Escenas
de Mayo del ’68 en el París precarizado de ’06
Por
Eduardo Febbro
Corresponsal
en París, Pagina 12, 17/03/06
Pese
a la dureza del gobierno, las manifestaciones de estudiantes contra un
“primer empleo” precarizado de antemano no ceden. Y mañana [sábado
18] se les sumarán sindicatos, obreros y empleados.
La
movilización estudiantil contra el CPE, Contrato Primer Empleo,
adquirió ayer una nueva dimensión con las profusas manifestaciones
que se llevaron a cabo en todo el país y que reunieron cerca de
400.000 personas. Las marchas de ayer [jueves 16] fueron la segunda
fase de una protesta pautada en tres partes: martes, jueves y sábado.
Cada
día que pasa, el gobierno y los estudiantes radicalizan sus
posiciones y ya se empiezan a ver escenas de suma violencia en torno
de varios centros universitarios, en especial el de la Sorbona, en el
Barrio Latino de París. La universidad sigue cerrada y las
principales calles que conducen a la Sorbona, tomada el viernes pasado
por los estudiantes y liberada luego por las fuerzas del orden, están
cortadas. El Barrio Latino, en particular los sectores del Panteón,
Saint Michel y Luxemburgo, parece que estuvieran bajo ocupación
militar. Largas hileras de camiones antimotines y cientos de policías
controlan todos los movimientos.
En
París, la manifestación de ayer convocó a unos 50.000 jóvenes muy
motivados que desfilaron cantando “Resistencia, Resistencia”. Al
final de la marcha, un grupo de 200 muchachotes violentos ajenos a los
motivos de la protesta se enfrenaron violentamente con la policía en
pleno centro de París.
Los
estudiantes siguen reclamando el retiro del Contrato Primer Empleo
implementado por el gobierno, con el fin de agilizar el mercado de
trabajo para los jóvenes de menos de 26 años. Sin embargo, este
contrato comporta cláusulas incompatibles con el funcionamiento de la
sociedad francesa y, por ende, con la estabilidad de la juventud.
Durante un período de dos años, el CPE permite a los empleadores
despedir a los empleados sin obligación de justificar el despido ni
tampoco de pagar las indemnizaciones correspondientes.
Ahora,
con un contrato de ese tipo y debido al exigente esquema social francés,
un joven encontraría muchos obstáculos para alquilar un departamento
o abrir una simple cuenta de banco. Las exigencias sectoriales son en
Francia de una rigidez tal que un joven que no cuenta con un contrato
de trabajo “estable” es un candidato seguro a la precariedad.
“EL
CPE quiere hacerle pagar a la juventud el precio de una reforma que
debería englobar a los que tienen más plata”, decía Jerome, un
estudiante de 19 años. “Nos están programando para ser los
excluidos de mañana”, gritaba André, un estudiante de Medicina muy
agresivo con los policías. Su compañero le decía: “Tranquilizate,
viejo; no estamos contra la policía sino contra el gobierno”.
El
movimiento estudiantil no ha dado muestras de agotamiento pese a los
dos meses de lucha. “Estamos exhaustos, ésta es la segunda
manifestación de la semana y aún falta la del sábado. Encima, las
facultades están cerradas o perturbadas y eso complica mucho las
cosas. Pero seguiremos adelante hasta el retiro del CPE”, advertía
Pascal, un muchacho de 22 años. Según la UNEF, Unión Nacional de
Estudiantes de Francia, 64 de las 84 universidades del país estaban
en huelga mientras que de los 110 liceos de París 32 funcionaban con
perturbaciones.
El
Ejecutivo mantiene invariable su posición. El primer ministro declaró
estar “atento” y abierto al diálogo para aportar mejorías al CPE
pero se negó a sacar el proyecto de la circulación. Dominique De
Villepin se limitó a reiterar las propuestas formuladas el domingo
pasado: un complemento de la remuneración en caso de despido y una
evaluación cada seis meses del nuevo contrato. Fuentes
gubernamentales alegan que “el retiro del CPE no es una solución.
Terminaría en una batalla política ycon la idea de que hay un
vencedor y un vencido”. El Ejecutivo dice que es preciso que “la
idea madure” y la sociedad “reflexione”.
En
plena elaboración de su plataforma electoral para las elecciones
presidenciales del año que viene, el Partido Socialista se metió en
la brecha. El martes, el PS presentó un recurso ante el Consejo
Constitucional para evaluar la validez del CPE y, sumándose a los
reclamos estudiantiles, exige también el retiro del dispositivo.
La
actitud inflexible del gobierno, que había apostado por el
agotamiento del movimiento estudiantil, se convirtió en un problema.
La batalla del CPE pasó al plano político y provocó una adhesión
de la sociedad a la causa estudiantil. Un sondeo publicado ayer revela
que 68 por ciento de los franceses apoya la supresión del CPE. La
cifra es tanto más significativa cuanto que la manifestación
prevista para este sábado será “unitaria”.
Mañana
Francia piensa hacer real el sueño de los revolucionarios de los años
’60. Sindicatos, obreros, empleados se unirán a los estudiantes en
lo que se espera será “el mensaje final” transmitido al gobierno.
Lejos de quejarse, un 63 por ciento de las personas encuestadas declaró
sentir “simpatía” con la manifestación del sábado.
Algunos
carteles que se ven en la calle anuncian “Marzo 2006-Mayo ’68”.
Michel, estudiante en la Universidad de Nanterre, dice, colérico:
“El gobierno nos declaró la guerra poniendo en nuestro camino una
bomba de precariedad. Nosotros no queremos cambiar el mundo ni hacer
ninguna revolución. Pero estamos todos en la misma bolsa, obreros y
estudiantes, todos somos precarios. ¡Entonces basta! Trabajadores y
estudiantes estaremos mano a mano el sábado. Estoy seguro de que si
cambiamos las condiciones de trabajo tendremos un mundo más justo”.
|