El
"cerebro" que siempre "tenía un plan"
La renuncia de Karl Rove genera dudas sobre el futuro de Bush y los
planes de Washington
IAR Noticias, 15/08/07
Karl Rove, el hombre señalado como el "cerebro de Bush",
en cuyo historial se mezclan, la derecha fundamentalista, los
negocios y el crimen político, acaba de anunciar su retiro como
principal asesor estratégico de la Casa Blanca. Su partida ya genera
dudas y variadas hipótesis sobre el futuro de los planes de la Casa
Blanca, principalmente en torno a Rusia, Irán y Medio Oriente.
George W. Bush siempre se dirigió a él llamándolo por el
apodo de "chico genial", y cuando lo describía en público
lo señalaba como el "hombre que siempre tiene un
plan".
Para unos Karl Rove es una reencarnación de Maquiavelo,
para otros simplemente es un rufián político sin escrúpulos que no
conoce los límites en el ejercicio de la acción psicológica y
de las intrigas políticas contra sus enemigos y los del Presidente de
EEUU.
Parte de la prensa estadounidense describió el anuncio de
su renuncia como el "principio del fin de la era Bush"
signada por la invasión y ocupación de Irak y Afganistán tras el
11-S, cuyas campañas psicológicas masivas previas para convencer a
la "opinión internacional" de la necesidad de ocupar esos
países para "combatir al terrorismo" fueron pergeñadas
por Rove y su equipo.
Karl Rove, el principal asesor político del presidente
George W. Bush durante 34 años y una figura clave durante toda
su presidencia, dejará su puesto en la Casa Blanca al final de este
mes, según el mismo lo anunció durante una entrevista en The Wall
Street Journal.
"No fue fácil. Las discusiones comenzaron el año
pasado y ahora es el momento. Voy a extrañar, muchísimo, mi trabajo
aquí", señaló Rove, a quien la prensa estadounidense llama "el
cerebro de Bush".
"Estoy agradecido de haber sido un testigo de la
historia. He visto un hombre con gran coraje (Bush) que puso a los
EE.UU. en pie de guerra para protegernos de un enemigo brutal",
señaló el "cerebro".
Ni Bush, ni Rove, aceptaron este lunes preguntas por parte
de los periodistas sobre la renuncia, pero según dijo el asesor en la
entrevista con The Wall Street Journal, se aleja de la Casa
Blanca para "dedicarse a su familia".
En los últimos meses, sobre todo tras la derrota de los
republicanos en las elecciones legislativas de noviembre de 2006, Rove
(junto con Cheney uno de los blancos favoritos de las campañas y las
denuncias contra la administración Bush) se vio salpicado por varios
escándalos en la justicia, entre ellos el CIA-gate y el despido de
ocho fiscales federales que investigaban causas gubernamentales.
Pero el más grave fue el caso de la ex espía Valerie Plame
(cuyo nombre y función en la CIA fueron revelados en la Casa Blanca)
en el cual Rove fue señalado como una de las fuentes que
filtró la identidad de la entonces agente de la CIA, aunque nunca
fue acusado formalmente.
Con respecto a su vinculación con el escándalo por el
despido en 2006 de los ocho fiscales generales, el Senado de
EE.UU., lo citó para rendir testimonio en una audiencia, pero Bush
ejerció sus privilegios presidenciales e impidió su comparecencia.
Rove y el
"ocaso de Bush"
Analistas y comentaristas de la prensa estadounidense
coincidían el lunes en que la partida de Rove del gobierno marca el
ocaso (a casi un año y medio de finalizar su mandato) de la
administración republicana de George W. Bush, acorralada por
denuncias y escándalos judiciales y empantanada en dos frentes de
ocupación militar (Irak y Afganistán) que insumen cuantiosos
recursos del tesoro de EEUU, y ya han causado la muerte de miles de
soldados norteamericanos.
Desde que los republicanos perdieran la mayoría en las dos
cámaras del Congreso, y en medio de una feroz guerra por el poder
con los demócratas, George W. Bush debió ceder a sus adversarios
las cabeza de algunos de sus más importantes colaboradores, como la
Donald Rumfeld que renunció a la Secretaria de Defensa, y la última,
la de su eminencia gris Karl Rove, que se va de la Casa Blanca
presionado por los escándalos.
La dimisión de Rove a un año y medio del fin de la
presidencia de Bush confirmaría, según analistas de las grandes
cadenas, la debilidad en la que se halla el presidente en materia
de asuntos internos.
Desde la derrota republicana en las elecciones legislativas
de noviembre de 2006, Bush sufre una fuga de asesores, entre
ellos el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, que fue
sacrificado por la impopularidad de la guerra de Irak, factor
determinante de lo que Bush llamó "paliza" electoral.
Bush debió resignarse luego a la partida de otro eminente
estratega, Dan Bartlett, y la de los asesores en seguridad
nacional J.D. Crouch y Meghan O'Sullivan, del director
encargado del presupuesto, Rob Portman, de la directora política
Sara Taylor y de la asesora en asuntos legales Harriet Miers.
Al igual que Rove, la mayoría invocó la voluntad de
"pasar más tiempo con la familia".
Según comentaban este lunes los principales analistas de la
prensa estadounidense, semejante éxodo de "cerebros"
(incluido el de Rove) marcan el ocaso definitivo de la administración
que instaló las invasiones militares como política de Estado para
"combatir al terrorismo" tras los atentados del 11-S.
En este escenario, la renuncia de Rove, el asesor
estratégico clave que intervenía en casi todos los asuntos
presidenciales, tanto de política interna como exterior, es la señal
más visible de la decadencia y el ocaso que aquejan a la
administración de George W. Bush en su segundo mandato.
Por supuesto, que en las usinas políticas y entre los
"tanques de pensamiento", tanto demócratas como
republicanos, ya son muchos los que se interrogan cuales serán los
efectos de la renuncia del "cerebro de Bush" sobre los
planes y estrategias de la Casa Blanca , principalmente en Medio
Oriente y Europa, donde el conflicto con Irán y la "guerra
fría" con Rusia dominan la agenda de Washington y el Pentágono.
¿Con el sacrificio de Rove estará Bush tratando de
impulsar una nueva dinámica en su administración? ¿Habrá cedido a
las presiones de los miembros de su Partido Republicano, preocupados
por el impacto de la caída en desgracia del presidente y ya próximas
las elecciones de 2008?, se preguntaban este lunes analistas citados
por la prensa estadounidense.
Ciertamente "la ausencia de Rove será un poco como
Paul McCartney sin John Lennon. La música será diferente",
dijo a la radio CBS News Wayne Slater, autor de una biografía
de Rove.
El analista Stephen Hess, de la Brookings Institution,
niega terminantemente que la partida Rove afecte sustancialmente los
proyectos de la Casa Blanca.
Según Hess, "el genio de Rove consistió en hacer
elegir a Bush en dos ocasiones (...), pero no ha sido nada exitoso
como estratega en el seno de la Casa Blanca"
Hess tampoco aguarda un cambio de rumbo; a lo sumo "un
poco menos de flexibilidad en la reacción" de la
administración frente a las realidades políticas, pero no un
"cambio sustancial".
En general, la prensa norteamericana coincidia el lunes en
que la partida de Rove no alterará para nada los proyectos estratégicos
de la Casa Blanca dominados por el conflicto con Irán, la
escalada islámica en Medio Oriente, y la "guerra fría"
entre Rusia y el eje EEUU-Unión Europea que viene experimentando un
aceleramiento.
El
"cerebro" de Bush
En el 2004, año de elecciones presidenciales, se estrenó
en varias ciudades de los Estados Unidos un documental titulado "El
cerebro de Bush" , cuyo argumento se basó en un exitoso
libro escrito por Wayne Slater y James Moore, periodistas de
Texas.
Como idea principal el documental sostenía que hay un
estratega en Washington y "tiene un plan"
("el hombre que siempre tiene un plan", lo llama el
presidente), que se encuentra en el entorno de George W Bush, y que
brilla con luz propia dentro del círculo de halcones de la talla de
Rice, Cheney, Rumsfeld o los más avezados integrantes del lobby
judío del Pentágono.
El filme, producido y dirigido por José Mealey y Michael
Paradies Shoob, afirmaba que Karl Rove "es un político
despiadado, táctico y brillante", el cerebro ejecutor capaz
"de darle forma a la política de la nación".
Más allá de la película, nadie discute que Karl Rove
no sólo ha sido el creador de todas las campañas políticas de
George W. Bush, sino también el hombre que construyó la imagen
pública y los discursos del actual presidente de EEUU.
Karl Rove nació el 25 de diciembre de 1950, en Denver, sus
ambiciones políticas lo llevaron a abandonar sus estudios en la
Universidad de Utah para unirse a la campaña de un senador
republicano. “Soñaba con ser presidente y hacía lo imposible
por conseguir autógrafos de un gobernador”, dijo de él la
revista española Qué Pasa.
De bajo perfil, acostumbrado a manejarse en las sombras,
temido y odiado por los periodistas, sobre Karl Rove, oficialmente "un
consejero" presidencial, se tejen distintos mitos que ahondan
en un pasado "turbio" donde se mezclan la realidad y la
leyenda en un mismo plano.
Señalado indistintamente como el "Goebbels de Bush",
o como un simple hampón de la política infiltrado en Washington,
Rove construyó poder bajo el ala del clan Bush, como amigo personal
de W. a quien conoce desde hace treinta años, y protegido por el jefe
de la familia, el ex presidente George Bush quien lo
introdujo en la política cuando sólo era un joven veinteañero.
"El hombre detrás de la cortina", "el rey
Karl", "el inventor de un Presidente", "el cerebro
de Bush", de todas esas formas se lo llamó a este consejero, de
quien se dijo que tuvo una influencia en el entorno presidencial sólo
comparable a la que ejercen Condoleezza Rice o el propio
vicepresidente Dick Cheney, el socio y compañero de
andanzas del padre de Bush.
Pero más allá de esas leyendas, Karl Rove fue el hombre
que con sus estrategias electorales llevó a W. Bush a ocupar la
gobernación de Texas, a su reelección como gobernador, y
luego a ocupar el sillón de la Casa Blanca, la máxima jerarquía política
en el estado imperial norteamericano.
De Rove, un especialista en acción psicológica y en
inteligencia política, se dijo que fue el "constructor"
electoral de Bush, a quien condujo desde que comenzara su carrera
en la gobernación de Texas.
En realidad, Bush y Rove, con pocos años de diferencia
entre ellos, se "construyeron juntos", a partir de
una larga carrera política que comenzó en el año 1973 cuando ambos
se conocieron en el entorno de Bush padre, el verdadero cerebro
"en las sombras" que se proyecta en todas las decisiones
presidenciales de su hijo W.
Fue precisamente en la campaña presidencial de Bush padre,
a fines de los 80, donde W. y Rove comenzaron a diseñar sus primeras
tácticas y contactos con el cerrado mundo de la derecha conservadora
y del fundamentalismo cristiano estadounidense.
Como afirma en su libro el teólogo protestante Juan B.
Stam (“Un exorcista para G. W. Bush”: 4 de agosto de 2003), cuando
W. Bush y Rove trabajaban en la campaña para la elección presidencial
de Bush padre, ambos actuaban de enlace con el sector “evangélico”.
“Los dos manejaron a la perfección la semántica de esa subcultura.
Mientras otros candidatos discutían los temas polémicos, Rove
aconsejó a Bush que simplemente hablara de "su fe".
Desde entonces, según Stam, Bush hijo se presentaba como “un
hombre con Jesús en su corazón”. Cuando un periodista le
preguntó quien era su filósofo sociopolítico favorito, Bush contestó:
“Jesús, porque cambió mi vida”.
Eso correspondía perfectamente al individualismo extremo
del fundamentalismo y constituye lo que en el metalenguaje de subcódigos
evangélicos se llama “testimonio personal”.
El "testimonio personal" de Bush configuró la
leyenda (inventada por Rove) del presidente fundamentalista
norteamericano que situó al "terrorismo islámico" como el
nuevo enemigo estratégico de la humanidad tras la desaparición de la
URSS.
Una hipótesis de conflicto que (como ya se está
comprobando) continuará con el próximo que ocupe la Casa Blanca, y cuando
Bush y su "cerebro" solo sean ceniza de la historia.
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