La última gran
revolución europea
Por Zoltán Dujisin
Inter
Press Service (IPS), 26/11/04
Kiev. El mar de
carteles naranja del opositor partido Nuestra Ucrania inunda el fondo
blanco de una Kiev cubierta de nieve. El país parece al borde de un
cambio histórico, y nadie de los que acompaña ese proceso quiere
quedar fuera de la corriente.
Mientras, Rusia y
Occidente luchan a puertas cerradas para arrastrar a Ucrania hacia sus
respectivas esferas de influencia.
Luego de las intensas
protestas de esta semana, nadie se anima a pronosticar el resultado de
las elecciones a las que todos coinciden en calificar de las más
importantes de la Ucrania poscomunista.
La población sigue
los acontecimientos a través de los medios de comunicación o en la
misma calle, dominados por la esperanza o por la aprensión, depende
del bando en que se ubiquen. Cada nuevo anuncio mantiene viva la
sensación de cambio inminente.
Seis días después
de las controvertidas elecciones presidenciales del domingo, no hay señales
de que las movilizaciones amainen.
Decenas de miles de
personas continúan concentradas en la plaza para apoyar la demanda
opositora de anulación de los cuestionados resultados electorales que
consagraron como ganador al primer ministro Viktor Yanukovich.
El líder opositor,
Viktor Yushchenko, primer ministro durante 15 meses en 2000 y 2001,
gana fuerza debilitando a sus rivales. En las últimas horas se ha
dedicado a seducir a funcionarios y periodistas, que ahora admiten las
presiones gubernamentales que han soportado para que dieran crédito a
la versión oficial.
Los manifestantes que
apoyan al líder opositor continúan bloqueando el acceso a los
edificios del gobierno. Los oficialistas también salen a las calles a
proclamar su posición, pero son muchísimo menos.
En una medida que da
aliento a la oposición, la Corte Suprema de Justicia decidió el
jueves analizar la apelación contra los resultados oficiales de las
elecciones, emitidos el lunes. El tribunal no puede invalidarlos, pero
sí demandar que los votos vuelvan a ser escrutados a nivel local.
El fallo sumó
legitimidad a los reclamos de Yushchenko, según quien las elecciones
le fueron ”robadas”.
En general, los países
de Occidente, basándose sobre informes críticos emitidos por la
mayoría de los observadores, ha condenado el proceso electoral.
Por el contrario,
Rusia y otras repúblicas otrora integradas junto con Ucrania en la
hoy disuelta Unión Soviética felicitaron a Yanukovich y pidieron a
Occidente no interferir en los asuntos internos de este país.
El apoyo del
presidente ruso Vladimir Putin a Yanukovich no es sorpresivo.
Rusia tiene mucho en
juego en Ucrania, uno de sus aliados más firmes en la comunidad
internacional, un socio comercial privilegiado y un estado tapón
entre su territorio y una Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) en proceso de expansión.
Por eso, nadie se
escandalizó cuando el gobierno de Putin anunció que enviaría tropas
especiales para ayudar al ejército de Ucrania en tareas de defensa.
La Comisión Central
Electoral confirmó su veredicto preliminar al declarar vencedor a
Viktor Yanukovich con 49,46 por ciento de los votos ante 46,61 de
Yushchenko. Pero las encuestas a boca de urna habían previsto, con
diferentes márgenes de diferencia, la victoria de la oposición.
Nuestra Ucrania elevó
varias denuncias de irregularidades e intimidación, y observadores
occidentales corroboraron la seriedad de las acusaciones,
particularmente en el oriente del territorio.
Yushchenko ha apelado
a la población del oeste, a los pequeños empresarios y a los jóvenes
idealistas fascinados con el modo de vida occidental. Por su parte,
Yanukovich recibe el grueso de su apoyo de jubilados y de votantes
rusohablantes del este, el área industrial del país.
Ambos candidatos
prometieron avanzar hacia la prosperidad, pero por caminos diferentes.
Yanukovich quiere integrar a Ucrania en un mercado común con Rusia,
Belarús y Kazajstán, así como afianzar el poder del Estado sobre la
economía.
Por su parte,
Yushchenko quiere acercar Ucrania a Europa, afianzar los vínculos con
Estados Unidos y desregular la economía.
Pero ambos apelaron a
discursos contradictorios para ”robarle” votos al rival. En ese
sentido, Yushchenko se comprometió a mantener fuertes vínculos con
Rusia, mientras Yanukovich postuló la transformación de Ucrania en
un ”país europeo”.
Pocos días antes de
las elecciones, el primer ministro decretó un aumento de jubilaciones
y salarios públicos, en lo que la oposición calificó de medida
populista y electoralista.
Por otra parte,
Yanukovich contó con la ventaja de la adhesión del presidente
saliente, Leonid Kuchma, lo que le aseguró el apoyo del aparato
estatal en su campaña. Además, los medios locales informaron con un
marcado sesgo en su favor, según los observadores.
El jefe del gobierno
ucraniano también tuvo el respaldo de magnates industriales que
aspiran a mantener su posición dominante en la economía. Yushchenko,
en cambio, era apoyado por grandes círculos empresariales en áreas
menos industrializadas.
Yanukovich, según
todos los pronósticos, se propone continuar la línea de mano dura de
los dos periodos de Kuchma, que dio un vuelco autoritario al proceso
de democratización aplaudido en todo el mundo y desarrollado a pesar
de los problemas económicos de los primeros años 90.
El crecimiento económico
de Ucrania es el más acelerado de toda Europa, pero las dificultades
son aún inmensas.
La inmensa mayoría
de los 48 millones de habitantes vive con un salario inferior a 60 dólares
mensuales, a pesar de las grandes posibilidades agrícolas e
industriales del país. La corrupción es generalizada y la riqueza se
concentra en manos de unos pocos.
Si los
acontecimientos políticos se siguen desarrollando como en esta
semana, lo más probable es que Ucrania se incline hacia Occidente. Ésa
es, al menos, la visión prevaleciente entre los manifestantes que
creen ser testigos de la última revolución europea.
|