¿Podrá
salir Ucrania de esta crisis?
Por
Alexander Konoválov (*)
RIA
Novosti, 12/04/07
Actualmente
sólo se puede hacer conjeturas respecto a los objetivos perseguidos
por el ex presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, cuando en 2004, por su
iniciativa, a la Constitución de Ucrania fueron introducidas las
esenciales enmiendas con miras a redistribuir los poderes entre el
presidente y el parlamento a favor de este último.
Como
resultado de esta reforma constitucional la formación del gobierno
ucraniano comenzó a depender directamente de la correlación de
fuerzas en la Rada Suprema. Dicho en otros términos, el pueblo se
convierte en actor real en el escenario político y, mediante el
mecanismo de las elecciones legislativas, recibe la posibilidad de
influir en la política socio–económica del Estado.
Origen
de la crisis
Sin
embargo, no hay que idealizar el modelo ucraniano, máxime que la
reforma constitucional– 2004 se realizó de prisa, lo que sentó las
bases de la actual crisis política. Existen dos criterios respecto a
su inicio. Los partidarios de la coalición del primer ministro Víctor
Yanukóvich declaran que el presidente violó la Constitución al
decretar la disolución de la Rada Suprema.
En realidad, según el artículo
90 de la Carta Magna de Ucrania, existen solamente tres motivos
capaces de justificar el cese anticipado de los poderes del
Legislativo. Los adversarios de Víctor Yúschenko estiman que éste
no tenía ninguno de estos tres motivos, bastante controvertibles. Según
la Constitución, el primer mandatario tiene derecho a disolver el
parlamento después de efectuar consultas con el presidente de la Rada
Suprema, su vice y los líderes de las fracciones parlamentarias. Sin
embargo, nadie se ocupa de aclarar qué significan esas consultas:
simple intercambio de informaciones, intento de lograr un compromiso o
de llegar a un consenso. Pues, lo que provocó la crisis fueron las
formulaciones imprecisas y su posible ambigua interpretación.
Los
partidarios del presidente Yúschenko enfocan los acontecimientos
desde una óptica totalmente distinta. Consideran que la crisis no fue
provocada por la decisión de disolver la Rada Suprema, sino que esta
se gestó mucho antes, cuando once diputados de las fracciones de
Yu.Timoshenko y V.Yúschenko se pasaron al bando de la coalición
mayoritaria adepta a V.Yanukóvich. Se considera que este paso obedeció
no tanto al cambio de su postura política, como al interés
lucrativo. Hablando francamente, se vendieron.
Es más, en los medios
prevalentes del parlamento ya circulan rumores acerca de que todo esto
no es más que el inicio y que muy pronto la coalición de Yanukóvich
aumentará a costa de tránsfugas, hasta una mayoría constitucional
de 300, lo que permitirá al primer ministro introducir nuevas
enmiendas en la Constitución, despojar al Presidente de todas sus
facultades y convertirlo en figura netamente decorativa. En este
contexto, el mandatario ucraniano declaró que la coalición
gobernante intenta cambiar ilícitamente la correlación de fuerzas en
la Rada, o sea, tergiversar los resultados de los comicios
parlamentarios, y que no le queda otra salida, sino la de disolver la
Rada y convocar las legislativas anticipadas.
Naturalmente,
además de estos motivos político–jurídicos procede señalar
importantes intereses económicos de los grupos de signo contrario, ya
que en Ucrania el sector empresarial ejerce directa influencia política.
También conviene señalar la orientación política de diversas
regiones de Ucrania, a veces totalmente contrapuesta respecto a muchos
problemas claves. Estos contenciosos son tan evidentes y fuertes que
se pone en tela de juicio el futuro de Ucrania como Estado unitario.
Tal vez la solución del problema sea una profunda federalización. Y,
por último, hay que tomar en consideración el carisma de los líderes
políticos ucranianos. Se debe reconocer que la verdadera locomotora
de la crisis política no son el presidente Yúschenko ni el primer
ministro Yanukóvich, sino Yulia Timoshenko y la fracción
parlamentaria adepta a ella. Indudablemente, la señora Timoshenko es
la más fuerte figura política de Ucrania que posee una desmesurada
ambición de poder, en lo que invierte todas sus energías. Ya se
prepara para los nuevos comicios parlamentarios habiendo concertado
con el partido "Nuestra Ucrania" del presidente Yúschenko
el acuerdo sobre la futura distribución de puestos en el gobierno según
resultados de las legislativas. Naturalmente, ella no se concibe en un
cargo inferior al de jefe del gabinete. El problema fundamental a
resolver ahora es el de la búsqueda de una salida del atolladero sin
desbordar el ámbito jurídico y evitar un desenlace violento al
actual enfrentamiento en Ucrania.
¿Quién
arbitrará el conflicto?
El
hecho de que, pese a la ola de mítines en Kíev, los líderes políticos
hayan decidido recurrir al Tribunal Constitucional y no a la calle, es
esperanzador. Además, ambos bandos se muestran dispuestos a cumplir
el veredicto del Constitucional independientemente de cual sea su
decisión. Aunque es de esperar que no se pueden cifrar excesivas
esperanzas en éste. Comencemos por el hecho de que al recibir el
pedido sobre la legitimidad del decreto de Yúschenko de disolver la
Rada, su presidente Iván Dombrovsli presentó la dimisión alegando
que bajo semejante presión no puede cumplir su misión. El mandatario
no la admitió, pero días después cinco de los 18 miembros del
Tribunal Constitucional se negaron a examinar esa solicitud prácticamente
solidarizándose con el presidente del TC.
Según
ellos, la presión consiste en que muchos políticos califican ya en público
de ilegítimo el decreto presidencial de disolver la Rada. Pero el TC
es el único órgano competente de calificarlo como tal. Además, esos
cinco magistrados exigieron protección estatal. El TC de Ucrania
cuenta con tres "sextetos", es decir, el presidente delega a
seis jueces, otros tantos el parlamento y los seis son promovidos por
el congreso nacional de magistrados. Es curioso señalar que los cinco
jueces que se negaron a participar en los debates, figuran en la lista
"presidencial".
Surge
la impresión que el Tribunal Constitucional se esfuerza al máximo
por evitar el papel de árbitro en ese conflicto. Especialmente,
teniendo en cuenta que los últimos ocho meses no tomó decisión
alguna ni acogió el pedido alguno en materia constitucional. Pues
ahora el inicio de la vista de causa por el TC fue postergado para el
17 de abril, aunque está claro que la situación creada en el país
no permite dar largas artificiales al asunto.
La
situación en las estructuras de fuerza es demasiado complicada y
embrollada como para poder examinarla en serio. El Ministro de Defensa
declaró en público que consideraría legítimas solamente las órdenes
del jefe de las Fuerzas Armadas, es decir, respaldó al presidente Yúschenko.
Por su parte, los jefes de los servicios secretos y del Ministerio del
Interior apoyaron al gobierno y al parlamento, lo que quiere decir que
el intento de involucrar a las Fuerzas Armadas en el conflicto
conducirá al enfrentamiento del Ejército con la policía y las
tropas del Interior.
Según
todos los indicios, nadie se atreverá a hacerlo.
Por
último, algunos diputados propusieron preparar el voto de censura al
presidente por haber emitido el decreto anticonstitucional, lo que
lleva a agudizar la crisis. Procede señalar que no existen razones
para efectuarlo, ni están elaboradas las leyes adecuadas,
particularmente la relativa a fiscales especiales.
¿Habrá
salida de este atolladero?
En
estos momentos se discute ampliamente la posibilidad de evitar los métodos
violentos para resolver la crisis en Ucrania. Hay que reconocer la
probabilidad del guión violento, pero éste no predomina. Toda una
serie de factores permiten cifrar esperanzas en una solución
civilizada de la crisis, aunque podrá requerir más tiempo, lo que
sería indeseable para nosotros. El primer factor, el más importante
y difícil de evaluar, es la mentalidad ucraniana, la idiosincrasia
nacional y las tradiciones de arreglar los contenciosos. El segundo,
directamente vinculado con el primero, se refiere a la experiencia
atesorada en materia del parlamentarismo ucraniano. Teniendo en cuenta
el bajo porcentaje que se requiere para ser representado en la Rada
Suprema (el 3%), incluso los partidos poco numerosos tuvieron la
posibilidad de acceder al parlamento y a la hora de aprobar decisiones
siempre fue necesario conseguir compromiso con los grupos, cuyos
criterios políticos fueron muy distantes entre sí. Por consiguiente,
la élite política ucraniana ya tiene mucha experiencia en materia de
lograr acuerdos en lugar de aplastar e imponer su propio parecer.
También procede señalar los intereses de los grupos de negocios que
ejercen influencia en la política ucraniana. No se debe olvidar que
en Ucrania cada partido político refleja los intereses concretos de
determinados grupos empresariales, lo que no deja de acusar ciertos
aspectos positivos y negativos. Pero en este caso es muy importante el
hecho de que los círculos de negocios no están interesados en la
desestabilización completa de la situación política en el país, ni
en su desintegración.
Naturalmente,
lo expuesto no puede garantizar el desarrollo civilizado del proceso
democrático. Cualquier líder ucraniano habrá de tomar en
consideración la diversidad de pareceres de la zona Este y la de
Oeste del país respecto a muchos problemas de principio, el alto
nivel de corrupción y la desmesurada ambición de poder de tales políticos
como Julia Timoshenko y su disposición de no reparar en medios para
hacerse con el poder. Estos y muchos otros fenómenos podrían, en una
determinada situación, predominar y precipitar el país en la vorágine
de un enfrentamiento violento.
No
obstante, parece muy probable evitar ese guión. En opinión de muchos
analistas ucranianos, ya no será posible evitar las elecciones
parlamentarias anticipadas. Sería mejor que los bandos en pugna opten
por reasumir sus posiciones de partida: el presidente revocaría su
decreto de disolver la Rada y la coalición mayoritaria derogue todas
las leyes aprobadas en ese período, ante todo, la "Ley del
Gabinete de Ministros" que menoscaba los derechos del Presidente.
Y, además, serían fijados los plazos reales de los comicios
anticipados y prosiga la labor tendente a perfeccionar la Constitución
para excluir que la presente situación se repita en el futuro.
*
Presidente del Instituto de Evaluaciones Estratégicas de Moscú.
Yúschenko
dice que no anulará su decreto y
promete solución política
RIA
Novosti, 12/04/07
Kiev.–
El presidente de Ucrania, Víctor Yúschenko, no piensa anular su
decreto del 2 de abril sobre la disolución de la Rada (Parlamento) y
la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas.
Esta
normativa legal "es de cumplimiento obligatorio y sigue en
vigor", afirmó él en rueda de prensa transmitida en directo a
170 países del mundo.
"No
hay tragedia alguna en Ucrania y el país sigue por el camino de la
democracia", aseguró Yúschenko. "La situación económica
es estable, el mercado monetario es equilibrado y evoluciona dentro de
la normalidad, se mantiene el control sobre el déficit público, y
las reservas del Banco de Ucrania en divisas ascienden a 23.000
millones de grivnas", dijo él. Yúschenko calificó de "tontas
e irresponsables" las declaraciones del ministro de Hacienda,
Mykola Azárov, de que la crisis política podría generar problemas
de índole económica.
La
situación en el Ejército también es tranquila, aseguró Yúschenko,
al calificar de "mentira" las palabras de algunos
parlamentarios que habían denunciado el incremento del grado de
alerta en las unidades militares. "Autoricé al ministro de
Defensa a organizar una inspección parcial del Ejército para
aquellos grupos de diputados que son incapaces de controlar sus
emociones", comunicó él.
"No
se aplicará una solución militar", prometió Yuschenko, al
revelar que había ordenado al ministro del Interior "sacar a la
gente armada de Kiev".
La
disolución del actual Parlamento, provocada por el paso de 11
diputados opositores a las filas de la coalición gobernante, "es
la única manera de reencauzar la vida política de Ucrania en un
marco legal" y educar en los legisladores "un estricto
sentido de la responsabilidad ante los electores", puntualizó el
presidente.
"La
coalición fue formada con métodos ilegales, por lo cual sus
decisiones son ilegítimas", afirmó Yúschenko, al recordar que
la Carta Magna en vigor contempla un formato único de la coalición
parlamentaria, sobre la base de fracciones.
Yúschenko
descartó la convocatoria de comicios presidenciales anticipados en
Ucrania, al recordar que la Constitución en vigor define
estrictamente las circunstancias en que es necesario adelantar tales
elecciones.
"Es
la muerte del presidente, la renuncia que no he solicitado ni pienso
solicitar, y la destitución por haber traicionado los intereses
nacionales. No he cometido tal traición", precisó Yúschenko.
El
mandatario ucraniano sugirió crear un grupo de trabajo integrado por
juristas, reporteros y representantes de diversas ONG para buscar una
solución a la crisis y, paralelamente, iniciar urgentes consultas
entre partidos parlamentarios a fin de lograr una fórmula de
compromiso.
Dejar
la solución del conflicto en las manos del Tribunal Constitucional
"es incorrecto", opina Yúschenko.
Al
mismo tiempo, él se declaró dispuesto a "acatar cualquier
decisión del Tribunal Constitucional" que debe evaluar el próximo
17 de abril la legitimidad de su decreto.
La
"princesa naranja" de Ucrania quiere apostar contra Rusia
Por
Fiódor Lukiánov
Vremia
Novostei, Moscú, 11/04/07
La
política occidental en relación con Rusia ya tiene ideólogos
nuevos, constata el experto ruso Fiódor Lukiánov en alusión a Julia
Timoshenko, dirigente de la "oposición naranja" de Ucrania.
La
"princesa naranja" ha escrito un artículo titulado "¡Frenar
a Rusia!" que a finales de abril saldrá en la influyente
revista estadounidense Foreign Affairs. Las cosas que se plantean en
el artículo se han repetido en Occidente en múltiples ocasiones pero
es la primera vez que se exponen con tanta coherencia y en forma tan
concentrada las reclamaciones con respecto a Moscú. Timoshenko es la
primera que responde sin ambages a una pregunta que se hacen
constantemente los estrategas y politólogos occidentales: ¿Cuál es
la mejor manera de comportarse ahora con Rusia, la cual ha logrado
recuperarse del caos de los 90 mucho antes de lo que se esperaba?
El
Kremlin, según Timoshenko, ha perdido "el sentido de la proporción"
por el flujo de petrodólares y, para que lo recobre, se necesita una
actuación coordinada de Occidente en todas las asignaturas: derechos
humanos, Chechenia, Kosovo, Carta Europea de Energía, Irán o relación
de Rusia con sus vecinos.
Antes
de Timoshenko, nadie se atrevía a plantear explícitamente la
necesidad de una nueva política de disuasión. Todavía se mantiene
la estela de "cooperación estratégica" que Rusia y
Occidente proclamaron en las ruinas de la URSS. No caben dudas de que
la "princesa naranja" va a encontrar numerosos partidarios,
y que su artículo tendrá una acogida calurosa a ambos lados del Atlántico.
Da
la impresión de que a Julia Timoshenko le ayudó en la redacción de
esta obra algún conciudadano de George F. Kennan, a quien consideran
uno de los principales autores ideológicos de la Guerra Fría.
Parece
sintomático que el artículo sea publicado en pleno fragor de la
nueva crisis política en Ucrania. Todo indica que va tocando fondo la
época de Víctor Yúschenko, presidente débil y proclive a las fórmulas
de compromiso. Al primer plano se promueve precisamente Julia
Timoshenko, la ideóloga más carismática e intransigente de la
"revolución naranja" en Ucrania.
A juzgar por el artículo, Timoshenko quiere apostar
por una política marcadamente antirrusa y exacerbar las controversias
geopolíticas, en vez de paliarlas. En estas condiciones, difícilmente
podemos esperar que Moscú siga resistiendo a la tentación de
inmiscuirse, lo cual significa que en el gran juego ucraniano se
iniciará, probablemente, una partida nueva.
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