Cifras
Por Luis M.Rivas
BerlinSur, Berlín, marzo 2005
“Alemania va
mal….el Estado se ahoga en deudas….los obreros ganan demasiado...
la industria no es competitiva…” Esa es la letanía de todos los días….
Curiosamente Alemania es campeona del mundo en exportaciones, los
beneficios de las grandes empresas se disparan, el patrimonio de los
adinerados se infla a ojos vista y tributan cada vez menos al estado.
Qué paradoja, ¿nos será que los que ya tienen mucho quieren
quedarse con aún más pastel? ¿No será un ajuste de cuentas con
esos trabajadores que consiguieron ventajas sociales hace décadas?
Redistribución de
la riqueza
Los ricos más ricos y
los pobres más pobres.... también en Alemania. Las estadísticas
oficiales confirman que entre 1993 y 2003 el patrimonio de la cuarta
parte de los hogares germanooccidentales considerados pobres se ha
reducido en un 50 por ciento. Al mismo tiempo, el patrimonio de la
cuarta parte más acomodada de la sociedad ha crecido un 25 por ciento
(parte de la agencia AP 11.08.04). Participaciones en bolsa, seguros
de vida, cuentas de ahorro, etc., todos esos recursos para reproducir
el dinero, por "accesibles" que parezcan a algunos, no
existen, por supuesto, en el vocabulario de las rentas bajas.
Los que poseen capital
pueden además multiplicarlo. Y, como Alemania va mal y los ricos no
paran de llorar, el gobierno de socialdemócratas y verdes acordó la
entrada en vigor a partir del uno de enero de 2005 de la siguiente
fase de la reforma tributaria. En esencia (contante y sonante) la
reforma del IRPF permite a todos los ciudadanos quedarse con uno euros
más en el bolsillo: a las rentas más bajas se les reduce el tipo
imponible mínimo del 16 al 15 %, lo que permite disponer de unos
pocos cientos de euros extra (para el dentista, jubilación privada,
etc), mientras, a las personas de mayores ingresos se les baja el tipo
máximo del 45 al 42 % (a un ciudadano que ingrese un millón de euros
al mes, el estado alemán le regala 30.000 euros). 30.000 euros, por
ejemplo, es la suma resultante de reducir a 30 desempleados el
subsidio en 80 euros al mes.
Suena a populismo aritmético
pero en realidad estamos ante una broma de mal gusto: el gobierno
roji.verde justifica la reducción del impuesto sobre la renta en la
necesidad de dejar más dinero en manos de los hogares y así
incentivar el consumo y, por ende, relanzar el crecimiento económico.
Curiosamente, a los desempleados se les recortan las ya de por sí
ajustadas prestaciones; su dinero no vale para reactivar la economía,
sólo el dinero que se regala a personas que, de cualquier forma, ya
disponen de elevado poder adquisitivo.
Los beneficios
empresariales
Los beneficios
empresariales están alcanzando en Alemania un nivel récord en relación
a las rentas por trabajo. El Bundesbank (banco central alemán) reveló
el pasado 24 de noviembre que la participación de las ganancias de
empresarios y de rentas del patrimonio alcanzaron en el tercer
trimestre de 2004, el 30,5 por ciento de la renta nacional (en total
123.600 millones de euros, 25 por ciento más que a finales del año
2.000, cuando la crisis bursátil menguó sobre todo las rentas
obtenidas en la especulación bursátil). El 69,5 restante de la renta
nacional corresponde a salarios y sueldos. Desde 1971 no se conocía
una situación semejante, según el diario "Financial Times
Deutschland" (24.11.04)
En el mismo periódico,
el economista del Commerzbank, Ralph Solveen calificó el incremento
de las ganancias empresariales de “señal positiva y signo de la
recuperación en ciernes”, aunque reconoció que la creciente
disparidad entre beneficios y salarios es exagerada.
El Bundesbank señala
también en dicho informe que las rentas del trabajo bajaron un 0,9
por ciento neto en el tercer trimestre de 2004 respecto al trimestre
anterior. En dicho periodo (julio-septiembre) el estado redujo además,
por tercer trimestre consecutivo, sus pagos de jubilaciones, pensiones
y prestaciones sociales.
Estas cifras ofrecen
munición sin fin a quienes vienen pidiendo el fin de la política
oficial basada en el recorte del gasto público. A cambio se exigen
subidas salariales y programas estatales de inversión para reactivar
la demanda interna. Peter Bofinger, uno de los denominados "cinco
sabios" (asesores del gobierno rojiverde), pide un tres por
ciento de subida salarial. En una entrevista de prensa Bofinger lo
deja claro. "la única forma de que una vaca dé más leche, es
darle más de comer." Trabaja y consume es la divisa.
La izquierda sindical,
por su parte, comparte la demanda de aumentos salariales y pide además
una mayor presión fiscal sobre los beneficios empresariales y rentas
del patrimonio. En este sentido un informe del Instituto de Ciencias
Económicas y Sociales (WSI), vinculado a los sindicatos, nos da más
cifras para describir este proceso de empobrecimiento y perdida de
capacidad adquisitiva, por el lado de los trabajadores, y de acumulación
de la riqueza por parte de los más pudientes: en 1991 el volumen
total de beneficios de las sociedades anónimas alcanzó 185.000
millones de euros, de los que 22.000 millones acabaron en las arcas públicas;
en 2003, la relación fue de 300.000 millones de euros en beneficios y
sólo 16.000 millones en impuestos.
Fraude
Estadísticas y
estudios son siempre muy resbaladizos y se pueden quedar en humo, si
carecen de contexto. También es cierto que si son suficientemente
expresivos (“reveladores”) pueden aportar nuevas piezas a ese
mosaico subjetivo, y en permanente construcción, que cada cual va
montando y que podemos llamar realidad común. En el tema del fraude,
en concreto, ofrecemos una primera entrega sobre algunos aspectos de
la situación en Alemania.
La economía sumergida
en Alemania alcanza ya más de la sexta parte (17,1 %) del PIB; en
euros: 370.000 millones. Si el estado se preocupara de verdad en
acabar con ello ingresaría los correspondientes impuestos (64.000
millones) y cotizaciones a la seguridad social -enfermedad, pensiones,
seguro de desempleo, etc. (54.000 millones). Con ese dinero se podría
cubrir el nuevo endeudamiento público y parte del servicio de la
deuda. La economía sumergida, por cierto, crece el doble de rápido
que el conjunto del PIB.
Más fraude. En
Alemania la sinceridad fiscal de los más ricos deja mucho que desear.
Cada vez más. Las delegaciones de hacienda del estado federado de
Renania del Norte Westfalia revisaron en el primer semestre de 2003,
267 de las 1.700 declaraciones de la renta de los millonarios de ese
Land. Sólo 21 declaraciones eran correctas. En el resto, 246, el
fraude cometido fue sancionado con multas que, en total, alcanzaron
los 23 millones de euros, 86.000 euros por declaración revisada (en
2001 fueron 47.000 euros por caso). Extrapolando estas cifras a todo
el territorio alemán, la cifra permitiría ampliar en varios miles el
cuerpo de inspectores fiscales y así luchar más eficazmente contra
los delitos económicos, sobre todo los de “cuello blanco”. El
gobierno rojiverde ha preferido, en vez de intensificar y ampliar el
control, amnistiar (año fiscal 2003/04) a quienes declararan y
repatriaran dinero negro depositado en paraisos fiscales o paises
vecinos como Luxemburgo.
Además de la economía
sumergida y el fraude fiscal, la criminalidad económica impide al
estado recaudar cuantiosos fondos: 6.800 millones de euros. La cifra
fue publicada por el presidente de la Brigada Federal de lo Criminal
el pasado octubre. El fiscal general de Francfort, por su parte,
estima en cinco mil millones, los daños causados a las
administraciones públicas sólo en proyecto de construcción
oficiales.
Y en este contexto de
fraude no hay que olvidarse de la corrupción en el sistema de salud pública.
La sección alemana de Transparency International y la Federación de
Asociaciones de Consumidores presentaron en noviembre un informe en el
que estiman en hasta 20.000 millones de euros los daños causados por
la corrupción a la sanidad publica germana. Ambas organizaciones
comparan la situación de Alemania con la de otros estados
industrializados, donde la corrupción en este sector devora entre el
tres y el diez por ciento del gasto total. En el caso germano los
autores del estudio colocan el volumen defraudado más cerca del diez
por ciento, es decir 20.000 millones de euros.
Uno de los capítulos
que según los expertos se presta más fraudes es el de las medicinas.
Un ejemplo es el software para seleccionar medicamentos en las
consultas médicas. Esos programas, patrocinados por las grandes
industrias farmacéuticas y entregados gratuitamente a los médicos,
privilegian las opciones de las empresas patrocinadoras, despreciando
la variable costes y el bienestar del paciente.
Otro capítulo sensible
es el marketing de la industria farmacéutica, un rubro que mueve
miles de millones de euros anualmente. Muchos de los nuevos remedios
lanzados al mercado no aportan nada nuevo y sólo disparan los costes
de los seguros médicos. En ese sentido las organizaciones de
consumidores denuncian el papel de los científicos encargados de
elaborar, sin ningún escrúpulo, informes a gusto de la industria
farmacéutica con el solo objetivo de avalar publicitariamente un
nuevo producto. Los grandes grupos también están detrás de algunos
grupos de auto-ayuda para pacientes, en los que bombean generosas
sumas de dinero.
En general se controla
poco y mal, según los autores del informe citado, pero además hay
que añadir las dificultades de orientarse en la maraña de 300
seguros de enfermedad (entre los integrados a la sanidad pública, los
concertados y privados), organizaciones médicas y otros colectivos
profesionales que generan un volumen de corrupción al que solo unos
poderes públicos con mucho coraje pueden hincar el diente. Tal vez
por eso el gobierno roji-verde decidió evitar enfrentarse a la
poderosa industria farmacéutica (y a los lobbies médicos) y cargar
el peso de la reforma sanitaria de 2003 a las espaldas de asegurados y
pacientes a través de recortes de prestaciones y de pagos adicionales
por las consultas médicas y estancias hospitalarias (hasta un tope
del dos por ciento del sueldo bruto anual).
Con la reforma se
pretende aliviar el abultado déficit de los seguros de enfermedad. A
cambio de esos recortes, se preveía un descenso progresivo de las
cuotas al seguro, del actual 14,3 por ciento al 13,6 por ciento en
2005, hasta situarse en el 12,15 por ciento en 2006. La ministra de
Sanidad, Ulla Schmidt, admitió a mediados de noviembre que la reducción
de las cotizaciones será inapreciable.
El fraude tiene, por
supuesto, más caras en Alemania (cuentas paralelas y malabarismos
contables de los partidos políticos, sector inmobiliario, trampas en
las ayudas de la UE,-donde Alemania es subcampeona europea-, etc.);
nos ocuparemos de ello en próximas entregas de Berlinsur.
(Fuentes: Johannes M.
Becker, Coordinador del Centro de Investigación de Conflictos de la
Universidad de Marburg; en Junge Welt, 20.XI.04)
|
|