Los insultos papales
Una provocación bávara
Por Tariq Ali
CounterPunch / La Haine, 20/09/06
Enviado por Correspondencia de Prensa
Traducido por Felisa Sastre
¿Fue accidental o deliberada la reciente provocación de
Benedicto XVI? El bávaro es un avispado clérigo reaccionario, un
hombre que organizó su acceso al Papado mediante una purga sin
descanso de los disidentes potenciales y que vigiló la selección de
cardenales con extremo cuidado para dejar escasas posibilidades de
riesgo. Creo que sabía lo que estaba diciendo y por qué.
Elegir una cita de Manuel II Paleólogos, que no fue el más
inteligente de los emperadores bizantinos, fue algo inapropiado,
especialmente en vísperas de su visita a Turquía. Hubiera podido
encontrar citas más efectivas y mucho más próximas a él pero, quizás,
fue su tributo especial a Oriana Fallaci. Quizás.
El mundo islámico, con dos de sus países– Iraq y
Afganistán– ocupados directamente por tropas occidentales, no
necesita que le recuerden el lenguaje de las Cruzadas. En un mundo
neo–liberal que sufre degradación medioambiental, pobreza, hambre y
represión, convertido en un 'planeta de suburbios' (en la expresiva
frase de Mike Davis), el Papa elige insultar al fundador de una religión
rival.
La reacción del mundo islámico era previsible, pero
deprimentemente exigua. La civilización islámica no puede quedar
reducida al poder de la espada. Fue el puente vital entre el mundo de
la Antigüedad y la Europa del Renacimiento. Y fue la iglesia católica
la que declaró la guerra al Islam en la península ibérica y
Sicilia, con masivas expulsiones, matanzas, conversiones forzadas y
una terrible Inquisición para vigilar a Europa, una vez limpiada, y
al enemigo reformista protestante.
La furia contra los "herejes" llevó al
incendio de los pueblos cátaros en el sudeste de Francia. El Imperio
Otomano dio refugio a judíos y protestantes, refugio que se les
hubiera negado si Estambul hubiera seguido siendo Constantinopla.
"Esclavos, obedeced a vuestros dueños, porque Cristo es el
verdadero señor al que servís" decía Pablo (Colosianos 3:
22–24) estableciendo una tradición colaboracionista que se postra
de rodillas ante la riqueza y el poder y que alcanzó su apogeo
durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la jerarquía de la Iglesia
colaboró con el fascismo y se mantuvo en silencio ante el judeicidio
o las carnicerías del frente oriental. El Islam no necesita las
lecciones pacifistas de esta Iglesia.
La violencia no ha sido una prerrogativa de una sóla
religión tal como demuestra la prolongada ocupación israelí de
Palestina. Durante la Guerra Fría, el Vaticano, con raras
excepciones, apoyó las guerras imperiales. Ambos lados fueron
bendecidos durante la primera y la segunda guerras mundiales; el
cardenal estadounidense Spellman fue uno de los principales
combatientes en la lucha para destruir el comunismo durante las
guerras de Vietnam y Corea. Más tarde, el Vaticano castigó a los teólogos
de la Liberación y a los sacerdotes campesinos de Latinoamérica,
algunos de los cuales fueron excomulgados.
No todos los cristianos se han unido a las viejas y
nuevas cruzadas. Cuando el Papa Urbano lanzó las cruzadas, el rey
normando de Sicilia se negó a enviar tropas en las que los musulmanes
sicilianos se vieran obligados a luchar contra los musulmanes en
Oriente. Su hijo, Roger II, rehusó apoyar la Segunda Cruzada. Al
hacerlo, mostraron tener más coraje que los dirigentes de la Italia
contemporánea, demasiado dispuestos a unirse a las cruzadas
imperiales contra el mundo islámico.
"Para estar seguros de tener la razón
siempre", dijo el fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola,
"deberíamos cumplir con el principio de que lo que veo como
blanco debería creer que es negro si la jerarquía de la iglesia así
lo indica."
Hoy la mayoría de los obispos católicos en occidente
(incluido el bávaro del Vaticano) y los políticos de centro
izquierda y centro derecha adoran al verdadero Papa que vive en la
Casa Blanca y les dice cuándo lo negro es blanco.
.– Nota
de Correspondencia de Prensa: Tariq Ali, escritor paquistaní y
editor de la New Left Review (Gran Bretaña). Autor entre otras
obras de la "Guerra de fundamentalismos. Cruzadas, Jihads y
Modernidad".
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