Los
250 detenidos en Moscú, en riesgo de enfrentar penas severas
por
"extremismo"
Reprimen
marcha en San Petersburgo; 150 activistas presos y decenas de heridos
Por
Juan Pablo Duch
Corresponsal
en Moscú
La
Jornada, 16/04/07
Moscú,
15 de abril.– El día después de la protesta de la oposición en la
capital rusa tuvo su réplica este domingo en San Petersburgo, la
segunda ciudad en importancia del país, donde al menos 150 activistas
fueron detenidos y decenas de personas resultaron lesionadas.
La
policía local, reforzada con elementos antidisturbios comisionados de
otras regiones de Rusia, arremetió contra los opositores –sin hacer
distingo de sexo o edad, repartiendo golpes por igual–, al término
de un mitin autorizado por las autoridades, cuando los participantes,
entre dos y tres mil personas, comenzaban a dispersarse pacíficamente.
Diferentes
testimonios coinciden en denunciar que la policía, al agredir a la
gente sin que hubiera motivo, hicieron gala de violencia
"desproporcionada e injustificada" en San Petersburgo.
En
tanto, muchos de los 250 detenidos ayer en Moscú continúan
ilegalmente retenidos en distintas delegaciones policiales, como
medida intimidatoria previa a la puesta en libertad bajo obligación
de presentarse en los próximos días a juicio en su contra.
La
mayoría podría recibir multas por supuesta alteración del orden,
pero tampoco se excluye que pudieran aplicarse penas más severas,
incluso privación de la libertad durante varios años, en caso de que
las autoridades acusen de "extremismo" a algunos de los
imputados.
El
comisionado para los derechos humanos escuchará quejas
Por
primera vez desde que la coalición opositora la Otra Rusia desafía a
las autoridades con sus manifestaciones, Vladimir Lukin, el
comisionado para los derechos humanos en Rusia, a pesar de encabezar
una instancia dependiente del Kremlin, reaccionó hoy ante el uso
desmedido de la fuerza por parte de la policía y se declaró
dispuesto a escuchar las quejas de las personas que sufrieron dichos
excesos este fin de semana.
Para
Lukin, en una precisión importante que cuestiona la argumentación de
las autoridades, "la Constitución es muy clara al establecer que
los ciudadanos de Rusia tienen derecho a reunirse de manera pacífica,
sin armas, y participar en mítines y manifestaciones, y no sólo en mítines
como afirman, por ejemplo, algunos representantes de la alcaldía de
Moscú (entre otros, el propio alcalde Yuri Luzhkov)".
El
comisionado precisó: "No hay que solicitar permiso, como también
sugieren esos funcionarios municipales, para realizar una acción de
este tipo (mitin o marcha), simplemente hay que notificarlo con la
debida anticipación".
Frente
a la respuesta del Kremlin a la oposición, que hasta ahora ha
consistido en hacer una exagerada ostentación de fuerza, en detener a
los rivales políticos y en dispersar a golpes cualquier manifestación
de inconformidad, Lukin puso el acento en recordar:
"La
historia de nuestro país nos enseña que muchas tragedias se
originaron en actitudes excluyentes por parte tanto de las autoridades
como de la oposición, en la falta de flexibilidad y tolerancia, en la
negativa a buscar fórmulas de compromiso y a dialogar sobre intereses
divergentes".
La
oposición, por ahora, tiene aspiraciones más simples. Según declaró
este domingo, tras recuperar su libertad, Garry Kasparov, ex campeón
mundial de ajedrez que encabeza el Frente Cívico Unido, "no
estamos luchando para ganar en las elecciones, estamos luchando para
que haya elecciones. Las autoridades quieren borrar de nuestro
diccionario político la palabra 'elecciones" y sustituirla con
su práctica de designar incondicionales".
Busca
el Kremlin endurecer leyes para desactivar las protestas
Podría
tipificar como delitos graves las movilizaciones en la vía pública
Por
Juan Pablo Duch
Corresponsal
en Moscú
La
Jornada, 21/04/07
Moscú,
20 de abril.– Todo indica que las autoridades rusas, empeñadas en
reducir el margen de acción legal de la oposición al Kremlin, buscan
ahora un "argumento" más convincente que el uso desmedido
de la fuerza policial para quitar a los inconformes las ganas de salir
a la calle a protestar.
No
se trata de fusilar a los descontentos, como en el periodo
estaliniano, de internarlos en clínicas siquiátricas o de
expulsarlos del país, dos medidas punitivas muy difundidas en el
ocaso del llamado socialismo real, sino de intimidar a los opositores
con largas condenas de privación de libertad por las mismas faltas
administrativas que ahora se solventan con el pago de multas simbólicas.
Para
no ir muy lejos en busca de ejemplos, los 420 detenidos que hubo el
pasado fin de semana en Moscú y San Petersburgo, aparte de sufrir una
brutal golpiza por parte de los elementos de las unidades
antidisturbios, esa sí tan gratis como innecesaria, sólo tuvieron
que pagar una multa equivalente a 10 jornadas de salario mínimo, algo
así como poco menos de 500 pesos mexicanos.
Todos
quedaron en libertad tras cumplir el trámite de ser sometidos a una
suerte de juicio exprés, donde el juez dedicó cinco minutos a cada
uno de los imputados, tiempo suficiente para que la fiscalía
presentara cargos en su contra, basados en el testimonio invariable de
dos policías como testigos únicos, que por lo común se limitaban a
confirmar: "Fulano de tal fue visto en medio de una multitud que
gritaba consignas contra el gobierno".
Dentro
de poco, en lugar de tener que dispersar a golpes las manifestaciones
de la oposición, las autoridades podrían recalificar como graves
delitos las protestas en la vía pública con sólo acusar de
"extremismo" a cualquier inconforme, toda vez que la
respectiva ley es muy ambivalente y los jueces, como parte de la
maquinaria de aplicación selectiva de la justicia, siempre la
interpretan en favor de la fiscalía.
En
ese contexto hay que inscribir los citatorios a declarar en la sede
del FSB, el organismo sucesor del KGB soviético, a dos líderes de la
oposición. Este viernes tocó al dirigente de los radicales de
derecha, Garry Kasparov, ex campeón mundial de ajedrez y dirigente
del Frente Cívico Unido, y hace unos días al de los radicales de
izquierda, Eduard Limonov, escritor y, como se hace llamar él mismo,
padre espiritual del Partido Nacional–Bolchevique.
En
ambos casos los interrogatorios duraron cerca de cuatro horas y se
centraron en recientes intervenciones suyas en programas de radio que,
en opinión de la procuraduría general de Rusia y desde extremos
contrapuestos del espectro político, podrían contener un tácito
llamado a derrocar el gobierno, instigaciones al odio racial y
religioso y un largo etcétera de ilícitos tipificables en la ley
contra el extremismo.
Por
lo pronto no se fincaron responsabilidades penales contra ninguno de
los dos, pero la advertencia es obvia.
Y
en relación con el grupo de Limonov, considerado por las autoridades
como más beligerante, el jueves anterior un juez prohibió el Partido
Nacional–Bolchevique, a pesar de que ya estaba proscrito desde 2005.
El
aparente sinsentido se debe a que, hace dos años, se prohibió ese
partido como "agrupación política", lo cual le impedía
participar en elecciones, y ahora se volvió a proscribir, pero ya
como "organización extremista".
La
diferencia: a partir de ahora, cualquier persona que luzca una
insignia del partido proscrito, lleve cartel o bandera del mismo, o se
declare nacional–bolchevique, estaría reconociendo pertenecer a una
"organización extremista", lo cual podría suponerle sólo
por eso una condena de entre dos y cinco años de cárcel.
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