Euskal Herria

 

Tras el fin del alto el fuego de ETA

El Estado español encarcela al principal interlocutor político de la izquierda abertzale

Gara, 09/06/07

La izquierda abertzale entiende que la detención de Otegi se enmarca en un contexto de «venganza política» y de prolegómeno de la «barra libre» que el Gobierno del PSOE va a conceder a la represión con objeto de doblegar al independentismo vasco. No obstante, reitera que su apuesta sigue, y seguirá siendo, la de ahondar en una dinámica que empuje hacia la viabilidad de un proceso de soluciones democrático.

El dirigente de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi se encuentra encarcelado en la prisión donostiarra de Martutene desde ayer al mediodía, después de que la Policía española lo arrestara acto seguido de que el Supremo español revalidara la pena de 15 de meses de prisión contra el político de Elgoibar por participar en un acto de recuerdo a Jose Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, militante de ETA muerto en un atentado reivindicado por el BVE.

La detención del «interlocutor principal» de la izquierda abertzale es un elemento a engrosar en la lista de reacciones del Gobierno español que se vienen sucediendo después de que ETA diera a conocer el martes la suspensión del alto el fuego permanente. Tal y como denunció el mahaikide de Batasuna Pernando Barrena, se trata de «un hecho de máxima gravedad» que aporta «un elemento más a la fotografía de la agresión permanente» que el Ejecutivo del PSOE ha ejercido contra la izquierda abertzale desde «el inicio del alto el fuego» y que, entienden, «nos ha llevado, desgraciadamente, a esta situación». Pero, a pesar de ello, insistió en que la izquierda abertzale no cejará en su empeño en pro de un proceso de soluciones políticas.

La Policía española arrestó a Arnaldo Otegi en las cercanías del polígono de Belartza sobre las 11.55, cuando se disponía a acudir, en compañia de los también mahaikides Juan Joxe Petrikorena y Pernando Barrena, a la comparecencia de prensa en la que estaba previsto que hablara sobre la actualidad política. Pero cinco minutos antes de las 12.00, y mientras que decenas de periodistas esperaban su inminente llegada –cabe destacar la presencia de medios de comunicación internacionales–, un miembro de la izquierda abertzale informó de la detención. Segundos después, la noticia era confirmada por un redactor, y las llamadas de los teléfonos y las idas y venidas de los periodistas se repitieron en un ambiente de alarmismo.

En cuestión de minutos

La detención de Otegi se produjo todavía sin el anuncio público de la decisión del Tribunal Supremo español. Además, lo detuvieron en ese momento con el claro objetivo de impedir su comparecencia ante los medios de comunicación, tal y como informaron luego las agencias de información.

Y es que, según se supo más tarde, los magistrados del alto tribunal español tomaron por unanimidad la decisión de revalidar la condena impuesta a Otegi en torno a las 11.30. Aunque la sentencia íntegra será emitida en los próximos días, el Supremo envió por fax una providencia en la que informaba de la ratificación de la pena. A la Audiencia Nacional le faltó tiempo para ordenar su inmediato arresto y encarcelación.

Mientras que algunos reporteros gráficos acudían ya a las puertas de la cárcel de Martutene, decenas de redactores permanecieron en el lugar a la espera de la llegada de Pernando Barrena y Joseba Álvarez. Cuando faltaban diez minutos para la una del mediodía, ambos mahaikides comparecían para dar cuenta de la detención de Otegi y transmitir a la sociedad vasca la lectura política que extrae la izquierda abertzale al respecto.

El mahaikide navarro informó de cómo fue arrestado Otegi por la Policía española cuando faltaban sólo cinco minutos para la rueda de prensa, y que lo habían trasladado, primeramente, a la Subdelegación del Gobierno español en la capital guipuzcoana, para más tarde encarcelarlo en la prisión de Martutene.

Y así fue. Pasada la una del mediodía el Renault Clio gris que trasladaba a Otegi llegó a las puertas de Martutene.

Alto el fuego con Otegi preso

Pernando Barrena arrancó la comparecencia de urgencia subrayando que el arresto de «un interlocutor principal» de la izquierda abertzale supone «un hecho de máxima gravedad», que no hace más que retratar, mejor si cabe, la actuación que el Gobierno español ha mantenido durante los quince meses que ha durado el alto el fuego de ETA y el proceso político.

«La detención de Arnaldo Otegi aporta un elemento más a la fotografía de agresión permanente que ha ejercido el Gobierno del PSOE contra la izquierda abertzale desde el inicio del alto el fuego», señaló Barrena para, acto seguido, recordar que «desgraciadamente, no es un elemento nuevo», puesto que cuando la organización armada decretó el alto el fuego, Otegi se encontraba encarcelado en la prisión de Soto del Real.

Ese dato –que Otegi estuviera en la cárcel el 22 de marzo de 2006 y ahora, una vez que ETA ha anunciado el cese de la tregua, vuelva a ser encarcelado– supone «el ejemplo más gráfico» de la actitud del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y de la aplicación de una política penitenciaria «basada en la venganza pura y dura».

Siguiendo la estela de las actuaciones represivas que se suceden esta semana, la izquierda abertzale entiende que así el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero ofrece «barra libre a la represión, en un nuevo intento de neutralizar a la izquierda abertzale». Entiende también que el PSOE pretende trasladar a la izquierda abertzale el mensaje de que «éste es el futuro cercano que le espera» si no hace «dejación» de su proyecto político y de defender un proceso resolutivo que vaya a las raíces políticas del contencioso.

El acuerdo, en el debate político

Barrena aseguró que «la represión nunca» ha conseguido doblegar a la izquierda abertzale y que tampoco le valdrá en este momento. En este contexto, quiso trasladar a la sociedad de Euskal Herria la reflexión de que a día de hoy la necesidad de un acuerdo político para dar salida al conflicto «está en el centro del tablero político», e insistió en que «ése es el gran logro de la izquierda abertzale y del movimiento popular: fijar la dirección por la que debe caminar la resolución».

Reiteró que la izquierda abertzale empujará del «carro de la solución» y que redoblará sus esfuerzos en esa dirección tanto en el país como en el ámbito internacional. Recordó que la propuesta realizada en Anoeta en 2004 sigue siendo un jalón intacto para la izquierda abertzale y, además, añadió que cuentan con una herramienta política para seguir ahondando en la dirección de un proceso de este tipo: la propuesta para un marco democrático plasmada en el Pabellón Anaitasuna el pasado febrero.

«Hombre de paz», para Zapatero

Aunque en la retina de Pernando Barrena continuaba la imagen de la detención de Otegi, el mahaikide comentó que aún siguen existiendo «condiciones objetivas y subjetivas en términos políticos para un escenario de soluciones», y abogó por redoblar los esfuerzos en esa vía.

También de forma tajante, y en nombre de la izquierda abertzale, emplazó a la sociedad vasca y a los agentes políticos, sociales y sindicales del conjunto del país para que «aporten en la dirección de una dinámica que dé viabilidad al proceso». Y una vez dicho esto, quiso dirigirse a los ciudadanos para que «interioricen» la siguiente reflexión: «¿Cómo se puede pensar que el Gobierno español tiene voluntad alguna de posibilitar un escenario diferente cuando el Ejecutivo está deteniendo a uno de los principales interlocutores de la izquierda abertzale, a quien el mismo José Luis Rodríguez Zapatero calificó como hombre de paz e interlocutor necesario?».

Mantener la «sangre fría»

Aunque dijo ser consciente de que la sociedad vasca está «escandalizada» con el arresto de Arnaldo Otegi, el mahaikide navarro invitó a mantener «la sangre fría».

Incidió en que la izquierda abertzale no dejará que la resolución del conflicto «se vaya a pique» por las actuaciones del Gobierno español y, para despejar cualquier duda, comentó que la izquierda abertzale se reafirma «de una manera nítida y rotunda en su compromiso de trabajar para lograr la paz, que es lo que ansía la gran mayoría de este país».

Después de que Barrena concluyera afirmando que la izquierda abertzale «seguirá fiel a su mandato de lograr un escenario de soluciones», ya por la tarde una delegación de la izquierda abertzale transmitió el mismo mensaje a las puertas de la cárcel de Martutene.

La letrada y también mahaikide Jone Goirizelaia visitó a Otegi durante cerca de una hora. Ella había llegado a la cárcel pasadas las 16.45 y salió de la misma una hora más tarde. Una decena de cámaras de televisión –con unidades móviles incluidas– y decenas de reporteros gráficos y periodistas esperaron en el exterior durante todo ese tiempo. Junto a los periodistas, una delegación de la izquierda abertzale, compuesta por varios mahaikides y dirigentes independentistas como Juan Mari Olano o Rafa Díez, entre otros, esperaban la salida de la abogada vizcaina.

«Decisión política»

Goirizelaia explicó a los medios que Otegi se encuentra «en un módulo normal con las mismas condiciones que los presos políticos y sociales» de Martutene.

Añadió que durante la visita ambos comentaron «la situación creada» a raíz de su detención y, acto seguido, aseguró que, a su entender, el fallo del Supremo no es una sentencia jurídica, sino que «una decisión política». Goirizelaia entiende que se trata de un fallo que «se hace con un carácter de venganza y se lleva adelante con ese carácter única y exclusivamente».

Además de reiterar que el empleo de «viejas recetas» represivas no va a provocar, de ninguna de las maneras, el efecto que pretende el Gobierno español, Goirizelaia también insistió en la apuesta clara de la izquierda abertzale por un proceso de soluciones.

Por último, la delegación de la izquierda abertzale invitó a la ciudadanía vasca a que acuda hoy, a las 19.30, a la plaza de Elgoibar, desde donde partirá una manifestación para denunciar la encarcelación del líder independentista.


Decisión tomada hace tiempo

Por Iñaki Iriondo
Gara, 09/06/07

Arnaldo Otegi ha sido encarcelado por las opiniones manifestadas en el XXV aniversario de que el Batallón Vasco Español matara a «Argala». No todas las víctimas tienen la misma consideración, ni todos los interlocutores políticos tampoco. Lo han detenido para salvar las urgencias propagandísticas del Gobierno, pero la decisión de pedir su prisión fue tomada en pleno alto el fuego de ETA. Mientras Otegi se reunía en octubre con dirigentes del PSE para tratar de acordar las bases de una futura mesa de partidos, la Fiscalía, a las órdenes del Gobierno, planeaba su encarcelamiento.

Aunque nunca le han faltado dirigentes carismáticos a lo largo de su historia, la izquierda abertzale ha sido poco dada a personalizar sus liderazgos. Sin embargo, han sido los propios compañeros de dirección quienes en diferentes ocasiones han calificado a Arnaldo Otegi como «la persona más referencial y el interlocutor máximo de Batasuna».

Pero Arnaldo Otegi no sólo es una referencia interna para Batasuna y su orador más solicitado, sino que a la vez constituye la imagen de la oferta de Anoeta, es el mahaikide que tiene línea abierta con Lehendakaritza y con multitud de dirigentes políticos de dentro y fuera de Euskal Herria, con sindicalistas y hasta con la cúpula eclesiástica. Es, además, el hombre que durante años ha mantenido hilo directo con el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, una relación cuya trascendencia política, a pesar de la coyuntura actual, a nadie se le escapa.

El propio Otegi está obligado a decir –porque de hecho lo cree así sinceramente– que los avatares que puede sufrir personalmente no han de influir en el proceso de normalización democrática que la izquierda abertzale sigue empeñada en abrir. Pero encarcelar a un líder político de sus características no es irrelevante. No lo es nunca, y mucho menos ahora.

El encarcelamiento de Arnaldo Otegi aparece como parte de la «respuesta» del Gobierno al alto el fuego de ETA. Incluso los portavoces de la izquierda abertzale lo han presentado como una venganza gubernamental adoptada en este contexto. Probablemente las formas en las que se ha producido la detención y el ingreso en prisión tengan que ver con las urgencias propagandísticas de Zapatero y Rubalcaba. Otegi no iba a sustraerse a la actuación de la Audiencia Nacional –nunca lo ha hecho hasta la fecha– y la fórmula que se ha empleado con muchas otras personas condenadas ha sido la de comunicarles la decisión judicial y darles un plazo para ingresar en prisión. De hecho, algunos ilustres condenados del PSOE, con penas pendientes mucho mayores que la del dirigente abertzale, tuvieron incluso la oportunidad de elegir la cárcel a la que presentarse.

Pero al margen del efectismo buscado con la detención sin previo aviso, hay indicios para pensar que la decisión de volver a encarcelar a Arnaldo Otegi estaba tomada hace tiempo. Influidos por los últimos acontecimientos no podemos olvidar que fue el pasado 24 de mayo cuando la Fiscalía pidió al Tribunal Supremo que confirmara la sentencia de la Audiencia Nacional que le condenaba a 15 meses de cárcel y 7 años de inhabilitación por «enaltecimiento del terrorismo» al participar en un acto de recuerdo en el XXV aniversario de la muerte de José Miguel Beñaran Ordeñan, Argala (una víctima del terrorismo). Es más, el informe de la Fiscalía está fechado el 10 de octubre de 2006. Es decir, mientras Otegi estaba participando en Loiola en reuniones con representantes de PNV y PSE para forjar las bases de una futura mesa de partidos, la Fiscalía, a las órdenes del Gobierno, ya estaba planificando su encarcelamiento.

Tampoco puede olvidarse que el juicio por la participación en el acto de recuerdo a Argala tuvo lugar el 10 de abril, dos semanas después de que ETA anunciara su alto el fuego, y que en aquellas fechas de euforia colectiva el fiscal jefe en funciones de la Audiencia Nacional, Jesús Santos, no tuvo ningún inconveniente en pedir los 15 meses de prisión, los mismos que finalmente le impuso el tribunal el 27 de abril.

Mantener a Arnaldo Otegi con la amenaza de su encarcelamiento ha sido una de las constantes de la estrategia del PSOE. Lo puso entre rejas el 25 de mayo de 2005 –a poco más de un mes del triunfo electoral de EHAK en las autonómicas de la CAV– y si pudo salir tras pagar la cuantiosa fianza de 400.000 euros fue porque el juez desoyó la exigencia de la Fiscalía de que dictara prisión incondicional.

Arnaldo Otegi volvió a ser encarcelado a la semana del anuncio del alto el fuego de ETA, a la espera de que pagara una fianza de 250.000 euros.

Con cada fianza pagada, Otegi recuperaba cierta libertad de movimientos al tiempo que iba hipotecando su vida.

Son datos que pocas veces trascienden, pero que convienen ser tenidos en cuenta cuando después se va a hablar –como tantas veces ha hecho, por ejemplo, Josu Jon Imaz– de que no se puede sentar en una mesa en la que parte de los interlocutores están amenazados. Hoy el principal interlocutor de la izquierda abertzale no está amenazado, está encarcelado por el mero hecho de opinar en público y por ser él quien es.