Una
elección paradójica para los tres principales partidos
Cómo
todos ganaron y, a la vez, perdieron
Por
Marcelo Justo, corresponsal en Londres
Página
12, Buenos Aires, 07/05/05
Esta
fue una curiosa elección en la que los tres principales partidos
pueden decir que ganaron y perdieron. El laborismo ganó por tercera
vez consecutiva, pero perdió más de 60 escaños. Los conservadores
ganaron más de 30 bancas, pero perdieron nuevamente las elecciones y,
después de dos gobiernos laboristas, obtuvieron el mismo porcentaje
de votos que en 2001. En el caso de los liberal–demócratas
obtuvieron el mejor resultado electoral de su historia y un número
record de escaños, pero no consiguieron romper el bipartidismo que
domina la política británica.
Ayer
el líder de los conservadores, Michael Howard, pareció reconocer que
era el fin de su carrera política al anunciar que renunciaría a la
jefatura partidaria apenas los tories establecieran un nuevo mecanismo
para elegir a su reemplazante. Howard dijo que en 2010 sería
demasiado viejo para convertirse en primer ministro, y que prefería
volver a trabajar con el partido para que pueda elegir un líder más
joven a fin de volverlo al poder tras tres derrotas consecutivas.
Los
tres son perdedores en otro sentido. No consiguieron quebrar el
creciente abstencionismo que está plagando las elecciones británicas,
y que han convertido este ejercicio electoral en el segundo menos
concurrido de la historia británica. En 2001 sólo el 59 por ciento
de los votantes concurrió a las urnas. Este jueves fue el 61 por
ciento. Esto significa que sólo uno de cada cuatro británicos apoya
a Blair, que sacó un 36,8 por ciento de los votos emitidos, a pesar
de lo cual el primer ministro goza de una mayoría parlamentaria
absoluta.
Esta
anomalía se debe al sistema electoral británico, que es uno de los
principales causantes de la apatía del electorado. Más que una
elección, se trata de 646 elecciones distintas para cada distrito
electoral en el que el ganador de cada una obtiene el escaño sin que
se les dé a los perdedores una representación proporcional al
porcentaje de votos obtenidos. A aquellos que saben que su partido va
a perder sólo les queda el voto táctico o el simple abstencionismo.
El
impacto de este sistema sobre la participación electoral este jueves
fue claro. En los distritos en los que la elección fue reñida
–donde había algo en juego– la participación superó el 70 por
ciento. Claro que en parte es responsabilidad de los políticos que
vienen debatiendo el tema desde hace décadas, pero nunca se atreven a
cambiarlo.
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