“Hoy
como ayer, los curas y monjas comprometidos con la Teología de la
Liberación son perseguidos y condenados por el Benedicto XVI”
El
papa Ratzinger a Brasil
Por
Comuna Eclesial de Base "Juan Palomino Muñoz" (*)
ALTERCOM
(Agencia de Prensa de Ecuador), 04/05/07
A
los dos años de haber sido elegido Papa, Sumo Pontífice, Jefe del
Estado Vaticano, de la Santa Sede y de la Iglesia Católica, el ex
cardenal alemán Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, visita al Brasil
entre el 9 y 14 de mayo.
Y
no será una visita pastoral o netamente religiosa, sino profundamente
política en su diálogo con el Presidente Lula Da Silva, en sus
discursos y misas, en sus actos oficiales públicos y privados en los
que abordará los problemas sociales de nuestra América Latina.
Pero
desde el punto de vista de El Vaticano; los problemas de la jerarquía
eclesial surgidos de la Teología de la Liberación y para reafirmar
el tradicionalismo ortodoxo que condena las reformas del Concilio
Vaticano II del Papa Juan XXIII; para analizar y criticar el renacer y
ascenso del izquierdismo en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador,
Venezuela, Nicaragua, Chile, Uruguay, cuyos gobiernos no son bien
vistos por el Papa Ratzinger y tampoco por George W. Bush, gobiernos
que les inquietan sobre manera y causan profundas preocupaciones
porque vienen a perturbar el sistema de dominación global.
Joseph
Ratzinger perteneció a las juventudes hitlerianas, pero luego advino
al sacerdocio con fervor apasionado, después de un exacerbado
fanatismo según recuerda su coetáneo Günter Grass, y por su clara
inteligencia ascendió a lo largo de su vida hasta llegar al
Pontificado.
Fue
un estrecho colaborador del Papa Juan Pablo II y por él nombrado Jefe
de la Iglesia Católica para la Congregación para la Doctrina de la
Fe (heredera de la Santa Inquisición) ; prefecto del ex Santo Oficio
y, como tal, condenó los "errores" de curas, obispos y
cardenales que fundaron la "Teología de la Liberación" y
expandieron por el mundo la nueva Iglesia Católica que proponía la
"Opción de los Pobres".
Ratzinger,
hoy Papa Benedicto XVI, condenó con particular energía la mínima
aproximación de la Iglesia al marxismo, y con seguridad, debe haberle
olido a azufre aquella frase que se difundió en Nicaragua en plena
Revolución Sandinista: "Entre cristianismo y marxismo no hay
contradicción".
La
Teología de la Liberación y su opción por lo pobres se comprometió
con las luchas populares y de liberación nacional.
En
nuestra América Latina surgieron -por decenas- curas y monjas,
obispos y cardenales, teólogos y profesores que escogieron la iglesia
de los pobres. Muchos se convirtieron en héroes y mártires de los
procesos revolucionarios como Camilo Torres en Colombia, Monseñor
Romero en Nicaragua, y otros fueron perseguidos como Dom Helder Camara
y Leonardo Boff en Brasil, Ernesto Cardenal en Nicaragua que,
inclusive, fue rechazado por el Papa Juan Pablo II cuando visitó
Nicaragua.
Los
demás cardenales y obispos en su papel de guardianes de la fe,
tradicionalistas, conservadores, fanáticos y dogmáticos cumplieron
su papel histórico: se pusieron al servicio de las oligarquías, de
los ricos y poderosos y lo que es más vergonzoso y deshonesto, se
unieron a los dictadores fascistas que con inmensa crueldad
asesinaron, encarcelaron, torturaron, masacraron y desaparecieron a
millares de latinoamericanos en Centro América y América del Sur, en
particular, en el Cono Sur de tantas monstruosas pesadillas cometidas
por los Pinochets, Galtieres, Videlas, Bordaberrrys, Strosners, etcétera.
Cuando
vino a nuestra América Latina, el Papa Juan Pablo II, los obispos y
cardenales que, junto a civiles, le pidieron que interceda por los
encarcelados y desaparecidos, por el mínimo respeto a los derechos
humanos nunca fueron atendidos, seguramente, porque los
revolucionarios e izquierdistas no merecían ningún respeto. Solo los
obispos y cardenales del establecimiento fueron recibidos, escuchados
y bendecidos por el Papa Juan Pablo II. Esta es la historia reciente.
Hoy
como ayer, los curas, monjas y cardenales comprometidos con la Teología
de la Liberación son perseguidos y condenados por el Papa Benedicto
XVI. Hoy como ayer, los obispos y cardenales tradicionalistas están
al servicio del poder económico y político, del sistema de dominación
y explotación y de los objetivos del imperio.
En
el Ecuador, la Conferencia Episcopal juega a la mediación cuando
surgen conflictos entre las clases dominantes políticas y económicas.
Varios de sus miembros claman por 'la paz, la concordia, el diálogo,
el consenso', pero ominosamente callan ante la imparable migración de
hombres, mujeres y niños que, desesperados por la pobreza, abandonan
la patria y muchos mueren en alta mar. Nada dicen del 80% de pobres e
indigentes, desempleados y enfermos, desnutridos y hambrientos que
pululan por plazas y calles de las ciudades en busca de mendrugos de
pan.
En
Venezuela, los cardenales y obispos -en su mayoría- son pro
imperialistas, pro ricos, pro oligarquías, pro sistema. En el mes de
abril del año 2002, la obispalia venezolana apoyó con entusiasmo la
insurrección civil-militar desatada por las oligarquías, la oposición
política y Estados Unidos en contra del gobierno legítimamente
constituido de Hugo Chávez.
Los
jerarcas de la Iglesia Católica, con el arzobispo Porras a la cabeza
y, quizás, con el beneplácito de El Vaticano, estuvieron presentes
para bendecir la inauguración del gobierno del "presidente"
Carmona, representante del empresariado, que había sido ungido para
el cargo, luego del momentáneo triunfo del golpe de Estado.
La
Conferencia Episcopal Venezolana se convirtió en tenaz opositora
ideológico-política al Presidente Chávez y, en consecuencia, acoge
el odio imperial y el odio fanático de la oposición al Socialismo
del Siglo XXI que proclama el mandatario venezolano.
Monseñor
Porras está lleno de contradicciones: es crítico pertinaz de Chávez
y a veces considera que la Teología de la Liberación se basa en los
valores fundamentales de los pueblos latinoamericanos, en las
realidades de vida de esta empobrecida América Latina. Si mantiene
estos criterios, Porras corre el peligro de ser condenado por el Papa
Benedicto XVI que visita al país más grande y poderoso de Latinoamérica
y que cuenta con el mayor número de católicos que, para mala suerte
del Papa, la inmensa mayoría no sabe ni como se llama.
¿Por
qué el Papa Ratzinger o Benedicto XVI escogió a Brasil, para su
visita a nuestra América Latina?
Brasil
es una potencia económica superior en América Latina. El Presidente
Inácio Lula Da Silva proviene del Partido de los Trabajadores de
tendencia marxista. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea
consideran a Brasil como el líder natural de la Región y, en este
sentido, prefieren a Lula como líder de la proyectada Unión
Sudamericana o UNASUR.
El
Vaticano coincide con la geopolítica imperial de la Casa Blanca y
Ratzinger, siendo un Papa ultrareaccionario aborrece a Chávez tanto
como lo hace Bush Jr.
Ni
El Vaticano, ni Estados Unidos tienen un mínimo de simpatía a los
intentos unionistas de América del Sur y Washington insiste en su
preferencia por los Tratados de Libre Comercio, TLCs, que,
posteriormente, posibiliten el surgimiento del ALCA, ideado como brazo
ejecutor de las políticas económicas de dominación neocolonial del
imperio que, a su vez, le interesa al Vaticano no sólo ideológicamente
sino, también, desde la óptica económica y religiosa ya que los
fieles católicos son más de 400 millones de personas en el
subcontinente, número suficiente para contrarrestar el creciente
protestantismo anglosajón que, en ningún caso debe tomarse como una
contradicción flagrante, sino como un asunto de negocios en que son
expertos el imperio y el Vaticano. Al fin y al cabo, fuera de Jesús y
sus verdaderos apóstoles, la 'religión' siempre ha sido un negocio
redondo.
Tanto
desde el punto de vista del Estado de El Vaticano como de Estados
Unidos, el surgimiento del ALBA, la Alternativa Bolivariana para América
Latina es un peligro real para sus intereses porque imposibilita la
firma de tratados de libre comercio y nulita la ALCA y, desde el punto
de vista doctrinario, ideológico y religioso, porque la ALBA está
liderada por Cuba, Venezuela y Bolivia, cuyos líderes son "un
mal ejemplo" para los demás gobiernos y pueblos de nuestra América
Latina.
El
Papa Benedicto XVI, en Brasil impondrá sus tesis doctrinales y
condenará no sólo la Teología de Liberación, la Opción por los
Pobres y su popularización, la creciente tendencia a la propia
identidad latinoamericana, sino, también, el impostergable compromiso
de la unión sudamericana, reafirmado en la Primera Cumbre Energética
realizada en la Isla Margarita de Venezuela que es el comienzo de
UNASUR y el principio de la recuperación de la soberanía económica
para nuestros pueblos.
Estados
Unidos, históricamente, se ha preocupado por la destrucción sistemática
de las economías nacionales de nuestras patrias a fin de someterlas a
sus designios e intereses. Ha sido y es un imperio depredador y
saqueador de nuestros recursos naturales; es decir de nuestras
riquezas, a fin de convertirlas en extremo dependientes y,
consecuentemente, someterlas con infame violación de las soberanías
nacionales. La jerarquía 'católica apostólica y romana', ha
usufructuado de millones y millones de dólares donados por los
creyentes y gobiernos de nuestra América Latina desde la crueldad de
la conquista y la dominación española ayudada por la religión.
Bastaría recordar que los 'sabios' en el Vaticano discutieron por
decenas de años, si los indios tenían alma o no.
Cuando
en América Latina insurgen con fuerza algunos gobiernos progresistas
y democráticos elegidos por los pueblos cansados de tanta explotación
neoliberal impuesta por Estados Unidos y harta de la dominación
religiosa ejecutada por obispos, cardenales y sacerdotes acusados
reiteradamente de abusos sexuales, violaciones y otros delitos
sancionados por las legislaciones nacionales, tanto el imperio como el
Vaticano de Ratzinger condenan a esos gobiernos y pueblos que intentan
la liberación de sus patrias, el rescate de las soberanías con
economías solidarias y la Unión Sudamericana.
En
Brasil, el Papa Benedicto XVI no se alejará en ningún momento de los
asuntos terrenales. Todo su periplo por nuestra América Latina se
relaciona profundamente con la política, la economía, la práctica
de la religión y "los peligros" de los gobiernos de la
nueva Izquierda que aspiran para sus pueblos, la vigencia del
Socialismo Siglo XXI.
El
Papa Ratzinger asistirá al Santuario brasileño de La Aparecida, en
donde se inaugurará la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, CELAM, que tendrá lugar entre el 13 y 31 de Mayo.
Ese será el escenario para hablar a obispos y cardenales de nuestra
América Latina el absoluto neoconservadurismo católico, en la
concepciones doctrinales, filosóficas, dogmáticas religiosas, económicas
y políticas del Papa reemplazante de Juan Pablo II.
No
habrá espacio parta la Teología de la Liberación, para la Iglesia
como Opción de los Pobres, para el compromiso con Nuestra América y
sus pueblos explotados y no permitirá que ningún sacerdote o
religioso se aparte de sus dictados inamovibles. Es que el Trono de
San Pedro está ocupado por un Papa en ultramontano con pretensiones
de censor universal y con ínfulas de la supremo inquisidor, que sólo
quiere sumisión total de la iglesia de Nuestra América.
El
cercano colaborador del Papa Benedicto XVI, Federico Lombardi, al
tratar de justificar el viaje al Brasil, sólo alcanzó a decir:
"Es un continente muy dinámico y muy importante para la
Iglesia". Es el primer viaje que iniciará el 9 de mayo cuando
llegue a Sao Paulo que será también su "primer encuentro con el
mundo americano, en particular con el latinoamericano".
Si
tan importante es el Continente para el Papa Benedicto XVI, la condena
a la Teología de la Liberación es inevitable. Así lo demuestra un
artículo publicado en Altercom por Sanjuana Martínez cuando señala
que "la doctrina católica del jesuita Jon Sobrino uno de los
grandes exponentes de la teología de la liberación "puede
derivar en un daño grave para los fieles", dictaminó el
Vaticano en una "notificación oficial que pretende censurar dos
de sus principales obras teológicas, porque supuestamente destaca
"lo humano" de Jesucristo, en lugar de su
"divinidad".
Jon
Sobrino es un jesuita de origen vasco de 69 años de edad y que vive
en la República de El Salvador desde hace 50 años. Este sacerdote
defiende "la liberación de los pobres" y su obra literaria
es un referente de primerísima importancia académica. "Es
Director del Centro Moseñor Romero de la Universidad Centroamericana,
donde imparte clases de Cristología e Historia de la Iglesia, y un
sobreviviente de la matanza perpetrada por militares salvadoreños
contra seis jesuitas de ese Centro de estudios, incluido el rector
Ignacio Ellacuría, ocurrida hace 27 años y aún impune", dice
Martínez.
Agrega
que Jon Sobrino engrosa la larga lista de teólogos castigados por el
Vaticano. La Congregación para la Doctrina de la Fe lo vigilaba y
cuestionaba desde hace 30 años, pero él resistió y se negó a
someterse para corregir los supuestos "errores" señalados
por Joseph Ratzinger primero como Prefecto del ex Santo Oficio (Léase
Inquisición) y ahora como Sumo Pontífice"
Jon
Sobrino, mediante carta dirigida al general de los jesuitas, Peter
Hans Kolvenbach, explica sus sobradas razones para no aceptar
"las notificaciones de el Vaticano" y se refería al actual
Presidente del Pontificio Consejo de la Familia, Alfonso López
Trujillo, "que iba a acabar con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff,
Ronaldo Muñoz y Jon Sobrino. Así me lo contaron y parece verosímil.
Las historias de López Trujillo con el padre Ellacuría, con Monseñor
Romero y conmigo son interminables. Continúan hasta el día de
hoy" testimonia Sobrino; pues López Trujillo sigue el mismo
'dogma' del Papa Benedicto XVI y de su antecesor Juan Pablo II,
respecto de la Teología de la Liberación.
La
"notificación" vaticana a Sobrino fue filtrada a los medios
de comunicación europeos en la última semana del mes de marzo de
este año. El texto completo se publicó en internet, junto con
"la explicación del documento":
"La
Congregación no pretende juzgar las intenciones subjetivas del autor,
pero tiene el deber de llamar la atención acerca de ciertas
proposiciones que no están en conformidad con la doctrina de la
Iglesia. Dichas proposiciones se refieren a los presupuestos metodológicos
enunciados por el autor, en los que funda su reflexión teológica, la
divinidad de Jesucristo, la encarnación del Hijo de Dios, la relación
entre Jesucristo y el Reino de Dios, la autoconciencia de Jesucristo y
el valor salvífico de su muerte", informa Martínez.
Sobrino
se defiende con sabiduría de esa "acusaciones" y narra las
razones por las que no acepta la censura del Vaticano y cuenta la
historia de 30 años de persecuciones y exclusiones por ser uno de los
tantos defensores e impugnadores de la Teología de la Liberación que
tanto aborrece el Papa Ratzinger.
Sobrino
y centenares de sacerdotes de América Latina que profesan la Teología
de la Liberación y que se han comprometido con los pobres y
"condenados de la tierra" como diría Fanon, son perseguidos
y criticados por el Papa actual. Todos los fieles deberíamos entender
que, si se quiere que la iglesia, perdure en América Latina y sumar
fieles en lugar de alejarlos a otras religiones, necesaria e
ineludiblemente debe comprometerse con los pueblos y sumarse a los
trabajos que desarrollan los gobiernos democráticos y progresistas de
la subregión. Nuestra América y UNASUR necesitan de una Iglesia
renovada que se oriente socialmente a las nuevas realidades del mundo
contemporáneo.
La
iglesia no debe intervenir en las políticas diseñadas por el imperio
y las oligarquías criollas. Debe estar al servicio de políticas
encaminadas a la lucha contra la pobreza, la ignorancia, la
insalubridad, la desnutrición infantil y la totalidad de problemas
surgidos por la globalización y el neoliberalismo depredador,
calificado por el Papa Juan Pablo II como "capitalismo
salvaje".
La
iglesia debe entender el mensaje de la ONU expresado por los expertos
de la Comisión Económica que señalan que América Latina y el
Caribe han alcanzado un notorio crecimiento económico y grandes
logros mediante la aplicación de políticas sociales en los países
con gobiernos de la nueva izquierda: Venezuela, Brasil, Argentina,
Chile, Uruguay y últimamente el Ecuador.
El
Papa Benedicto XVI, sin duda, será bien recibido por el pueblo
brasileño, en representación de los pueblos de nuestra Patria
Grande.
Que
deseable sería que el Papa comprenda la realidad latinoamericana y
permita que se desarrolle sin censuras, sin condenas, la Teología de
la Liberación y su terrenal objetivo:
La
iglesia que escoge la opción por los pobres, los oprimidos, los
excluidos, los marginados. Construir el paraíso en la tierra.
La
Iglesia que se une, acompaña, participa, en las luchas de los pueblos
por su liberación.
(*)
Comuna eclesial de base "Juan Palomino Muñoz": grupo de
reflexión del Azuay. comunapalomino@hotmail.com.
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