Cuando la "vanguardia revolucionaria" sermonea
a los indígenas
Por Laurent Lévy
Les mots sont importants, Francia, marzo 2005
Laurent Lévy analiza aquí las grandes líneas de un
texto publicado por el Buró Político de la LCR (Liga Comunista
Revolucionaria) en reacción al "Llamamiento de los indígenas de
la República" (ver en esta edición de Socialismo o Barbarie).
El colectivo “Les mots sont importants” se asocia al autor para
denunciar la arrogancia y el paternalismo de este texto que hará
historia, si la LCR mantiene esa posición, como el símbolo
especialmente odioso de una unidad frustrada entre la extrema
izquierda francesa y la juventud de la inmigración post colonial. A
los miembros del secretariado de la LCR, que exigen a los "indígenas"
y sus amigos que "se rectifiquen", nosotros les aconsejamos:
¡cálmense! (Colectivo Les mots sont importants)
"No habrá nunca bastantes voces para denunciar el
racismo y las discriminaciones ", declara la dirección del LCR en la respuesta que dan
al Llamamiento de los indígenas de la República. Curiosa
entrada en materia cuando se trata de atacar frontalmente una
iniciativa cuyo objeto es ése, precisamente.
¿Por qué este ataque frontal? Es muy simple:
"Porque no podemos limitarnos a denunciar, es
necesario combatir. Y por lo tanto, para construir las movilizaciones,
no podemos compartir la problemática de la que es portador el
'Llamado para el Encuentro (Assises) del Anticolonialismo
Postcolonial'..."
¡Ah, como si nos contentáramos con denunciar! Si, por
ejemplo, nosotros propusiéramos movilizaciones, entonces, no habría
problema. Pero el día del Encuentro, no queremos perder a Columbo en
la tele. Y el 8 de mayo, convocamos a un baile.
Es necesario para ser totalmente honestos reconocer que
vienen a continuación explicaciones más sofisticadas: Se nos acusa,
por ejemplo, de denunciar los progresos ideológicos de las fuerzas
reaccionarias, y la adhesión de algunos sectores de la izquierda a
temas que vuelven la espalda a sus tradiciones: la teoría del "choque
de las civilizaciones". Se habría podido imaginar, por
ejemplo, que criticasen nuestro análisis, o incluso –y eso nos habría
gustado– que hubieran logrado demostrar que nos habíamos
equivocado. Pero nada de eso. Para la dirección del LCR, lo que
hacemos es "una criminalización de divergencias que existen
en las fuerzas progresistas".
¡Nada menos! De donde se puede concluir –puesto que no
se niega que estas "divergencias" existen–, que para estos
revolucionarios se puede seguir siendo "progresista"
calzando los zapatos de George Bush.
Nuestros críticos no vacilan delante de las figuras retóricas.
Nos reprochan de esgrimir de manera esquemática los conceptos de "Francia"
y de "República", mientras que precisamente, al
contrario tratamos, con cuidado, de evitar la retórica de la República
en sí, de la República soñada, es decir de la República
desencarnada, para hablar de la República real, la que, precisamente,
se personificó desde su origen en las políticas coloniales y post
coloniales que denunciamos.
Recurren sin vacilar a la simple mentira. Se nos acusa
por ejemplo, de ignorar los combates anticolonialistas de una parte de
la izquierda, pero nuestro Llamamiento dice bien claro:
“Somos los herederos de esos franceses que resistieron
la crueldad nazi y de todos los que se comprometieron con los
oprimidos, demostrando, por su compromiso y sus sacrificios, que la
lucha anticolonial es indisociable del combate por la igualdad social,
la justicia y la ciudadanía.”
Otro ejemplo. Se nos acusa de “reducir todo"
a la dimensión post colonial, mientras que un subtítulo del Llamado
de los indígenas enuncia expresamente que "el tratamiento de
las poblaciones producto de la colonización prolonga –sin reducirse
a eso– la política colonial”
Pero todo se explica en la continuación de la "respuesta"
de nuestros dirigentes de la LCR. Por supuesto, nunca habrá demasiado
voces para denunciar las discriminaciones. Pero es necesario aun que
estas voces digan y repitan hasta la saciedad que: “La realidad
del mundo actual, más aún que en el pasado, debe comprenderse"
a partir de los conceptos de capitalismo e imperialismo”.
Fuera de esta afirmación –esquemática también– no hay salvación
revolucionaria.
Uno se pregunta por qué no se nos imputa esta idea
–perfectamente compatible con nuestro discurso– , cuando al mismo
tiempo no se hacen problemas para atribuirnos conceptos que no
sostenemos de ninguna manera, o incluso que negamos.
Así, pues, estaríamos apostando a la "división".
Consideraríamos que hay una división irreductible entre
"colonizados" dedicados al resentimiento, y
"colonizadores" dedicados a la culpabilidad:
"Si seguimos el ‘Llamamiento’, habría una
especie de herencia hereditaria de la opresión sufrida (y, de
contragolpe, de culpabilidad de los opresores) ."
De dónde las damas y caballeros de la dirección del LCR
sacaron esta "herencia hereditaria" y su extraña "repercusión",
es un misterio. Es que si queda claro que los descendientes de
esclavos y de colonizados son hoy víctimas de toda clase de
discriminaciones (lo que reconocen amablemente estos señores y estas
damas), queda igualmente claro que no es por herencia (lo que nadie
pretende, pero que nos imputan). Lo que decimos, es que es el efecto
de una continuidad de prácticas políticas y relaciones sociales,
porque la descolonización no puso fin en su conjunto a cada una de
las características de que constituía el hecho colonial. En cuanto a
la culpabilidad... ¿de qué habla exactamente? ¿Culpabilidad de
quien? Nadie pretende que los descendientes de las personas que viven
en un país ex esclavista o colonizador son culpables de estos crímenes.
Más adelante, uno cree soñar:
"Los buenos sentimientos pueden conducir a una muy
mala política. Tal es el caso de la que condena por principio toda
idea de ley común, decidida democráticamente por el conjunto del
pueblo, respetando a todos sus componentes, políticos, sociales, étnicos,
religiosos."
Esto suscita dos comentarios. El primero, es que nada en
nuestro Llamamiento condena,
(ni menos "por principio") la idea de una ley
decidida democráticamente. El segundo –más descarnado, más
grave– es que hace mucho tiempo que ninguna ley ha sido "decidida"
(sic) "por el conjunto del pueblo, respetando a todos sus
componentes...". La idea de que las leyes de la República
obedecerían a este criterio es especialmente extraña en la pluma de
militantes revolucionarios de tradición marxista. Nunca se habían
visto militantes revolucionarios hacer así una virtud de la sumisión
a la ley.
Es que de eso se trata, y el ejemplo sobre el cual
curiosamente se extienden, vuelve la idea más extraña aun, tanto por
su elección como por la manera en que se lo trata. Por supuesto, el
ejemplo es la ley antivelo
–con respecto a la cual la LCR se ha desgarrado tanto internamente,
que parece que su dirección quedó traumatizada–. La paradoja es la
siguiente: nuestros dirigentes revolucionarios recuerdan que ellos han
"condenado" esta ley como "discriminatoria". Pero
ellos nos reprochan calificarla de racista y sexista. Si las
discriminaciones de esta ley –que afectan exclusivamente a muchachas
musulmanas (y a unos pocos jóvenes sikhs considerados como “daños
colaterales”)– no son ni racistas ni sexistas, uno se pregunta de
qué discriminaciones habla la LCR. Esperemos que el debate no se
refieran a la calificación de la islamofobia como
"racista". Entonces tendrían que enfrentar no sólo a
los "indígenas", sino a la casi totalidad del
movimiento antirracista en todo el mundo.
Pero nuestros detractores van más lejos, ya que la
cuestión de la ley antivelo evidentemente les interesa bastante poco.
Es público, por otra parte, que la mayoría de ellos, rechazaba esa
ley en cuanto al método, no en cuanto al objetivo perseguido.
Consideraban preferible excluir las liceístas con “voile” sin una
ley especial. Uno de los autores de la “Respuesta”, dirigente de
primer plano de la LCR, dio el ejemplo montando un proceso de caza de
brujas contra una de sus alumnas que llevaba “velo” para lograr
–antes de la ley y, por lo tanto, fuera de la ley– su expulsión
del sistema escolar –y su regreso al espacio doméstico y
comunitario–. Lo que les interesa, no es la ley antivelo, incluso la
califican correctamente de discriminatoria. Es el propio “velo”.
El significado (necesariamente abominable) del velo. Y es a este
respecto, y no a la ley, que ellos se indignan:
"Sin embargo no abdicamos de nuestra caracterización
de la portación del velo como símbolo de opresión de las mujeres.
Hay en la izquierda un debate perfectamente legítimo con respecto a
cuestiones como la laicidad, y aun más sobre el significado que toma
el llevar el velo presentado como traducción incuestionable de una
obligación religiosa. Cómo admitir, sin embargo, el regreso de esas
prácticas tan detestables que asimilan como formando parte del
enemigo (aquí, el racismo colonial) a los que no comparten en esta
materia el análisis del ‘Llamamiento de los indígenas’."
Se leyó bien. Asimilaríamos al racismo colonial a los
que no comparten, sobre la cuestión del velo (y no sobre su prohibición)
el análisis del Llamamiento de los indígenas. ¡Pero si también
se leyó bien el propio Llamamiento –como debieron hacerlo
estos revolucionarios que lo comentan detenidamente–, se puede ver
que no proponemos ningún análisis de "esta materia"! La única
referencia a la cuestión del velo (una frase que podría suprimirse
sin que el contenido del Llamamiento varíe) es la crítica a
la ley –ley condenada como discriminatoria por la LCR–. Agradecería
a los que puedan entenderlo, la explicación de este reproche de “prácticas”
detestables de un análisis inexistente. Yo, por mi parte, renuncio.
Después de un golpe similar, el resto pasará más fácilmente.
Así pues, este párrafo:
"Es también problemático insinuar, como ha hecho
el ‘Llamamiento de los indígenas’, que toda crítica del
integrismo y el fundamentalismo religioso obedece necesariamente a una
lógica de ‘guerra de las civilizaciones’, y está al servicio del
neoconservadurismo estadounidense y de los agentes de Bush.".
¡Lo problemático en esta historia es sobre todo la fórmula
"como ha hecho el Llamamiento de los indígenas",
puesto qué éste, precisamente, no dice nada de eso! Lo que hace es
denunciar los usos abusivos e incontrolados del tema del integrismo, y
no denunciar su crítica. Denunciar el hecho de que, sin definir esta
palabra, se acusa a todo el mundo y a cualquiera de integrista.
Denunciar la forma en que esta palabra es mal utilizada. (Por otra
parte, el concepto de "fundamentalismo religioso" está
ausente del Llamamiento.)
Para terminar, divirtámonos un poco: se nos acusa, no
sin grandilocuencia, "de llevar la desmoralización y la
confusión" a las filas de las "fuerzas progresistas
y democráticas”. Nos preguntamos si la confusión no existía
antes. Pero si lo que se dice es verdad, ellas se desmoralizan muy fácilmente.
¿Pero lo desmoralizante es que un puñado de organizaciones, de
militantes hayan lanzado un llamado? ¿O el hecho de denunciar en este
llamado cuestiones que estas "fuerzas" se obstinan en
ignorar desde hace décadas? ¿O es, también, el eco impresionante
que este llamado ha encontrado entre los destinatarios y las victimas
de discriminación? ¿Es la perspectiva de la autonomía de sus
luchas? "No habrá nunca bastantes voces para denunciar las
discriminaciones"; pero para la dirección del LCR, la voz de
las víctimas, la voz de los indígenas, manifiestamente, está de más.
Notas:
.-
“Réponse
à l'appel post-colonialisme”
(Respuesta al Llamamiento postcolonialismo), declaración
votada por la mayoría del Buró Político de la LCR, publicada en
Rouge, 03/03/05.
.-
El domingo 8 de mayo se realiza la marcha convocada por los “indígenas
de la República”, conmemorando el 50 aniversario de la masacre
de Sétif. (Nota de SoB)
.-
Nota del colectivo "Les
mots sont importants” : El comunicado de la mayoría del BP de
la LCR, hace un retorcimiento particularmente odioso. ¡Acusa a
los “indígenas” de reestablecer así el “derecho de
sangre”! En otros términos, el joven negro o árabe que hereda
–por su color de piel o su nombre– un estigma que será para
él sinónimo de opresión y humillaciones, es comparado al
dominante que hereda por la sangre un derecho o un privilegio.
.-
Nota
del colectivo "Les mots sont importants": Recordamos el
ejemplo del involucramiento importante –y justificado– de la
LCR en el movimiento de desobediencia civil contra las “leyes
Drebé” en 1997.
.- Nota de SoB: Se refiere
a la ley racista e islamofóbica impulsada por el gobierno de
Chirac, que expulsa de las escuelas públicas a las jóvenes que
lleven “voile”. El “foulard” o “voile” (que se traduce
como “velo”), no es un exactamente un velo, sino un gran pañuelo
que usan las mujeres de cultura musulmana para cubrirse la cabeza.
Ver en Socialismo o Barbarie N° 17/18, “La cuestión
del ‘velo’ en Francia: La República imperialista contra los
inmigrantes árabes y musulmanes”, por Isidoro Cruz Bernal,
con la colaboración de Flor Beltrán, http://www.socialismo–o–barbarie.org/europa/041024_b_lacuestiondelfoulard.htm
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