Renunció
Karl Rove, el “todoterreno”
Por
Roberto Bardini
Bambú Press, 14/08/07
En
Washington se comentaba en voz baja que el asesor presidencial Karl
Rove era “el único cerebro del gobierno”, con más influencia
sobre George W. Bush que la ex consejera en cuestiones de seguridad
Condoleezza Rice, actual secretaria de Estado. Se le consideraba un
“niño genio de la política”, la “eminencia gris” de la Casa
Blanca, un “co-presidente” en las sombras. El propio Bush lo llamó
“el arquitecto de la victoria” luego de su reelección
presidencial en 2004.
En
una entrevista con The Wall Street Journal, Rove anunció que
renunciará a fines de agosto porque quiere dedicarse a su familia. La
vocera de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo que su dimisión es “una
gran pérdida” y lo calificó como “una mente brillante”. Rove,
asesor de Bush desde su candidatura a gobernador de Texas en 1993,
llegó a la Casa Blanca con él en 2001.
Menos
apologéticos, los detractores de Rove lo definen como “el Joseph
Goebbels” de la administración republicana, en alusión al ministro
de Propaganda del Tercer Reich. Sostienen que es un personaje tramposo
y carente de ética, especialista en trabajos sucios y tráfico de
influencias, como casi todos los que reptan en la sinuosa y delgada línea
donde se diluye la frontera entre la política, los negocios y el
enriquecimiento rápido.
Nacido
el 25 de diciembre de 1950 en Denver (Colorado), Rove se transformó
en un experto en superar circunstancias adversas. Su padre se fue de
la casa cuando él tenía 19 años y su madre se suicidó en 1981. Él
abandonó sus estudios en la Universidad de Utah, donde era líder de
los alumnos conservadores, para trabajar en la campaña de un senador
republicano; hoy, inexplicablemente, es presidente de la Asociación
de Graduados.
Después,
Rove se unió a la firma Black, Manafort, Stone & Kelly, como
asesor de imagen del dictador filipino Ferdinand Marcos, derrocado en
1986; del contrarrevolucionario angoleño Jonás Savimbi, cabecilla de
la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA)
respaldado por la CIA y Sudáfrica, y del ex primer ministro de
Bahamas, Lynden Oscar Pindling, honrado con el rango de “sir” por
el Reino Unido y sospechado de vínculos con el tráfico de drogas.
El
ex asesor también hizo promoción y cabildeos para la empresa
tabacalera Phillip Morris, acusada de mentir acerca de los riesgos de
fumar, manipular información acerca de los niveles de nicotina y
dirigir millonarias campañas de publicidad dirigidas a adolescentes.
La firma, acosada por varias demandas, es una de las principales
contribuyentes en las campañas políticas del Partido Republicano.
A
comienzos de la década de los 80, Rove abrió en Texas una consultoría
para empresarios y políticos. Fue ahí donde George Bush padre posó
sus ojos en él y en 1988 lo designó su asistente en el Comité
Nacional Republicano. También fue ahí donde conoció a George Bush
hijo y lo catapultó a la gobernación del estado en 1994 y, después
de un segundo mandato, a la Casa Blanca en 2000.
Como
principal consejero del presidente, Rove ha estado envuelto en algunos
escándalos. Se cree que fue él quien filtró a la prensa en 2003 la
identidad de Valerie Plame, una agente encubierta de la CIA, como
venganza a la oposición de su marido, el diplomático Joseph Wilson,
a la invasión de Irak. También se le vinculó el año pasado al
desprolijo despido de ocho fiscales federales, algunos de ellos
encargados de investigaciones que resultaban incómodas para la Casa
Blanca. En ambos casos, Bush utilizó su influencia para evitar que su
consejero compareciera a declarar ante la justicia.
El
nombre de Rove saltó a las primeras planas de la prensa en 2005,
cuando afirmó que después de los atentados aéreos del 11 de
septiembre de 2001, los liberales estadounidenses querían brindar
“terapia y comprensión a los terroristas” en lugar de represalias
militares. Cuando el Partido Republicano perdió la mayoría en ambas
cámaras en las elecciones legislativas de 2006, provocó el enojo de
los demócratas al calificar a Hillary Rodham Clinton como una
candidata presidencial “defectuosa”.
El
ex “único cerebro del gobierno” no quedará desprotegido económicamente
tras su renuncia, ya que ha sido previsor y cuenta con algunos
ahorros. En junio de 2001, la agencia de noticias Associated Press
reveló que poseía de uno a tres millones de dólares en acciones en
cada una de las siguientes firmas: American Express, Boeing, Cisco
Systems, Enron, General Electric, Intel y Johnson & Johnson farmacéutica.
A
pesar de todos estos antecedentes, Karl Rove se aleja del poder tan
“limpio, blanco y perfumado” como un anuncio publicitario de
detergente. En Estados Unidos la ropa sucia también se lava en casa.
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