El
BIP pronuncia lo impronunciable
"Peligro
de depresión global"
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La
Jornada, 27/06/07
Suavizamos
el título para no indisponer demasiado a los poseídos por el
neoliberalismo global, intoxicados por los mendaces multimedia
anglosajones que pintan sus finanzas color de rosa, y que se molestan
con quienes solamente reseñamos las pésimas noticias que brotan de
sus propias entrañas.
El
Banco Internacional de Pagos (BIP), en su lúgubre reporte anual número
77, pronunció la impronunciable "Gran (sic) Depresión" de
1930 como una probabilidad en el radar financiero global, como resume
el solvente columnista Ambrose Evans–Pritchard de The Daily
Telegraph (24.06.07), rotativo muy cercano a la omnipotente banca
israelí–anglosajona: "El BIP alerta sobre los peligros de una
Gran (sic) Depresión debido a la orgía crediticia".
Identifiquemos
antes al impúdico aguafiestas del BIP, cuyas "alertas"
ominosas colisionan con la hiperoptimista fauna neoliberal mexicana.
El BIP (BIS, por sus siglas en inglés) constituye el "banco
central de los bancos centrales" con sede en Basilea, Suiza, es
decir, la última instancia mundial de pagos del sistema monetario
internacional vigente. Just that!
Evans–Pritchard
comenta que el BIP, "el cuerpo financiero más prestigioso (sic)
del mundo ha alertado que los años de política monetaria laxa han
alimentado una burbuja crediticia peligrosa, dejando la economía
global más vulnerable a otro derrumbe al estilo de la década de 1930
(¡supersic!)"
El
BIP pone en tela de juicio la "nueva era" que pregonan
"varios comentaristas", cuando en realidad
"virtualmente nadie previó la Gran Depresión de los años 30 o
las crisis que afectaron a Japón y al sudeste asiático a inicios y
finales de la década de los 90, que fueron precedidas por un periodo
de exuberante crecimiento no–inflacionario".
Miente
el BIP, ya que desde hace mucho tiempo varios economistas muy
solventes han prevenido sobre la implosión del sistema financiero
neoliberal, de lo cual nos hemos hecho eco en Bajo la Lupa.
El
BIP no aporta nada novedoso y tardó demasiado tiempo, prácticamente
una década, en percatarse de la "confluencia de signos
preocupantes", tales como la "emisión masiva de exóticos
instrumentos de crédito, elevados niveles de deuda de los hogares,
apetito (sic) extremo por el riesgo exhibido por los inversionistas y
desequilibrios arraigados (sic) en el sistema mundial de
divisas", que hemos citado hasta el aburrimiento.
¿Sin
la colaboración demencial de los bancos centrales del G–7,
extensivo al G–10 (que en realidad son 11: ¡ni siquiera saben sumar
a sus miembros!), hubiera sido posible la creación de tantas burbujas
especulativas, consustanciales al monetarismo centralbanquista
neoliberal?
El
BIP llora como niño lo que no supo prevenir a tiempo como ser maduro,
en lo que precisamente consiste una de sus tareas primarias. Pero ya
cuentan con el chivo expiatorio idóneo, como lo constituyó el
exorcismo de Japón en la década de los 80, lo que un siquiatra
avezado y abusado definiría como "ya visto" y "ya
escuchado": China, que "ha repetido los desastrosos (sic)
errores de Japón en la década de los 80 cuando sucumbió al exceso
de liquidez".
Entre
el martillo del BIP y el yunque del Fondo Monetario Internacional
(FMI) –simultáneamente en manos del Partido Popular español y el
Aznarstán (ver Bajo la Lupa, 24.06.07)–, buscan echar la culpa a
China por el inminente estallido de las burbujas que legó Alan
Greenspan, el mago malhadado y malvado.
El
BIP arremete que "alrededor de 40 por ciento de las empresas
propiedad del Estado chino no tiene remedio y expone a su sistema
bancario a un probable estrés", mientras le asestan un diluvio
de epítetos negativos: "su crecimiento es inestable,
desequilibrado, descoordinado e insostenible". ¿Qué epítetos
le dejan entonces a Estados Unidos (EU)?
Apenas
si el BIP se atreve a tocar siquiera con el pétalo de una rosa a la
Reserva Federal, la matriz de todos los males monetaristas del
planeta, y critica levemente el experimento de Greenspan de haber
proseguido su "estrategia de crear burbujas" que pretendió
"poder limpiar" después. Asienta que tal abordaje
"fracasó en EU en la década de los 30 y en Japón en 1991,
debido al exceso de deudas".
Pone
en evidencia el descomunal déficit de cuenta corriente de EU, resalta
el desplome sin precedente de su ahorro que ha hecho "muy
vulnerable al dólar", para luego enfocarse en la "emisión
récord" de "obligaciones colateralizadas de deuda" (CDO,
por sus siglas en inglés) por 470 mil millones de dólares, sumadas
de otras CDO sintéticas (sic) por 524 mil millones adicionales".
Evans–Pritchard explica que las CDO "son similares a paquetes
de bonos hipotecarios y de otros tipos de deuda", mediante los
cuales los "bancos transfieren su exposición a los compradores
de seguros, lo que les confiere poco incentivo para evaluar los
riesgos".
Las
megafusiones (M&A, por sus siglas en inglés) alcanzaron 4.1
millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) y las
"compras apalancadas" (leverage buy–out), dicho en
castizo, vulgares "compras de saliva", llegaron a 753 mil
millones de dólares, lo cual se refleja en una proporción
deuda/efectivo de caja de 5.4. Concluye que "tarde o temprano el
ciclo de los créditos variará y las tasas de quiebra empezarán a
aumentar".
En
una nota alusiva, la agencia británica Reuters (24.06.07) reporta que
el gerente general del BIP, Malcolm Knight, aconsejó a los bancos
centrales del mundo "incrementar aún más sus tasas de interés
con el fin de abatir las presiones inflacionarias" –a lo que ya
se había adelantado el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn
King, como avisamos a tiempo en Bajo la Lupa (20.06.07): "La
quiebra del sistema financiero anglosajón –y del G–7".
En
este contexto delicado para las finanzas globales, para no variar, los
grotescos poseídos neoliberales "mexicanos" Agustín
Carstens, ex funcionario del FMI que EU colocó en la Secretaría de
Hacienda, y Guillermo Ortiz Martínez, el locuaz gobernador del Banco
de México, no cesan de regurgitar su hiper–optimismo por encima del
muy serio Henry Hank Paulson, secretario del Tesoro de EU, quien hace
mucho que perdió afortunadamente el habla.
Se
acumulan las pésimas noticias (que nos disculpen los poseídos
neoliberales). Peter Schiff, presidente de Euro Pacific Capital (con
sede en Connecticut) alertó sobre la "catástrofe" (¡literal!)
potencial en el mercado de CDO a consecuencia del colapso de los
"fondos de cobertura de riesgo" (hedge funds) de la
estadunidense Bear Stearns, una de las principales corredurías y
banca de inversiones y seguros del mundo.
Se
pusieron de moda las CDO y Standard & Poor's, que pertenece a la
empresa McGraw Hill que publica la revista The Business Week y de cuyo
consorcio fue importante ejecutivo nada menos que el superespía
devaluado John Dimitri Negroponte, degradó un buen cúmulo de CDO, a
lo que se han sumado las calificadoras Moody's y Fitch Ratings.
Sin
profundizar demasiado, baste señalar que los críticos de las CDO
argumentan que no valen nada, ya que su valor ficticio forma parte de
un engaño contable muy elaborado. Ni más ni menos que el prototipo
del "síndrome Enron", pero con otros instrumentos de
superchería más sofisticados de ingeniería financiera. Mejor aquí
nos detenemos.
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