Ante
las traiciones de los burócratas sindicales y de la “izquierda”
del régimen
Los
desafíos políticos de un gran movimiento social
Por
Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 23/03/06
Después
del terremoto que significó en noviembre la revuelta de los jóvenes
excluidos de los suburbios, ahora ha entrado en escena la juventud
trabajadora que cursa en los liceos (escuelas secundarias) y sobre
todo en las universidades.
Esta
movilización ha conquistado la simpatía y el apoyo de los dos
tercios de la población francesa, y especialmente del resto de la
clase trabajadora. La potente ola de este movimiento ha sido posible
no sólo por su carácter juvenil –son los jóvenes los que han
hecho todas las revoluciones de la historia–; también ha sido un
factor decisivo que en su medio tengan escaso poder las burocracias
de la CGT, CFDT, FO y otros sindicatos, que han sido maestros en
contener el descontento de los trabajadores, y aislarlos y
traicionarlos cuando pese a todo salen a luchar.
Sin
embargo, aunque no pueden controlar directamente el movimiento, en las
últimas semanas las burocracias “obreras” han realizado las más
desesperadas maniobras para acabar con él. Es una tarea difícil para
los esforzados burócratas, porque se trata de frenar y llevar
finalmente a la derrota al gran movimiento de los
estudiantes-trabajadores, pero al mismo tiempo deben hacerlo fingiendo
que lo apoyan con entusiasmo.
El
método que vienen aplicando es el mismo utilizado en otros países.
Posiblemente figure en el capítulo 1 del “Manual Internacional del
Burócrata”, porque no difiere en nada de lo que hemos visto en
estas latitudes. Cuando la cosa no da para más, la maniobra principal
es llamar a alguna movilización pero sin continuidad alguna,
a ver si de esa forma la gente se “desahoga”... y finalmente se
cansa.
Consecuentes
con eso, los burócratas de la CGT, CFDT y FO se han negado a tomar
una medida que está al alcance de la mano (y que ha sido parcialmente
exigida por la coordinadora estudiantil), que es la de la huelga
general. Con el inmenso apoyo que tiene la pelea contra el CPE, el
llamado a la huelga general paralizaría Francia y significaría no sólo
la caída del CPE, sino también del gabinete Villepin y muy
posiblemente del propio presidente Chirac.
Pero
tanto los burócratas sindicales como los dirigentes de la
“izquierda” –en primer lugar del Partido Socialista (PS)– se
oponen totalmente a poner fin a un gobierno repudiado por la inmensa
mayoría de los trabajadores.
Así,
al mismo tiempo que los burócratas de la CGT, CFDT y FO hacen “su
trabajo” a nivel del movimiento obrero, el PS y sus socios operan a
nivel político. El PS aparece como “enemigo” del CPE. Pero al CPE
le opone un “contra-proyecto de empleo de jóvenes”, que viene a
ser lo mismo que el CPE pero con otro nombre.
La
estrategia del PS es oponerse, de palabra, al CPE, para tratar de que
todo se postergue y derive hacia las elecciones generales del 2007.
“Esperen hasta el 2007 y vótennos”, ésa es la salida del PS que
está detrás de sus actuales discursos “de izquierda”. Su oposición
verbal al CPE es parte principal y anticipada de su campaña electoral
del 2007. Pero la experiencia de la alternancia
“derecha-izquierda” en el gobierno de Francia desde hace más de
20 años dice que el PS y la derecha son lo mismo. Más allá de la
demagogia preelectoral, el “social-liberalismo” del PS no difiere
ni en una coma de los planes de la “derecha” para liquidar los
restos del “Estado de bienestar social” de posguerra. La única
diferencia es que ahora están en el llano, y tratan entonces de
aprovechar los tropiezos de Chirac para juntar votos en vistas al
2007.
Esto
plantea problemas políticos capitales a los estudiantes-trabajadores
que están en lucha. Y también a las organizaciones de la extrema
izquierda –como la Liga Comunista Revolucionaria–, que tienen un
peso significativo en el escenario político de Francia.
En
ese sentido, la extrema izquierda y gran parte de la vanguardia están
cruzados por debates políticos importantes pero a veces confusos,
donde la cuestión de las elecciones del 2007 tiene un peso innegable.
Aquí no podemos desarrollar estas discusiones. Sólo digamos que
existe el peligro de que con el pretexto de la “unidad contra el
neoliberalismo” se vaya al desastre de hacer el juego al PS o a
algunas de sus corrientes o socios. Es que ahora, con los vientos que
corren desde el triunfo del No en el referéndum de la Constitución
europea, muchos han adoptado la atractiva y vendedora etiqueta del
“antiliberalismo”... que para ellos no significa por supuesto ni
anticapitalismo ni socialismo, ni tampoco el poder de la clase
trabajadora.
Sea
cual fuere el desenlace del presente movimiento de los jóvenes
trabajadores, es de capital importancia que sirva para potenciar
una alternativa política de la clase trabajadora, absolutamente independiente
de la podrida “izquierda” del régimen en todas sus variantes.
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