Bush
convoca a “apoyar la transición en Cuba” manteniendo el bloqueo
Por David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 25/10/07
Nueva
York, 24 de octubre.– El presidente George W. Bush atacó este miércoles
al gobierno de Cuba y convocó a la “comunidad internacional” a
apoyar “el movimiento democrático” de la isla, al proclamar que
“los disidentes de hoy serán los líderes de esa nación”, en su
primer discurso dedicado exclusivamente a Cuba en cuatro años.
Una
vez más el mandatario estadounidense definió la transición de poder
de Fidel a Raúl Castro como inaceptable para Washington, y descalificó
los cambios que se han anunciado por el gobierno cubano durante el último
año.
La
situación en Cuba “no mejorará al intercambiar un dictador por
otro. No mejorará si buscamos acomodarnos con una nueva tiranía en
los intereses de la ‘estabilidad’. América (sic) no tomará parte
en dar oxígeno a un régimen criminal victimizando a su propio
pueblo. No apoyaremos las formas viejas con nuevas caras….”, afirmó.
A
la vez, reafirmó que no habrá ningún cambio en el bloqueo de La
Habana impuesto por Washington. “Mientras el régimen mantenga su
monopolio sobre la vida política y económica del pueblo cubano,
Estados Unidos mantendrá el embargo”, declaró, al reafirmar que la
“fuente del sufrimiento de Cuba no es el embargo, sino el sistema
comunista”.
Ante
diplomáticos invitados al Departamento de Estado (aunque en esta
ocasión no fue invitado el embajador de Venezuela y varios estaban
incómodos en aceptar presentarse, según fuentes diplomáticas aquí),
Bush declaró que “ahora es el momento de apoyar el movimiento
democrático creciente en la isla”, y que “ahora es el momento
para que el mundo ponga a un lado sus diferencias y se prepare para la
transición de los cubanos a un futuro de libertad, progreso y
promesa”.
En
ese contexto, propuso establecer un “Fondo de la Libertad”, una
iniciativa para recaudar miles de millones de dólares de gobiernos y
organismos internacionales que serían empleados para apoyar la
“reconstrucción” de la economía cubana y su transición hacia la
“democracia”. Los fondos serían accesibles a los cubanos sólo
después que el gobierno cubano compruebe que ha establecido las
“libertades fundamentales” sociales, económicas y políticas.
Nombró a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y al secretario
de Comercio, el cubanoestadounidense Carlos Gutiérrez, para encabezar
el esfuerzo a fin de establecer el fondo.
A
la vez, convocó a los gobiernos a apoyar a la disidencia interna en
Cuba, y les propuso que abran sus embajadas en La Habana a “líderes
pro democracia e invitarlos a diferentes actos”, usar sus sedes para
ofrecer a los cubanos acceso al Internet y a libros y revistas, y
“pueden alentar a sus ONG a relacionarse directamente con la
sociedad civil independiente de Cuba”.
Elogió
a la República Checa, Hungría y Polonia como “fuentes vitales de
apoyo y aliento a la valiente oposición democrática de Cuba. Le pido
a otros países hacer lo mismo”.
Ante
el público invitado, en el que también estaban disidentes cubanos, y
entre quienes se reconoció la presencia de familiares de cutaro
cubanos encarcelados por delitos políticos, Bush reiteró su llamado
a apoyar la oposición interna en Cuba.
En
un mensaje supuestamente dirigido al pueblo cubano, Bush declaró que
“ustedes tienen el poder de forjar su propio destino. Ustedes pueden
lograr un futuro en que los líderes responden a ustedes”. Además
se atrevió a invitar a las fuerzas armadas de la isla a ese
“futuro”, y afirmó que “ustedes tal vez habían creído en la
revolución. Ahora pueden ver su fracaso”.
Después
de un largo repaso por la ausencia de libertades y violaciones a los
derechos humanos, Bush acusó: “el paraíso socialista es un gulag
tropical”, y aseguró que seguramente hay “más horrores” que sólo
serán descubiertos después del fin del régimen actual, y que éstos
“avergonzarán a los defensores del régimen y todas aquellas
democracias que han guardado silencio”.
El
secretario de Comercio Gutiérrez comentó poco después a periodistas
que el discurso “fue un mensaje claro a la comunidad internacional y
al pueblo de Cuba de que deseamos ayudarlos en su momento de transición”,
y sostuvo que “planeamos formar parte” de la reconstrucción del
país.
El
subsecretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental,
Thomas Shannon, en la misma conferencia de prensa después del
discurso, calificó el mensaje del presidente como uno sobre
“empoderar al pueblo cubano para controlar su propio destino, porque
se reconoce que el cambio en Cuba será dirigido por cubanos y que lo
que la comunidad internacional puede hacer es crear un clima que ayude
al pueblo cubano a llevar a cabo ese cambio”.
El
presidente Bush ofreció nuevas medidas para “ayudar de manera
directa” al pueblo cubano bajo la condición de que el régimen
“se salga del camino”. Mencionó dos: otorgar licencias a ONG y
grupos religiosos para enviar computadoras y acceso al Internet para
el pueblo cubano; y segundo, extender invitaciones a jóvenes cubanos
aun programa de becas educativas internacionales.
Varios
analistas y comentaristas se preguntaban el porqué realizar el
discurso ahora. Algunos comentaron que obviamente hay un elemento de
política electoral, mientras otros ponderaban si esto sólo fue una
advertencia a otros países que están explorando mayores relaciones
con el gobierno encabezado por Raúl Castro.
A
la vez, voces conservadoras insisten sobre la “amenaza” a la
seguridad nacional que representa Cuba. El centro de investigaciones
conservador Heritage Foundation ha programado un foro este jueves con
funcionarios y oficiales de inteligencia estadounidense que abordarán
cómo “Cuba está agresivamente promoviendo el anti–americanismo a
través de América Latina” mientras que “los servicios de
inteligencia cubanos han intensificado su enfoque sobre Estados
Unidos, poniendo en riesgo operaciones militares estadounidenses”.
Estas preocupaciones sobre “la amenaza de Cuba a la seguridad
nacional de Estados Unidos” serán evaluadas en el foro.
Pero
para analistas veteranos de la relación bilateral de Estados Unidos
con Cuba, el discurso fue poco novedoso y descartan que sea augurio de
alguna nueva estrategia de agresión.
Wayne
Smith, del Centro de Políticas Internacionales (CIP) en Washington y
ex encargado de la sección de intereses de Estados Unidos en La
Habana, comentó en entrevista con La Jornada que “no hay nada
nuevo” en el discurso, y que sólo repitió lo mismo que ha venido
diciendo desde 2004. “El discurso obviamente está dedicado a esa
pequeña bola de cubanoestadounidenses de línea dura aquí” comentó.
Su rechazo de una transición de Fidel a Raúl Castro es absurda,
consideró Smith, “a menos de que aún no se ha dado cuenta de que
ya ocurrió”. Además, preguntó, “¿y qué va hacer Bush al
respecto?”. Agregó que sólo fue una reafirmación de una política
inefectiva de Washington.
Preguntado
si comparte la preocupación de algunos en América Latina de que el
discurso podría ser un preludio a nuevos ataques o misiones de
intervención, Smith descartó esa posibilidad. “Estamos tan
empantanados en Irak y Afganistán, que aun si quisieran hacerlo, no
es posible ahora”. Subrayó que el discurso tenía sobre todo un
propósito político electoral doméstico.
Otro
observador veterano de la política estadounidense hacia América
Latina declaró a La Jornada que “aunque pareciera que el blanco del
ataque verbal era La Habana, el mensaje en verdad fue destinado a unos
250 kilómetros más cerca de Washington que eso: Miami”.
Responde
el canciller cubano
El
discurso del jefe de la Casa Blanca, es “fruto de la desesperación”
Por
Gerardo Arreola
Corresponsal
en Cuba
La
Jornada, 25/10/07
La
Habana, 24 de octubre.– La línea anunciada este miércoles por el
presidente George W. Bush vaticina “una escalada sin precedente”
contra Cuba, pero al mismo tiempo muestra “frustración” por la
falta de resultados de su política en la isla, donde la reacción
“es de serenidad y de firmeza”, dijo hoy el canciller Felipe Pérez
Roque.
El
ministro de Relaciones Exteriores salió rápidamente a replicar a
Bush, apenas unas dos horas después que el mandatario habló en el
Departamento de Estado.
Pérez
Roque subrayó claramente la implicación de violencia en el discurso
del jefe de la Casa Blanca y sus riesgos, pero al mismo tiempo
contrastó la retórica del presidente estadounidense con el hecho de
que Bush no ha conseguido en siete años de gobierno destruir el
sistema político cubano.
Sin
aludir a la enfermedad del presidente Fidel Castro, el canciller también
comparó las pretensiones estadounidenses con la situación de orden y
tranquilidad en la isla, en el trance del interinato de Raúl Castro.
Al
final de un discurso de casi una hora, ante periodistas, funcionarios
del Ministerio de Relaciones Exteriores y algunos invitados, el
canciller volteó el enfoque y expuso en un pliego de 12 puntos lo que
Cuba considera “la agenda” con Estados Unidos.
Aunque
Pérez Roque dijo que era una plataforma que Bush debía considerar,
el perfil del mandatario y el año que le queda en el poder prácticamente
descartan un giro tan espectacular. Pero su formulación pública
implica un horizonte de entendimiento y el papel queda sobre la mesa
del próximo jefe de la Casa Blanca.
En
sustancia, los 12 puntos reclaman: respeto a la independencia cubana;
cese de las amenazas, del estímulo a una oposición interna, de las
emisiones hostiles de radio y televisión y de la propaganda sucia;
levantamiento del bloqueo económico; plena libertad de viaje de los
estadounidenses y cubanos emigrados a la isla; derogación de la ley
que otorga residencia a cualquier cubano que pisa territorio
estadounidense y cumplimiento de los actuales acuerdos migratorios;
liberación de los cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos;
extradición a Venezuela o juicio local a Luis Posada Carriles,
confeso instigador de atentados contra objetivos cubanos; cese de las
presiones contra terceros países para hostilizar a la isla y cierre
de la prisión de Guantánamo y devolución a Cuba del territorio que
ocupa la base naval.
En
la réplica a Bush, Pérez Roque puso los reflectores sobre la porción
del mensaje que conlleva la amenaza de fuerza, cuando dice que la
palabra clave en el trato con Cuba no es “estabilidad”, sino
“libertad”.
“Cuba
entiende estas palabras como un acto irresponsable, que da una idea
del nivel de frustración, de desesperación y de odio personal”, señaló
Pérez Roque. El discurso confirma que la política de Bush “es el
cambio de régimen en Cuba, incluso por la fuerza”.
El
canciller repasó los escenarios implícitos en la formulación (un
“fantasioso levantamiento interno”, un ataque directo), pero
desembocó, igual que lo hacen invariablemente otros dirigentes
cubanos en esa hipótesis, en que la defensa convertiría una agresión
a la isla en un conflicto prolongado.
Desde
que tomó el mando directo del país, en julio de 2006, Raúl Castro
dispuso un vasto ejercicio militar, con movilización de todos los
escalones de fuerzas disponibles, incluyendo civiles encuadrados en
milicias y reservas, y que concluirá en noviembre de 2008,
precisamente cuando termine el mandato de Bush.
Pérez
Roque revisó también el escalamiento del lenguaje del presidente de
Estados Unidos hacia Cuba, desde 2004, cuando habló, primero, de
“trabajar” para una “transición rápida y pacífica a una
democracia”; luego, de “acelerar” ese proceso y así siguió en
un endurecimiento que lo llevó este año a proponerse “presionar
duro”, hasta llegar a los giros de hoy.
“Si
el objetivo de las palabras del presidente de Estados Unidos es
intimidar al pueblo, asustar a su dirección, debo decirle desde ahora
que es un completo fracaso”, señaló el canciller. “Pero hay, y
tomamos nota de ello, una evolución de la agresividad, del tono de su
lenguaje hacia Cuba”.
Examinado
el factor de la amenaza de violencia, Pérez Roque entró a los
contrastes. Primero dijo que “la palabra de orden en Cuba es coraje,
serenidad absoluta y confianza en nuestra fuerza y en la solidaridad
que el mundo dispensa hoy” a su país.
En
las palabras de Bush hay “una clara frustración”, dijo el
ministro cubano, porque la isla “ha derrotado todos sus intentos,
sus planes, todas sus iniciativas”. Ahí Pérez Roque citó el
crecimiento de la economía, el tránsito de la crisis de la década
pasada a un periodo de recuperación y las elecciones municipales del
domingo anterior, como muestras de que aquí pasan cosas, menos el
vuelco que busca la Casa Blanca.
El
canciller recordó, además, en la misma línea, la ronda de reuniones
abiertas en barrios y centros laborales para que la población opine
sobre el discurso de Raúl Castro del 26 de julio y exponga el
conjunto de problemas nacionales.
“Entendemos
la reacción de hoy como un acto fruto de la desesperación”, estimó
Pérez Roque. “El presidente ve que se le acaba el tiempo, que no
puede cumplir con su promesa”. El canciller citó como resultado de
ese dilema el llamado de Bush a otros gobiernos a que se unan a
Estados Unidos en su hostilidad contra Cuba.
Luego
el ministró entró a rebatir línea a línea parte de la “descripción
mentirosa y ridícula” de Bush sobre Cuba. Rechazó la afirmación
del mandatario de que Estados Unidos envió a la isla 270 millones de
dólares en ayuda humanitaria el año pasado, cuando en realidad, dijo
Pérez Roque, fueron 5 millones de dólares, provenientes de grupos
simpatizantes del gobierno cubano, “en abierto desafío a
persecuciones y prohibiciones” de la Casa Blanca.
A
un llamado de Bush a la deserción de militares y agentes de la
seguridad, Pérez Roque lo consideró “intento vano y ridículo”.
En este tramo el canciller resumió su valoración del presidente
estadounidense así: “Usted delira”.
El
repunte de la hostilidad estadounidense no tomó por sorpresa a los
cubanos, según las señales públicas. El conflicto había sido
analizado en perspectiva por el diplomático, Ramón Sánchez Parodi,
quien fue jefe de la Sección de Intereses de su país en Washington,
vicanciller a cargo de asuntos hemisféricos y embajador en Brasil.
En
un reciente análisis, Sánchez Parodi concluyó que las secciones de
intereses (oficinas diplomáticas de rango inferior al de embajada),
acordadas en 1977, no cumplieron el objetivo que tenían, de
normalizar las relaciones, en lo que se interesaba Jimmy Carter, pero
que fue descartado por los siguientes gobiernos: Ronald Reagan, Bill
Clinton y los Bush, padre e hijo.
Sánchez
Parodi consideró tan “impensable” un avenimiento con el actual
mandatario como una agresión militar, aunque “siempre, y aún
ahora, los cubanos tenemos que estar preparados, por si acaso”.
De
los actuales aspirantes presidenciales, ni siquiera el senador Barack
Obama “se aparta de condicionar el futuro de las relaciones a un
cambio” en el sistema cubano, señaló Sánchez Parodi.
El
diplomático concluyó: “Si no aparece algún cambio en el
pensamiento de estos políticos en los próximos 15 meses, poco
podemos esperar los cubanos de la visión política de los dirigentes
norteamericanos, salvo seguir ocupados en el desarrollo de nuestro
socialismo y en el enfrentamiento a la hostilidad” estadounidense.
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