Live 8: El imperialismo realiza un ataque ideológico
a gran escala al movimiento antiglobalización
Por
Roberto Delgado
La
Haine
04/07/05
"El mayor
evento musical de la historia" ha sido, probablemente, el mayor
ataque ideológico al movimiento anticapitalista internacional desde
su renacimiento a mediados y finales de la década de los 90.
Cientos de miles de personas acudieron el sábado
2 de julio a los 10 conciertos celebrados en nueve países,
coincidiendo con las reuniones que los líderes de los 8 países más
ricos del planeta realizarán cerca de Edimburgo, Escocia, entre el 6
y el 8. Tokio (Japón) abrió la jornada musical del “Live 8” que
siguió en Moscú (Rusia), Johannesburgo (Sudáfrica), Edimburgo
(Escocia), Londres (Gran Bretaña), París (Francia), Roma (Italia),
Berlín (Alemania), Filadelfia (EEUU) y Barrie (Canadá). La prensa
internacional presentó este acontecimiento como "el mayor evento
musical de la historia, para presionar al G–8 en la toma de medidas
contra la pobreza".
El evento fue
respaldado por la participación de decenas de "estrellas"
de la industria musical, como Elton John, Pink Floyd, Madonna (que
preguntaba al público "¿estáis preparados para iniciar la 'fucking'
revolución?"), Sting, Coldplay, REM, Will Smith, Die Toten Hosen,
Green Day, Roxy Music, Brian Wilson (ex líder de Beach Boys),
Destiny's Child, The Dave Matthews Band, Alicia Keys, Bon Jovi, Stevie
Wonder, Zucchero, Duran Duran, Pet Shop Boys...
Además contó con la
participación de actores, como Brad Pitt (que dijo a la multitud:
"Indignémonos, seamos enérgicos, seamos audaces") o
Richard Gere (seguidor del Dalai Lama).
El secretario general
de Naciones Unidas, Kofi Annan, asistió a los conciertos de Londres
para mostrar su "apoyo a los millones de personas en el mundo que
pueden beneficiarse si se alcanzan los Objetivos del Milenio,
especialmente los niños que se salvarán del VIH/Sida o la
malaria". Nelson Mandela denunció la "obscena desigualdad
en África" al final del concierto en Johannesburgo. El dueño
del gigante empresarial Microsoft, Bill Gates, tomó la palabra
“casualmente” en Hyde Park en Londres.
El Comité por la
Anulación de la Deuda al Tercer Mundo denunció que “para reunir
los 38 millones de euros que costó el evento, Live 8 pidió la
contribución a empresas multinacionales”.
Un seguimiento de
miles de millones de personas
Hagamos ahora el análisis
numérico y veamos cuántas personas participaron activa o pasivamente
de este evento. En primer lugar, presento las cifras aproximadas de
personas que, según medios de prensa y organizadores (no se conocen
estimaciones independientes), participaron en los conciertos en
directo:
Londres – 200.000
personas
Edimburgo – 120.000
personas
Tokio – 10.000
personas
Berlín – 110.000
personas
Johanesburgo – 8.000
personas
Filadelfia –
1.000.000 personas
Barrie – 35.000
personas.
Roma – 150.000
personas
Moscú – 20.000
personas
París – sin
confirmar, los medios apuntan escuetamente que "los organizadores
convocaron frente al palacio de Versalles, pero pareció haber menos público
de lo inicialmente previsto"
El espectáculo fue
también seguido a través de Internet. El diario El País señala que
"los conciertos solidarios tuvieron en Internet una audiencia de
cinco millones de personas, el doble de lo previsto". La
iniciativa también batió marcas en los móviles, pues la organización
de Live 8 recibió más de 26 millones de mensajes de texto de apoyo.
El enorme número de mensajes SMS recibidos en apoyo de las
reivindicaciones expresadas en los conciertos "es la mayor
llamada a la actuación política" a través de móviles, según
declaró Ralph Simon, coordinador de la campaña de mensajes de texto
en Filadelfia.
A esto hay que añadir
el dato más importante: el seguimiento por televisión. Bob Geldof,
principal impulsor del Live 8, fue criticado por la práctica ausencia
de artistas africanos en los conciertos. Geldolf respondía a las críticas
argumentando que "pretendía sobre todo que miles de millones de
personas viesen el concierto por televisión en todo el mundo y que la
presencia de artistas poco conocidos, ya fuesen de África, Nueva York
o Londres, podría hacer que muchos cambiasen de canal". [El
Universal, México]
La revista
Focosdeinteres.com calculó que "dos millones de espectadores en
directo y más de 3 mil millones de teleespectadores se solidarizaron
con África en el maratón de conciertos que unió por una tarde a las
naciones".
Y por fin el domingo 3
de julio, el gran titular que muchos esperaban: "El primer
ministro británico, Tony Blair, ha colocado en la agenda el tema de
la pobreza" [Reuters].
Motivaciones
En este evento se ha
dado una dinámica habitualmente repetida por el poder: señalar las
consecuencias de los actos del imperialismo, pero nunca las causas ni
los responsables de la pobreza resultante. Por el contrario, los
causantes de guerras, hambre y enajenación son mostrados como líderes
concienciados de este "grave problema" que necesitan ser
"presionados" con acciones pacíficas (por supuesto) y lúdicas,
respaldadas, eso sí, por un sin fin de símbolos públicos
referenciales de la industria del entretenimiento.
Live8 ha sido una
espectacular operación de propaganda con el objetivo de lavarle la
cara al imperialismo. Y todo ello con la aprobación directa de los
responsables directos de la injusticia, que son los que han puesto el
grueso del dinero para financiar un evento de estas características.
Ha sido una demostración de que "el sistema funciona",
permite la crítica, fomenta la lucha contra la pobreza. Eso que tanto
insistimos los anticapitalistas de que los medios están al servicio
de los poderosos “es mentira”: ahí están las televisiones y los
grandes diarios llenos de imágenes de la “lucha” contra el
hambre... “Para cambiar las cosas basta con decir NO”, rezaba una
de las entradillas cuidadosamente elegidas en la TV.
Conclusión
Una maniobra de esta
envergadura no pretendía engañar a los activistas mayormente
concienciados. Presentar como "solidario con la pobreza" a
un símbolo del capital como Bill Gates es una señal demasiado
descarada. Lo que se pretendía con este evento era aislar al
movimiento anticapitalista, atacarlo ideológicamente, ridiculizarlo
numéricamente, restar importancia a la lucha en la calle, imponer la
idea de que el único camino posible es delegar al propio G8 la
responsabilidad política de actuar por un mundo justo, anular la
necesidad de un enfrentamiento con los opresores y, en consecuencia,
esconder por una larga temporada el concepto "lucha de
clases".
Pero Live 8 no sólo tiene objetivos de largo
plazo: también sirve de excusa para dar abundantes palos a los
anticapitalistas que estos días se atrevan a manifestarse y enfrentar
a la policía defensora del G8 en Escocia. Con esto nos quieren
convencer de que ya no tenemos argumentos: ¿para qué protestar en la
calle si ya millones de personas se han pronunciado? Parece que los
poderosos quieren recuperar la legitimidad del sistema, desacreditado
estos años por el movimiento anticapitalista internacional. Ahora
esperan un paulatino resurgir de las grandes movilizaciones
antiglobalización (al ritmo que marcan las revueltas en América
Latina, Oriente Medio y otros lugares del mundo) y abrieron el
paraguas antes de que llueva. Lamentablemente para ellos, nuestras
protestas no se suspenden por mal tiempo.
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