Edimburgo:
"Make G8 history" y más
Josu
Egireun
corriente[a]lterna, 04/07/2005
Con
una asistencia superior a las previstas 250.000 personas que
recorrieron las calles de Edimburgo por cerca de cinco horas, el sábado
dio comienzo en esta ciudad escocesa la movilización contra la cumbre
del G8. Una movilización que ha mostrado ya una recuperación de tono
por parte del movimiento (por el número de gente, su diversidad y
compromiso) y que va a durar hasta el comienzo de la cumbre. Una
movilización que no se limita a Edimburgo (porque más allá de las
manipulación de sentimientos sinceros de cientos de miles de personas
que acudieron a los conciertos que ha supuesto la iniciativa Live8
lanzada por Geldof, esa gente reclama terminar de una vez con la
pobreza en el mundo) y que tiene su réplica en Fana (Mali), donde se
reunirá el cuarto "Forum de los Pueblos" organizado por la
Coalición africana de Alternativas a la deuda y el desarrollo.
La
movilización de Edimburgo ha sido una movilización de muchos
contrastes, donde lo llamativo era tanto el fuerte arraigo de las ONGs
en el Reino Unido a través de la campaña Make Poverty History (que
la pobreza pase a la historia), con un discurso en el que se confía
la solución de la pobreza a Blair, Bush... cuando son ellos los
verdaderos responsables, contestada por los sectores más radicales
mediante sloganes como Make capitalism history o Make G8 history: como
la voluntad de movilización de cientos de miles de personas que han
mostrado su grito unánime a favor de acabar con la pobreza.
Ni
siquiera el cínico y raquítico acuerdo de los ministros de finanzas
del G7 (Rusia no participa de ese grupo) de anunciar a bombo y
platillo la cancelación de la deuda que los 18 países más pobres
del planeta (cuya población es una décima parte de los 42 que, según
el Banco Mundial, se integran en esta categoría) ha logrado restar un
ápice a la voluntad de ese tsunami humano que ha querido reclamar en
las calles de Edinburgo y en los distintos conciertos, la exigencia de
acabar con la pobreza.
Es
un acuerdo cínico porque, aún cuando no se conocen los detalles para
que sea aplicado, está condicionado a que esos países desarrollen
políticas neoliberales del agrado de lo 7 grandes y porque no se dice
claramente que el acuerdo deja intacta la deuda bilateral que todos
ellos mantienen con los países ricos y con instituciones privadas. Y
es raquítico porque el total de la cancelación que se ha anunciado
(55 billones de $ USA) no supondría más que no cobrar los intereses
de la deuda durante 2 años a los países pobres (23 bill. $ USA en el
2003), casi, casi lo que constituye la fortuna personal del presidente
de Microsoft, Bill Gates.
La
movilización del día 2 ha supuesto una denuncia frontal a todo eso,
pero ha supuesto algo más: acabar con la guerra y la ocupación de
Irak, acabar con la ocupación de Palestina; acabar con las reglas
actuales de comercio y exigir un comercio justo; denunciar la
privatización de servicios públicos y reclamar los recursos
naturales como un bien común; exigir libertad de prensa e información...
porque en las calles de Edimburgo no sólo circuló el color blanco
(que identificada la iniciativa MPH), sino que las calles también se
tiñeros de rojo (por las 100.000 víctimas de la guerra de Irak), de
verde para denunciar la destrucción del planeta que provocan las políticas
neoliberales; de negro en recuerdo a Carlo Giuliani asesinado cuando
protestaba contra el G8 en las calles de Génova, etc.
Una
multitud de colores que se ha dado cita en Edimburgo a través de las
iniciativas G8Alternatives y Disent y que además de impulsar la
movilizacion del día 6 contra la cumbre del G8 ante el castillo de
Geneables, ayer nos movilizamos contra el militarismo ante la base la
base militar de Falsane y hoy nos movilizaremos por el derechos al
asilo y la libre circulación de las personas ante el centro de
internamiento de Dungavel.
Pero
el encuentro en Edimburgo ha servido para algo más que para
movilizarnos. El domingo día 3 de ha desarrollado una contracumbre en
torno a 8 ejes temáticos (guerra e imperialismo; Las libertades
civiles; Africa, El cambio climático, Derechos de asilo e Inmigración,
Nuclearización; mundialización liberal y privatizaciones, y
desarrollo, comercio y deuda) entre los que han estado presentes temas
como el papel de las lenguas minorizadas en la globalización
neoliberal (en Europa somos más de 40 millones de personas las que
entramos en esa categoría) o la tortura.
También
ha servido para debatir sobre el nuevo contexto europeo tras el
rechazo del Tratado para una Constitución Europea en el Estado francés
y en Holanda. En los debates ha quedado patente que si bien este
rechazo no supone un vuelco radical en la situación europea, por
primera vez en muchos años nos encontramos ante una victoria ante el
intento de legitimar el modelo neoliberal europeo en una constitución
y que no podemos desaprovechar las oportunidades que nos abre esta
victoria.
Primero,
para denunciar que las representaciones políticas actuales (los
parlamentos actuales no representan la voluntad popular: en Francia,
si la constitución llega a ser votada por el Parlamento hubiese sido
aceptada con una abrumadora mayoría del 85%, en tanto que mediante
sufragio universal ha sido rechazada y lo mismo ocurriría en otros países
(Portugal, Grecia...) donde las encuestas muestran una ruptura total
entre el parlamento y la calle.
En
segundo lugar, haciendo frente a lo que va a constituir el elemento
central de los dirigentes europeos durante los próximos meses. En
este sentido ya hay un llamamiento a organizar movilizaciones
unitarias en todos los países para el próximo 15 de octubre, que
coincidirá con la movilización que se llevará a cabo en Ginebra
ante el Consejo General de la OMC que se reune para acordar la agenda
de la VI Cumbre Ministerial en Hong-Kong.
Y,
en tercer lugar, mirando al próximo Foro Social Europeo que se
celebrará en Atenas el próximo abril, trabajar para convertir el
Foro de Atenas en la alternativa al proyecto neoliberal Europeo; poner
frente a frente la Agenda de Atenas a la Agenda de Lisboa.
No
hay duda que tanto la victoria del no en Francia y Holanda, como el éxito
de la movilización en Edimburgo, junto al atasco de la ocupación en
Irak o la crisis abierta en la UE, suponen un buen aliento para hacer
posible un nuevo mundo y una nueva Europa, siempre que seamos capaces
de construir dinámicas de movilización unitaria desde el respeto a
la diversidad de los movimientos. Esta es la primera y fundamental
lección de la movilización en Francia por el rechazo a la constitución
y de la movilización en Edimburgo para hacer del G8 historia.
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