“El ejército ruso no ha conseguido doblegar la resistencia”
El
Iraq de Putin
Entrevista a Carlos Taibo (*)
Programa Prisma, TVE (Televisión Española), 15/09/04
Pregunta:
¿Qué le
parece la decisión que ha tomado el gobierno ruso de atacar cualquier
base terrorista esté donde esté... ataques preventivos como ellos le
llaman?
Respuesta:
Supongo que en el
momento presente es una baladronada. No hay por qué pensar que Rusia
va a poder alcanzar determinados objetivos que no están al alcance de
las fuerzas armadas norteamericanas. Acaso es un mensaje inquietante
para algún país limítrofe, como es el caso de Georgia. Sospecho que
en este caso, lo que los dirigentes rusos quieren hacer es simplemente
sumarse simbólicamente a un carro, liderado por los EEUU, que implica
una entronización del “todo vale” en el escenario internacional
contra el terrorismo. No creo, entonces, que tenga mayores
consecuencias esta decisión.
P:
¿Contra el
terrorismo vale todo?.
R: Con toda evidencia, no. En
primer lugar debemos sopesar qué es el terrorismo. La palabra es muy
conflictiva. Se utiliza interesadamente por los unos y por los otros.
En segundo lugar, tenemos que analizar cuales son las razones que
explican y luego justifican estos comportamientos desbocados, algo que
no hacen por desgracia nuestros gobernantes. En tercer lugar, debemos
analizar si no aplicamos políticas de doble rasero, que tratan
diferente a nuestros amigos y a nuestros enemigos, a los poderosos y a
los débiles. Y, en cuarto y ultimo termino, tenemos que garantizar
que las reglas de juegos son limpias. Cuando el presidente Putin dice
(y lo dice muy a menudo) “que con los terroristas no se negocia, se
les extermina”, tendría que dar alguna explicación sobre el
sentido legal, en el marco de las reglas de juego del estado de
derecho, de una declaración tan conflictiva como esa.
P: ¿Cuales serían las
claves del conflicto? ¿Nacionalismo, independencia, autonomía?.
R: Chechenia, es un país
ubicado en una zona geográfica muy sensible, y que se ha visto desde
siempre sometido a la presión del Imperio Ruso, desde finales del
siglo XVlll, desde hace doscientos años. Eso se ha traducido en una
presión militar muy poderosa desde el norte, que ha marcado
indeleblemente la historia del país, y en último termino ha generado
un movimiento nacionalista propio muy duro, de resistencia frente a
Moscú. Y subrayo que esta es la matriz fundamental de la resistencia
chechena: el designio de plantar cara al gigante del norte. La dimensión
religiosa que a menudo acompaña a esto, entiendo que tiene un cariz
secundario. Es un elemento acompañante que le da solidez a esa
resistencia inicial.
En ese magma se han manejado muchas opciones. Simplemente afirmo que sería
muy saludable que el pueblo checheno pudiera pronunciarse, y que entre
las opciones del pueblo checheno sería legitimo que estuviese la de
mantener a Chechenia dentro de Rusia, como sería legitimo que optase
por ser un país independiente. Me parece que lo que los chechenos
piensan en este caso, debe ser el elemento fundamental de criterio. No
hay ninguna formula mágica.
En cualquier caso, la resolución pacifica de este tipo de tensiones es el
fundamento principal de que las cosas van a mejor, con una Chechenia
integrada a Rusia, con una Chechenia autónoma dentro de Rusia, o con
una Chechenia independiente de Rusia.
P: Dentro de esa maraña
rusa, ¿ha habido territorios de primera y segunda categoría?.
R: Esto guarda mucha relación
con la trama que se uso en 1991 para encarar la desintegración de la
Unión Soviética. El criterio que se aplico entonces es fácil de
entender. Las quince repúblicas federadas que integraban la Unión
Soviética, vieron reconocido su derecho a la autodeterminación, de
tal manera que si lo deseaban, pudieron convertirse en estados
independientes. Este derecho y esa posibilidad se le negaron a las
unidades político organizativas de rango inferior. Fue el caso de
Chechenia, que era una república autónoma dentro de Rusia.
Hay que preguntarse, claro, si la idea matriz era que la Unión Soviética
era un estado artificial, todos los estados lo son. No sólo eso, si
se trataba de un estado cuya configuración político administrativa
era el resultado de decisiones caprichosas arbitradas por los
dirigentes soviéticos, habrá que preguntarse ¿por qué a unas de
esas republicas se les reconocen esos derechos y a otras no? Este es
uno de los argumentos que la resistencia chechena ha blandido, y creo
que se le debe ser escuchado como tal. Si todo es artificial y
caprichoso, ¿por que unos de los efectos de los caprichos se
reconocen con derechos y a otros se les niega?
P: ¿Cuál es el estado
de la Chechenia actual?.
R: El conflicto de Chechenia,
es un conflicto enquistado. Es decir que la guerra sigue. El ejército
ruso ha mejorado sensiblemente sus resultados con respecto al
conflicto librado entre 1994 y 1996, pero no ha conseguido doblegar a
la resistencia. En este caso, por añadidura, ha aplicado, lo que yo
entiendo que es una política de tierra quemada, saldada con un numero
altísimo de muertes, torturas, de violaciones de los derechos humanos
más básicos.
Hay una diferencia fundamental con el primer conflicto, y es que los medios
de comunicación están ausentes, lo cual explica por qué en Rusia
hay un consenso tan rotundo de apoyo a las políticas que aplica el
presidente Putin.
Otro dato relevante es que el propio Putin afirma que toda la resistencia
chechena es terrorista, por un lado, y fundamentalista islámica, por
el otro. Esto lo que ha hecho es anular la perspectiva que del otro
lado de la trinchera emerja un interlocutor político con el que se
pueda negociar. Agreguemos, que la comunidad internacional prefiere
mirar hacia otro lado, con lo cual creo que tendremos suficientes
datos para concluir que no hay una solución policial-militar para el
conflicto de Chechenia, por mucho que el presidente Putin se empecine
en sacarla adelante. Con lo cual me temo que vamos a tener conflicto
para rato, a menos que la política de Rusia se modifique
abruptamente.
P: ¿ La resistencia
chechena es uniforme, todos quieren lo mismo? ¿Cuáles son sus
características, y quiénes forma la resistencia?.
R: No hay un orden unificado.
Lo que si es cierto es que en 1999, cuando se produjo la segunda
invasión militar rusa, se verifico cierta operación de cierre de
filas, en una resistencia que se encontraba en una situación muy
precaria. Pero eso no puede conducir a la simplificación que hacen
las autoridades rusas. Hay diferencias evidentes, por ejemplo, entre
el presidente elegido en 1997, Masjadov, y la figura que representa el
vigor del islamismo wahabí en esa resistencia, Shamil Basayev.
El primero es una figura que propicia las negociaciones sin condiciones con
Moscú, que ha criticado ampliamente los atentados cometidos en Osetia
del Norte y que ha mantenido la puerta abierta a una perspectiva de
salida negociada del conflicto.
El segundo se ha entregado a una lucrativa industria del secuestro y ha
cometido hechos de terror que todos tenemos en mente. Las acciones de
estos elementos de la resistencia chechena, desde mi punto de vista,
han beneficiado de manera visible a Moscú y a sus políticas, a tal
punto de que en el pasado hubo un debate muy activo sobre la
posibilidad de que Basayev estuviese a sueldo de los servicios de
inteligencia ruso.
En cualquier caso, aunque no sabemos qué es lo que piensa el checheno de a
pie, mi interpretación es que la mayoría de los chechenos repudian
acciones como las que comete Basayev. Lo que sucede es que sus
milicias son las mejor pertrechadas, las mejor equipadas y esto a buen
seguro ha generado cierto efecto de atracción sobre gentes que querían
sumarse a la resistencia y que veían debilitado el plan de Masjadov.
P:
¿Qué tiene que ver
esto con el terrorismo islámico?.
R: Esos vínculos, existen
pero afectan a segmentos muy reducidos. He sugerido anteriormente que
esos segmentos fueron estimulados en su momento por Moscú. Es un
proceso muy similar al que se siguió en Israel con Hamas, que fue
claramente alimentado por Israel, en la medida en que las autoridades
israelíes entendían que su crecimiento debilitaba a la Autoridad
Nacional Palestina.
Entre 1996 y 1999, en ese lapso de relativa pacificación en Chechenia, las
autoridades rusas jugaron las mismas cartas con Basayev, procurando
alimentar el crecimiento de su guerrilla para debilitar el gobierno
legítimo de Masjadov. Ahora probablemente se arrepienten de las
decisiones tomadas en aquel momento.
Pero el escenario está claramente marcado, de un lado como del otro, por un
crecimiento sensible de los halcones. No es que los chechenos apoyen más
a Basayev que a Masjadov. Pero el peso de las acciones de Basayev, por
ejemplo la de Osetia del Norte si se la atribuimos a él (lo cual
plantea dudas), es innegablemente mucho mayor que las declaraciones de
Masjadov condenando este tipo de acontecimientos.
P:
¿Baseyev se ha
atribuido muchos atentados que no ha cometido?.
R: En efecto, estos son los
datos que convienen manejar a la hora de atribuir autoría, porque los
datos llevan mucho a la duda. No sabemos, por ejemplo, de este comando
que ha operado en Osetia del Norte, cuál es su composición nacional.
Cualquier analista que analiza con mesura los hechos, está obligado a
utilizar los términos de “presuntos chechenos” para describir a
los integrantes de este comando, porque aun hoy no tenemos ninguna
información fehaciente. De hecho se sabe que las autoridades rusas,
en un primer momento, apuntaban a la presencia de ciudadanos de origen
árabe, para vincular su acción con las redes del islamismo
radicalizado. No parece que estos datos se confirmen. Esto nos invita
a extraer la conclusión de que el conflicto de Chechenia por sí sólo
aporta claves para entender comportamientos desbocados como ese.
P:
¿Otro de los
protagonistas de todo esto sería, aparte de los servicios de
inteligencia, el ejercito ruso?.
R: El ejercito ruso es
protagonista al menos en dos sentidos diferentes. El primero nos
recuerda que lo que respecta a la primera guerra de Chechenia, librada
entre 1994 y 1996, se sugirió muy a menudo que las decisiones no las
tomaba el poder civil en el Kremlin, con Yeltsin muy debilitado, sino
las fuerzas armadas que querían resarcirse del fracaso en la guerra
afgana, en el decenio de 1980.
Este argumento ha rebrotado, con ocasión de la segunda guerra de Chechenia.
En este caso, el fundamento argumentado era la tesis de que los
militares rusos querían resarcirse del fracaso de la primera guerra.
Esta presión de las fuerzas armadas sobre el poder civil merece ser
considerada seriamente.
El segundo dato relevante es que, no nos engañemos, la resistencia chechena
se ha abastecido en el pasado de armas (y se sigue abasteciendo) del
ejercito ruso. Esto no debería ser una sorpresa en el escenario
marcado por una economía mafiosa. Cuando se sugiere que los chechenos
se dotan de armas de Afganistán de la mano de Al-Qaeda, me parece que
se está errando drásticamente en el diagnostico. La mayoría de las
armas de la resistencia chechena procedían y proceden del ejercito
ruso.
P: ¿Yeltsin, era un
blando y Putin, más duro?.
R: Yeltsin no era un blando.
Lo que ocurre, es que las medidas que dictó en ese momento para hacer
frente a la independencia de Chechenia, fueron dramáticamente
insuficientes. Se caracterizaron por una visible imprevisión. Y en su
caso es verdad que probablemente Yeltsin se mostró un tanto alejado
de un conflicto que entendía que no afectaba a las grandes tramas de
la vida política de Rusia en aquel momento.
Putin, es bien sabido, ha utilizado el conflicto de Chechenia, como su
principal catapulta hacia el poder en el Kremlin. De tal manera, que
por ejemplo, los hechos de terror que se han ido sucediendo a lo largo
de los últimos meses, lejos de difuminar su poder, lo que han hecho
es fortalecerlo.
No sabemos que es lo que ocurrirá en estos momentos. Pero quiero recordar
que el asalto al teatro de Moscú hizo que la popularidad del
presidente se acrecentase. Es algo difícil de creer desde nuestra
perspectiva. Pero que en un universo mediáticamente cerrado como es
Rusia, es fácil de explicar. La población apenas dispone de
información alternativa que le permita calibrar.
P:
¿Qué saben los
rusos del conflicto con Chechenia?.
R: En determinados pequeños círculos,
la información llega. Digamos que en Rusia se puede publicar un libro
crítico de la versión oficial de los hechos. Pero los grandes medios
de comunicación, los que llegan a los ciudadanos de a pie, emiten un
discurso monocorde, que se caracteriza por ocultar abruptamente a
Chechenia.
Cuando uno discute con ciudadanos rusos, que viven allí, y les recuerda,
por ejemplo, lo que indican los sucesivos informes de Amnistía
Internacional en materia de violación de derechos humanos en
Chechenia, se muestran absolutamente confundidos, perplejos, porque no
entienden que eso pueda estar ocurriendo. Y eso, me parece, es lo que
explica, la popularidad de Putin.
Si en Rusia se verificase la apertura de una hendidura en este edificio mediático
cerrado, me temo que Putin tendría bastantes problemas. Intuyo, por
cierto, que esa hendidura está empezando a aparecer. El énfasis, que
en los últimos días las autoridades rusas están poniendo en
transmitir determinada imagen de lo ocurrido en Osetia del Norte,
refleja la preocupación de la posibilidad de que discursos
alternativos calen. Estoy pensando en el designio de atribuir toda la
responsabilidad a las autoridades de Osetia del Norte. Y la mención
constante de que no se produjo una intervención de las fuerzas del
Ministerio del Interior, sino una respuesta ante acontecimientos
imprevisibles. O en ese subrayado permanente de que en el comando había
gente procedente de los países árabes.
Creo que esto refleja cierta preocupación ante la perspectiva de que la
versión oficial de los hechos, no cale en la población, y empiece a
romperse ese edificio de cohesión de consenso en torno al proyecto de
Putin.
P: ¿Este consenso a
Putin le ha servido para hacer leyes más represivas?.
R:
Con toda certeza. Entiendo
que esta operación mediática se completa con medidas represivas
contra la población, que se traducen en controles exhaustivos. Dicho
sea de paso, no muy diferentes de los que recorren la vida actual de
muchos países occidentales. No pensemos que este es un fenómeno
privativo de Rusia.
Pero el escenario de la Rusia de hoy es, en el mejor de los casos, el de
tener una democracia de muy baja intensidad; y en el peor, un régimen
autoritario en el que los flujos de concentración de poder, de falta
de garantías, son cada vez más claras.
No solo me refiero a Chechenia, donde la impunidad es evidente. Creo que es
muy significativo que Putin se haya negado a conformar una comisión
de investigación independiente sobre lo ocurrido en Osetia del Norte.
Me parece que es negar garantías fundamentales, en lo que respecta a
la elaboración de información que debería interesar al ciudadano
ruso de a pie.
P:
Usted ha dicho que
parecería que Putin está en guerra con Chechenia, como Bush con
Irak. De por qué está Bush en Irak, ya todos sabemos las causas. ¿Pero
dónde estaría la trampa en el caso de Chechenia?.
R:
En Chechenia no hay ningún
proyecto democrático abierto, como no lo hay en Irak de la mano de
las imposiciones del ejercito norteamericano. En Chechenia lo que hay
es una farsa, articulada en torno a una nueva Constitución, un
fantasmagórico proyecto de autonomía, y unas elecciones
fraudulentas. En esta farsa, un elemento fundamental es que el
secesionismo checheno no puede participar en modo alguno, está
totalmente proscrito.
El otro día Putin dijo que “no se negociaba con terroristas, ni con
secesionistas”. Interesa llamar la atención sobre este segundo
elemento. Puedo entender que no negocie con terroristas. Pero el
secesionismo en un estado de derecho es una opción política legal, y
la libertad de expresión debe garantizarse. Me parece que Putin
entiende la democracia de un modo muy sui-generis, como me parece que
lo ilustra esta conflictiva declaración.
P: ¿Hay quienes
quieran una salida negociada a este conflicto en Chechenia, por parte
de quienes tienen el poder?.
R: Imagino que la mayoría del
pueblo. Digo imagino, porque no sabemos qué piensan a ciencia cierta
los chechenos.
En Rusia no. En los últimos años, ha habido voces significativas que
demandaban otras vías de actuación, que implicaban la consideración
de elementos políticos. Pero están prácticamente acalladas, o
marginadas. Enunciar ese argumento en Rusia es quedar condenado al
ostracismo.
Del lado de la resistencia chechena, no me canso de subrayar que formalmente
el presidente electo en 1997, Masjadov, anuncia su propósito de
sentarse a negociar sin condiciones. Creo que esto es interesante, por
mucho que la figura de Masjadov no deje de exhibir aristas
conflictivas. Pero lo importante es que no hay abierta ninguna
perspectiva de negociación.
¿Si a Putin por lo demás le va bien, por qué va a modificar el escenario?
Un compañero suyo me preguntaba que, siendo evidente que Rusia no
esta sacando adelante su proyecto en Chechenia, que lo que esta
ocurriendo es que va en aumento el sufrimiento de la población rusa,
cómo es que Putin no cambia de perspectiva? La respuesta es sencilla:
a Rusia le va mal, pero a Putin le va bien.
Este es un escenario planetario, podría decir literalmente lo mismo de la
política norteamericana. A los EEUU no le va bien en ningún
escenario del planeta. Pero al presidente Bush, al parecer, los pronósticos
electorales le dibujan un panorama razonablemente saludable, con lo
cual puede seguir adelante.
P: ¿Para qué han
servido las últimas elecciones en Chechenia?.
R:
Para ilustrar una vez más
la condición de farsa del proyecto político que Putin alienta. Creo
que es un fiel retrato del escenario. Los candidatos independentistas
no han podido concurrir, los soldados integrantes de los contingentes
militares rusos de ocupación han disfrutado del derecho de voto, y no
ha habido observadores neutrales, con lo cual la limpieza de las
elecciones ha sido puesta en un brete.
En el Consejo de Europa, en instancias razonablemente ecuánimes, han dudado
de la limpieza de esas elecciones. Algo que por cierto no se tradujo,
por desgracia, en un freno a las declaraciones realizadas hace unos días
atrás por el canciller alemán Schoerder y el presidente francés
Chirac, que aplaudieron las medidas políticas que Putin alienta en
Chechenia. Yo me quedé absolutamente pasmado.
P:
¿Estados Unidos
tiene intereses en esto?.
R: EEUU tiene intereses
absolutamente en todas las zonas del planeta. Y singularmente en ésta,
porque se dan cita dos elementos muy interesantes. Por un lado la
ubicación geográfica, que permite utilizarlo como atalaya desde la
cual controlar movimientos de los eventuales competidores, como es el
caso de la Unión Europea, de China o de la propia Rusia. Por el otro
la riqueza energética del Golfo Pérsico y de la cuenca del mar
Caspio.
Mi interpretación es que EEUU juega aquí dos cartas distintas. Por un
lado, la de estar con Rusia, que le permite el despliegue de
operaciones reciprocas de silencio con respecto a las atrocidades
respectivas. Y por el otro lado, el de cierta presión subterránea
sobre Rusia.
En los últimos días, se ha recordado una declaración de Kissinger sobre
la guerra de Irán–Irak en el decenio de 1980. Kissinger tiene
muchos defectos, pero entre ellos no está el de ser poco claro en sus
declaraciones. Sostuvo que se trataba de que los dos contendientes
resultasen derrotados, y parece que la operación norteamericana
subterránea resultó muy eficiente en ese caso.
Creo que aquí hay algo de esto. A EEUU no le interesa que emerja una
Chechenia independiente, con un proyecto eventualmente vinculado con
determinados discursos islamistas. Pero tampoco le interesa que Rusia
dicte con claridad las reglas del juego en la región. Con lo cual la
política norteamericana lanza señales a unos y a otros, pero en último
término se caracteriza por una apuesta encaminada a lo debilitar a
los dos contendientes, y en último término a acrecentar el control
estadounidense sobre materias primas energéticas más valiosas.
P:
¿Y Europa?.
R: La Unión Europea es, desde
mi punto de vista, extremadamente hipócrita en relación al conflicto
de Chechenia.
En las últimas jornadas hemos asistido a cierta polémica por esa suave
petición de explicación efectuada, ante las autoridades rusas, en
relación a lo ocurrido en Osetia del Norte. Pero la Unión Europea
debería preguntarse no sólo lo que ha ocurrido en Osetia del Norte,
sino lo que sucede en Chechenia, y esto al parecer no interesa.
Antes del 11 de septiembre, los dirigentes europeos miraban hacia otro lado
cuando se hablaba de Chechenia. Ahora le dan palmaditas en el hombro a
Putin. Algo que me parece que refleja una dramática primacía de los
intereses, sobre los principios. En la visión de nuestros dirigentes
es preferible mantener una relación fluida con Rusia, preservar
relaciones comerciales muy interesantes, antes que partirse la cara
por un pequeño pueblo del Cáucaso o exigir la satisfacción de las
normativas internacionales de derechos humanos.
P: ¿La guerra en Irak
y los atentados han recrudecido el conflicto en Chechenia?.
R: Son claves diferentes, por
mucho que comparten escenarios geoestratégicos y geoeconómicos.
Mi interpretación es que la clave islamista, que se invoca a menudo para
dar cuenta del perfil de la resistencia iraquí, tiene un vigor
reducido en Chechenia, por mucho que se quiera indicar lo contrario.
Es sólo una de las muchas claves que hay que invocar para dar cuenta
del conflicto de Chechenia.
Sospecho que también es lo mismo en la textura de fondo de la resistencia
iraquí. Durante mucho tiempo se nos dijo que esa resistencia se
vinculaba con el viejo régimen del partido Baas. Después se nos
anuncio la presencia de un sin fin de terroristas internacionales en
Irak. Hoy descubrimos que esa resistencia es mucho más plural y
responde a un pueblo decidido a plantar cara a un ocupante.
Hace unas semanas estuvo en Madrid un analista británico, Tarik Alí, de
origen pakistaní, y alguien le pregunto con cierta acritud, si no era
verdad que en Irak, pese a todo, no había muchos terroristas
internacionales.
Respondió, con muy buen criterio y cierta ironía, que había al menos
160.000, en su mayoría norteamericanos.
Tarik Alí, tiene un libro estupendo, el cual recomiendo su lectura, “El
choque de los fundamentalismos”.
P: ¿Hay que darle un
estatuto especial a Chechenia?.
R: Desde mi punto de vista hay
que reconocerles el derecho de autodeterminación, y aguardar a que
los chechenos libremente se expresen. Subrayo que en este caso como en
cualquier otro la autodeterminación abre horizontes muy distintos.
Los chechenos legítimamente pueden decidir seguir viviendo en Rusia,
como pueden optar por un estado independiente.
Este escenario está muy lejos. Creo que tendrían que cambiar muchas cosas.
El presidente Putin, presionado por la población en Rusia, tendría
que declarar un alto el fuego unilateral, someter a sus fuerzas
armadas a controles exhaustivos, garantizar la presencia de
observadores neutrales, promover un programa internacional de
reconstrucción, y, después de todo eso abrir el camino a una formula
de autodeterminación. Esto con toda evidencia no forma parte del
proyecto político de Putin.
(*) Profesor de ciencia política en la Universidad Autónoma de Madrid, y
autor de varios libros, entre ellos: “La explosión soviética”,
“Cien preguntas sobre el nuevo desorden” y “¿Hacia donde nos
lleva EEUU?”.
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