Primeros
pasos de Sarkozy en la presidencia
El
lobo se disfraza de oveja
Por
Flor Beltrán, corresponsal en Francia
Socialismo
o Barbarie, periódico, 31/05/07
Las
manifestaciones de descontento de los jóvenes y los llamados a “la
resistencia” que hacen los partidos políticos de izquierda, las
asociaciones militantes de trabajadores y estudiantes, los grupos de
inmigrantes, homosexuales, mujeres, etc., han obligado a Sarkozy a una
falsa “apertura”, nombrando algunos ministros socialistas. También
convocó a los burócratas sindicales traidores para negociar. Esta es
una “apertura” para engañar y poder aplicar tranquilamente las
recetas duras del neoliberalismo. El gobierno anterior también lo
intentó con el contrato precario para los jóvenes pero salió
derrotado.
En
esta situación lo decisivo es que nadie se confunda. Sólo podemos
esperar ataques de este gobierno. Un ejemplo: a diferencia del
gobierno de Chirac, que se había negado a apoyar la invasión a Irak,
contentándose con alimentar el racismo antiárabe y la islamofobia en
Francia, Sarkozy fue a Estados Unidos a brindar su apoyo a Bush.
Sarkozy
piensa aprovechar las vacaciones de verano para hacer aprobar un
paquete de leyes antiobreras y ultrareaccionarias en el Parlamento.
Entre ellas, una sobre las horas extras que liquida de hecho la semana
de 35 horas de trabajo; otra, sobre la enseñanza superior; una
tercera, sobre el tratamiento de los jóvenes delincuentes y el
descenso a 16 años para ser condenado penalmente, etc.
Un
catálogo de medidas antiobreras
La
reforma de las horas extraordinarias implica que no se pagarán
impuestos sobre lo ganado en ellas y no habrá cargas sociales para
los patronos. Las negociaciones deberán hacerse en los próximos días
sobre la remuneración de las horas extraordinarias de los asalariados
a tiempo parcial y de los cuadros.
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Preparando
la resistencia
Las
noticias del paquete de leyes que prepara Sarkozy, están promoviendo
las primeras respuestas. Por ejemplo, el anuncio del miércoles por el
primer ministro Fillon de una ley sobre autonomía de las
universidades, motivó una enérgica oposición entre los sindicatos
de la enseñanza superior y las principales organizaciones
estudiantiles. La UNAS (sindicato de educadores) recuerda que varios
ministros de Educación tuvieron que renunciar por las movilizaciones
contra intentos semejantes. Por su parte, el sindicato de estudiantes
UNEF exigió el aplazamiento del voto de la ley.
Pero,
mientras esto sucede, gran parte de las burocracias sindicales han
iniciado una traidora apertura de negociaciones, contribuyendo a la
maniobra de Sarkozy de calmar los ánimos y presentarse como “abierto
al diálogo”. Pero no hay nada que negociar en el programa de
Sarkozy, sólo las luchas podrán detener sus planes.
Para
el próximo 2 de junio diversas organizaciones sindicales y
estudiantiles, y grupos políticos, llaman a una manifestación:
-
Contra la destrucción de las conquistas sociales;
-
Contra el cuestionamiento del derecho de huelga;
-
Contra el contrato único de trabajo que generalizaría la
precariedad;
-
Contra la privatización de la educación y los “polos de excelencia”;
-
Contra el aumento de la productividad, por los 300 euros para todos;
-
Contra las expulsiones de personas sin papeles, por la regularización
de todos;
-
Contra la represión de los jóvenes, militantes, manifestantes que se
movilizan, por la amnistía de todos.
Pero,
como hay elecciones legislativas el 10 de junio, los partidos
que dicen oponerse a los planes de Sarko, prefieren ocuparse
más de la propaganda electoral que de llamar a la
movilización. Esto no es sorprendente de parte de los
socialistas, el PC y los “altermondialistas”. Pero la Liga
Comunista Revolucionaria, que participaba de las reuniones
preparatorias de esta movilización, finalmente también se
opone a convocarla con el argumento de que teme poca asistencia.
El hecho es que todo se está enfocando alrededor de las
legislativas, mientras Sarkozy y Fillón avanzan rápidamente en
el plan de descargar un mazazo aprovechando el receso político
y laboral del verano. (F.B.
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En
relación a esta ley, el Gobierno tiene varios problemas. Uno, es el
presupuestario, por el costo global de la medida para el Estado. Pero,
sobre todo, quiere aparentar que esta medida no modifica el Código de
Trabajo. Es que legalmente todo cambio de esta reglamentación obliga
a la apertura de un proceso de negociación entre la patronal, los
sindicatos y el Estado... lo que podría abrir las puertas a las
protestas y movilizaciones desde abajo. Sarkozy, mediante estas
medidas fiscales, termina de hecho con las 35 horas y abre las puertas
a una extensión substancial de la semana de trabajo.
Otras
medidas antiobreras en la agenda son el endurecimiento de la legislación
contra las huelgas, que puede afectar radicalmente ese derecho de los
trabajadores.
Privatización
de las universidades
La
ley por la que se otorga autonomía a las universidades se votará
“en el mes de julio ", declaró el miércoles el primer
ministro François Fillon juzgando que esta reforma era “quizá la más
importante” del gobierno. El gobierno retrocedió en los puntos más
polémicos, la selección a la entrada de la Universidad y el aumento
en el pago de la matrícula.
La
autonomía de los establecimientos, según el primer ministro Fillon,
debe permitirles a las universidades “organizarse como quieren,
reclutar a sus profesores como quieren, crear las materias que
quieren, establecer los acuerdos con los organismos de investigación,
con las grandes escuelas, con las empresas sin tener que pedir la
autorización al Estado".
El
objetivo, prosiguió, es que las universidades francesas encuentren
“la excelencia, ya que antes eran las mejores del mundo”. El
problema es que la “excelencia” de la hablan Fillon y Sarkozy es
la puerta abierta a la privatización de las universidades.
Represión
para solucionar los problemas sociales
“Continuaré
con la política de seguridad con la que llevo comprometido desde
2002”. Esta declaración de Sarkozy se incluye en el programa que ha
llevado a la presidencia. No habrá cambio de rumbo, pero sí una
aceleración con medidas nuevas como la instauración de la mayoría
de edad penal a los 16 años y las penas extraordinarias para los
“reincidentes”. Este último es un principio importado de los
Estados Unidos, que implica sanciones independientes de las
circunstancias y magnitud del delito. Esto permite en EEUU condenar a
25 años de prisión a los jóvenes negros o latinos en el desempleo y
la miseria, que hayan cometido tres o más infracciones menores.
Ahora
Sarko quiere aplicar las mismas medidas contra los jóvenes de origen
inmigrante de las cités [barrios pobres de la periferia de París
y otros ciudades]. Hay que recordar que quien ahora es presidente,
envió en mayo de 2005 –cuando era ministro del Interior– a las
tropas del Grupo de Intervención de la Policía Nacional a apalear a
los sindicalistas en huelga de Correos en Burdeos. Luego, seis meses
después, prendió fuego a las cités al tratar de racaille
[canalla] a los jóvenes pobres de origen inmigrante. Ahora, la tensión
entre los jóvenes de las cités y las “fuerzas del orden”
seguramente va a aumentar.
El
“Ministerio de la Identidad Nacional”, un engendro facha
Sarkozy
ya creó el famoso “Ministerio de la Identidad Nacional”, algo que
suena como la “Policía del Pensamiento” de Orwell. Esta había
sido una vieja consiga de Le Pen, el dirigente del partido de extrema
derecha Frente Nacional.
Parece
curioso que un hijo de húngaros esté tan pegado a la “identidad
nacional francesa”, pero Sarko es un oportunista experimentado que
utiliza cualquier argumento que le conviene. Sin embargo, lo más
importante, es que este “Ministerio de la Identidad Nacional” no
apunta contra blanquitos descendientes de aristócratas nazis que
llegaron a Francia huyendo del “comunismo” (como los padres de
Sarko). Va dirigido contra los desagradables africanos y magrebíes
[pueblos de Túnez, Argelia y Marruecos], traídos a Francia para ser
explotados y cuyos descendientes ahora hacen problemas porque sólo
hay desempleo, miseria y racismo.
Sarkozy,
ya cuando era ministro del Interior, prometió que en caso de ganar la
presidencia crearía este nuevo Ministerio. De inmediato, las
asociaciones de apoyo a los inmigrantes y de lucha contra el racismo,
sostuvieron que Sarkozy contribuía a consolidar prejuicios contra los
extranjeros, al sugerir que la “identidad nacional francesa” estaría
amenazada por la llegada de inmigrantes. Sólo el candidato de extrema
derecha Jean Marie Le Pen y el conservador soberanista, Philippe de
Villiers, aprobaron la iniciativa. Hasta el ex primer ministro
socialdemócrata Lionel Jospin salió a advertir que “acaparar la
identidad nacional y hacerla objeto de una administración es una
aspiración totalitaria”.
Pero,
apoyado en los sondeos que le indicaban el respaldo de los electores
de Le Pen, Sarkozy reivindicó “el derecho a velar por la preservación
del legado de la historia”. Según Sarkozy, el “amor a la Nación,
la exaltación de los valores transmitidos por los ancestros,
incluyendo la lengua, son tareas que corresponden a la responsabilidad
del Estado”. Sin embargo, Sarkozy no ha contestado por qué la
presunta “identidad nacional” debe ser competencia de un
ministerio, y no, por ejemplo, la globalización.
Cuando
se trata de un país imperialista, la “identidad nacional” no es
progresiva, como puede ser relativamente el nacionalismo
antiimperialista en los países del Tercer Mundo o la identidad de los
miembros de las comunidades indígenas, de las mujeres, de los negros
y homosexuales.
En
los países imperialistas, la “identidad nacional” significa
justificar la explotación y opresión de los pueblos dominados,
idealizar su sanguinaria historia de colonialismo, y disculpar el
maltrato racista a los inmigrantes de las colonias o sus
descendientes.
Lo
más grave, es que también es un arma de la burguesía para borrar
las diferencias de clase entre los mismos “franceses descendientes
de Asterix”, y simultáneamente hacer enfrentar entre sí a los
trabajadores y los pobres según su origen y color.
Dicen
que “todos somos ciudadanos franceses y por lo tanto somos
iguales”, cuando sólo unos pocos viven en el lujo más inimaginable
mientras la gran mayoría debe trabajar a ritmos cada vez más
intensos, temiendo el desempleo y caer en una precariedad creciente.
Los médicos del trabajo han denunciado últimamente la multiplicación
de los casos de suicidios de trabajadores por la presión que sufren,
por ejemplo, en la Renault. Por un lado, sobreexplotación; por el
otro, desempleo. Esto lanza a cientos de miles al alcoholismo y el
suicidio.
Los
planes del nuevo gobierno vienen a agravar cualitativamente todo esto.
Es vital organizar la lucha para derrotarlo.
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