Europa
ahonda su crisis con otro fracaso
Reino
Unido y Holanda impiden alcanzar un acuerdo financiero en la UE
Juncker
declara la UE en "crisis profunda", ataca a Londres y
reconoce sentir vergüenza.
Por
Fernando García, corresponsal en Bruselas
La
Vanguardia, Barcelona, 18/06/05
Las
exigencias del Reino Unido sobre el mantenimiento de su cheque
compensatorio y las de Holanda sobre un recorte de su contribución al
presupuesto comunitario impidieron anoche que los Veinticinco
alcanzaran el acuerdo financiero que necesitaban para paliar la grave
crisis abierta a raíz del doble no a la Constitución.
Los
nuevos socios dieron una lección con una oferta de sacrificio 'in
extremis' que resultó insuficiente al no satisfacer a Londres.
Los
líderes europeos tiraron la toalla poco después de medianoche. El
veto de los líderes británico, y holandés a la última propuesta de
la presidencia luxemburguesa –rechazada también pero con menor
insistencia por España, Suecia y Finlandia– hizo naufragar la difícil
y crucial negociación sobre las finanzas de la Unión para el ciclo
2007–2013. Un asunto en el que los Veinticinco no se jugaban sólo
el dinero y su reparto –y por tanto el desarrollo de los proyectos
europeos en próximos años–, sino la credibilidad de los propios líderes
y del proyecto europeo mismo. Un acuerdo no habría resuelto la grave
crisis abierta con el doble portazo a la Constitución en los
referendos de Francia y Holanda, pero sí habría demostrado que la UE
funcionando. La ruptura hace la crisis más "profunda", según
sus dirigentes, y amenaza con hundir a la Unión en el descrédito y
la parálisis. Para colmo, los Veinticinco tampoco fueron capaces de
poner fecha al proceso de ratificaciones del tratado, que anteanoche
decidieron ampliar.
Como
factor principal de fracaso de la negociación financiera, fuentes
diplomáticas señalaron el rechazo británico a la última oferta de
congelación del cheque británico: el polémico sistema por el que
Londres recupera cada año el 66% de su aportación a la UE. A última
hora, nueve de los diez socios de la Unión ofrecieron un sacrificio
en la percepción de los fondos para salvar el acuerdo. Rodríguez
Zapatero dijo entonces que estaba dispuesto a reconsiderar su rechazo.
El canciller Gerhard Schröder pidió al británico Tony Blair y el
holandés Jan Peter Balkenende, los más duros en el rechazo a la última
oferta, que hicieran otro esfuerzo. Pero al final la oferta de los
recién llegados, con ser toda una lección a los viejos miembros, no
bastó para satisfacer a Londres y salvar la cumbre.
La
delegación francesa había anunciado a media tarde la disposición de
Jacques Chirac a olvidar su anterior exigencia de un recorte del
cheque británico y a conformarse con la propuesta de congelación
formulada por la presidencia luxemburguesa. Esta medida habría hecho
perder a Londres más de 25.000 millones de euros, según Downing
Street, al limitar el montante anual del cheque a la nada despreciable
cantidad de 5.500 millones al año, correspondiente al promedio de los
años anteriores a la ampliación, más otros 1.000 millones añadidos
por la presidencia en su última propuesta. Sin congelación, el monto
global de la compensación a Londres en el ciclo 2007–2013 habría
aumentado en un 50%.
Chirac
vendió su plácet a la congelación, en lugar del recorte que exigía
en principio, como un gran sacrificio: "La congelación (del
cheque) no es suficiente, pero, si se trata de llegar a un compromiso,
deberemos aceptar que no haga feliz a todo el mundo", dijo su
Gobierno.
El
paso dado por París no fue suficiente, pues Blair y los suyos
siguieron en sus trece. "No aceptaremos graciosamente una oferta
que ya rechazamos hace tres días", dijo un miembro de la
delegación del Reino Unido en alusión a la propuesta de los 5.500
millones anuales.
Ya
días atrás Blair había condicionado cualquier retoque del cheque a
una revisión completa, de arriba abajo, de las estructuras
financieras de la UE. A juicio del Gobierno británico, los
presupuestos del club comunitario y en especial el cuantioso capítulo
dedicado a las ayudas agrarias están "fuera del tiempo". La
insistencia de Blair en esta idea sacó de sus casillas a Chirac, que
sólo aceptó abrir ese debate en el 2013, es decir, al término del
periodo presupuestario a debate. El presidente de turno del Consejo
Europeo, el luxemburgués Jean–Claude Juncker, propuso que el
Consejo adoptara "una declaración" que comprometiera a sus
miembros a proceder a dicha revisión general en 2007 o 2008. Sin éxito.
Blair
compitió en resistencia al acuerdo con el holandés Jan Peter
Balkenende, que se mostró aún más firme que él en el planteamiento
de su particular demanda. Una y otra vez, el líder al que muchos
llaman Harry Potter repitió que, después de su fracaso en el referéndum
sobre el tratado constitucional, él no podía volver a La Haya con
las magras compensaciones que a su juicio se le ofrecían para
contrarrestar la fuerte contribución de sus ciudadanos al presupuesto
comunitario, hoy por hoy la más importante en términos de esfuerzo
per cápita: 180 euros por habitante y año.
El
sueco Goran Persson suscribió la postura de Balkenende, cuya firmeza
pilló desprevenidos a buena parte de sus colegas. No sería porque no
estaban avisados ni porque Balkenende careciera de razones. El primer
ministro holandés ya había avisado que se mostraría inflexible en
la reclamación de una rebaja sustancial en esa contribución per cápita,
la cual todos los sondeos anteriores y ulteriores al referendo señalan
como uno de los motivos del no.
Al
anunciar la ruptura de las negociaciones, el presidente Juncker afirmó
que ahora la UE ya no está simplemente "en crisis, sino en una
crisis profunda". Añadió con ironía pero con rabia que estaba
"feliz" de que su semestre presidencial toque a su fin. Y
dijo que hoy cogería un avión hacia América, donde hablará con
George Bush de "la fuerza y el vigor de la Unión", cuyo
"debilitamiento" en el mundo "será un proceso
lento". Juncker afirmó haber sentido "vergüenza"
cuando los nuevos socios ofrecieron ingresar menos fondos para salvar
el debate.
El
presidente europeo atacó sin paliativos, aunque de modo implícito,
la actitud de Blair en la negociación. Lo hizo dividiendo la UE entre
"los que quieren una Europa integrada y los que sólo desean un
gran mercado único; una Europa que no aciertan a defender".
También criticó a Londres por pedir a última hora una revisión
total del sistema financiero de la Unión, imposible de acordar a los
Veinticinco en sólo una cumbre. "Quien pide esa solución quiere
el fracaso", sentenció. Y acabó diciendo que el futuro del club
comunitario es "difuso y vago". En la misma línea, el
presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, también habló de
crisis y dijo sentirse "triste y preocupado".
Chirac
asumió asimismo la "grave crisis", y culpó del fracaso a
Londres y al "egoísmo de algunos países". Como el
canciller Gerhard Schröder. quien lamentó que la UE haya perdido,
afirmó, "una parte de su sustancia como unión política".
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