleadas, una
pistola Glock, 9 milímetros, le costó, según consta en la nota de
compra, la mínima cantidad de 571 dólares, incluidas las municiones
que usó y que logró adquirir tan fácilmente, con tan sólo mostrar
su green card.
Por
otro lado, vale la pena mencionar el hecho de que a muchos de ellos
les atraían las películas o los videojuegos violentos o la así
considerada música satánica,
de la del tipo tocada por Marilyn Manson, personaje que se ha señalado
como una fuerte influencia en los casos de violencia juvenil, algo
que, francamente considero cuestionable, pero sí, en cuanto a los
videojuegos, el hecho de que cada vez son más realistas, más
detallados, más violentos, al igual que muchas de las cintas que
Hollywood produce – y que no son cuestionadas en ese país tanto
como se ha cuestionado a Manson –, pudieran, efectivamente, ejercer
una inconsciente carga de rudeza en niños y adolescentes, que en
determinadas circunstancias llevarían
a la adopción de los anormales patrones de comportamiento a los que
nos estamos refiriendo. Y aunque muchos “expertos” justifican la
violencia de los videojuegos o de las películas, diciendo que serían
una forma para los niños y jóvenes de descargarla allí, al
videojugar o ver una película, me parece que involuntariamente se va
induciendo un patrón de comportamiento que queda en el subconsciente,
hibernando, hasta que aquellos con las mentes más débiles, más
inclinadas al empleo de la irracional violencia como “solución” a
sus frustraciones y problemas, estallan.
Eso,
por ejemplo, puede verse en las justificaciones que pretendió dar el
estudiante coreano, quien en un comunicado señaló: “¡Ustedes me
hicieron hacer esto!”, y cabe preguntar: ¿quiénes son
los ustedes a los que
aquél se refiere? Y la respuesta es, claro, nadie
en particular, pues las víctimas serán aleatorias, los culpables
serán aquéllos desafortunados que estén dentro del rango y la
mira de las armas agresoras.
Mención
aparte son los tiroteos provocados por hombres ajenos totalmente a las
escuelas que repentinamente penetran a alguna, toman rehenes, los
torturan, los asesinan y ya que la policía los rodea, casi siempre se
suicidan, como fue el caso de Charles
Roberts, quien el 7 de octubre del año pasado, 2006, irrumpió a una
escuela de la comunidad amish,
personas que practican una derivación de los bautistas, opuestas a
todo tipo de avances tecnológicos, que no tienen luz, ni usan autos,
ni ninguna forma moderna de comunicación, como los teléfonos o el
Internet.
Roberts
sacó a todos los adultos y a los niños, a punta de pistola, ató con
cuerda a 12 niñas que ahí estudiaban, las cuales iban de los seis a
los trece años de edad, pues al parecer se propuso violarlas antes de
matarlas, ya que se le hallaron lubricantes y palos de madera, con los
que seguramente pretendió infligirles penetraciones dolorosas Hubo
algo de diálogo, sobre todo, de parte de la mayor de las niñas, la
de 13 años, que le ofrecía su vida a cambio de que dejara a las
otras, pero cuando llegó la policía, el tipo, probablemente
desesperado de que su irracional acción se frustraría, y atemorizado
además por los problemas legales que de todos modos tendría aunque
nada hiciera ya, comenzó a dispararles a todas las doce, unas de
quienes murieron de inmediato y otras quedaron heridas, falleciendo más
tarde algunas de ellas, al final de lo cual, claro, se suicidó,
repito, esto quizá más por cobardía de enfrentar su criminal acción,
ya cuando se había “dado cuenta” de lo hecho, que su misma
situación de trastorno mental antes le había “impedido”
advertir.
En
este caso, este hombre respondía más al patrón psicológico en
donde las frustraciones que lo condujeron a los asesinatos masivos son
principalmente económicas, pues se trataba de un camionero con bajo
salario que vivía en una casa-remolque, procedente de familia pobre, disfuncional
(madre abandonada), con las consabidas limitaciones salariales en
cuanto a comodidades materiales se refiere, aunque también dejó una
nota suicida en donde señalaba sentirse muy triste por la pérdida de
una hija hacía nueve años, quien había nacido muerta.
Esto
nuevamente resulta tan vago y absurdo que sólo indica, finalmente, el
nivel de trastorno mental que ese sujeto tenía, pues resultó para él
suficiente justificación para
desquitarse con gente ajena totalmente a sus problemas.
Por
otro lado, debemos también mencionar el llamado copycat effect, temible cuestión que se refiere al hecho de que se
tienden a copiar por los agresores aquellos eventos que hayan
resultado más sobresalientes de entre todos. Así, lo sucedido en la
escuela secundaria de Colombine, digamos que dejó
huella, hizo escuela,
tanto por las circunstancias particulares en que se llevó a cabo,
como porque los agresores terminaron suicidándose, quedando para
muchos de los futuros perpetradores de tiroteos escolares como
gran ejemplo a seguir, lo que muy bien pudo haber tomado en
consideración el joven Seung-Hui.
Pero
hay casos documentados en los cuales el agresor confesó que Columbine
había sido la fuente inspiradora de su mortal acción, como el
ocurrido el 29
de agosto del 2006, en Hillsborough, Carolina del Norte, cuando un
estudiante, el latino Álvaro Rafael Castillo se dirigió a su
escuela, la Orange High Schooll, enfundado en una gabardina, muy a la Matrix,
y portando pistolas y petardos hechos por él. Allí mató a su propio
padre e hirió gravemente a dos estudiantes.
Cuando
la policía le preguntó por qué
había hecho su mortal acción, el joven, sin mostrar la más mínima
afectación, simplemente dijo: “Columbine. Recuerden, Columbine”.
Así que si lo que sucedió en Columbine era el modelo a seguir, ahora
ya hay otro más novedoso,
el del Seung-Hui, quien incluso se dio el lujo de enviar
videos a una estación de noticias en los que relataba lo que ya en el
momento en que dichos videos se estaban revisando, estaba haciendo: la
brutal matanza.
Si
eso confiere para los futuros tiradores
escolares un toque de, digamos, glamour,
muy seguramente lo harán así, hasta que surja un nuevo modelo a seguir, aún más impresionante y sofisticado en su actuar.
Por
ejemplo el caso de Roberts, el asesino de la comunidad amish, siguió a otro que se había producido una semana atrás, en
el estado de Colorado, en donde un hombre violó a algunas mujeres
adolescentes de una escuela, matando a una de ellas, y suicidándose
también.
Muy
probablemente Roberts se inspiró
en tal caso y no sólo lo trató de copiar, sino
que pretendió superarlo.
Y
es que de acuerdo con los criminólogos, los asesinos del tipo al que
nos referimos – o también los seriales –, pretenden hacer que sus
actos se vean como algo muy grande, inteligente, producto de una meticulosa,
cuidadosa planeación que los haga pasar a la historia convertidos en
algo así como artistas del
crimen. Basta con leer la cuidadosa planeación con la que los
asesinos de Columbine prepararon su golpe
o lo que hizo Seung-Hui y podrá percibirse tal tendencia.
Así,
puede decirse que la matanza de Virginia no será la última y, quizá,
la de mayor envergadura, pues mientras persistan los problemas
referidos, persistirán las Temporadas de Tiroteos Escolares.
Pero,
como ya mencioné, el otro problema que va muy de la mano en tales
masacres es la facilidad de obtención de las armas en los Estados
Unidos, pues el mandato constitucional inalienable
de que todo estadounidense que lo desee tiene el derecho a poseer un
arma (el Second Amendment
anacrónico artículo constitucional éste, redactado hace más de 200
años, hecho al calor de los nacientes Estados Unidos, luego de que
las colonias inglesas lograron su independencia de Inglaterra, con el
cual se permitía que la población tuviera armas para que defendiera,
justamente, cualquier intento recolonizador por parte de los ingleses,
que se acompañaba con el derecho a formar las llamadas milicias
populares) es defendido por una buena porción de la sociedad y por una muy
influyente asociación, la National
Rifle Association, que cumple ya 136 años – fue fundada en
1871, al calor del Wild West –, la que siempre ha defendido a
capa y espada dicho derecho, como veremos.
Una
visita a su página, www.nra.org,
sencillamente muestra que ninguna afectación provocó el reciente
masivo crimen en Virginia, nada, ni una esquela, ni una nota de
condolencia para los deudos de los asesinados.
Todo
lo contrario, su filosofía de business
as usual es más que evidente, pero sobre todo la reafirmación de
que todo estadounidense que se convierta en un miembro más de esa
organización pro armas lo hace porque busca “la defensa de su
derecho constitucional a tener y portar armas (ya que) la NRA siempre
está al pendiente de cualquier legislación federal, estatal y local
que pretenda limitar o prohibir ese inalienable derecho que el Segundo
Mandamiento confiere a todo ciudadano de América”.
Y
a través del sitio se pueden ver los servicios
que ofrece la NRA, tales como enseñar
el correcto empleo de las armas tanto a niños, como a adultos,
campos de entrenamiento, libros especializados en la enseñanza del
empleo de armas o que defienden su uso, una tienda en
línea para que la gente compre lo que guste con referencia a las
armas, souvenirs de la
organización, como botones, cuadros, relojes en forma de alegres
pistolas, retratos del anterior presidente, el señor Charlton
Heston – quien a los pocos días de la masacre en Colombine, visitó
Littelton, ciudad en donde se encontraba dicha escuela, para seguir defendiendo el derecho de sus habitantes a tener armas –, los últimos
adelantos en armas... además de que
también pueden hallarse
links que conectan al interesado con fabricantes de armas, tales
como Smith&Wesson, quien abiertamente ofrece sus catálogos de
armas, así como las “gangas” a las que tienen derecho los
miembros de la NRA.
También
puede conectarse el usuario con otros clubes, como los de grupos de
milicianos supremacistas, que, al igual que la NRA, defienden el derecho a poseer armas... y quizá lo más infamante sea un video
del actual vicepresidente de la NRA, el señor Wayne La Pierre, quien
abiertamente se opone a todo intento de control por parte de la ONU
para que Estados Unidos prohíba entre sus ciudadanos el “sagrado
derecho a poseer armas”.
Dice
en una parte La Pierre, muy terminante y elnfático:
“¡De ninguna manera vamos a permitir que ese inalienable derecho
que tan inteligentemente nuestros padres fundadores nos legaron, sea
suprimido por una bola de ineptos burócratas, como Kofi Annan,
quienes no entienden que es parte de nuestra propia, exclusiva
competencia decidir si queremos o no poseer armas que, en última
instancia, sirven para la legítima defensa de nuestras vidas y las de
nuestras familias ante tanto criminal que constantemente las
amenaza...”.
Todavía
el video es de cuando estaba Annan, pero tal política pro armas, no
ha cambiado un ápice, pues a pesar de la masacre en el tecnológico
de Virginia, tanto la NRA, como varios congresistas, principalmente
republicanos, se oponen a cualquier nuevo intento de la ONU y de su
actual secretario, el señor Ban Ki-moon, para introducir cambio
alguno en la actual legislación estadounidense, totalmente favorable
a la posesión de las armas.
Posee
el sitio, incluso un programa en “vivo”, que transmite todos los días,
exclusivo sobre asuntos de armas y cuestiones afines, que últimamente
ha incrementado su acción propagandística en contra de cualquier
legislación que pretenda limitar la adquisición de armas, mediante
la difusión de spots en
donde gente común es entrevistada para conocer su opinión sobre el
tema, pero planteando el asunto por medio de tendenciosas situaciones
tales como la siguiente: “Usted está en su casa y un ladrón entra
a las dos de la mañana a robarle a usted y a su familia, y como un
político le prohibió tener un arma, usted está a merced de ese
criminal, totalmente indefenso, ¿estaría de acuerdo en que
efectivamente se le prohibiera a usted poseer un arma?” Y
evidentemente que la respuesta del inducido entrevistador es: “¡No,
por supuesto que no deseo que mi derecho a defenderme de todos esos
criminales sea eliminado sólo porque a un político que nada sabe
sobre eso, se le antoje eliminarme tal derecho, no lo permitiré!”.
Y
queda claro que el inalienable
derecho a poseer armas, defiende un gran
negocio que tan sólo en los Estados Unidos constituye un
lucrativo mercado que asciende a más de $2,000 millones de dólares
anuales, el cual no arriesgaría la NRA que se perdiera, pues buena
parte de los prominentes miembros que le donan fondos son,
precisamente, fabricantes de armamento. Y a pesar de lo terrible que
resultó el tiroteo en el tecnológico de Virginia, de los 200
millones aproximadamente de armas que poseen los estadounidenses, de
las poco más de 30,000 personas que mueren cada año por disparos, el
gobierno de Bush se apresuró a refrendar el derecho a portar armas de
fuego, aduciendo que, ante la escaldada de violencia, sería peor que
la gente anduviera “indefensa” por las calles o en sus casas.
Esa
beligerante actitud bien puede apreciarse si atendemos al cínico
comentario que hizo John Markell, el dueño de la armería que le
vendió las armas a Seung-Hui, quien afirmó que “si todos los
estudiantes hubieran estado armados, yo le aseguro que el coreano
hubiera matado dos, tres de ellos, cuando mucho, pero luego lo
hubieran matado entre todos a él”.
Lo
peor es que la NRA con su beligerante filosofía está buscando que el
derecho a las armas sea un valor
universal, dado, afirman sus dirigentes, el alarmante
“aumento
incontrolable de la criminalidad”.
Por
ejemplo, en Brasil, hace dos años, una campaña televisiva mostraba a
supuestos comentaristas noticiosos, quienes se referían a una ley
gubernamental que quería prohibir la comercialización y el uso de
“armas ligeras” y la venta de municiones a civiles (ley que había
sido postergada gracias a los cabildeos de los fabricantes de armas),
declarando que “¡A la gente no se le está informando bien, pues el
control de armas que quiere imponer el gobierno, no desarmará a los criminales!”.
Enseguida,
se mostraban históricas escenas que destacaban la “libertad ganada
a sangre”: la liberación de Nelson Mandela, el hombre solitario que
impide el avance de los tanques en la plaza china de Tianamen, la caída
del muro de Berlín… “Brasileños – continuaba la perorata
“informativa” –, sus derechos están en riesgo, aférrense a su
libertad”.
Las
tres semanas que esos “liberadores comentarios” a favor del empleo
de las armas se transmitieron, tuvieron como efecto que el plebiscito
obligatorio que se realizó en Brasil para ver si la gente, a pesar de
tanta delincuencia y criminalidad (alrededor de 38,000 personas mueren
por armas allí cada año), rechazaba las armas, diera el sorpresivo
resultado de que dos brasileños de cada uno rechazaron el intento
gubernamental de la “despistolización”, lo que significó que 65%
de los votantes, unos 59 millones de ciudadanos, defendieron el
derecho de los más o menos dos millones de sus paisanos que poseen
principalmente pistolas.
Así,
puede afirmarse que, a nivel mundial, la NRA es una especie de guía
espiritual para todos los grupos que desean la defensa y propagación
del empleo de las “armas ligeras” (pistolas y rifles,
principalmente).
Sin
embargo, a pesar de su popularidad, la NRA, bastante hábilmente, hace sus movimientos en forma
discreta, no presentándose como la impulsora directa de la pistolización, pues siendo una asociación estadounidense, y con
tanto antiamericanismo que
actualmente hay por todo el mundo, sobre todo desde el aumento de la
beligerancia militar de ese país practicada por Bush y sus halcones, aquélla se arriesgaría a ser rechazada y no podría, por
tanto, predicar el derecho de la
humanidad a poseer armas.
En
países tales como Inglaterra, Canadá, Sudáfrica y Australia la NRA,
mediante sus cabildeos políticos y algunos apoyos económicos, ha
logrado influir en la creación de leyes que, de alguna forma,
permiten la posesión de armas entre sus ciudadanos.
Particularmente
Brasil fue visto por los directivos de la NRA como el lugar clave en
donde, de haberse aprobado un férreo control armamentístico, según
ellos, Estados Unidos habría sido el siguiente país en donde,
inevitablemente, se habrían impuesto controles legales.
Por
supuesto, tal control sería algo que no favorecería ni a la NRA, ni
a los fabricantes de armas, que son quienes contribuyen a financiar
las campañas pro pistolas que promueve esa “asociación de
pistoleros”. Y a pesar de tantos intentos que se hacen cada que hay
un nuevo tiroteo escolar por controlar la venta de armas y de que
existen cientos de demandas en contra de los armeros por personas
muertas o heridas por armas de fuego, sencillamente son inútiles
gracias al apoyo y al cabildeo de la NRA. Y los fabricantes, como
Smith & Wesson, declaran cínicamente que ellos no tienen la
“culpa de cómo y quién empleara sus armas”. Tanto intento,
cuando mucho, sólo ha logrado que los fabricantes les agreguen a sus
pistolas “seguros antidisparo” y que la NRA ya incorpore en sus
programas de entrenamiento la “enseñanza segura” en el uso de
armas a niños y menores de edad.
Y
la influencia letal de la NRA continúa en aumento, a pesar de que en
el mundo se calcula que hay alrededor de 600 millones de “armas
ligeras”, desde lanzacohetes portátiles, hasta pistolas. Por otra
parte, se considera que dichas armas, además de asesinatos,
contribuyen a la desestabilización en los países subdesarrollados,
son el problema de raíz que genera conflictos en naciones africanas,
alientan el bandolerismo en Latinoamérica y, por si no bastara,
impulsan la proliferación del crimen
organizado alrededor del mundo. Y esto es cierto: basta ver, por
ejemplo, que los narcotraficantes latinoamericanos están mejor
armados que los cuerpos policíacos, lo que de alguna forma les
garantiza su relativa libertad de acción. Claro, ¡cómo se van a
enfrentar con ellos policías armados con simples, anticuados rifles,
cuando los narcotraficantes los atacan con modernas ametralladoras y
granadas!
Pero
precisamente el supuesto aumento
de la criminalidad es el argumento de
miedo predicado por la NRA, así como los derechos
libertarios, para defender la posesión de armas en el mundo,
siendo que los legisladores de todos los países insisten en que para
controlar la citada criminalidad debe limitarse antes el empleo de las
armas. “No, mejor dejen que la gente se defienda y así habrá menos
criminales”, declaran categóricos los directivos de la NRA. A su
favor tienen insensatos argumentos como el libro escrito por John Lott
en 1998, titulado “Más armas, menos crimen”, economista
estadounidense que, basado en endebles “estadísticas de
criminalidad”, llegó a la seria
conclusión de que si a la gente se le permitía armarse
libremente, según él, eso funcionaría como una especie de
“desalentador” para los criminales que “evitarían enfrentarse
con gente más y mejor armada que ellos”. Este libro es la
“Biblia” de la NRA y sus principales argumentos aparecen en el
sitio de Internet que auspicia aquélla.
Tan
grande es la influencia de la NRA, que tiene hasta un representante en
la ONU, el señor Thomas Mason, ex funcionario del estado de Oregon
quien, aparte de que siempre se ha opuesto a leyes emanadas de tal
organización que pusieran en peligro la “libertad mundial para
poseer armas” (sí, así como lo están leyendo), entre otros
asuntos, coordina también las actividades del World
Forum on the Future of Sport Shooting Activities (Foro Mundial
Sobre el Futuro de las Actividades de Tiro Deportivo), el cual sólo
sirve de pantalla a más de treinta grupos y fabricantes de armas de
todo el mundo, que a través de dicho “foro” buscan ejercer su
letal influencia. Y para completar la ecuación, un fuerte apoyo de la
Casa Blanca está implícito.
Por
ejemplo, en el año 2001, en la primera Conferencia sobre armas pequeñas
llevada a cabo por la ONU, el entonces jefe de la delegación
estadounidense, John R. Bolton, ex embajador de los EEUU ante la ONU,
sorprendió a todos los presentes con una infamante declaración en el
sentido de que los “Estados Unidos no se unirán a un consenso, que
dé como resultado, un documento final que contenga medidas que
abroguen el derecho ciudadano a poseer armas”, así
de enfático fue Bolton. Claro, pues la NRA –
y los fabricantes de armas – teme que si se diera una
declaración desde un organismo internacional, como la ONU, en contra
de las armas, sería muy probable que influyera y presionara tanto,
que hasta en los Estados Unidos, por fin, se decretarían leyes que
controlaran la venta y posesión de armas pequeñas.
A
lo más que se llegó en ese entonces fue a declarar que no era
intención de la ONU “prohibir el uso de las armas, sino regularlo”.
No podía esperarse, pues, otra cosa del actuar de EEUU, único país
en el mundo que sigue oponiéndose al bando que prohíbe la fabricación
de minas antipersonales, pues esgrime como argumento que éstas son
necesarias en zonas limítrofes de control
militar (como la frontera entre las dos Coreas o la zona
desmilitarizada entre la base naval de Guantánamo y el territorio
cubano).
En
conclusión, para que en verdad pudiera darse un control de armas a
nivel mundial, se tendría que comenzar con los Estados Unidos, en
donde la perniciosa influencia de grupos como la NRA impiden toda
forma legal que intentara prohibir “el inalienable derecho a poseer
un arma”, sobre todo porque allí se producen alrededor de la mitad
de las que se venden en el mundo y es el país que concentra el mayor
arsenal privado a nivel mundial. Sería, pues, ingenuo buscar el
control del resto del mundo si se dejara sin él a los EEUU.
Este
es, pues, el segundo factor de
peso que seguirá estando detrás de las temporadas de tiroteos
escolares masivos que, para desgracia de los estadounidenses,
continuarán produciéndose en su país. Y también tal factor, el que
esté aumentando la posesión y ventas de armas mencionados arriba,
está detrás de la ola de violencia criminal que se desborda ya
lamentablemente por todo el mundo (Ver mi artículo en Internet:
“Especulación y narcotráfico, nuevos grandes negocios del
lumpencapitalismo”).
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