Expulsar
niños para salvar la “identidad nacional”
Por
Julio Godoy
Inter Press Service (IPS), junio 2006
Educadores,
religiosos y autoridades municipales de
Francia se disponen a desafiar el decreto que ordena la expulsión,
antes del 30 de junio, de 30.000 niños, niñas y jóvenes hijos de inmigrantes ilegales.
Mariama, de cinco años,
vive y estudia en Francia, pero para esa fecha podría
estar regresando a Senegal, su país de origen. Todos los hijos de inmigrantes indocumentados deberán estar fuera de Francia
entonces, en cumplimiento
de la norma emitida en octubre pasado.
Mariama, hija de una
pareja senegalesa, vive en Suresnes, 20 kilómetros al
norte de París. Es una entre miles de menores de edad a los cuales la
policía francesa deberá "escoltar hasta las
fronteras" –es decir, expulsar
del país– por orden del gobierno.
Pero autoridades
escolares, eclesiásticas, municipales y ciudadanos comunes
se aprestan a mostrar su resistencia a la expulsión. Educación Sin Fronteras, una red de maestros y trabajadores de la enseñanza
pública, lanzó una
campaña para proteger a los niños inmigrantes.
Esta red, que reúne
a unas 130 asociaciones de maestros y padres, difundió
una declaración titulada "Les daremos refugio y los alimentaremos", en la que urgen a los ciudadanos
franceses a oponerse a la
política de expulsión.
"No permitiremos
que las autoridades estatales cometan esta infamia contra
los niños en nuestro nombre", dijo a IPS Hélène Dugros,
maestra de escuela en el
pueblo de Blagnac, 800 kilómetros al sur de París. Siete de los 15
alumnos de su clase pertenecen a familias de inmigrantes.
"Protegeré a tantos como pueda", aseguró.
El llamado cuenta con
un amplio apoyo, aunque la el decreto de octubre de
2005 dispone hasta cinco años de prisión y una multa de hasta 30.000
euros (37.000 dólares) para cualquiera que ayude a los niños
inmigrantes.
"Asumo el riesgo
de infringir esta ley", declaró Pierre Labeyrie, diputado
local por el Partido Verde en la meridional ciudad de Toulouse. "Apoyaré a los niños inmigrantes y a sus padres, les
daré refugio en mi hogar
y me negaré a toda cooperación con la policía."
El maestro Bruno
Leroy dijo que los demócratas franceses no tendrán más opción
que violar la ley. "No
permitiremos que las autoridades destruyan la vida de estos niños. Ellos
son nuestros estudiantes, los amigos de nuestros hijos", expresó
Leroy a IPS. "Ellos
hablan nuestro idioma, aprenden en nuestras escuelas,
tienen las mismas alegrías que nosotros y que nuestros hijos."
Leroy rechazó el
argumento de que se debería respetar el decreto porque fue
promulgado por un gobierno democráticamente electo.
"Si las personas
siempre hubieran respetado leyes equivocadas formuladas por
gobiernos democráticos, los negros de Estados Unidos todavía estarían
padeciendo un racismo oficialmente aprobado", ejemplificó.
Leroy citó el caso
de la fallecida activista negra Rosa Parks, quien el 1
de diciembre de 1955 se negó a obedecer las normas que la obligaban a
dar su asiento en un autobús a un pasajero blanco. Así
comenzó la lucha por los
derechos civiles en Estados Unidos.
En Francia, varias
celebridades hicieron suya esta lucha. Entre ellos, el
cineasta Bertrand Tavernier, el músico pop Mano Solo, el dibujante Jacques Tardy y el pedagogo Philippe Mérieu.
Algunas autoridades
municipales se niegan a cooperar con la policía. El subalcalde
de París y máximo funcionario a cargo de las escuelas de la capital, Eric Ferrand, aseguró que el gobierno municipal no
brindará a la policía
"ninguna ayuda para identificar" a los hijos de inmigrantes ilegales.
Ferrand también urgió
a "todos los actores de la vida escolar en París a negarse
a cooperar" con la policía.
La persecución de niños
inmigrantes se está volviendo embarazosa para la policía.
El mes pasado, un escuadrón de policía llegó temprano en la mañana
a un hotel en Lyon, 600
kilómetros al sur de París, donde se refugiaba un grupo
de niños inmigrantes. Entre los pequeños a ser expulsados estaba Azérie,
de siete años, hija de padres armenios, y sus dos hermanos mayores.
Cuando la policía
llegó, Azérie simplemente se escondió debajo de la cama.
La policía eligió no arrastrarla fuera de allí, y se fueron diciendo
que en ese caso tendrían que arrestar también a la madre también.
Gobiernos franceses
de todos los colores expulsaron a decenas de miles inmigrantes
indocumentados en los últimos 15 años. En 2004 fueron 16.000.
La cantidad aumentó a casi 20.000 en 2005 y se espera que ascienda
a 30.000 este año.
La expulsión de niños
forma parte de una política introducida por el ministro
del Interior Nicolas Sarkozy, quien en 2007 se postulará a presidente.
Sarkozy presentó
este año presentó otro proyecto de ley que endurece las condiciones
de permanencia para los extranjeros que deseen establecerse en Francia.
La ley, que fue
aprobada por el parlamento el 17 de mayo, estrecha los controles
a los matrimonios integrados por franceses y extranjeros y a las visita de familiares a inmigrantes en Francia. También
establece nuevos
criterios para seleccionar inmigrantes.
Sarkozy, quien
defendió la ley diciendo que Francia necesita "elegir" a los
inmigrantes, es acusado de cortejar al electorado de derecha, que representó 15 por ciento del electorado en los últimos
comicios.
Didier Fassin,
presidente del comité de médicos franceses que protegen a los
inmigrantes, describió la nueva ley como "la más restrictiva
desde la Segunda Guerra
Mundial", y agregó que "tendrá graves consecuencias sociales
y humanitarias".
Fassin explicó a IPS
que el parlamento francés aprobó cinco leyes sobre inmigración
en menos de 20 años, a cual más severa que la otra. Estas "agravaron las condiciones de vida de los inmigrantes,
conduciendo a una degradación de nuestro tejido social".
El legislador
socialista Bernard Roman acusó a Sarkozy en el parlamento de
intentar "seducir al electorado reaccionario".
"La inmigración
es una fuente de ansiedad entre nuestros compatriotas, que temen por
su seguridad, su empleo y su modo de vida", dijo Sarkozy a la
Asamblea Nacional. Y agregó que la nueva ley aspiraba a dar forma a
"la identidad de Francia en 30 años".
Tal como lo ve
Sarkozy, Mariama no será parte de esa identidad. A menos que
quienes la apoyan la salven de la expulsión.
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