Pregunten
al Papa Benedicto
¿Cuándo
purifica el genocidio?
Por
Adam Jones
CounterPunch, 18/05/07
Rebelión, 22/05/07
Traducido por Germán Leyens
El
reciente viaje del Papa Benedicto XVI a Brasil no puede haber ayudado
mucho a reforzar el poder decadente de la Iglesia Católica en su región
vital latinoamericana. Contribuyó considerablemente, sin embargo, a
la confirmación de la reputación de reaccionario intolerante de
Benedicto.
Benedicto,
claro está, es el antiguo cardenal Joseph Ratzinger. Durante todos
los años ochenta, tuvo el papel de celador jefe en la campaña por
eliminar el suelo latinoamericano de los ideales peligrosamente
progresistas de la “teología de la liberación” católica. Lo que
no pudieron lograr terroristas de Estado, que asesinaron a miles de
miembros de “comunidades de base” cristianas en los años setenta
y ochenta, trataron de fraguarlo Ratzinger y Juan Pablo instalando a
obispos conservadores que pusieran freno a la marea progresista.
Afortunadamente, parecen haber fracasado. Un informe de Larry Rohter
en el New York Times (7 de mayo) señala que el movimiento que
Ratzinger “una vez calificó de ‘una amenaza fundamental para la
fe de la iglesia’... persiste como una fuerza activa, incluso
desafiante en Latinoamérica,” con unas 80.000 comunidades de base
que operan sólo en Brasil. Es nutrido, como siempre lo ha sido, por
los “males sociales y económicos” que dominan la región, y que sólo
han “empeorado” bajo las recetas neoliberales de las últimas dos
décadas.
Esta
vez, la hiel de Ratzinger/Benedicto se dirigió no contra la teología
de la liberación, sino directamente contra la memoria histórica de
los genocidios en serie – probablemente los más destructores en la
historia humana – infligidos a los pueblos indígenas de las Américas.
Durante el último día de su visita, en el Santuario de Aparecida, el
Papa “tocó un conflictivo episodio histórico,” en el insípido
lenguaje parsimonioso de un despacho de Associated Press (13 de
mayo). En otras palabras, arrancó las vendas de una herida que todavía
supura. Según el texto oficial de los comentarios de Benedicto en el
sitio en la Red del Vaticano, (http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2007/may/documents/hf_ben-xvi_
spe_20070513_conference-aparecida_sp.html) el Papa
declaró que “”los pueblos de América Latina y del Caribe” ...
“”anhelaban silenciosamente” recibir a Cristo como su Salvador.
Era “el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo,
buscaban... ” La colonización por España y Portugal no fue una
conquista, sino más bien una “adopción” de los indígenas a través
del bautismo, “fecundando” y “purificando” sus culturas.
Consecuentemente, “En efecto, el anuncio de Jesús y de su Evangelio
no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas
precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña.”
Así
que ahí lo tenemos. La invasión y conquista de las Américas, que
causó las muertes de más de un 90% de la población indígena, fue
algo que los indígenas habían estado anhelando desde siempre. No sólo
“lo estaban pidiendo” tal como presentan los sexistas chalados a
las mujeres como cómplices en sus propias violaciones. En realidad
las “anhelaban”, ya que trajeron la salvación y la “purificación.”
En
realidad, trajeron el genocidio, como lo sabía Raphael Lemkin. Lemkin
es el jurista polaco-judío quien, habiendo huido ante la invasión
nazi de Polonia para refugiarse en USA, acuñó la palabra
“genocidio” en 1943. Definió el genocidio como “un plan
coordinado de diferentes acciones orientadas a la destrucción de
fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales, con el
objetivo de aniquilar a los grupos en sí. Los objetivos de un plan
semejante serían la desintegración de las instituciones políticas y
sociales, de la cultura, el lenguaje, los sentimientos nacionales, la
religión, y la existencia económica de grupos nacionales, y la
destrucción de la seguridad personal, la libertad, la dignidad, e
incluso las vidas de los individuos pertenecientes a tales grupos.”
Su encuadramiento se convirtió en el fundamento de la Convención del
Genocidio de Naciones Unidas de 1948, y del campo académico de los
estudios comparativos del genocidio. El propio Lemkin tenía una
conciencia aguda de la devastación de los pueblos indígenas de las
Américas, y la consideraba básica para su entendimiento del
genocidio, aunque la mayor parte de sus escritos sobre el tema siguen
sin ser publicados. (Vea el texto de la excelente conferencia de John
Docker, de febrero de 2004, en el Museo Memorial del Holocausto de
USA: "Raphael Lemkin's History of Genocide and Colonialism"
[La historia del genocidio y del colonialismo de Raphael Lemkin])
Los
sorprendentes comentarios de Benedicto merecieron apenas un esbozo de
atención de los medios en Occidente – casi toda en los servicios
noticiosos, y algunos problemáticos en sí. Un despacho de Reuters
del 13 de mayo señaló despreocupadamente que, contrariamente a las
afirmaciones de Benedicto, “numerosos grupos indios creen que la
conquista les trajo la esclavitud y el genocidio.” Es algo como si
escribieran que “numerosos grupos judíos creen que el Holocausto
nazi trajo a los judíos la esclavitud y el genocidio.” La realidad
existe independientemente de la creencia. Como señala el autor de
blogs Stentor Danielson: “En el mundo real, es un hecho histórico básico
que los indios fueron esclavizados. Es un hecho histórico básico que
tribus enteras fueron exterminadas. El motivo por el que ‘numerosos
grupos indios creen’ en esos hechos históricos es porque gente como
los cobardes periodistas de Reuters no admiten que exista un
hecho tras las afirmaciones.”
Organizaciones
y portavoces indígenas expresaron indignación ante las declaraciones
de Benedicto, calificándolas de “arrogantes e irrespetuosas.”
Sandro Tuxa, dirigente de la Articulación de los Pueblos Indígenas
del Nordeste de Brasil, declaró: “Repudiamos los comentarios del
papa; decir que la eliminación de la cultura de nuestras gentes
representa una purificación es ofensivo y francamente asusta’.” (Reuters,
14 de mayo).
Asusta,
por cierto. El erudito del genocidio Greg Stanton describe la negación
como la etapa final del genocidio: “Los perpetradores del genocidio
excavan las fosas comunes, queman los cadáveres, tratan de encubrir
la evidencia e intimidan a los testigos” (Vea "Eight Stages of
Genocide" de Stanton en el sitio en la Red Genocide Watch).
Los perpetradores genocidas, y los que heredan su lugar, también
tratan de “purificar” la memoria histórica – como las
autoridades turcas han tratado incesantemente de hacer, pero hasta
ahora sin éxito, en el caso del genocidio armenio.
Stanton
también nos recuerdo que la negación es “uno de los indicadores más
seguros de que más masacres genocidas” pueden sobrevenir. Es un
pensamiento que vale la pena sopesar, cuando el movimiento indígena
revigorizado en Latinoamérica confronta un nuevo ataque
neocolonialista contra su cultura, su salud, y sus medios de
subsistencia.
(*) El doctor Adam Jones, es autor de
“Genocide: A Comprehensive Introduction” (Routledge, 2006) y
editor de “Genocide, War Crimes and the West: History and Complicity”
(Zed Books, 2004). Correo:
adamj_jones@hotmail.com
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