Francia

 

Primera vuelta de las presidenciales

Elecciones en tiempos de crisis social

Por Flor Beltrán
Corresponsal en Francia de Socialismo o Barbarie
Socialismo o Barbarie. periódico, 26/04/07

En mucho tiempo no se habían visto colas en las mesas de votación como este domingo 22. La gente llegaba en masa a votar. Hasta venían los jóvenes árabes, negros y latinos de los barrios de los suburbios. Muchos de ellos votaban por primera vez. Algunos nos decían: “Por una vez tenemos derecho de dar nuestra opinión”.

Esto que veíamos por la mañana se expresó por la tarde en los datos de concurrencia a las urnas: la participación había sido del 84,6%, la mayor en la historia de la V República. Esto es mucho más notable teniendo en cuenta que la abstención electoral venía en aumento elección tras elección.

Al mismo tiempo, esto chocaba con otro dato importante. En vísperas de la votación, el número de indecisos –según las encuestas, casi un 30%– también era un récord histórico.

Las elecciones bajo el régimen capitalista son un reflejo de la situación política y social. Pero un reflejo cada más relativo y distorsionado. Entre otros factores, el peso de los medios, especialmente de la TV, tiende a convertir las votaciones a algo parecido a una elección entre la Coca-Cola o la Pepsi-Cola, con ventajas para quien ponga más millones en la campaña publicitaria.

Sin embargo, con todas sus distorsiones, ambos primeros datos –récord de concurrencia y récord de indecisos– tienen que ver con una situación, por un lado, de crisis social, gran descontento y polarización de las luchas sociales (con importantes luchas obreras en medio de las elecciones, que fueron precedidas por el estallido estudiantil del año pasado). Por otro lado, y al mismo tiempo, hay una situación de crisis de representación política. Como decíamos en un artículo anterior, “se presenta un desfase entre la sociedad y la representación política”. [1]

Esto último se venía expresando en una creciente abstención. Si eso se revirtió esta vez, no es porque la gente haya recobrado la fe en los principales candidatos. Más bien es la expresión de disconformidad y exasperación de los trabajadores y las clases medias. Es el producto de la crisis social, del desempleo de masas, de los contratos-basura para los jóvenes, del aumento del costo de la vida, de la discriminación de los no blancos y de los pobres, de la convicción en la mayoría de la sociedad de que se vive cada vez peor. Es como si hubieran visto la oportunidad de expresar eso en la urnas. Pero, al mismo tiempo, no significa que la gente haya vuelto a creer en los políticos que vota. De allí la cantidad de indecisos hasta horas antes del domingo, y de que muchos, además, hayan votado “en contra de” alguno, más que “a favor de” otro.

Este profundo descontento social se polariza: por ahora, se vuelca tanto hacia a la derecha –con temas como el racismo antiinmigrante, la "inseguridad" y el “orgullo nacional”–, como hacia la izquierda, con las oleadas de movilizaciones y luchas de los trabajadores y estudiantes, las rebeliones en los barrios pobres provenientes de la inmigración, las luchas de los sin papeles y la radicalización de la juventud, rasgos que vienen desde hace tiempo. Todo esto también marcó los resultados.

Los resultados

Nicolas Sarkozy (“Sarko”), de la derecha conservadora, obtuvo el 31,11% de los votos (que es el 25% de los inscriptos en el padrón), mientras que Ségolène Royal (“Ségo”), del Partido Socialista, se situó en segundo lugar con el 25,84% de los votos.

A pesar del aumento del numero de electores, la derecha no tuvo más votos que en la elección presidencial de 2002. Por su parte, el PS se recuperó de la catástrofe de 2002, pero no aumentó tampoco sustancialmente su número de electores. Recordemos que el gobierno del primer ministro socialista Jospin (1997-2002) tuvo una política neoliberal que los franceses repudiaron en las elecciones presidenciales de ese año.

El candidato “centrista” Bayrou fue quien más aprovechó el aumento de votantes, con 18,57% (había logrado sólo un 6,84% en 1992). En muchos aspectos, Bayrou se presentó a la izquierda de Ségo y el PS.

Otra novedad fue la caída de los votos de Le Pen, candidato de extrema derecha, a poco más de un 10%. Le Pen tiene una parte del electorado fiel, que siempre lo vota y que es más o menos el mismo desde hace años. Pero la enorme participación hizo bajar su porcentaje. Además, Sarko le arrancó votos a Le Pen, con provocaciones racistas contra los inmigrantes y con discursos nacionalistas sobre “el orgullo de ser francés”.

La votación a la izquierda del PS

En esta franja, hubo dos hechos importantes y relacionados, que también expresaron la “polarización”, pero aquí volcada hacia la izquierda.

Uno, que Olivier Besancenot de la Liga Comunista Revolucionaria, logró el porcentaje más alto, de 4,08%, que representa casi 1.500.000 votos. Esta votación, sumada a la de Arlette Laguiller de Lutte Ouvrière y de Gérard Schivardi del Parti des Travailleurs, lleva casi al 6% la votación de los candidatos trotskistas.

El otro hecho, ha sido el fracaso total de las candidaturas “antineoliberales”, las de José Bové, Marie-George Buffet (Partido Comunista) y Dominique Voynet (Verdes). La gran mayoría de los votantes a la izquierda del PS no quiso saber nada con estos “amplios” anti-neoliberales, que rechazan el “sectarismo” anticapitalista de los trotskistas... pero que se distinguen muy poco de Ségolène y el PS.

Al revés de lo que pensaban los “antineoliberales”, la importante minoría que votó a la izquierda del PS, lo hizo por el candidato que veía como el más radical y anticapitalista, no por el “más amplio” y “rosado”. ¡Este sector no quieren saber más nada con el PS, ni con sus pequeños satélites a su izquierda! ¿Para qué, además, habrían de votar por Bové o Buffet y no directamente por Ségolène? ¿Por qué votar a las fotocopias y no al original?

Dentro de este el fracaso de los “antineoliberales” furgones de cola del PS hubo dos hechos destacables.

El primero es la bancarrota electoral del Partido Comunista. Es un hecho histórico. El PCF en 1944 había logrado el 29%. En esta elección cayó al 1,93 %. El PCF –que desde hace largos años viene en decadencia– conserva sin embargo un enorme aparato, con decenas de alcaldías y sobre todo de dirigentes sindicales ultra burócratas enquistados en la CGT, que actúan para frenar, dividir y derrotar las luchas obreras.

El segundo hecho importante es el fracaso de José Bové, líder campesino y “altermundista”, promocionado mundialmente por las corrientes estilo Le Monde diplomatique, que proponen otro capitalismo, distinto del neoliberal. La campaña de Bové combinó los paternales consejos a Ségolène, con el repertorio autonomista antipartido... naturalmente dirigido contra el trotskismo, no contra el PS.

Los votos de Besancenot capitalizaron la radicalización producto de estos últimos años de luchas, como las huelgas y movilizaciones victoriosas contra el CPE (Contrato Primer Empleo), con el que el actual gobierno quería precarizar aún más a los jóvenes franceses. Capitalizó especialmente la politización de un amplio sector juvenil de liceístas, que ahora discuten no solamente cómo luchar por un empleo digno, sino también el socialismo, el porqué de la derrota del comunismo, etc.

Besancenot hizo una campaña centrada en las luchas de los trabajadores, en momentos en que se daban huelgas importantes. También habló de los problemas de los jóvenes, de los inmigrantes, de las mujeres, de los ancianos. Eso le atrajo gran parte de las adhesiones y lo ha convertido en una figura probablemente más popular que la cantidad de votos que obtuvo.

Esta “radicalización” de su campaña fue facilitada porque el ala derecha de la LCR (aproximadamente un 30% de la organización) corrió detrás de la candidatura de Bové, suponiendo seguramente que por ser “más amplia” y no “sectaria” ni “obrerista” sacaría más votos. 

Pero, al mismo tiempo, Besancenot reflejó todas las limitaciones de su corriente. Él mismo lo resume, en un comunicado emitido la noche del domingo 22. Allí definió su campaña como centrada en la "redistribución de la riqueza". El socialismo –única forma de “distribuir la riqueza”– prácticamente no estuvo presente a lo largo de ella.


Nota:

1. “Huelgas con elecciones presidenciales”, Socialismo o Barbarie, periódico, 29/03/07: www.socialismo-o-barbarie.org/europa/070401_a_francia_elecciones1.htm