¡Estos bárbaros
fundamentalistas!
Por Marcelo Colussi
(*)
Especial para Argenpress, 10/07/05
Definitivamente son
unos bárbaros fundamentalistas, primitivos, salvajes asesinos. Ningún
animal actúa así. Ni la más feroz de las bestias comete ese tipo de
actos.
¡Primitivos!, no cabe
otro calificativo: ¡pri-mi-ti-vos! Mientras el mundo intenta ir abriéndose
paso desde la noche cavernícola hacia la luz de la civilización,
estos salvajes primitivos persisten en prácticas arcaicas contrarias
a los tiempos modernos.
Son unos salvajes
prehistóricos, arrogantes, creídos que su verdad es 'la' verdad, la
única, convencidos fanáticamente que tienen el derecho de pisotear a
quien no la comparte. Y lo peor de todo: dispuestos a matar a quien se
le ponga en el camino.
De esa manera, con esa
soberbia y esa sed irracional de sangre, no es posible construir un
mundo para todos, tolerante, basado en el bien común. Un mundo donde
reine la solidaridad. ¿Cómo eliminar al que no piense igual, al que
sea distinto, al que no comparta mi pretendida verdad? ¡Eso es
primitivísimo! Ni las bestias de la selva lo hacen.
¿Cómo matar así a
otro ser humano, con esa frialdad, con esa falta de culpa? ¿Cómo
llenarse la boca con palabras altisonantes en nombre de las cuales
luego pisotean la más elemental dignidad humana? Porque sí,
efectivamente así lo hacen: viven hablando de libertad, de
democracia, de progreso, ¿y miren lo que hacen?
Invaden, masacran, usan
armas de destrucción masiva (bombas de racimo, napalm, ¡armamento
nuclear incluso!), utilizan la guerra psicológica, la desinformación,
la manipulación mediática, la tergiversación, torturan, preparan
otros torturadores para que los secunden… ¡Miren todo lo que hacen
estos bárbaros primitivos y fundamentalistas!
Y no sólo con armas
matan, dejan secuelas de por vida, destruyen vidas tanto material como
psicológicamente. También arrasan culturas enteras, civilizaciones
milenarias; imponen su criterio, fuerzan a hacer lo que ellos dicen so
pena de monstruosos castigos, chantajean, presionan, mienten. ¡Y lo
peor de lo peor!: matan mucho más, infinitamente muchísimo más que
con las armas (¡submarinos nucleares!, ¡aviones espías!, pensemos
en las armas secretas: el reciente bombardeo de un cometa que
militariza el espacio sideral, las armas que dicen que pueden
modificar el clima -¿recuerdan el tsunami del Indico del pasado
diciembre? Se comentó mucho que fue producto de un experimento
nuclear militar), matan además de con las armas: de hambre. ¡Un
muerto cada siete segundos por hambre a nivel mundial! ¡Qué bárbaros
fundamentalistas y salvajes!
Matan con las armas a
quienes se les oponen para no perder su lugar de privilegio, para no
dejar de ser los amos que explotan inmisericordes. Y matan con el
sistema económico social que han engendrado. Mataron miles de miles
de indígenas americanos y de negros africanos para comenzar a
construir el mundo moderno. Siguen matando de hambre, de sed, de
miseria a quienes viven en los lugares que siguen saqueando. Y matan a
quienes protestan por todo ello.
¡Es increíble! Hablar
de democracia y libertad, y en su nombre, continuar con la más infame
explotación, con el saqueo, con la humillación de dos tercios de la
humanidad… todo por continuar con una loca opulencia.
Sí, sin dudas: los
fundamentalismos son una locura irracional. Es difícil entenderlo,
pero se ve que eso es una posibilidad humana; tanto como el análisis
objetivo, o la solidaridad, o la ternura. Pero definitivamente tenemos
que hacer algo para terminar con estos fundamentalismos. El mundo es
de todos y para todos.
(*) Marcelo Colussi.
Psicólogo y licenciado en filosofía. Italo-argentino, desde hace 15
años vive y trabaja en el ámbito de los derechos humanos en Centroamérica.
Ensayista y escritor, ha publicado en el campo de las ciencias
sociales y en la narrativa.
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