Ucrania
se encamina hacia la OTAN
Por Alexei Makarkin
RIA
Novosti, 05/05/06
El
discurso que el vicepresidente de EE UU, Richard Cheney, pronunció en
la reunión de los Jefes de Estado de las regiones del Báltico y el
mar Negro, celebrada en Vilnius, atestigua que EE UU no repararía en
complicar aun más sus relaciones con Rusia en aras de proseguir su
expansión en el espacio postsoviético, la que es capaz de
“dinamitar” la Comunidad de los Estados Independientes (CEI).
En
ésta la influencia rusa era determinante, pero los últimos años la
situación ha empezado a cambiar. La Comunidad de Opción Democrática,
instituida el año pasado, comprende tres países que forman parte de
la CEI: Ucrania, Georgia y Moldavia. Sus líderes participaron en la
reunión de Vilnius, junto con los dirigentes de los Estados que ya
son miembros de la Alianza Atlántica: los del mar Báltico, Polonia,
Rumania y Bulgaria. Tanto Victor Yuschenko como Mijail Saakashvili
volvieron a exteriorizar su “opción occidental”.
La
manifestación de Yuschenko de que su país espera obtener el estatuto
de miembro asociado de la UE e ingresar en la OTAN, hecha en tono
tranquilo, ha sido no menos desagradable para Rusia que las críticas
emocionales que le dirige Saakashvili. Es que a Georgia, que hasta
ahora no ha logrado resolver los problemas de Abjasia y Osetia del
Sur, nadie la espera en la OTAN. Y en cuanto a Ucrania, la situación
es distinta. El portavoz de la OTAN, James Appathurai, ya a finales de abril manifestó
que los 26 miembros de la Alianza Atlántica apoyan el plan de la
integración de Ucrania en la OTAN en los aspectos tanto político
como práctico, señalando aparte que el problema de la base naval de
Sevastopol no hará parar este proceso.
Conviene
hacer recordar que como una objeción contra el eventual ingreso de
Ucrania se aducía el
argumento de que en territorio del país miembro de la Alianza no
pueden estar presentes fuerzas armadas de los Estados que no la
integran. Pero para EE UU y varios países de la OTAN (en primer
lugar, los de la “nueva Europa”) les apetece tanto el más rápido
ingreso de Ucrania en el bloque que ellos están dispuestos a
sacrificar uno de sus principios. Da la impresión de que en Occidente
no están muy seguros de que la orientación prooccidental de Kiev sea
irreversible. Pero lo de elogiar la política que están aplicando las
autoridades ucranias y criticar la de Moscú (como lo hizo Cheney en Vilnius) no
basta para solucionar el problema. De ahí el deseo de aprovechar la
actual coyuntura política: al timón de Ucrania se encuentra el
convencido “westernizador” Yuschenko; además, según pronósticos,
el futuro Gobierno también va a orientarse a Occidente. El ingreso de
Ucrania en la OTAN puede realizarse ya entre 2008–2010.
La
transformación de Ucrania en un país otaniano será un choque muy
fuerte para Rusia. No es porque Moscú enfoque el espacio postsoviético
como esfera histórica de su influencia, y aquí despierten preocupación
las palabras de la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice:
“los rusos deben reconocer que nosotros tenemos intereses legítimos
en los países limítrofes con Rusia, con los que estamos
desarrollando relaciones”. Ni porque Moscú les niegue a los
estadounidenses su derecho a desarrollar actividad en el espacio
postsoviético, sino porque las aspiraciones de Rusia y EE UU son
diametralmente opuestas, trátese de Ucrania, Bielorrusia, Georgia o
Moldavia. Precisamente por ello la intensificación de la actividad en
este campo por EE UU está preñada del recrudecimiento de la
rivalidad entre ambos países.
Ucrania,
con su población eslava y en su mayoría adepta a la fe cristiana
ortodoxa, desde el siglo XVII formó parte de Rusia, y la opinión pública
rusa no se la imagina como miembro de un bloque de reputación
negativa para la mayorías de los rusos. En efecto, entre la OTAN y la
Unión Soviética durante
largos decenios existía una dura confrontación. Cuando ésta terminó,
la actitud hacia la OTAN no mejoró por la guerra en Yugoslavia de
1999. En este contexto, las palabras de que la Alianza ha cambiado y
se ha transformado en una organización netamente política se
perciben con desconfianza en Rusia. El ingreso en la OTAN de los países
bálticos provocó reacción, fundamentalmente, por parte del
“establishment” ruso (las masas hasta en la época soviética los
asociaban con Occidente), y en el caso de Ucrania la situación será
distinta. Está garantizado un brusco aumento de los ánimos
antioccidentales en Rusia, tanto en los círculos elitistas como entre
las masas. Sería un trauma psicológico demasiado grande, que
provocaría la sensación de “fortaleza sitiada” y poco faltaría
para surgir una nueva variante de la “guerra fría”.
¿Por
qué EE UU acepta exponerse a riesgo? Parece que la Administración
Bush teme el aumento de la influencia de Rusia en la “nueva
Europa”. El impresionante crecimiento de la capitalización del
consorcio ruso GAZPROM, el aumento de la independencia económica de
Rusia (una rápida reducción de la deuda exterior, aumento de las
reservas de oro y monedas fuertes y del Fondo Estabilizador, etc.)
pueden provocar mayores ambiciones del Kremlin en la política
exterior. De ahí la arriesgada estrategia de EE UU, apuntada a
realizar “contención
preventiva” de Rusia, en la cual está llamada a desempeñar el
papel clave la integración de Ucrania en la Alianza Atlántica.
.– Subdirector
general del Centro de Ingeniería Política.
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