Limpieza
política, antisemitismo, pena de muerte, homofobia y persecución
ideológica en el régimen de los gemelos Kaczynski
Polonia
rumbo a la prehistoria
Veintitrés
internacional, abril de 2007
Unos
700 mil polacos están obligados –desde el 15 de marzo último– a
obtener un certificado de limpieza política. Periodistas,
funcionarios, directores de escuela y profesores universitarios,
nacidos antes de 1972, tienen dos meses para confesar si colaboraron
con los servicios secretos del régimen comunista que gobernó Polonia
hasta 1989. Los que mientan se enfrentarán a diez años de
inhabilitación para ejercer su profesión.
Esta
es una de las tantas medidas que viene tomando el gobierno
ultraderechista polaco de los hermanos gemelos Lech y Jaroslaw
Kaczynski, presidente y primer ministro, respectivamente.
"Polonia es una espina que tenemos clavada en un pie de la Unión
Europea", reconoció al diario El País de España uno de los máximos
responsables de las estratégicas negociaciones de la UE con Rusia,
que se encuentran bloqueadas desde hace más de tres meses por el veto
de Varsovia.
Además,
el gobierno de los Kaczynski se aleja cada vez más de sus socios en
la UE en materia de derechos humanos.
El
problema creciente altera las tranquilas aguas del Parlamento Europeo.
Su presidente, el democristiano Hans–Gert Poettering, se vio
obligado a amonestar al euro diputado polaco Maciej Giertych, que
publicó un folleto antisemita y racista con ellogotipo de la Eurocámara.
Se trata de una decisión sin precedentes, nada menos que por una
"violación seria de los derechos fundamentales y de la dignidad
humana".
Apenas
llegados al poder, los gemelos crearon el Instituto de la Memoria
Nacional cuya misión es expulsar de la administración pública a
cualquier persona que hubiese formado parte del anterior sistema
socialista. Se trataba de una medida de discriminación ideológica
que se aplica con el silencio y complicidad de las instituciones
europeas.
En
algunos casos, incluso con el apoyo de países como el Vaticano, quien
aplaudió la expulsión de religiosos como el arzobispo de Varsovia,
Stanislaw Wielgus, acusado de haber apoyado a los comunistas. El
primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, ha llegado a definir el
socialismo polaco como "un régimen de la chusma para la
chusma".
Será
este Instituto de la Memoria el encargado de cotejar los datos que le
envíen los funcionarios y profesionales sobre su pasado con los
archivos de la antigua policía política.
Los
ciudadanos que no envíen su currículum o mientan sobre su pasado,
habrán cometido un delito.
La
revisión del pasado político de los polacos va mucho más allá.
Semanas atrás se ha sabido que el gobierno ha puesto en marcha
medidas para eliminar de la historia del país el recuerdo de los
brigadistas polacos que combatieron en defensa de la República Española,
a los que califican de "traidores y criminales" .
El
gobierno prepara un proyecto de ley que suprimirá las rentas
especiales concedidas a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial y
de la lucha contra el fascismo, lo que afectará a los ex funcionarios
de la policía y cuerpos de seguridad, ex miembros de las fuerzas
armadas comunistas y también a los brigadistas. Además, el Instituto
de la Memoria Nacional ha pedido la eliminación en Varsovia de los
nombres de todas las figuras y símbolos comunistas, entre ellos el de
los polacos de las Brigadas Internacionales.
Fueron
más de 2.000 los ciudadanos de este país que dejaron su vida
defendiendo la democracia en España frente al fascismo. Ya antes, sus
nombres desaparecieron de las columnas de la tumba del soldado
desconocido en la capital, en las que están inscriptos los nombres de
todas las principales batallas libradas por los polacos. Para el
instituto, los brigadistas fueron unos "traidores", porque
combatieron en España para "construir allí el comunismo" .
Otra
de las medidas que está intentando aplicar el gobierno polaco en
connivencia con la Iglesia Católica es una mayor criminalización del
aborto, incluso tienen como objetivo que se prohíba en toda Europa. Y
eso a pesar de que la interrupción voluntaria del embarazo está
penada en Polonia con dos años de prisión, excepto en los casos de
violación, incesto, peligro para la vida de1a madre o malformación
irreversible del feto. La derecha polaca y su gobierno quieren que se
considere delito incluso en esos casos, tanto en Polonia como en toda
la Unión Europea.
Por
supuesto, su concepto de defensa de la vida no es tan estricto cuando
se trata de participar en la guerra armamentística al servicio de
Estados Unidos. El gobierno de Varsovia ya ha comunicado a la embajada
estadounidense su interés por aceptar la oferta de construir en
Polonia una base con diez silos aptos para el lanzamiento de misiles
al servicio de Estados Unidos, 10 que ha provocado la lógica
indignación de Rusia.
Los
cambios en Polonia también han afectado especialmente a la mujer. El
desplome de la industria nacional dejó a muchas de ellas sin trabajo.
Las guarderías y los jardines de infantes del sistema socialista
fueron cerrados, y las mujeres, de nuevo encerradas en un único papel
en línea con la dominante ideología de la Iglesia Católica: el de
ama de casa. Bajo la influencia de la Iglesia, pero también de las
revistas femeninas y de los medios de comunicación de masas, la madre
polaca se ha entronizado como ideal al que hay que aspirar. Debe
tenerse en cuenta que en Polonia todas las cadenas privadas de
televisión son abiertamente católicas. La Iglesia se ha negado a la
introducción de asignaturas de educación sexual en las escuelas; sólo
unos pocos tienen acceso a medios preventivos y los abortos ilegales
crecen, según ha denunciado la feminista y candidata presidencial María
Szyszkowska.
A
los grupos que defienden los derechos de los homosexuales tampoco les
va mejor con el gobierno de los hermanos Kaczynski: al mes de que
llegaran al gobierno, en octubre de 2005, ya estaban prohibiendo una
manifestación gay en el país.
A
todo ello hay que añadir las declaraciones del presidente, Lech
Kaczynski, pronunciadas el 28 de julio de 2006, en las que abogó por
la reinstauración de la pena de muerte en Polonia y en toda Europa,
lo que fue respondido con gran preocupación por Amnistía
Internacional. Kaczynski argumentó en la primera emisora de la radio
pública polaca que "los países que derogan esta pena conceden
una extraordinaria ventaja al delincuente en detrimento de la víctima:
la ventaja de la vida frente a la muerte".
Ya
anteriormente, la Liga de las Familias Polacas (Liga Polskich Rodzin,
LPR), uno de los partidos que integran la coalición gobernante,
anunció una campaña a escala europea en favor de la reinstauración
de la pena de muerte y un referéndum sobre la misma cuestión en
Polonia.
Y
por si alguien cree que el panorama en Polonia no está siendo un lúgubre
viaje en el túnel del tiempo, le clarificará conocer la iniciativa
de cincuenta diputados del partido gobernante el pasado mes de
diciembre. Su propuesta era nada menos que nombrar a Jesucristo rey de
Polonia. "Queremos que Jesucristo sea nombrado rey de los
polacos", afirmó el parlamentario Artur Górski, del gobernante
partido Ley y Justicia. "Polonia necesita más que nunca
elliderazgo y la ayuda divina para afrontar los nuevos tiempos",
añadió el diputado.
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