Detrás
de la crisis
Por
Isaac Bigio (*)
Rodelu.net, 02/12/04
Los
acontecimientos en Ucrania son sumamente importantes para reconfigurar
el nuevo orden mundial. Hace 15 años el globo estaba polarizado entre
los bloques económicos y militares encabezados por Washington y Moscú.
El primero proponía un capitalismo liberal con democracias
representativas. El segundo se basaba en economías estatizadas y
planificadas que pregonaba igualitarismo y pleno empleo y que se
sustentaban en la dictadura de un partido único.
El
segundo campo colapsó por su incapacidad de mejorar sus productos y
por que sus economías se doblegaban al querer competir con la carrera
armamentista desatada por Reagan y Thatcher. En 1989 se inició un
repentino y brusco desplome de los regímenes del bloque soviético.
Para
las fuerzas que cuestionaron a dichos partidos desde la izquierda la
remoción de las "burocracias stalinistas" era
imprescindible para democratizar la economía planificada e ir hacia
un socialismo verdadero. Sin embargo, la caída del llamado
"comunismo" fue capitalizada fundamentalmente por fuerzas
que le cuestionaron desde la derecha.
A
los este-europeos se les mostraba la imagen que la mejor manera de
salir del "imperio soviético" era apoyándose en Occidente
y que las democracias liberales permitirían libertades, variedades de
productos y la modernización. El nacionalismo fue otra fuerza usada
para quebrar las federaciones "internacionalistas" de
Yugoslavia, Checoslovaquia y la URSS. La tesis en boga era promover el
deseo de cada cual de tener su propia empresa y propiedad privada y
por ende su propio estado étnico. Eslovania, Chequia o los países bálticos,
por ejemplo, preferían recobrar su independencia a manera de poder
atraer capitales, plazas para exportar sus productos y turistas.
La
mecánica utilizada por Occidente fue presionar por protestas
populares lo menos violentas posible. Estas "revoluciones de
terciopelo" buscaban paralizar al aparato represivo y lograr que
amplios sectores de las Fuerzas Armadas, la policía y el propio
aparato del Partido Comunista oficial se plegaran a su lado bajo la
promesa que reamistándose con Occidente sus intereses se mejorarían.
Moscú,
sumido en una poderosa crisis económica y política, debió aceptar
el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y la anexión pangermana de
la Alemania del Este. En 1989 Europa oriental se movía hacia
"democracias multipartidarias" que promovían el
capitalismo. El efecto impacta sobre la URSS, la misma que se
desmorona en Agosto de 1991. La vieja federación basada en un plan es
remplazada por 15 repúblicas que alientan la diferenciación social y
la inversión privada.
Tras
ese desplome Washington aparece como la única superpotencia y busca
cooptar a las nuevas repúblicas del este a su órbita. Así logra que
todas éstas busquen afiliarse a la Unión Europea y a la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los
regímenes que resistían esa tendencia debían ser depuestos (como en
Serbia) o combatidos (como en Eslovaquia o Belarusia). Rusia quedaba
en una situación difícil. Tanto Yeltsin como Putin necesitaban del
apoyo estadounidense para ir desmantelando la vieja economía social
planificada y restablecer un capitalismo "democrático".
Si
bien la antigua Guerra Fría entre Washington y Moscú fue ganada por
el primero, la posibilidad que renazca una (aunque en menor escala)
siempre ha estado latente en la medida que Rusia proteste ante la
creciente presencia estadounidense en lo que considera su periferia.
De
las 15 antiguas repúblicas soviéticas las tres naciones bálticas
están en la órbita de la Unión Europea (UE) y OTAN, Ucrania mandó
tropas a Irak y hay bases militares de Estados Unidos en varias repúblicas
del Asia central.
Rusia,
por su lado, requiere restablecer su propio bloque económico y político.
Evitar nuevos desmembramientos internos (de allí su extrema dureza en
Chechenia), mantener lazos con repúblicas prorusas internas dentro de
Moldova o Georgia e ir hacia un bloque económico y político con las
otras tres principales repúblicas ex soviéticas: Ucrania, Belarusia
y Khazakistán.
Este
plan choca con el expansionismo bushista. En 2003 EU financió y
promocionó a su propio candidato en Georgia. El gobierno de
Shevernadze se desplomó ante movilizaciones populares que reclamaban
la democratización y la transparencia electoral.
Hoy
en Ucrania se ve el mismo método. Esta nación tiene una disyuntiva.
Por una parte apunta a crear un bloque con Rusia y por otra parte se
aleja de Moscú para integrarse a la UE y OTAN.
Víctor
Yanukovich y Víctor Yushchenko, quienes han servido como primeros
ministros del presidente ucraniano Kuchma, parecen tener el mismo
nombre. Mas, el saber cual de los dos Víctor alcanzará la victoria
es algo tras cuyo fondo está una nueva disputa entre Washington y
Moscú.
Powell
ha llamado al mundo a no reconocer los resultados electorales mientras
Putin salió a defender el triunfo de su patrocinado. Occidente ha
alentado presiones populares y ello podría conducir a nuevas
elecciones y al triunfo de la oposición.
Lo
que está en juego no es una disputa entre un bando pro EU y otro anti
EU (ambos apoyan la guerra en Irak) o entre un Milosevic y demócratas
prooeste (ambas fracciones son pro OTAN y promercado).
La
cuestión está en saber cómo se rediseñará el nuevo capitalismo
dentro de la difunta Unión Soviética. Moscú apunta hacia hacer su
propia versión de lo que es el Mercado Común del Sur
Argentina-Brasil-Uruguay-Paraguay (Mercosur) o la Unión Europea con
antiguos aliados suyos, mientras que Washington socava ello y busca
hacer que Ucrania se torne hacia la UE y que Belarusia cambie de
Presidente.
(*)
El autor es analista internacional. Graduado en historia y política
económica en la London School of Economics, donde también ha estado
investigando y enseñando.
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