El
'espejismo Merkel': La candidata conservadora a la cancillería
alemana pierde puntos en las encuestas que hasta ahora la daban como
ganadora
El
voto en el Este preocupa a la derecha
Por
Gonzalo Cáceres
Corresponsal en Berlín, El Periódico, 12/08/05
"Quiero
servir a Alemania", declaró Angela Merkel, la candidata de la
derecha alemana cuando recientemente fue designada por la Unión
Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU)
para tratar de convertirse el próximo septiembre en la primera
cancillera de Alemania. De esta forma, dio por seguro que apartaría
del poder al actual canciller, Gerhard Schröder, y a la alianza
rojiverde que socialdemócratas y verdes forman desde hace siete años.
"Por el bien de Alemania hay que producir el cambio",
sentenció con energía. La dirigente democristiana acariciaba el
poder.
Sin
embargo, desde entonces el viento no hace más que soplar con fuerza
contra ella, y las encuestas de opinión revelan que su candidatura
pierde fuerza y los socialdemócratas se recuperan. Richard Hilmer,
director del prestigioso instituto de opinión Infratest, señala que
"la preferencia por los partidos cristianos se ha estancado, y la
de su candidata desciende".
El
preferido
Según
el último estudio de la primera cadena de televisión (ARD), la
alianza de CDU/CSU y el partido liberal FDP "no tiene mayoría
para gobernar" y, ante la pregunta de si se prefiere a Schröder
o Merkel como canciller, el 48% opta por el dirigente socialdemócrata
frente al 39% que elige a la candidata conservadora. La preferencia
personal de los alemanes, de todas maneras, siempre se ha decantado
por el jefe del Gobierno, a pesar de que las encuestas castigan a su
partido. "El SPD gana en todos los campos y la gente observa,
sobre todo, que tienen más capacidad en temas como las jubilaciones y
la justicia social", analiza Hilmar.
La
situación provoca desesperación en las filas cristianas que anuncian
una batalla a fondo para resaltar "los malos resultados del
Gobierno de Schröder" ––las reformas económicas y sociales
son las que provocan mayor malestar–– al tiempo que se proponen
"obtener la primera mayoría en el Este de Alemania", según
el secretario general de la CSU, Markus Söder.
El
precio de los errores
La
negativa de Merkel a un doble duelo televisivo con Schröder y las
profundas diferencias de los partidos cristianos con el liberal en
temas económicos espantan a los electores que, además, asisten a
sistemáticas meteduras de pata de Merkel, quien, por ejemplo,
confundió el salario bruto con el neto. En un sondeo del instituto
Forsa se comprueba cómo, en los últimos días, cerca de 400.000
votantes se alejan de los democristianos debido a errores cometidos
por la candidata de la derecha.
Otros
golpes también son nuevos para Merkel. La aparición del Partido de
Izquierda, liderado por el disidente socialdemócrata Oskar Lafontaine
y el famoso dirigente de los excomunistas alemanes Gregor Gysi, también
come terreno a la candidata de la CDU/CSU en el territorio oriental,
de donde la candidata es original. Este nuevo partido tiene, según
las encuestas, entre el 10% y el 12% de las intenciones de voto, el
32% en el Este.
El
descenso de expectativas desata la furia conservadora contra los
alemanes orientales. Primero, el candidato de Merkel a ministro de
Defensa, el titular de Interior de Brandeburgo, Jörg Schönbohm, culpó
a la "cultura proletaria" de los alemanes orientales del
infanticidio cometido por una mujer contra sus nueve bebés.
Ayer,
el primer ministro bávaro y posible titular de Exteriores en un
Gobierno de Merkel, Edmund Stoiber, habló: "No acepto que el
Este decida quién es canciller. No puede ser que los frustrados
determinen el destino de Alemania". Los intentos de deshacer
estos entuertos fueron vanos. Los errores o los mal disimulados
intentos de Stoiber por hundir a su candidata y antigua rival también
incluyen el exigirle que obtenga, como mínimo, el 45% de los votos.
El 49% que tenía en junio baja ahora por la pendiente hasta el 42%.
El
pánico
Para
el profesor Klaus Schubert, del instituto Münster, "estos
comentarios que reflejan la arrogancia de los alemanes del oeste
respecto al pasado de la Alemania del Este, esconden el pánico".
Desesperada,
Merkel cambia la imagen, muda la vestimenta y abre a las cámaras su
vida privada, un apartado tabú hasta ahora. Ante el objetivo de una
fotógrafa francesa de su confianza, la candidata posa junto a un
pescador con su nuevo marido, el químico Joachim Saber, en unas imágenes
consideradas como poco afortunadas.
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