Londres:
El incalculable desliz
Por
Koldo
Rebelión,
18/08/06
Ya
ha pasado una semana desde que el mundo fuera sorprendido con la
noticia de un abortado complot terrorista para hacer estallar diez
aviones en vuelo del Reino Unido a Estados Unidos, en lo que se
calificó como "asesinato en masa de un nivel incalculable".
Un
alto cargo de Scotland Yard hacía la declaración pública
enfatizando el hecho de que ya habían sido detenidos 21 terroristas,
"principales responsables del complot", entre los cuales
"podía estar" el jefe de Al Qaeda en Gran Bretaña.
Los
21 terroristas detenidos que, una semana más tarde, ya son 24 sólo
en Inglaterra, (se habla de 40 detenidos en Italia y otros tantos en
Paquistán) son británicos de ascendencia paquistaní con excepción
de uno originario de Bangladesh y otro de Irán.
En
la misma declaración en que se informaba del siniestro plan y de la
detención de los "principales responsables", se dijo también
que se trataba de "un plan bien avanzado, interceptado en su fase
final".
Tony
Blair, de vacaciones en Bahamas, no consideró prudente interrumpirlas
aunque, eso sí, según sus propias declaraciones, en todo momento
mantuvo informado al presidente Bush.
Ya
ha pasado una semana y no es que uno dude, conociendo el percal, de la
veracidad del atentado o de la labor como periodista de Blair,
informando a Bush, desde su improvisada corresponsalía en Bahamas. De
hecho, tan buenos debieron ser los informes de Blair que la
neutralización del macabro plan terrorista fue anunciada antes en
Estados Unidos que en Gran Bretaña. Pero, al margen de vacaciones e
informes, como que hay un detalle que no cuadra, que no se entiende.
Y
no hablo del derecho de Blair a seguir asoleándose en las playas
caribeñas por más terrible que fuera el atentado en curso, como
derecho tenía Bush a seguir jugando al golf, por más devastador que
fuera el huracán que asoló Nueva Orleáns.
Quien
afirme que bien habría podido molestarse el premier británico, dado
el interés terrorista de perpetrar un "asesinato en masa de un
nivel incalculable", en ser protagonista, después de Bush, de la
pública declaración, ignora o desprecia el derecho de cualquier
presidente al asueto, como menosprecia la confianza de los presidentes
en sus ministros y policías.
Y
pensar que su credibilidad es tan escasa que un "asesinato en
masa de nivel incalculable", denunciado personalmente por Blair,
no fuera a ser considerado por la ciudadanía con el rigor debido, es
absolutamente descartable.
La
misma opinión pública que aceptó como irrefutables las pruebas de
armas inexistentes, que dio por válida la versión de unos servicios
de seguridad basada en la tesis de una estudiante, que se ha tragado
fraudes, secuestros, suicidios y torturas, no es verdad que vaya a
retirar su confianza en quienes abanderan la lucha contra el terror de
un mundo que, en sus manos, cada día genera más terror. Y el terror
es "incalculable", aseguraba Peter Clarke, jefe de la Unidad
Antiterrorista de Scotland Yard.
Tampoco
debiera provocar duda alguna que, después de una semana, sigamos sin
saber nada con respecto al atentado frustrado.
De
los detenidos apenas sí hemos conocido la identidad de tres, de
quienes se asegura, como anticipo a la próxima revelación de sus
criminales vidas y ejecutorias, "haber estado recientemente en
Paquistán". Dato que, en principio, poca relevancia tendría
cuando también se ha informado que 22 de los 24 detenidos son
originarios de ese país. Lo verdaderamente sospechoso, piensa uno, es
que hubieran viajado recientemente a Burkina Faso o a las islas
Marshall, porque siendo originarios de Paquistán lo natural es que
viajen al país de sus ancestros, como me consta hacen muchos españoles
nacidos en América o ingleses nacidos en sus múltiples colonias. Por
otra parte, hasta donde se sabe, viajar a Paquistán todavía no es un
delito y, para colmo, el gobierno paquistaní es un fiel aliado de
Estados Unidos y un cercano colaborador en la cruzada occidental
contra el terrorismo.
Que
a diferencia de los atentados del 11 de septiembre, cuando dos días
después ya el mundo conocía los nombres y los rostros de los autores
de los atentados, hoy no se sepa nada, una semana más tarde, no debe
mover a suspicacia porque se trata de un "secreto de
Estado", que tampoco tiene porqué ser Cuba la única que apele a
ese recurso. Un secreto de Estado dejaría de serlo si se revelara,
además de que podría entorpecer la que hoy definiera el ministro
inglés John Reid como "primera fase de una investigación que
podría llevar meses".
Y
acepto, y es otra suspicacia, que puede parecer extraño oír hablar
de una primera fase y de meses de investigación, luego de que se nos
dijera que habían sido detenidos "los principales responsables
del complot" y que el plan "bien avanzado", había sido
"interceptado en su fase final" pero, tal vez, las
dimensiones del complot, luego de los interrogatorios que están
llevando a cabo avezados agentes en las artes de obtener información,
se hayan multiplicado de tal forma que, siendo de un "nivel
incalculable", todavía asistamos en los próximos días a más y
más detenciones, implicaciones y responsabilidades.
A
ello se debe que la policía británica haya pedido prorrogar el plazo
legal de detención para disponer de más tiempo y obtener mayores
confesiones. Es posible que algunos desconfíen de los métodos de
investigación habituales y de la veracidad en las confesiones
obtenidas, pero sólo puede deberse a su ignorancia en la equidad y
justicia con que la ley se aplica en Gran Bretaña y que, por ejemplo,
también desconocía el brasileño Meneses, luego de que fuera
"interceptado" por policías británicos.
Y
sé que existe la casualidad, no las casualidades, y que, por lo
tanto, razón podrían tener quienes han llegado a sugerir que, detrás
del "asesinato en masa de nivel incalculable" no había más
que una trama, un complot urdido y realizado por los gobiernos británico
y estadounidense para garantizar la permisividad del mundo en su
supuesta cruzada contra el terrorismo, restituir en Blair algo de la
credibilidad perdida ante próximas elecciones y llevar a segundo
plano la genocida agresión de Israel en Líbano y Palestina.
Pero
descarto semejante hipótesis porque, así la población no
reaccionara ante el engaño, o ante el peligro de
"accidentes", también aéreos y también incalculables,
como consecuencia de la paranoia creada por la falsa denuncia, además
de los daños económicos a sus propias compañías aéreas y
ciudadanos, seguro estoy de que reaccionarían los medios de
comunicación masivos.
La
prensa, los grandes canales de televisión, estoy convencido de que,
después de haber contribuido a la mentira dedicándole páginas y
titulares con tanta generosidad y tan pocas dudas, indignados revelarían
las interioridades de semejante burla, de tan infame delito. Los
mismos medios de comunicación que tantas veces han sido sorprendidos
en su buena fe, dando cobertura en sus primeras páginas a la hazaña
bélica de aquella heroína del ejército estadounidense, la teniente
Lynch, en su épica lucha a muerte contra el ejército iraquí y su
posterior rescate; que creyeron tanto en las armas de destrucción
masiva que casi llegaron a ubicarlas; que se tragaron el cuento del
recuento electoral en Florida y Ohio, y se lo tragan en México; que
todavía tienen como primera línea de investigación la autoría de
ETA, esos medios de comunicación tantas veces burlados, no permitirían
que, con su complicidad, se estuviera engañando y poniendo a la gente
en peligro. Son tantas las ocasiones en que los medios han sido
tomados de relajo que, aseguraría, esta vez no van a aceptar que la
denuncia vaya cayendo en el olvido, que se diluyan con el paso del
tiempo los niveles de alerta, y de crítico pasemos a severo, y de
severo a regular, y de regular a no me acuerdo; que otra vez podamos
nosotros llevar líquidos en los aviones y ellos tragar en seco en las
redacciones. No puede ser, y no será, que los periódicos permitan
que el "asesinato en masa de un nivel incalculable",
conforme pasen los días, vaya perdiendo su nivel y desaparezcan de
los titulares los detenidos puestos en libertad sin cargos, y
languidezca el caso hasta que ya nadie recuerde, el mes que viene, que
dos Estados terroristas juegan con la vida de la gente de tan alegre y
miserable manera y que aquí, nada ha pasado.
Por
lo que mantengo mis recelos y desconfío de la noticia del pretendido
plan, es por la declaración que el primer día hiciera Scotland Yard,
de enfrentarnos a un "asesinato en masa de un nivel
incalculable". Y no sólo porque se acostumbre en estos casos a
dejar que pasen los días y la investigación haga su trabajo como
para andar calificando tan temprano pérdidas y alegados, al tiempo en
que se informa que "las investigaciones podrían llevar
meses", sino porque las pérdidas, al margen de los daños económicos,
habrían sido los pasajeros de esos diez aviones. Y los pasajeros de
esos diez aviones sí son calculables. Podía haber hablado Scotland
Yard de alrededor de 3 mil muertos, de miles de muertos, haber dado la
cifra exacta, la que conformaban los pasajeros y tripulaciones de esos
aviones, pero habló de "incalculable", un calificativo que,
a su enorme e indiscutible peso, (para no hacer un chiste calculado)
agrega la contradicción de su vaguedad. Incalculable puede ser todo o
puede ser nada.
Me
explico. Un avión de pasajeros que volaba de Venezuela a Cuba, fue
explotado en pleno vuelo con 73 pasajeros a bordo en 1976. Posada
Carriles y Orlando Bosch, anticastristas y agentes de la CIA fueron
los terroristas que colocaron las cargas e hicieron estallar la nave
de Cubana de Aviación. Para nadie la autoría es un secreto. Tampoco
la impunidad de que disfrutan todavía los terroristas, treinta años
después.
¿Cuáles
son, en este caso, las incalculables pérdidas? Respuesta: ninguna.
Y
sé que es un detalle al fin, sólo un detalle, también un desliz,
pero ese afán de redoblar tambores, de anunciar el holocausto, de
anticipar el Argamedón, con la lectura de un comunicado apocalíptico
que no fue improvisado y en el que se pesaron y sopesaron hasta las
comas, los términos "asesinato en masa de un nivel
incalculable" no eran casuales. Buscaban estremecer, generar el pánico,
el terror ante lo que pudo haber sido y ellos evitaron porque, como
dijera Bush en estos días: "Todavía no estamos completamente
seguros".
Por
ese tonto desliz es que estoy casi por creer que nos engañaron...
otra vez.
Cronopiando
Lo
virtual y lo real
Por
Koldo
Rebelión,
13/08/06
Ignoro
si de acelerarse el mentado modernismo que padecemos vamos a tener
dificultades para distinguir lo virtual de lo real. Les confieso que,
en mi caso, sin necesidad de esperar más promisorios futuros, basta
que me lea un par de periódicos y atienda un noticiero para que, sin
haberme tomado una sola cerveza, ya tenga problemas para separar lo
virtual de lo real. Y temo que, tal vez, no soy el único.
Por
si acaso, tal vez fuera bueno recapitular un poco, aunque sólo sea
para no extraviarnos demasiado.
Son
virtuales las bombas que no estallaron en los aviones ingleses, como
son virtuales los terroristas y el plan.
Son reales las bombas que caen sobre Líbano, Palestina, Iraq o
Afganistán, como son reales las identidades de quienes las tiran y el
fin que persiguen.
Son
virtuales las víctimas de unos atentados virtuales.
Son reales los miles de muertos libaneses, palestinos, iraquíes y
afganos, en su mayoría civiles, como reales son los atentados que los
matan.
Es
virtual el salvajismo que se les supone a los virtuales salvajes
capaces de atentar contra gente inocente en esos diez virtuales
aviones.
Es real el salvajismo que se les ha probado a los reales torturadores
estadounidenses, capaces de violar y de matar a familias completas y
reales e irse luego a comer pollo porque la guerra que han armado les
produce estrés.
Eran
virtuales las declaraciones del presidente iraní sobre la
conveniencia de borrar del mapa a Israel.
Es real la guerra desatada por Israel para borrar del mapa a Líbano y
Palestina.
Eran
virtuales las armas de destrucción masiva en manos de lo iraquíes.
Son reales las bombas de fósforo blanco o de uranio empobrecido que
arrojan israelíes y estadounidenses.
Es
virtual la resolución de Naciones Unidas que, desde hace alrededor de
sesenta años, ampara la existencia de un Estado palestino.
Es real la existencia de una Palestina ocupada y sin Estado.
Es
virtual la existencia de una Convención de Ginebra.
Son reales los asesinatos de centenares de libaneses bajo impunes
bombardeos, los asesinatos de refugiados que huyen, de periodistas, de
observadores de Naciones Unidas, los ataques israelíes a vehículos
de la Cruz Roja, a hospitales, a infraestructuras.
Es
virtual la existencia de la Organización de Naciones Unidas.
Es real la invasión del Líbano por Israel y la ocupación de
Palestina.
Es
virtual la casi unánime condena de las Naciones Unidas al genocidio
que comete Israel.
Es real el derecho a veto en el Consejo de Segurida
Es
virtual la proclamación universal de los derechos humanos.
Es real Guantánamo
Es
virtual el Tribunal Internacional o el Tribunal de La Haya.
Es real el primer ministro israelí Ehud Olmert, como es real el muro.
Es
virtual el desarrollo, sostenido y sustentable, siempre en vías de
mayor desarrollo.
Es real el hambre, el desempleo, el analfabetismo, la miseria.
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