Los
jóvenes y los trabajadores franceses se unen contra el Contrato de
Primer Empleo
Por
Mikael Duthu
La
Haine, 18/03/06
Hoy,
nueva jornada de manifestaciones en todo el país. En otoño del año
pasado vimos la explosión social de los jóvenes oprimidos de los
suburbios franceses contra el paro, los bajos salarios, la falta de
infraestructura, la miseria y la discriminación. Esta rebelión
terminó sin conseguir un cambio significativo en la situación. En
respuesta, el Gobierno aceleró la reforma laboral. Ahora los
trabajadores y los jóvenes universitarios se rebelan contra el nuevo
plan de empleo.
Justo
unos meses después de la rebelión de los jóvenes en los suburbios
franceses, Francia se encuentra en medio de una nueva escalada de
rebelión juvenil. Hoy, 64 de las 84 universidades de Francia están
en huelga y muchas facultades están bloqueadas u ocupadas por los
estudiantes. En muchos lugares los trabajadores de las universidades
se han unido a la huelga. El movimiento ha comenzado a extenderse a
los institutos que hoy se han unido a los universitarios y los
sindicatos en una nueva jornada de manifestaciones en todo el país.
El
sábado pasado hubo una manifestación nacional en París. Se calcula
que participaron entre 1 y 1,5 millones de personas. Los jóvenes que
hoy se manifiestan en las calles de Francia no son los mismos que lo
hicieron en 1968. Hoy muchos, sino la mayoría, son universitarios
obligados a trabajar para pagarse los estudios. Muchos de los
estudiantes en las manifestaciones tienen un puesto de trabajo y con
frecuencia son los peores empleos: restaurantes de comida rápida,
empresas de limpieza, centros de llamadas, etc.
Muchos
saben por su propia experiencia lo que significa la explotación. Pero
como estos empleos parecían más o menos temporales, algunos estaban
dispuestos a tolerar las malas condiciones laborales. Ahora que el
gobierno ha anunciado su nuevo plan de empleo, los estudiantes están
dándose cuenta de que se enfrentarán a las mismas condiciones
laborales cuando acaben sus estudios. Se enfrentarán a contratos
temporales, a jornadas laborales flexibles y a las acciones
arbitrarias de los empresarios durante el resto de su vida. ¡No es
casualidad que Francia sea el país de la OCDE con más contratos
temporales!
Los
jóvenes y los trabajadores no pueden tolerar esto. Este movimiento
estudiantil tiene sus orígenes en la creciente explotación en el
centro de trabajo. Los jóvenes y los trabajadores con sus sindicatos
se están uniendo en un nuevo movimiento que puede obligar al gobierno
de derechas a una retirada. Si ganan, y esto es posible, darán un
nuevo impulso a la izquierda en Francia y en otras partes.
Durante
las últimas semanas la movilización contra el Contrato de Primer
Empleo (CPE) del gobierno Villepin ha crecido significativamente,
culminando con una manifestación con más de un millón de personas.
El éxito de la manifestación del 7 de marzo ilustra claramente el
rechazo al CPE por parte de la mayoría de la clase obrera y la
juventud.
Esto
desacredita totalmente las pretensiones de que el gobierno cuenta con
el apoyo de una mayoría silenciosa en su cruzada contra el desempleo
juvenil, esto a pesar de la movilización del pasado mes de febrero
que fue más "débil" (400.000 manifestantes en una
manifestación nacional) y que se cortó por las vacaciones escolares.
El éxito de esta movilización es más importante aún porque ilustra
la unidad de los trabajadores, los jóvenes, los estudiantes y los
profesores en la lucha contra la temporalidad laboral y el deterioro
de las condiciones laborales.
La
rebelión de los suburbios
En
el fondo de estas protestas está la explosión social de los jóvenes
excluidos y desempleados de los suburbios en Francia y que se produjo
a finales de 2005. Esta explosión fue un mensaje, aunque
distorsionado, para el gobierno de que su política de austeridad
social, sus ataques contra los parados y su abandono de la educación
pública, principalmente en los barrios inmigrantes, ya no eran
soportables.
En
respuesta a esta explosión social, aparte de declarar el estado de
emergencia y enviar a la policía antidisturbios (CRS), el gobierno de
nuevo atizó el látigo de la reacción contra la clase obrera y la
juventud. En lugar de mejorar la educación y las escuelas en los
barrios obreros, en un país donde terminar una educación decente está
ya reservado para una elite pequeña, el gobierno aprobó una ley
legalizando los aprendices con catorce años de edad y legalizando el
trabajo nocturno para jóvenes de quince años. Con esto, el gobierno
francés acababa con un derecho que la clase obrera consideraba
fundamental desde el final de la Segunda Guerra Mundial, una educación
libre y obligatoria hasta los dieciséis años de edad.
Sin
embargo, esto no era suficiente para el gobierno conservador de
Villepin y la clase que le apoya, la burguesía. A mediados de enero
de este año, para deleite de los empresarios, Villepin presentó el
Contrato de Primer Empleo, que no es otra cosa que una herramienta
para atrapar a los jóvenes parados y dar a los empresarios libertad
para determinar las condiciones laborales de los jóvenes
trabajadores.
Por
supuesto, la realidad es diferente. Este nuevo contrato no es otra
cosa que un regalo para la MEDEF (la patronal francesa), que permitiría
a los empresarios despedir a los nuevos trabajadores con menos de 26 años
de edad en cualquier momento y sin razón alguna dentro de un período
de prueba de dos años. El CPE también dificultaría al trabajador
despedido resistirse a un despido injusto e injustificado, porque este
nuevo contrato legaliza totalmente este tipo de prácticas para los
empresarios.
El
espectro del CIP
A
la sombra del CPE se encuentra el espectro del CIP (Contrato de
Inserción Profesional) que fue presentado por el gobierno de Balladur
(entonces primer ministro) hace doce años. El CIP buscaba crear un
salario mínimo separado para los jóvenes trabajadores. Bajo la presión
de la movilización de los jóvenes y trabajadores, Balladur tuvo que
retirar su propuesta. Ahora el mismo Balladur le pide a Villepin que
se mantenga firma.
La
introducción del CPE representa la venganza de la MEDEF y las otras
fuerzas de la reacción burguesa en la sociedad francesas, no sólo
por el fracaso del CIP, sino también por la implantación de la
jornada laboral de 35 horas durante el anterior gobierno de la
“izquierda plural” (que por otro lado sí aplicó una política de
privatización) y otras reformas progresistas aprobadas en su momento.
Durante
mucho tiempo, los empresarios han tenido que aceptar que los jóvenes
de 14 años sigan en la escuela y no los puedan utilizar como una mano
de obra barata para ser explotada. Los empresarios ya no pueden hacer
concesiones a los trabajadores y están dispuestos a acabar con
cualquier conquista social, en la mayoría de los casos conquistada a
través de la lucha durante la segunda mitad del siglo XX. Por
supuesto no es una sorpresa que la introducción del CPE coincida con
las propuestas del ministro de interior, Nicolas Sarkozy, para
seleccionar la inmigración, los inmigrantes son otra gran fuerte de
mano de obra barata para los empresarios.
La
reacción de los sindicatos de estudiantes y organizaciones juveniles
fue inmediata al anuncio del CPE por parte del gobierno. Pronto
salieron a la huelga, una vez más unidos con los profesores y el
movimiento obrero en general, como ocurrió en la lucha contra el CIP
en 1994 y el año pasado contra la ley Fillon relacionada con la
educación.
El
movimiento obrero francés lejos de estar en calma e inerte, y también
lejos de creer todas las promesas del gobierno, ha entendido
naturalmente que es sólo cuestión de tiempo que el CPE se generalice
al conjunto de la clase obrera, por esa razón están apoyando a los jóvenes
trabajadores y a los estudiantes. Incluso los sindicatos
tradicionalmente más reformistas de derechas, como Force Ouvriere
(FO), han convocado las movilizaciones y huelgas contra el nuevo
contrato del gobierno.
Una
vez más, y muy importante desde el punto de vista marxista, los
sindicatos de estudiantes han vinculado sus reivindicaciones con las
del movimiento obrero, en lugar de recurrir a algún tipo de “juerga
estudiantil”, y esta actitud les ha garantizado el apoyo del grueso
de la clase en su lucha justificada contra un plan de empleo
antijuvenil y antiobrero.
Los
partidos obreros y la oposición parlamentaria
Después
de su fracaso con los trabajadores durante el referéndum de la
Constitución Europea, el Partido Socialista (PSF) ahora intenta
rectificar esta política presentando una fuerte oposición
parlamentaria al CPE. En sí mismo es un paso importante, pero deben
hacer todo lo que esté en su poder para garantizar que la dirección
del PSF no usurpe el movimiento para intentar calmarlo y diluirlo.
En
su arrogancia, el gobierno Villepin decidió que el debate y las
enmiendas relacionadas con el CPE (la democracia parlamentaria y los
procedimientos que incluye) no se podía retrasar la “lucha contra
el desempleo” y recurría al apartado 49.3 de la Constitución
francesa que permite al gobierno aprobar una ley sin votarla en el
parlamento. El PSF, que ya había amenazado antes si el gobierno se
atrevía a utilizar este apartado 49.3, presentó una moción de
censura en el parlamento. Por supuesto, no tenía posibilidades de
seguir adelante porque los partidos de derechas tienen la mayoría en
el parlamento.
El
Partido Comunista también se opone al CPE y aunque no se unió a la
moción de censura, sí votó a favor. Todos los demás partidos de la
“izquierda” votaron a favor de la moción o la presentaron
conjuntamente. Algunos de estos partidos (con el PSF al frente) se están
preparando para un nuevo gobierno de la “izquierda plural”.
Los
medios de comunicación y Segolene Royal
Consciente
de que las elecciones son el año que viene, no sólo por el CPE sino
también por los últimos cinco años de políticas de austeridad del
gobierno, la burguesía ha comenzado a promover a sus candidatos
dentro del PSF.
En
los últimos meses, los medios de comunicación burgueses han mostrado
constantemente la figura de Segolene Royal, presidenta regional de
Poito–Charente y esposa del secretario general del partido, Francois
Hollande, como la candidata del PSF para las elecciones de 2007. La
propia Royal ha guardado silencio con las protestas contra el CPE y
gustosamente dice que Tony Blair “es su modelo”.
Una
vez más, este movimiento para promover a Royal como la ganadora más
probable en 2007, es claramente una táctica de la burguesía para
garantizar que Chirac y Villepin sean sustituidos por un presidente y
un gobierno reformista y “dócil”, defensor de la “economía de
mercado”.
Las
futuras batallas: ¡no al empleo precario! ¡no a la temporalidad
laboral!
La
lucha contra el CPE y la política de austeridad social está lejos de
haber terminado, incluso aunque se gane, ni aunque todavía no lo haya
aprobado el parlamento. Los sindicatos estudiantiles y obreros se han
unido en un tercer día de movilización nacional contra el CPE,
cuarenta y cinco universidades han ido a la huelga desde el 9 de
marzo. Esa misma noche, la CRS cargó contra los estudiantes en la
Sorbona y se levantaron barricadas en el bulevar Saint Michel,
posteriormente desmanteladas por la CRS. Como marxistas, debemos mirar
con entusiasmo y optimismo esta unidad en la lucha entre jóvenes,
estudiantes y, por supuesto, trabajadores. Es un paso adelante en la
lucha contra el capitalismo y sus amos burgueses.
Las
conquistas sociales de la clase obrera no se pueden mantener en un período
de crisis del capitalismo. La única forma de conseguir que nuestras
conquistas puedan mantenerse es arrebatar los bancos y los medios de
producción del grillete de la clase que actualmente los posee, la
burguesía, y ponerlos en manos de la clase que produce la riqueza del
sistema, la clase obrera.
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