Euskal Herria (País Vasco)
El
fracaso de la estrategia de Ibarretxe (*)
Diario Gara, Euskadi,
18/04/05
Tras
las elecciones de 2001, Antes incluso de que se planteara la
ilegalización de Batasuna, la estrategia de Ibarretxe y el PNV pasaba
por la laminación de la izquierda abertzale. Ahora depende de sus
votos para volver a Ajuria Enea no puede incumplir su palabra y unirse
al PSE.
La
decisión de Juan José Ibarretxe de no negociar ni llegar a acuerdos
con Batasuna, además de un «compromiso ético» adoptado durante la
campaña, formaba parte también de una estrategia para hacer ver
durante cuatro años que el voto a la izquierda abertzale era inútil.
En las elecciones de 2001 Euskal Herritarrok había sufrido un fuerte
golpe que hizo mella en su electorado. La intención del PNV era
ahondar en esa desolación de la base social independentista para
tratar de seguir engordando su bolsa de votos. Después le llegó el
regalo de la ilegalización. La coalición PNV-EA comenzó entonces a
hacer las cuentas de la lechera. Soñaron con una mayoría absoluta sólo
posible desde la culminación del escenario más antidemocrático, y
ayer se estrellaron contra la realidad.
Realismo
magico
Ocurre,
sin embargo, que en Euskal Herria la realidad no siempre discurre por
los cauces previstos. Porque, de pronto, de la chistera de la
imaginación, de la necesidad de prever todas las posibilidades, surge
un partido que nadie conoce, que carece de sedes públicas, que ha
tenido que confeccionar sus listas con múltiples independientes ante
la escasez de su propia militancia y las condiciones represivas que se
preveían, y obtiene nueve parlamentarias y parlamentarios que rompen
todos los planes: los de quienes buscaban distorsionar la representación
popular con la ilegalización de candidaturas y los de aquellos que
pretendían aprovecharse de ello.
EHAK
[Partido Comunista de las Tierras Vascas, acusado de afinidades con
ETA y que reemplaza a la ilegalizada Batasuna] se convirtió ayer en
la gran triunfadora de estas elecciones y, de su mano, toda la
izquierda abertzale. Rota la estrategia de la ilegalización, convendría
que José Luis Rodríguez Zapatero tomara nota de que el resultado de
la vía represiva que emprendió de la mano de José María Aznar ha
sido un reforzamiento del voto independentista que es hoy, con menor
censo menos participación, más alto que hace cuatro años.
La
nave no se hundía
El
máximo argumento empleado por el PNV en contra de la ilegalización
de Batasuna, el que tantas veces ha repetido Josu Jon Imaz, ha sido
que esta medida impedía que se reflejara en las urnas el hundimiento
de la izquierda abertzale. La frase, repetida en mítines y ruedas de
prensa, era que es la sociedad la que, con sus votos, legaliza o
ilegaliza las formaciones políticas. Y el mensaje subliminal en
ocasiones sobradamente explícito era que la sociedad estaba
retirando su apoyo a la izquierda abertzale. Pero cuando, sorteando
las condiciones antidemocráticas, la izquierda abertzale ha
encontrado una papeleta legal con la que tener voz y voto en una
institución, se ha podido comprobar que la nave no se hundía.
Hay
quien dice ser el cauce central de este país, el que fluye por entre
las dos orillas. Tal vez la comparación no sea la más adecuada. Da
la impresión de que por el río en el que ahora están fijándose
todas las miradas navega un barco con una bandera roja, una estrella
de cinco puntas y una tripulación sonriente.
Lo
tenian claro
En
los últimos días se ha especulado mucho en determinados medios sobre
los problemas que había en el seno de Batasuna para trasladar a su
militancia la necesidad de votar a EHAK. Que si eran comunistas, que
si defendían la dictadura del proletariado, que si había una fuerte
contestación interna en defensa del voto nulo... Es evidente que
quienes fabulan con este tipo de cosas conocen poco a la base de la
izquierda abertzale. A tenor de los resultados, parece evidente que
los votantes de Batasuna te-nían muy clara cuál era su papeleta, no
necesitaban estar pendientes de las pruebas que obtuvieran la Guardia
Civil, la Policía Española o el CNI.
Plebiscito
perdido
Juan
José Ibarretxe creyó que su discurso en el Congreso de los
Diputados, que emocionó a muchísimos abertzales, era el mejor primer
acto de campaña que podía imaginarse. Así que al día siguiente, en
lugar de poner en marcha los mecanismos de la consulta como había
comprometido el 26 de diciembre de 2003 ante el Parlamento de Gasteiz,
en lugar de llamar a los partidos para ver cómo podía darse
respuesta al rechazo de Madrid, en lugar de buscar un compromiso con
el amplio espectro social que podía respaldar las bases fijadas en el
proyecto aprobado el 30 de diciembre por mayoría absoluta, en lugar
buscar complicidades de base como durante tanto tiempo le había
estado reclamando un agente cuantitativamente tan importante como ELA,
en lugar de hacer cualquiera de esas cosas o de combinar varias de
ellas, optó por convocar eleccio- nes. Y las planteó además como un
plebiscito sobre su estrategia. El resultado es claro: antes tenía 33
escaños y ahora 29. Pidió un escaño más que PSE y PP y tiene
cuatro menos.
Esto
no significa, en modo alguno, que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa no haya
una mayoría social que apueste por la soberanía. La sigue habiendo.
De hecho, se ha expresado de manera más radical que en anteriores
comicios. No ha fracasado el abertzalismo, sino la estrategia del PNV.
Le
perdió la moderación
No
será fácil saber quién diseñó la campaña electoral de la coalición
PNV-EA, que dejó aparcados los conceptos fundamentales del plan que
había sido el eje de toda su legislatura y se centró en el mensaje
de la fuerza para negociar y decidir. Se recurrió poco a los
principios básicos de cualquier abertzale, y se habló mucho del PIB
y otros indicadores macroeconómicos para tratar de convencer al
electorado de algo que conoce de sobra y que puede comprobar cada mañana
desde que se levanta: si vive bien o mal. Esta moderación, este
intento de desviar la atención que debía haberse centrado en lo
esencial, unido a que tampoco en frente había una excesiva
beligerancia, ha provocado una desmovilización del electorado de
PNV-EA.
Ser
o no ser para decidir
El
puzzle parlamentario ha quedado sumamente complicado y el PNV tendrá
que tomar una decisión. Puede profundizar en su estrategia
soberanista, sabiendo que en esta ocasión no podrá despreciar a la
izquierda abertzale, o hacer una ciaboga y volver a los tiempos del
sano regionalismo de la mano del PSE. Fue el portavoz del PNV en el
Congreso de los Diputado, Josu Erkoreka, quien afirmó que el PNV sólo
se plantearía un cambio de la estrategia diseñada en torno al
llamado Plan Ibarretxe si cosechaba unos malos resultados electorales.
Habrá que ver qué lectura hace el EBB de los obtenidos ayer. Pero es
preciso también tener en cuenta que en la intimidad de determinados
contactos políticos, Juan José Ibarretxe ha asegurado que se retiraría
antes de volver a un gobierno de coalición con el PSEpara la mera
gestión. ¿Está dispuesto el PNV a ser para decidir?
Por
cierto, en las cuentas electorales es también preciso dejar
constancia de que el grupo parlamentario del PNV ha perdido tres escaños,
y el de EA uno.
Funicular
unionista
Los
grandes bloques políticos siguen, en cualquier caso, sin padecer
grandes cambios. PSEy PP, a pesar de que obtienen un escaño más que
hace cuatro años, pierden un 1,1% en el porcentaje de votos. En
cuanto a su distribución interna, ambos partidos se comportan como un
funicular, en que uno sube lo que baja el otro. Con la particularidad
de que el representante del partido en el Gobierno español en la
actualidad, Patxi López, no llega a la cota que alcanzó Jaime Mayor
Oreja, pero también María San Gil, en su papel de segunda, se queda
por debajo de Nicolás Redondo Terreros. La candidata del PP había
sido presentada por los medios que la sustentan como la revelación de
la campaña, pero es preciso tener en cuenta que ha conseguido
maquillar la caída del PP gracias a la distribución territorial de
los escaños. En el 2001, el PSE, con el 17,9% del voto obtuvo 13 escaños.
Ahora, María San Gil, con el 17,3% logra dos representantes más,
sumando 15. No se sabe cuáles hubieran sido los resultados del
Partido Popular con otra candidata o candidato, pero no convendría
glorificar en exceso el papel que ha jugado María San Gil.
EB,
poco rentable
Javier
Madrazo sonreía en la noche de ayer. No es fácil saber por qué.
Ezker Batua no sólo ha sido incapaz de sacar rentabilidad a su
estancia en el Gobierno para alcanzar los cinco escaños que se
precisan para obtener grupo propio, sino que además ha perdido votos
de forma sustancial. Esto no hará sino intensificar las presiones de
Madrid para que abandone su comunión con Ibarretxe. EB deberá
compartir instalaciones y tiempos de intervención con Aralar, junto a
quien conformará el Grupo Mixto. Como cabía prever, Aintzane
Ezenarro logró su acta de parlamentaria y no se cumplieron los pronósticos
de Patxi Zabaleta de que obtendrían un escaño por cada circunscripción
y que sus votos serían decisivos en la legislatura.
Llave
y candado
Quien
tiene la llave del Parlamento es EHAK. Yes posible que los más de
150.000 votos obtenidos tengan también un papel decisivo en el futuro
de Euskal Herria. Son votos, según han anunciado, por la democracia y
la paz. Y son votos que dan un importante peso en la mesa de negociación.
Pueden servir para hacer saltar el candado de la intransigencia. Hay
quien habla de que sus nueve escaños son un gol al Estado. Pueden
leerse así, pero también como una oportunidad inmejorable de
regresar a la senda de la cordura. Zapatero tiene una puerta abierta
para ello.
La
participación, por encima de la media
La
participación se situó por encima de la media histórica de las «autonómicas»,
que es del 67%. Pero el punto de comparación estaba excepcionalmente
alto. En 2001 la campaña se polarizó entre la coalición PNV-EA y el
tándem que formaban el PP de Mayor Oreja y el PSE de Redondo
Terreros. En La Moncloa se encontraba un José María Aznar
tremendamente beligerante contra el nacionalismo vasco y los medios de
comunicación españoles pusieron toda su maquinaria al servicio de
desbancar a Juan José Ibarretxe de Ajuria Enea. La agresividad que
mostraba el unionismo español en su intento de movilizar a toda su
base social, convencido de que de esta forma ganarían las elecciones,
provocó una reacción entre quienes veían como un peligro que el PP
se hiciera con la Lehendakaritza. En esta ocasión, una campaña más
al uso ha traído también una participación más normal, y da la
impresión de que eso no le ha venido nada bien a PNV-EA.
(*) Lehendakari
(presidente) de Euskadi y jefe del PNV (Partido Nacionalista Vasco).
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