Estados Unidos

 

La locura por las armas en EEUU

Por Adán Salgado Andrade
Enviado por el autor, 06/05/07

Por fin los estadounidenses y el mundo nuevamente tuvieron suficiente motivo para conmoverse, no, desde luego, por los 100 muertos que en promedio se producen diariamente en Irak, ni por las excesivas, indiscriminadas incursiones bélicas que Israel lleva a cabo en el reprimido territorio palestino, sino por otro más de los tiroteos que, como ya es una costumbre desde hace algunos años, se producen en centros escolares de EEUU.

Esta vez se trató del centro de estudios tecnológicos del estado de Virginia, en donde el lunes 16 de abril un estudiante inmigrante surcoreano, el joven Cho Seung-Hui, de 23 años, que tenía calidad de residente en dicho país, mató a 32 personas, entre estudiantes y profesores, luego de lo cual, se suicidó.

Esta tragedia sucedió a casi ocho años de lo que por entonces se consideró la peor matanza escolar, la perpetrada en la escuela secundaria de Colombine, cuando dos adolescentes, Eric Harris, de 18 años, y Dylan Klebold, de 17, ellos sí blancos estadounidenses, el 20 de abril de 1999, asesinaron a tiros a 12 estudiantes, a un maestro, dejando heridos a 23, suicidándose también.

Tanto en el caso de la escuela de Virginia, como lo sucedido en Colombine, el común denominador fue la facilidad que sigue existiendo en los Estados Unidos para comprar armas, derecho inalienable consignado por la anacrónica constitución de dicho país. Y conmovedor como aparentemente el hecho ocurrido en Virginia fue, no constituyó un impedimento para que sigan cometiéndose violentos actos en donde solitarios sujetos en posesión de armas de grueso calibre y de desafortunadas frustraciones, se aparecen en lugares públicos o de trabajo y tiran a matar a quien esté en el lugar y hora equivocados, dejando tras de su irracional actuación casi siempre a muertos y heridos.

Por ejemplo, el 20 de abril, a sólo 4 días de la matanza en Virginia, y a manera de trágico festejo a ocho años de los sucesos de Columbine, un sujeto se apertrechó en el Centro Espacial Johnson, perteneciente a la NASA, tomó dos rehenes, un hombre y una mujer y tras de inútiles intentos de la policía por negociar con él, asesinó a tiros al hombre secuestrado y luego se suicidó.

La mujer tuvo gran suerte, pues el sujeto, aparte de amagarla de manos y tobillos, digamos que le “perdonó” la vida.

El otro caso sucedió el domingo 29 de abril, cuando un sujeto huía de un policía en la ciudad de Kansas, abordo de un auto robado previamente a una mujer que al parecer aquél había asesinado antes. El hombre penetró al estacionamiento de un centro comercial de la cadena Target, en donde se puso a disparar sin causa alguna a los autos cercanos, matando a dos personas e hiriendo mortalmente a una tercera. Y ya cuando intentaba huir, disparando aún, la policía lo abatió a balazos. Quizá si hubiera tenido más tiempo también habría cometido suicidio.

Y ese patrón, que comienza con un tiroteo masivo y que termina casi siempre con el suicidio del atacante, se está repitiendo muy frecuentemente, pero especialmente en las escuelas, y ya hasta un adecuado nombre recibe: Temporada de Tiroteos Escolares (Schooll Shooting Season).

Según el profesor de criminalística James Alan Fox, estos trágicos sucesos se remontan a un día de 1966 cuando el estudiante Charles Whitman se puso a disparar desde la torre de la universidad de Texas, matando a 13 personas e hiriendo a varias más. Fue cuando comenzó lo que Fox llama la “Era de los asesinatos masivos”, en las cuales un sujeto fuertemente armado y muy trastornado por una serie de frustraciones que no necesariamente serian tan trágicas en cerebros menos susceptibles, busca víctimas aleatorias para desquitar su coraje porque lo tratan mal en la escuela, porque fue expulsado, porque su novia lo dejó, porque sus padres están divorciados, porque de chico “abusaron de él, porque se quedó sin trabajo, porque las deudas lo acosan... y así, cuestiones que verdaderamente, como señalé, no justifican tanta espontánea brutalidad y odio.

En la siguiente tabla resumo algunos de los tiroteos escolares que precedieron el actual, unos cuantos, por supuesto, quizá por lo sobresalientes, pues tómese en cuenta que se producen alrededor de dos docenas de tiroteos escolares en EEUU, con un promedio de cuatro muertos cada uno:

Nombre

Barry Loukaitis, 14 años

LukeWoodham, 16 años

Michael Carneal, 14

Andrew Golden 11 Mitchel Johnson 13

Kipland Kinkel, 15

Eric Harris, 18 Dylan Klebold 17

Thomas Solomon, 15

Dónde y cuando

Moses Lake, Wash. Feb 2, 1996, 2p.m

Pearl, Miss. 8:10 a.m., 0ct. 1, 1997

West Paducah Kentucky 7:30 a.m., dic. 1, 1997

Jonesboro Arkan sas, 12:35 PM, marzo 24 1998

Springfiled, Oregon, mayo 21, 1998

Littleton, Co- lorado, 11:25 AM, abril 20, 1999.

Convers, Georgia, 7:55 a.m., mayo 20, 1999

Víctimas

Dos estudiantes y 1 maestro  asesinados y un estudiante herido

2 estudian-tes asesina-dos, 7 heridos, su madre ase-sinada con puñal

3 estudiantes asesinados, 5 heridos

Una maestra y 4 estudiantes asesinados

Mató a sus padres, dos estudiantes e hirió a 20 más

Asesinados 1 maestro y 12 estudiantes, y 23 heridos

6 estudiantes heridos

Armas y cómo se obtuvie-

ron

Rifle cal. 30-30, de la casa

Rifle cal 30-30, de la casa

Pistola Rugger calibre 22, robada a un amigo del padre

3 rifles, 7 pistolas robadas a familiares

Rifle automático cal. 22 y dos pisto-las que le regaló su padre

Pistola, rifle y dos escopetas recortadas, compradas algunas por amigos.

Rifle cal. 22, tomado del gabinete familiar.

Escuela, tamaño y tipo de seguri-dad

Frontier, high schoo (H.S.), 600 estudiantes, no tenía guardia de seguridad

Pearl, H.S., 1000 estu-diantes, no contaba con guardia de seguridad

Heath H.S., 600 estudiantes, sin guardia

Westside, escuela de enseñanza media sin guardia

Thurston H.S. 1,400 estudiantes, sin guardia

Columbine H.S., 1900 estudiantes, un oficial armado

Heritage, H.S., 1300 estudian-tes, oficial del sheriff armado

Situa-ción familiar

Madre con tendencias suicidas planeaba separarse de su marido

El padre abandonó la familia cuando Luke tenía 11 años

Buenos padres, hermana mayor agrada-ble

Padres de Johnson, divorciados, los de Golden, normales

Buenos padres; hermana mayor simpática, muy popular.

Ambos de buenas fami-lias, el hermano de Harris es buen atleta

Vivía con su madre y su padrastro

Salud mental

Depresión severa, complejo de inferioridad

Inhibido y retraído falta de empatía, muy sensible a los insultos 

Deprimido, miedos erráticos, declaró culpa-bilidad y enfermedad mental

Johnson es duro y agresivo, Golden es duro y mezquino

Deprimido, tomó Ritalín, y Prozac, muy solitario, tortu-raba animales.

Harris tomaba el antidepre-sivo Luvox, Klebold era tímido y triste

Depresivo, toma Ritalín

Influen-

cias cultura-les

Película fav.: Asesinos por naturaleza. Libro fav.: Coraje, de Stephen King

Música fav.: Marilyn Manson Héroes: Hitler y Nietzche

Película fav: Diarios del basquet, jugaba Doom y Quake

Johonson escuchaba a Tupac y jugaba Mortal Combat

Música favorita: Nirvana y Marilyn Manson

Música favorita: M. Manson, hé-roe: Hitler. Ju-gaban al Doom y Quake

Música favo-rita:  Tupac Amaru y jugaba Mortal Kombat

Posibles motivos

Era bromeado por una de las víctimas

Su novia lo terminó y le decían mantecoso y gay

Fue llamado gay en el periódico escolar Rechazado por una de las chicas muerta

A los 2 los cortaron sus novias y a Johnson le hacían burla por su gordura

Expulsado de la escuela poco antes de mandarlo a un programa para jóvenes con problemas

Bromeados por los atletas y los llamaban “maricones”

Su novia lo cortó

Lugar en donde se encuentran

Correccional de Clalam Bay, condenado a dos cadenas perpetuas

Penitenciaría estatal de Mississipi, sirviendo 3 cadenas perpetuas

Centro de  de-tención juvenil Daviess, cadena perpé-tua

Ambos en el Centro de Servicios para la juventud de donde iban a salir a los 21 años

Cárcel condado de Lane, sentenciado a cadena perpé-tua.

Ambos se suicidaron con las dos últimas balas

Se le confinó en un centro de detención juvenil y luego se le encarceló

Como puede observarse, todos los jóvenes criminales tenían entre 11 y 18 años, prácticamente todos de sectores de bajo ingreso, excepto Klebold y Harris, quienes pertenecían a familias acomodadas de clase media alta. Particularmente su caso indicaría que una buena parte de la sociedad estadounidense está llegando a un nivel, por lo menos la más pudiente, en que su excesivo consumismo ya no la satisface y se produce un vacío espiritual, no en el sentido religioso, sino  en el existencial (como lo que bien plantea al respecto el escritor Bret Easton Ellis en sus novelas American Phsyco o en Los confidentes), en el cual, el sujeto se siente insatisfecho a pesar de contar con  mucho más de lo necesario, así que debe llenar dicho vacío con cuestiones que crean absurdos fanatismos.

En EEUU, muchas de tales expresiones se centran principalmente en la absurda superioridad racial, que toma como base la retórica nazista de Hitler. Los individuos que toman esta filosofía como bandera son gente con serios complejos de inferioridad (en el caso mencionado, Harris y Klebold se sentían humillados y hostigados por los llamados “atletas” y por los “cerebritos” que estudiaban en Colombine).

Así, este pseudonazismo les permite superar su “menor condición” por medio de una actitud beligerante y belicista que los lleva a cometer actos tan bárbaros. Esto se comprueba porque el tiroteo en Littleton se llevó a cabo en el 110 aniversario del nacimiento de Adolfo Hitler.

Digamos que tomar al nazismo como bandera es una manera de reivindicarse ante una sociedad que humilla a quienes la portan; como dije, no necesariamente esa inferioridad es ya económica, sino social. Y aunque los neonazis toman como bandera la superioridad racial, Harris y Klebold mataron casi a puro blanco, como ellos, excepto por un estudiante afroestadounidense.

Es decir, esto demostraría que en los momentos de frustración, de nada vale compartir la misma raza (aún la blanca, considerada por los neonazis como la superior). Por ello tantas peleas interétnicas: negros contra negros (como pude verse en la cinta “Los dueños de la calle”), latinos contra latinos (que muestra la cinta “Sangre por sangre”), blancos contra blancos (que se ve en “Historia americana”), etc. Además, Harris y Klebold eran seguidores de Timothy Mc Veigh, el dinamitador del edificio Murray en 1996, además de que tenían “planeado” asesinar a 500 personas, además de secuestrar un avión y estrellarlo en una ciudad grande, como Nueva York, lo que da una idea del fanatismo violencial al que llegaron.

Por otro lado, algunos de los jóvenes asesinos adolecían de problemas familiares, ya fuera porque sólo tenían madre o padre, o estaban separados, además de que eran golpeados. También varios de ellos fueron objeto de las burlas por parte de sus compañeros, problema bastante común en las escuelas estadounidenses – muy generalizado factor éste, que, en opinión de psicólogos efectivamente va generando un marcado sentimiento de inferioridad que en muchos estudiantes detona en esa irracional, asesina violencia –, como el que les llamen “gordo mantecoso”, “maricón”, “tarado”. Igualmente compartían situaciones sentimentales, como el que a algunos sus novias los habían cortado por “perdedores”.

Pero muy aparte de toda la cuestión psicológica, digamos, en casi todos los casos hubo una estremecedora facilidad en cuanto a la posesión de armas, problema que más adelante retomo, ya fueran éstas pertenecientes a la familia o cuya compra no implicó gran problema, como en el caso del joven coreano, una de cuyas armas empleadas, una pistola Glock, 9 milímetros, le costó, según consta en la nota de compra, la mínima cantidad de 571 dólares, incluidas las municiones que usó y que logró adquirir tan fácilmente, con tan sólo mostrar su green card.

Por otro lado, vale la pena mencionar el hecho de que a muchos de ellos les atraían las películas o los videojuegos violentos o la así considerada música satánica, de la del tipo tocada por Marilyn Manson, personaje que se ha señalado como una fuerte influencia en los casos de violencia juvenil, algo que, francamente considero cuestionable, pero sí, en cuanto a los videojuegos, el hecho de que cada vez son más realistas, más detallados, más violentos, al igual que muchas de las cintas que Hollywood produce – y que no son cuestionadas en ese país tanto como se ha cuestionado a Manson –, pudieran, efectivamente, ejercer una inconsciente carga de rudeza en niños y adolescentes, que en determinadas circunstancias llevarían a la adopción de los anormales patrones de comportamiento a los que nos estamos refiriendo. Y aunque muchos “expertos” justifican la violencia de los videojuegos o de las películas, diciendo que serían una forma para los niños y jóvenes de descargarla allí, al videojugar o ver una película, me parece que involuntariamente se va induciendo un patrón de comportamiento que queda en el subconsciente, hibernando, hasta que aquellos con las mentes más débiles, más inclinadas al empleo de la irracional violencia como “solución” a sus frustraciones y problemas, estallan.

Eso, por ejemplo, puede verse en las justificaciones que pretendió dar el estudiante coreano, quien en un comunicado señaló: “¡Ustedes me hicieron hacer esto!”, y cabe preguntar: ¿quiénes son los ustedes a los que aquél se refiere? Y la respuesta es, claro, nadie en particular, pues las víctimas serán aleatorias, los culpables serán aquéllos desafortunados que estén dentro del rango y la mira de las armas agresoras.

Mención aparte son los tiroteos provocados por hombres ajenos totalmente a las escuelas que repentinamente penetran a alguna, toman rehenes, los torturan, los asesinan y ya que la policía los rodea, casi siempre se suicidan, como fue el caso de Charles Roberts, quien el 7 de octubre del año pasado, 2006, irrumpió a una escuela de la comunidad amish, personas que practican una derivación de los bautistas, opuestas a todo tipo de avances tecnológicos, que no tienen luz, ni usan autos, ni ninguna forma moderna de comunicación, como los teléfonos o el Internet.

Roberts sacó a todos los adultos y a los niños, a punta de pistola, ató con cuerda a 12 niñas que ahí estudiaban, las cuales iban de los seis a los trece años de edad, pues al parecer se propuso violarlas antes de matarlas, ya que se le hallaron lubricantes y palos de madera, con los que seguramente pretendió infligirles penetraciones dolorosas Hubo algo de diálogo, sobre todo, de parte de la mayor de las niñas, la de 13 años, que le ofrecía su vida a cambio de que dejara a las otras, pero cuando llegó la policía, el tipo, probablemente desesperado de que su irracional acción se frustraría, y atemorizado además por los problemas legales que de todos modos tendría aunque nada hiciera ya, comenzó a dispararles a todas las doce, unas de quienes murieron de inmediato y otras quedaron heridas, falleciendo más tarde algunas de ellas, al final de lo cual, claro, se suicidó, repito, esto quizá más por cobardía de enfrentar su criminal acción, ya cuando se había “dado cuenta” de lo hecho, que su misma situación de trastorno mental antes le había “impedido” advertir.

En este caso, este hombre respondía más al patrón psicológico en donde las frustraciones que lo condujeron a los asesinatos masivos son principalmente económicas, pues se trataba de un camionero con bajo salario que vivía en una casa-remolque, procedente de familia pobre, disfuncional (madre abandonada), con las consabidas limitaciones salariales en cuanto a comodidades materiales se refiere, aunque también dejó una nota suicida en donde señalaba sentirse muy triste por la pérdida de una hija hacía nueve años, quien había nacido muerta.

Esto nuevamente resulta tan vago y absurdo que sólo indica, finalmente, el nivel de trastorno mental que ese sujeto tenía, pues resultó para él suficiente justificación para desquitarse con gente ajena totalmente a sus problemas.

Por otro lado, debemos también mencionar el llamado copycat effect, temible cuestión que se refiere al hecho de que se tienden a copiar por los agresores aquellos eventos que hayan resultado más sobresalientes de entre todos. Así, lo sucedido en la escuela secundaria de Colombine, digamos que dejó huella, hizo escuela, tanto por las circunstancias particulares en que se llevó a cabo, como porque los agresores terminaron suicidándose, quedando para muchos de los futuros perpetradores de tiroteos escolares como gran ejemplo a seguir, lo que muy bien pudo haber tomado en consideración el joven Seung-Hui.

Pero hay casos documentados en los cuales el agresor confesó que Columbine había sido la fuente inspiradora de su mortal acción, como el ocurrido el 29 de agosto del 2006, en Hillsborough, Carolina del Norte, cuando un estudiante, el latino Álvaro Rafael Castillo se dirigió a su escuela, la Orange High Schooll, enfundado en una gabardina, muy a la Matrix, y portando pistolas y petardos hechos por él. Allí mató a su propio padre e hirió gravemente a dos estudiantes.

Cuando la policía le preguntó por qué había hecho su mortal acción, el joven, sin mostrar la más mínima afectación, simplemente dijo: “Columbine. Recuerden, Columbine”. Así que si lo que sucedió en Columbine era el modelo a seguir, ahora ya hay otro más novedoso, el del Seung-Hui, quien incluso se dio el lujo de enviar videos a una estación de noticias en los que relataba lo que ya en el momento en que dichos videos se estaban revisando, estaba haciendo: la brutal matanza.

Si eso confiere para los futuros tiradores escolares un toque de, digamos, glamour, muy seguramente lo harán así, hasta que surja un nuevo modelo a seguir, aún más impresionante y sofisticado en su actuar.

Por ejemplo el caso de Roberts, el asesino de la comunidad amish, siguió a otro que se había producido una semana atrás, en el estado de Colorado, en donde un hombre violó a algunas mujeres adolescentes de una escuela, matando a una de ellas, y suicidándose también.

Muy probablemente Roberts se inspiró en tal caso y no sólo lo trató de copiar, sino que pretendió superarlo.

Y es que de acuerdo con los criminólogos, los asesinos del tipo al que nos referimos – o también los seriales –, pretenden hacer que sus actos se vean como algo muy grande, inteligente, producto de una meticulosa, cuidadosa planeación que los haga pasar a la historia convertidos en algo así como artistas del crimen. Basta con leer la cuidadosa planeación con la que los asesinos de Columbine prepararon su golpe o lo que hizo Seung-Hui y podrá percibirse tal tendencia.

Así, puede decirse que la matanza de Virginia no será la última y, quizá, la de mayor envergadura, pues mientras persistan los problemas referidos, persistirán las Temporadas de Tiroteos Escolares.

Pero, como ya mencioné, el otro problema que va muy de la mano en tales masacres es la facilidad de obtención de las armas en los Estados Unidos, pues el mandato constitucional inalienable de que todo estadounidense que lo desee tiene el derecho a poseer un arma (el Second Amendment anacrónico artículo constitucional éste, redactado hace más de 200 años, hecho al calor de los nacientes Estados Unidos, luego de que las colonias inglesas lograron su independencia de Inglaterra, con el cual se permitía que la población tuviera armas para que defendiera, justamente, cualquier intento recolonizador por parte de los ingleses, que se acompañaba con el derecho a formar las llamadas milicias populares) es defendido por una buena porción de la sociedad y por una muy influyente asociación, la National Rifle Association, que cumple ya 136 años – fue fundada en 1871, al calor del Wild West –, la que siempre ha defendido a capa y espada dicho derecho, como veremos.

Una visita a su página, www.nra.org, sencillamente muestra que ninguna afectación provocó el reciente masivo crimen en Virginia, nada, ni una esquela, ni una nota de condolencia para los deudos de los asesinados.

Todo lo contrario, su filosofía de business as usual es más que evidente, pero sobre todo la reafirmación de que todo estadounidense que se convierta en un miembro más de esa organización pro armas lo hace porque busca “la defensa de su derecho constitucional a tener y portar armas (ya que) la NRA siempre está al pendiente de cualquier legislación federal, estatal y local que pretenda limitar o prohibir ese inalienable derecho que el Segundo Mandamiento confiere a todo ciudadano de América”.

Y a través del sitio se pueden ver los servicios que ofrece la NRA, tales como enseñar el correcto empleo de las armas tanto a niños, como a adultos, campos de entrenamiento, libros especializados en la enseñanza del empleo de armas o que defienden su uso, una tienda en línea para que la gente compre lo que guste con referencia a las armas, souvenirs de la organización, como botones, cuadros, relojes en forma de alegres pistolas, retratos del anterior presidente, el señor Charlton Heston – quien a los pocos días de la masacre en Colombine, visitó Littelton, ciudad en donde se encontraba dicha escuela, para seguir defendiendo el derecho de sus habitantes a tener armas –, los últimos adelantos en armas... además de que también pueden hallarse links que conectan al interesado con fabricantes de armas, tales como Smith&Wesson, quien abiertamente ofrece sus catálogos de armas, así como las “gangas” a las que tienen derecho los miembros de la NRA.

También puede conectarse el usuario con otros clubes, como los de grupos de milicianos supremacistas, que, al igual que la NRA, defienden el derecho a poseer armas... y quizá lo más infamante sea un video del actual vicepresidente de la NRA, el señor Wayne La Pierre, quien abiertamente se opone a todo intento de control por parte de la ONU para que Estados Unidos prohíba entre sus ciudadanos el “sagrado derecho a poseer armas”.

Dice en una parte La Pierre, muy terminante y elnfático: “¡De ninguna manera vamos a permitir que ese inalienable derecho que tan inteligentemente nuestros padres fundadores nos legaron, sea suprimido por una bola de ineptos burócratas, como Kofi Annan, quienes no entienden que es parte de nuestra propia, exclusiva competencia decidir si queremos o no poseer armas que, en última instancia, sirven para la legítima defensa de nuestras vidas y las de nuestras familias ante tanto criminal que constantemente las amenaza...”.

Todavía el video es de cuando estaba Annan, pero tal política pro armas, no ha cambiado un ápice, pues a pesar de la masacre en el tecnológico de Virginia, tanto la NRA, como varios congresistas, principalmente republicanos, se oponen a cualquier nuevo intento de la ONU y de su actual secretario, el señor Ban Ki-moon, para introducir cambio alguno en la actual legislación estadounidense, totalmente favorable a la posesión de las armas.

Posee el sitio, incluso un programa en “vivo”, que transmite todos los días, exclusivo sobre asuntos de armas y cuestiones afines, que últimamente ha incrementado su acción propagandística en contra de cualquier legislación que pretenda limitar la adquisición de armas, mediante la difusión de spots en donde gente común es entrevistada para conocer su opinión sobre el tema, pero planteando el asunto por medio de tendenciosas situaciones tales como la siguiente: “Usted está en su casa y un ladrón entra a las dos de la mañana a robarle a usted y a su familia, y como un político le prohibió tener un arma, usted está a merced de ese criminal, totalmente indefenso, ¿estaría de acuerdo en que efectivamente se le prohibiera a usted poseer un arma?” Y evidentemente que la respuesta del inducido entrevistador es: “¡No, por supuesto que no deseo que mi derecho a defenderme de todos esos criminales sea eliminado sólo porque a un político que nada sabe sobre eso, se le antoje eliminarme tal derecho, no lo permitiré!”.   

Y queda claro que el inalienable derecho a poseer armas, defiende un gran negocio que tan sólo en los Estados Unidos constituye un lucrativo mercado que asciende a más de $2,000 millones de dólares anuales, el cual no arriesgaría la NRA que se perdiera, pues buena parte de los prominentes miembros que le donan fondos son, precisamente, fabricantes de armamento. Y a pesar de lo terrible que resultó el tiroteo en el tecnológico de Virginia, de los 200 millones aproximadamente de armas que poseen los estadounidenses, de las poco más de 30,000 personas que mueren cada año por disparos, el gobierno de Bush se apresuró a refrendar el derecho a portar armas de fuego, aduciendo que, ante la escaldada de violencia, sería peor que la gente anduviera “indefensa” por las calles o en sus casas.

Esa beligerante actitud bien puede apreciarse si atendemos al cínico comentario que hizo John Markell, el dueño de la armería que le vendió las armas a Seung-Hui, quien afirmó que “si todos los estudiantes hubieran estado armados, yo le aseguro que el coreano hubiera matado dos, tres de ellos, cuando mucho, pero luego lo hubieran matado entre todos a él”.

Lo peor es que la NRA con su beligerante filosofía está buscando que el derecho a las armas sea un valor universal, dado, afirman sus dirigentes, el alarmante “aumento incontrolable de la criminalidad”.

Por ejemplo, en Brasil, hace dos años, una campaña televisiva mostraba a supuestos comentaristas noticiosos, quienes se referían a una ley gubernamental que quería prohibir la comercialización y el uso de “armas ligeras” y la venta de municiones a civiles (ley que había sido postergada gracias a los cabildeos de los fabricantes de armas), declarando que “¡A la gente no se le está informando bien, pues el control de armas que quiere imponer el gobierno, no desarmará a los criminales!”.

Enseguida, se mostraban históricas escenas que destacaban la “libertad ganada a sangre”: la liberación de Nelson Mandela, el hombre solitario que impide el avance de los tanques en la plaza china de Tianamen, la caída del muro de Berlín… “Brasileños – continuaba la perorata “informativa” –, sus derechos están en riesgo, aférrense a su libertad”.

Las tres semanas que esos “liberadores comentarios” a favor del empleo de las armas se transmitieron, tuvieron como efecto que el plebiscito obligatorio que se realizó en Brasil para ver si la gente, a pesar de tanta delincuencia y criminalidad (alrededor de 38,000 personas mueren por armas allí cada año), rechazaba las armas, diera el sorpresivo resultado de que dos brasileños de cada uno rechazaron el intento gubernamental de la “despistolización”, lo que significó que 65% de los votantes, unos 59 millones de ciudadanos, defendieron el derecho de los más o menos dos millones de sus paisanos que poseen principalmente pistolas.

Así, puede afirmarse que, a nivel mundial, la NRA es una especie de guía espiritual para todos los grupos que desean la defensa y propagación del empleo de las “armas ligeras” (pistolas y rifles, principalmente).

Sin embargo, a pesar de su popularidad, la NRA, bastante hábilmente, hace sus movimientos en forma discreta, no presentándose como la impulsora directa de la pistolización, pues siendo una asociación estadounidense, y con tanto antiamericanismo que actualmente hay por todo el mundo, sobre todo desde el aumento de la beligerancia militar de ese país practicada por Bush y sus halcones, aquélla se arriesgaría a ser rechazada y no podría, por tanto, predicar el derecho de la humanidad a poseer armas.

En países tales como Inglaterra, Canadá, Sudáfrica y Australia la NRA, mediante sus cabildeos políticos y algunos apoyos económicos, ha logrado influir en la creación de leyes que, de alguna forma, permiten la posesión de armas entre sus ciudadanos.

Particularmente Brasil fue visto por los directivos de la NRA como el lugar clave en donde, de haberse aprobado un férreo control armamentístico, según ellos, Estados Unidos habría sido el siguiente país en donde, inevitablemente, se habrían impuesto controles legales.

Por supuesto, tal control sería algo que no favorecería ni a la NRA, ni a los fabricantes de armas, que son quienes contribuyen a financiar las campañas pro pistolas que promueve esa “asociación de pistoleros”. Y a pesar de tantos intentos que se hacen cada que hay un nuevo tiroteo escolar por controlar la venta de armas y de que existen cientos de demandas en contra de los armeros por personas muertas o heridas por armas de fuego, sencillamente son inútiles gracias al apoyo y al cabildeo de la NRA. Y los fabricantes, como Smith & Wesson, declaran cínicamente que ellos no tienen la “culpa de cómo y quién empleara sus armas”. Tanto intento, cuando mucho, sólo ha logrado que los fabricantes les agreguen a sus pistolas “seguros antidisparo” y que la NRA ya incorpore en sus programas de entrenamiento la “enseñanza segura” en el uso de armas a niños y menores de edad.

Y la influencia letal de la NRA continúa en aumento, a pesar de que en el mundo se calcula que hay alrededor de 600 millones de “armas ligeras”, desde lanzacohetes portátiles, hasta pistolas. Por otra parte, se considera que dichas armas, además de asesinatos, contribuyen a la desestabilización en los países subdesarrollados, son el problema de raíz que genera conflictos en naciones africanas, alientan el bandolerismo en Latinoamérica y, por si no bastara, impulsan la proliferación del crimen organizado alrededor del mundo. Y esto es cierto: basta ver, por ejemplo, que los narcotraficantes latinoamericanos están mejor armados que los cuerpos policíacos, lo que de alguna forma les garantiza su relativa libertad de acción. Claro, ¡cómo se van a enfrentar con ellos policías armados con simples, anticuados rifles, cuando los narcotraficantes los atacan con modernas ametralladoras y granadas!

Pero precisamente el supuesto aumento de la criminalidad es el argumento de miedo predicado por la NRA, así como los derechos libertarios, para defender la posesión de armas en el mundo, siendo que los legisladores de todos los países insisten en que para controlar la citada criminalidad debe limitarse antes el empleo de las armas. “No, mejor dejen que la gente se defienda y así habrá menos criminales”, declaran categóricos los directivos de la NRA. A su favor tienen insensatos argumentos como el libro escrito por John Lott en 1998, titulado “Más armas, menos crimen”, economista estadounidense que, basado en endebles “estadísticas de criminalidad”, llegó a la seria conclusión de que si a la gente se le permitía armarse libremente, según él, eso funcionaría como una especie de “desalentador” para los criminales que “evitarían enfrentarse con gente más y mejor armada que ellos”. Este libro es la “Biblia” de la NRA y sus principales argumentos aparecen en el sitio de Internet que auspicia aquélla.

Tan grande es la influencia de la NRA, que tiene hasta un representante en la ONU, el señor Thomas Mason, ex funcionario del estado de Oregon quien, aparte de que siempre se ha opuesto a leyes emanadas de tal organización que pusieran en peligro la “libertad mundial para poseer armas” (sí, así como lo están leyendo), entre otros asuntos, coordina también las actividades del World Forum on the Future of Sport Shooting Activities (Foro Mundial Sobre el Futuro de las Actividades de Tiro Deportivo), el cual sólo sirve de pantalla a más de treinta grupos y fabricantes de armas de todo el mundo, que a través de dicho “foro” buscan ejercer su letal influencia. Y para completar la ecuación, un fuerte apoyo de la Casa Blanca está implícito.

Por ejemplo, en el año 2001, en la primera Conferencia sobre armas pequeñas llevada a cabo por la ONU, el entonces jefe de la delegación estadounidense, John R. Bolton, ex embajador de los EEUU ante la ONU, sorprendió a todos los presentes con una infamante declaración en el sentido de que los “Estados Unidos no se unirán a un consenso, que dé como resultado, un documento final que contenga medidas que abroguen el derecho ciudadano a poseer armas”, así de enfático fue Bolton. Claro, pues la NRA –  y los fabricantes de armas – teme que si se diera una declaración desde un organismo internacional, como la ONU, en contra de las armas, sería muy probable que influyera y presionara tanto, que hasta en los Estados Unidos, por fin, se decretarían leyes que controlaran la venta y posesión de armas pequeñas.

A lo más que se llegó en ese entonces fue a declarar que no era intención de la ONU “prohibir el uso de las armas, sino regularlo”. No podía esperarse, pues, otra cosa del actuar de EEUU, único país en el mundo que sigue oponiéndose al bando que prohíbe la fabricación de minas antipersonales, pues esgrime como argumento que éstas son necesarias en zonas limítrofes de control militar (como la frontera entre las dos Coreas o la zona desmilitarizada entre la base naval de Guantánamo y el territorio cubano).

En conclusión, para que en verdad pudiera darse un control de armas a nivel mundial, se tendría que comenzar con los Estados Unidos, en donde la perniciosa influencia de grupos como la NRA impiden toda forma legal que intentara prohibir “el inalienable derecho a poseer un arma”, sobre todo porque allí se producen alrededor de la mitad de las que se venden en el mundo y es el país que concentra el mayor arsenal privado a nivel mundial. Sería, pues, ingenuo buscar el control del resto del mundo si se dejara sin él a los EEUU.

Este es, pues, el segundo factor de peso que seguirá estando detrás de las temporadas de tiroteos escolares masivos que, para desgracia de los estadounidenses, continuarán produciéndose en su país. Y también tal factor, el que esté aumentando la posesión y ventas de armas mencionados arriba, está detrás de la ola de violencia criminal que se desborda ya lamentablemente por todo el mundo (Ver mi artículo en Internet: “Especulación y narcotráfico, nuevos grandes negocios del lumpencapitalismo”).


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