Una
atrocidad racista
El gobierno
organiza la “caza al niño extranjero”
Por Flor
Beltrán
Corresponsal de Socialismo o Barbarie, 12/06/06
París.- Según
información del diario Le Figaro del 6 de junio, el gobierno
se prepararía a anunciar que “no se expulsaría a los alumnos sin
papeles”. ¡Otra gran mentira!
Este anuncio
es el producto, en primer lugar, de las decenas y decenas de
movilizaciones que, por todas partes en el país, en las escuelas, los
liceos y colegios, se producen en torno a los alumnos sin papeles y
sus familias. No hay que irse de vacaciones pensando que tal vez uno
de nuestros alumnos, de sus amigos de clase o un amigo de nuestros niños
no estará ya en la escuela el próximo año escolar: ¡missing!
El gobierno
hizo como si escuchaba el mensaje: se prepara a otorgar el
derecho a la residencia a 1.200 personas. Se concedería
individualmente, caso por caso, según algunos criterios: cuando el niño
haya nacido en Francia, que haya estudiado siempre acá, que no tenga
ningún lazo con su país de origen y que no hable la “lengua
maternal”.
Tengamos en cuenta que la lengua francesa es la lengua
oficial de numerosos países de origen de los inmigrantes sin papeles:
un conjunto de países del África es designado como “francófonos”.
En la nueva medida, es de la “lengua materna” de lo que se trata,
ya sea el árabe, el chino, el bambara, el berberisco, el soninké, el
creole, el foulbé o el wolof, etc.
El hecho es que numerosos franceses, incluso nacidos en
Francia, hablan como “lengua materna” otra lengua que el francés
(lengua “extranjera” o lengua regional).
Pero veamos cuál es el alcance de estas medidas racistas
del gobierno. Exigen que los niños no hablen su lengua materna, que
sus padres no la hayan hablado regularmente ante ellos y con ellos. Se
exige así que estos padres hablen a sus niños una lengua que dominan
mal, y no una lengua que dominan bien, que los priven de su propia
identidad, que les nieguen sus raíces y que los priven de las
ventajas del bilingüismo.
Es decir se les exige a los sin papeles haber criado a sus
niños como si no existiese el riesgo de verse de la noche a la mañana
expulsados hacia ese país de origen, y del que ni siquiera se les
habría enseñado la lengua.
Se les pide vivir como si la Francia fuera un país
acogedor, dispuesto a aceptarlos para siempre como sus hijos, mientras
que la policía republicana los acosa, la ley republicana les niega
todo derecho y la justicia republicana los reprime cada día.
Además de
estas condiciones, exigidas para la regularización de las familias,
las cifras del propio Ministerio muestran el carácter ridículo del número
de regularizaciones consideradas: ¡del 1 al 2% de los niños de
personas sin papeles escolarizados! En efecto, el Ministerio estima en
300 ó 400.000 el número de personas sin papeles en Francia, o sea,
50.000 familias, con 50.000 niños o más probablemente 75.000 ó
100.000! ¡El millar de permisos de residencia que promete el Gobierno
es más que insuficiente! ¡Es ridículo!
En realidad,
incluso si no le agrada que se lo recuerde públicamente, el gobierno
se propone organizar este verano la caza al niño extranjero. Si la
medida anunciada consigue la regularización de algunos centenares de
personas, mejor para ellas: pero eso no cambia, en el fondo, la
situación de los niños y padres sin papeles. Y la elección inhumana
de este criterio muestra como nos trata este gobierno. Pero profesores,
maestros y franceses solidarios siguen movilizándose para impedir las
expulsiones.
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