Rabia en Brasil por
emigrante asesinado en Londres
Por Mario Osava
Inter
Press Service (IPS),25/07/05
Río de Janeiro.
Gonzaga, una pequeña ciudad brasileña de unos 2.600 habitantes,
paralizó sus actividades este lunes para protestar por la muerte de
Jean Charles de Menezes, ejecutado el viernes por la policía de
Londres.
Menezes, un
electricista de 27 años, trabajaba en la capital británica desde hacía
tres años, y enviaba parte de su sueldo a su familia de pequeños
agricultores afincada en la zona rural de Gonzaga, en el interior del
estado de Minas Gerais, centro de Brasil.
La policía británica
le descerrajó ocho tiros a quemarropa, siete en la cabeza y uno en el
hombro, según las últimas informaciones que profundizaron la
indignación de los manifestantes de Gonzaga, encabezados por el
propio alcalde Julio Maria de Souza.
Autoridades policiales
británicas afirmaron que los efectivos actuaron como si se hubieran
encontrado con un terrorista suicida cargado de explosivos, como los
que se presume causaron el 7 de este mes la muerte de unas 56 personas
en cuatro puntos del transporte público londinense.
”Estamos consternados
y perplejos por la pérdida”, y la tristeza de familiares y amigos
de Menezes se agranda porque no logran recuperar su cuerpo para
sepultarlo en la ciudad, dijo a IPS por teléfono Ana Lucia Ferreira,
secretaria de la alcaldía.
El gobierno británico
prometió una investigación completa de lo ocurrido y una respuesta
veloz y comprensiva a cualquier demanda de compensación de la
familia, dijo este lunes el canciller británico Jack Straw, en una
conferencia de prensa con su par brasileño Celso Amorim.
El ministro brasileño
manifestó que la lucha contra el terrorismo debía llevarse a cabo,
respetando los derechos humanos.
Menezes era un buen
hijo que, con sus ahorros en Gran Bretaña, ”construyó una casa
para sus padres, cumpliendo un sueño” y ayudó a su familia pobre a
mejorar sus condiciones de vida, dijo la secretaria, quien lo conocía
y lo vio por última vez en febrero, cuando pasó las fiestas de
carnaval y de su cumpleaños en Gonzaga.
Muchos jóvenes de la
zona emigran al exterior, principalmente a Estados Unidos, ”por la
imposibilidad de seguir los estudios y la falta de perspectivas de
vida”, se lamentó Ferreira, admitiendo que ”un tercio de la
juventud” podría estar fuera del país, mientras la prensa habla de
la tercera parte de toda la población de Gonzaga.
Se trata de un
municipio de economía rural, de pequeña agricultura y ganadería
lechera, cuya población bajó de 5.713 a 5.482 habitantes entre 2000
y 2004, según las estadísticas oficiales. Más de la mitad, 53 por
ciento, vive en el campo.
La emigración es una
alternativa creciente para la juventud brasileña, un movimiento
poblacional iniciado en los años 80 en Governador Valadares, un
municipio de 255.000 habitantes que perdió buena parte de su población
emigrada a Estados Unidos, en un flujo que contagió a Gonzaga, a 90
de kilómetros de distancia.
”Un 95 por ciento de
las familias gonzaguenses tienen algún pariente en Estados Unidos”,
el principal destino de los emigrantes locales, sostuvo Ferreira,
quien con 18 años y enseñanza secundaria recién concluida, prefiere
probar suerte en su país a ”correr los riesgos de cruzar la
frontera” mexicano-estadounidense.
La represión contra
los inmigrantes sin papeles en Estados Unidos, intensificada después
de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, desvió
parte del flujo migratorio hacia Europa, según indicadores como el
aumento de trabajo en los consulados, las consultas de familiares y
las repatriaciones de turistas sospechosos de ser inmigrantes
indocumentados, admite la cancillería brasileña.
En Gran Bretaña hay
cerca de 100.000 brasileños, según una estimación incierta y
considerada conservadora, porque algunos hablan ya de 150.000. Los
brasileños son a veces mal considerados por delitos como pequeñas
trampas financieras y falsificaciones, pero nunca por terrorismo.
Pero son ”solo
algunos” los gonzaguenses que viven en Gran Bretaña. La emigración
desde esa localidad hacia Europa, con Portugal como puerta de entrada,
aumentó poco, evaluó Ferreira. ”Los atentados y la represión
antiterrorista (en Estados Unidos) no atemorizaron” a los emigrantes
locales, acotó.
Menezes siguió esa
ruta. Estuvo en Portugal antes de instalarse en Londres. Sus parientes
niegan la versión policial de que residía sin visa en Gran Bretaña,
argumentando que viajó a su tierra natal a inicios de este año, y su
regreso a la capital británica hubiera sido imposible sin permiso.
Su familia ya sufrió
otra tragedia. Dos de sus primos, también emigrantes, murieron en un
accidente automovilístico en Portugal en 2002.
Pese a los infortunios,
los controles migratorios y las penurias que imponen el terrorismo y
las medidas para combatirlo, la emigración juvenil proseguirá, opinó
Ferreira. Los factores del éxodo se mantienen, argumentó. ”Las
mejores casas y tiendas comerciales de Gonzaga son de familias
sostenidas por el dinero enviado por un pariente emigrado”, señaló.
Su propio caso
ejemplifica la falta local de horizontes. Con un salario mínimo de
300 reales (125 dólares), ella ni siquiera podría pagarse el
transporte diario desde Gonzaga hasta la universidad más cercana, en Gobernador
Valadares. Y como se trata de una institución privada, debería
costearse los pagos mensuales de la carrera.
Su sueño de estudiar sicología
o asistencia social parece imposible. En tales condiciones, los jóvenes
eligen el ”camino más fácil”, emigrar pese a los riesgos de
cruzar las fronteras y las dificultades de adaptación a un país
lejano, concluyó.
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