Transportes,
escuelas, sistemas de agua y puentes muestran su fragilidad ante la
falta de inversión, mientras el presupuesto de guerra es de 602.000
millones, además de 11.000 millones por mes que se gastan en la
ocupación de Iraq
La
caída del puente en Minneapolis
Se
tambalea la infraestructura pública de EEUU
Por
David Brooks
La
Jornada, 09/08/07
Nueva
York, 8 de agosto.- Estados Unidos se está cayendo. El Metro de Nueva
York quedó paralizado esta mañana a causa de inundaciones provocadas
por una tormenta; la semana pasada se cayó un puente en Minneapolis
matando a por lo menos cinco personas e hiriendo a decenas; hace casi
un mes estalló un gigantesco ducto subterráneo en pleno centro de
Manhattan, hirió a unas 40 personas y provocó pánico ante la
suposición inicial de que se trataba de un atentado terrorista, y
hace dos años fue destruida una buena parte de la ciudad de Nueva
Orleáns cuando sus diques no soportaron el paso de un huracán.
Al
parecer, los "terroristas" no son la mayor amenaza para
Estados Unidos, sino las deficiencias y el deterioro de sus puentes,
sistemas de agua y de transporte, diques, carreteras y túneles. Estos
recientes desastres no se debieron a atentados realizados por
"enemigos", sino porque en el país más rico del mundo se
ha dejado de invertir en infraestructura pública.
Un
informe de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles emitido en
2005, donde se califica el estado de la infraestructura del país,
asignó una calificación de D (el esquema de calificaciones académicas
empleadas en este país es de A, la mejor; las notas aprobatorias son
hasta D, menos de eso es reprobar). Pero, peor aún, se otorgaron
calificaciones inferiores a D a sistemas de agua potable, tratamiento
de aguas negras y vías acuáticas navegables del país.
Presas
inseguras, líneas de transmisión eléctrica sobrecargadas, parques y
playas públicas en malas condiciones y un grave deterioro de escuelas
públicas también recibieron una calificación menor a D, todo ello
debido a la decreciente inversión pública y a la disminución del
presupuesto para infraestructura.
Nueva
Orleáns continúa como el ejemplo más severo de la fragilidad de la
infraestructura pública y sus potenciales consecuencias humanas.
Durante meses y hasta años antes del desastre que prácticamente anuló
la vida de esta ciudad, cuando el huracán Katrina azotó las costas y
provocó el desalojo de la población justo hace dos años, se había
advertido de la posibilidad de que ocurriera esta tragedia.
La
revista National Geographic y el periódico local New Orleans Times
Picayune habían publicado extensos reportajes que pronosticaban, en
algunos aspectos con aterradora precisión, lo que en realidad sucedió.
No fue responsable de la tragedia sólo el huracán, sino la falta de
inversión en la defensa hidráulica de esa ciudad, con su extenso y
obsoleto sistema de diques y bombas.
El
resultado del paso del meteoro fue el éxodo de cientos de miles;
decenas de muertos y desaparecidos; tétricas imágenes de cadáveres
flotando en las calles, y gente, en su mayoría pobre y
africana–estadounidense, gritando para pedir auxilio desde los
techos de sus casas.
El
puente de una carretera interestatal que colapsó en Minneapolis la
semana pasada –justo en la hora pico, haciendo que los vehículos
cayeran al río Mississippi desde una altura de 20 metros– carecía
de apoyos estructurales para prevenir que una falla pudiera amenazar
la integridad de la edificación. Otros 756 puentes en todo el país
tienen el mismo diseño, informó el New York Times. Por ahora, esa
"deficiencia" costó la vida a por lo menos cinco personas,
la desaparición de ocho y decenas de heridos.
Un
27 por ciento de los 590 mil puentes del país fueron considerados por
los ingenieros civiles como "estructuralmente deficientes o
funcionalmente obsoletos". El Puente Número 9340, el más usado
en todo el estado de Minneapolis, había sido clasificado como
"estructuralmente deficiente" durante por lo menos 17 años,
según autoridades estatales y federales. Esa clasificación es
compartida por 77 mil puentes más a nivel nacional, indicó el diario
Washington Post.
El
hecho es que, como se mostró en el caso de Nueva Orleáns, los políticos
optan casi siempre por sacrificar los fondos de mantenimiento de la
infraestructura civil ante casi cualquier otra prioridad.
Todos
los políticos, por supuesto, expresaron de inmediato su preocupación
por la infraestructura nacional al responder a la noticia del puente
en Minneapolis, como igual lo hicieron con Nueva Orleáns hace dos años.
"Tenemos una infraestructura –carreteras, puentes, presas– en
pésimas condiciones en todo el país y debemos observar esto
duramente", declaró el líder del senado Harry Reid la semana
pasada.
Aunque
el Congreso aprobó en 2005 casi 290 mil millones de dólares para
asuntos de transporte para los próximos seis años, el gobierno
necesitará gastar 188 mil millones en los próximos 20 sólo para
componer los puentes del país, según un cálculo de la sociedad de
ingenieros civiles.
Para
la cúpula empresarial, esta falta de suficiente inversión pública
en la infraestructura –sobre todo en sistemas de transporte
incluyendo las carreteras– podría tener consecuencias económicas
catastróficas. "Muy pronto se nos va agotar la capacidad, y eso
pondrá frenos severos a la productividad, la tasa de ganancias y
nuestro modo de vida", advirtió Janet Kavinoky, directora de
asuntos de infraestructura de transporte de la Cámara de Comercio de
Estados Unidos, en entrevista con el Washington Post hace unos días.
Por
otro lado, algunos gobiernos estatales, ante la limitada inversión pública
federal y con cada vez más altos costos para mantener la
infraestructura, han tenido que acudir al sector privado para mantener
o ampliar sus carreteras, opción promovida por el gobierno de George
W. Bush, según reporta el Post. O sea, se empieza a privatizar la
infraestructura pública.
No
pocos aquí, al enterarse del puente en Minneapolis, respondieron con
"el gobierno gasta 2 mil millones a la semana en Irak, pero no
invierte en sus propios puentes aquí". Fue la misma reacción
cuando fracasaron los primeros esfuerzos de rescate en Nueva Orleáns,
ya que el equipo y el personal necesario –sobre todo de la Guardia
Nacional– estaba a miles de kilómetros de la región... en Irak.
La
Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés)
–agencia del Poder Legislativo no partidista de investigación–
calculó que desde septiembre de 2001 a hoy día, el Congreso ha
autorizado un total de 602 mil millones en fondos destinados a la
"guerra contra el terrorismo", en particular las operaciones
militares en Irak y Afganistán. El CBO calcula que hoy el gobierno
está gastando 11 mil millones de dólares al mes en Irak y Afganistán
(9 mil millones de éstos en Irak).
Al
calcular el gasto potencial durante los próximos 10 años, el CBO
dice que, dependiendo del tamaño de la presencia militar
estadounidense en esos países y otros factores, Estados Unidos podría
tener que invertir entre 481 mil millones y un billón 10 mil millones
entre 2008 y 2017.
Al
parecer, hay más que suficientes fondos públicos para la guerra del
otro lado del mundo, pero no suficiente para asegurar que los puentes
no se caigan, los diques no se derrumben y los tubos subterráneos no
estallen en casa.
Este
país se está cayendo, literalmente, por dentro.
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