Complot o bluff
Por Sanjay Suri
Inter Press Service (IPS), 17/08/06
Londres.– En la
comunidad musulmana de Gran Bretaña comienzan a surgir dudas sobre la
supuesta conspiración para detonar aviones en vuelo de Londres a
Estados Unidos, desbaratada, según las autoridades, la semana pasada.
El arresto de 24 personas el jueves se combinó con la cancelación y
al desvío de cientos de aviones en los aeropuertos de Gran Bretaña.
La conspiración saltó a
las portadas de la prensa mundial a pesar de que la mayor parte de la
información sobre los detenidos procedió de filtraciones, sin que
las autoridades divulgaran pruebas válidas contra los acusados.
Los sospechosos ya sufren
su segunda semana de detención. La policía obtuvo el miércoles una
orden judicial para retenerlos una semana más. Para dirigentes de la
comunidad musulmana británica, eso demuestra que a la policía le
faltan evidencias y quiere ganar tiempo para obtenerlas.
"Mi temor es que
toda la operación del jueves pasado carezca de sustento, porque hasta
ahora la policía no encontró ningún líquido explosivo", dijo
a IPS el director del Instituto Musulmán en Gran Bretaña,
Ghiyasuddin Siddiqui.
"También sabemos
que ninguno de lo sospechosos, que supuestamente se disponían a
ejecutar la operación en pocos días, habían comprado
pasajes",a gregó Siddiqui.
Los principales informes
sobre los que se basaron los arrestos y la cancelación de vuelos
procedieron de la inteligencia pakistaní, que los consiguió, a su
vez, del arrestado Rashid Rauf, musulmán británico originario de
Birmingham.
"Me temo que todo
comenzó en Pakistán. La posición del presidente pakistaní Pervez
Musharraf es muy, muy mala, y quiso hacer algo para congraciarse con
el estadounidense George W. Bush y con el primer ministro británico
Tony Blair", según Siddiqui.
El gobierno británico
sufre una crisis de credibilidad en materia de inteligencia, que
comenzó con la publicación de a principios de 2003 de
"detalles" sobre la existencia de armas de destrucción
masiva en poder del régimen que entonces encabezaba Saddam Hussein en
Iraq, con fotografías satelitales y otros elementos.
Ese documento pasó a ser
el más vergonzante jamás elaborado por el gobierno de Su Majestad.
Poco después de los
atentados del 7 de julio del año pasado, la policía asesinó al
brasileño Charles de Menezes en una estación de tren, otra vez sobre
la base de informes de inteligencia.
En junio de este año,
250 efectivos policiales armados llevaron a cabo una redada para
recabar pruebas en lo que se creía que era una fábrica casera de
armas químicas en Forrest Gale, un barrio del este de Londres.
Uno de los musulmanes que
se encontraban allí recibió un disparo en el hombro. La policía
debió liberar luego a los sospechosos por falta de evidencia.
En este último caso, las
explicaciones del gobierno no parecen cuadrar.
El ministro de Transporte
de este país, Douglas Alexander, debió interrumpir sus vacaciones en
Escocia para ocuparse de la inminente crisis del transporte aéreo.
Pero al día siguiente,
Blair se fue de vacaciones a Barbados, a pesar de que el domingo
anterior había considerado que la situación era suficientemente
grave como para llamar por teléfono a Bush, quien se encontraba en su
hacienda del estado de Texas.
Blair no creyó necesario
quedarse a supervisar en persona la mayor actuación policial de lo
que su propio gobierno consideró de la mayor amenaza contra Gran
Bretaña desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el país fue
radicalmente aislado del resto del mundo.
"Creo que hay un
problema en la toma de decisiones y en la forma en que se recaba y se
presenta la información. Ahora tenemos un enorme problema de
credibilidad", indicó Siddiqui.
El viceprimer ministro
británico John Prescott informó el miércoles a un grupo de
musulmanes que no todos los detenidos serían acusados de delitos
graves. Uno de ellos ya fue liberado. Otro más fue capturado.
La forma en que el
gobierno maneja el caso también genera dudas. Hubo objeciones legales
precisas respecto de comentarios del ministro del Interior, John Reid,
según los cuales los peces gordos estaban en la red.
La falta de pruebas para
sustentar esas declaraciones puede dificultar el caso ante la
justicia, señalaron algunos funcionarios.
Por el momento no queda
claro qué sucederá.
Cientos de policías
buscan pistas relacionadas con la preparación de bombas líquidas en
los bosques cerca de High Wycombe, al norte de Londres.
Algunos de los
sospechosos son mecánicos, y la policía confiscó 30 automóviles en
busca de pruebas. También fueron requisadas todas las computadoras
personales de los sospechosos y de los cibercafés de la zona que
puedan haber sido utilizadas por ellos.
La policía, que lanzó
la mayor búsqueda de pistas jamás realizada, espera conseguir algo
en la segunda semana de investigaciones. Mientras, crecen las dudas
del éxito de su misión.
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