Tony
Blair lo sabía
Por
Roberto Bardini
Bambu Press / Argenpress, 10/07/05
En
julio del año pasado, Scotland Yard interceptó varios correos electrónicos
de un supuesto miembro de Al Qaeda en Pakistán y advirtió acerca de
la posibilidad de que se realizaran atentados para estas fechas. Al
mes siguiente, el diario The Times publicó que la organización
planeaba cometer ataques en Londres.
En
la década del 50, Radio El Mundo de Buenos Aires transmitía a las
19:45 horas el programa 'Peter Fox lo sabía'. Fox era un detective
inglés que siempre resolvía los casos más misteriosos. Como
Sherlock Holmes, su compatriota y colega en la ficción, las
herramientas del investigador eran su inteligencia personal, el
razonamiento y la deducción.
Los
policías y espías de los años 50 y 60 seguramente tenían algún
talento especial, ya que no contaban con los sofisticados medios técnicos
que disponen sus actuales colegas. En junio de 2002, el presidente del
Arlington Institute y asesor en seguridad del gobierno estadounidense,
John L. Petersen, afirmó que los servicios de inteligencia tienen
cada vez mejores herramientas para la vigilancia electrónica y la
prevención del terrorismo. Esto era impensable tres o cuatro décadas
atrás.
Petersen
habló ante 60 periodistas reunidos en Niza en el seminario El precio
de la Privacidad, y dijo: 'Habrá menos vida privada, pero más
seguridad. Podremos anticipar el futuro gracias a la interconexión de
todas las informaciones. Mañana, sabremos todo de ustedes'.
Después,
muchos de los asistentes al seminario recordaron unas líneas del
escritor británico George Orwell en '1984', su pesimista obra de
anticipación redactada en 1948, que ubicaba al omnipotente Hermano
Mayor en la Unión Soviética: 'En el pasado ningún gobierno había
tenido el poder de mantener a sus ciudadanos bajo una constante
vigilancia. Ahora, la Policía del Pensamiento vigilaba a todo el
mundo, constantemente'. Aunque con otros protagonistas, la profecía
se había cumplido en el siglo XXI.
En
la mañana del 11 de marzo de 2004, un año y ocho meses después de
las afirmaciones de John L. Petersen, diez bombas estallaron en apenas
tres minutos en varias estaciones de tren en Madrid. Fueron cien kilos
de dinamita repartidos en una decena de mochilas, a una hora en que
trabajadores y estudiantes son los principales usuarios del transporte
ferroviario. Hubo 191 muertos y mil 500 heridos. Fue el peor atentado
en la historia de España.
'Nos
reservamos el derecho a responder en el momento y el lugar oportunos a
todos los países que participan en esta guerra injusta [en Irak], en
particular el Reino Unido, España, Australia, Polonia, Japón e
Italia', había amenazado Osama bin Laden en octubre de 2003.
Fiel
a la advertencia, Al Qaeda volvió a golpear. Esta vez, eligió la red
de transporte de Londres. Resultado: más de 50 muertos, 700 heridos y
25 desaparecidos. Gran Bretaña, que conoció la violencia del Ejército
Republicano Irlandés (ERI) durante décadas, no había sido objeto de
ningún atentado desde siete años atrás: el último fue en 1998. En
este tiempo, mientras Estados Unidos y España fueron blancos del
terrorismo, la isla permaneció indemne a pesar de los ataques británicos
en Afganistán e Irak.
Sin
embargo, el Reino Unido estaba en alerta permanente. Todas las
amenazas que Al Qaeda lanzó a Washington desde la guerra de Irak las
hizo extensivas a Londres.
En
2002, The Sunday Times informó que alrededor de 3 mil extremistas islámicos
residentes en el Reino Unido habían sido entrenados en campamentos de
Al Qaeda en Afganistán. En abril de 2004, después de los atentados
de Madrid, un líder de Al Qaeda divulgó una lista de objetivos de la
organización e Inglaterra se encontraba, como siempre, después de
Estados Unidos.
En
julio del año pasado, Scotland Yard interceptó varios correos electrónicos
de un supuesto miembro de Al Qaeda en Pakistán y advirtió acerca de
la posibilidad de que se realizaran atentados para estas fechas. Al
mes siguiente, el diario The Times publicó que la organización
planeaba cometer ataques en Londres. En marzo de este año, el
gobierno aprobó una ley antiterrorista que aumenta la vigilancia de
ciudadanos sospechosos de pertenecer a grupos extremistas.
Lo
anterior es información pública. Es de suponer que los servicios
secretos disponían de suficientes datos confidenciales a los que no
tiene acceso el periodismo. El MI–5, dependencia de espionaje
interno, siempre aseguró que toleraba la residencia en Inglaterra de
presuntos terroristas porque era una forma de mantenerlos vigilados.
El mensaje era: quédense tranquilos, la situación está bajo
control. En pocas palabras: el primer ministro Tony Blair lo sabía.
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