En
los últimos días de
junio el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, viene
a Moscú en visita oficial
Rusia,
Venezuela y EEUU: el tercero sobra
Por
Andrei Vasíliev
RIA Novosti, junio de 2007
Moscú.- Actualmente, objeto
de acalorados debates es el tema relativo a la firma de nuevos
contratos sobre suministro de armas y ante todo submarinos, lo que
imanta especial interés de Estados Unidos considerando éste– y no
se sabe porqué– que su opinión habrá de ser tomada en consideración.
La administración
washingtoniana tiene sobradas razones para sentirse molesta. Los últimos
años Rusia comenzó a desempeñar un papel tan notable en el mercado
de armas que muchos de sus participantes, incluido EEUU, cuestionan el
liderazgo norteamericano en el mismo. "Después de la
desintegración de la URSS, Estados Unidos comenzó a predominar en el
mercado de armas convencionales altamente competitivo, señaló en
diciembre del 2006 el analista militar Richard F.Grimmett.– Pues
ahora la situación es distinta. Moscú muestra siempre más energía.
En realidad, muchos
países, y no sólo sus compradores tradicionales, valoran altamente
la producción de la industria de Defensa de Rusia. Últimamente,
algunos ejércitos extranjeros decidieron cambiar suministradores
habiendo considerado que el material bélico de Rusia es más seguro,
moderno y barato. Así sucedió en Colombia, cuyas Fuerzas Armadas
compraron 10 helicópteros militares de transporte Mi–17 que no sólo
superan por sus características técnico–tácticas el "Black
Hawk", sino que costaron $18 millones menos, hecho importante
para ese país que no figura entre los más ricos del continente.
Pues, cuando en marzo
del 2005 Venezuela transfirió a Rusia 3,4 mil millones de dólares US
de su presupuesto militar por 100 mil fusiles AK–103, 23 cazas
Su–30 MK2 y 38 helicópteros militares Mi–35, la indignación de
Washington alcanzó el más alto grado ebullición. Entonces Hugo Chávez
recordó que Venezuela no tuvo opción, ya que EEUU impuso embargo
sobre la exportación de armas a su país alegando cooperación
insuficiente de Caracas con Washington en materia de reducir el
terrorismo. Entretanto, a diferencia de EEUU, Rusia suministra armas a
Venezuela sin presentarle condiciones políticas algunas y respetando
la soberanía de este país.
Tampoco surtió
efecto el intento de EEUU de ejercer presión sobre Rusia. Al
principio hizo la declaración el entonces secretario de Defensa de
EEUU, Donald Rumsfeld, quien en modo alguno pudo comprender para qué
Venezuela necesita cien mil fusiles de asalto Kalashnikov. Más tarde,
durante su visita a Moscú, la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice,
expresó preocupación con motivo del mencionado contrato. En
respuesta, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov,
dijo que la cooperación militar entre Rusia y Venezuela no está en
pugna con el Derecho Internacional. Al resumir los debates, el
vicepresidente del Gobierno ruso, Serguei Ivanov, dijo: "La
revisión del contrato es inadmisible... Los 24 aviones no son
excesivos en un país tan vasto como Venezuela para la defensa de su
espacio aéreo... Venezuela no está expuesta a sanciones
internacionales algunas ni existen restricciones con respecto al
contrato".
La ruptura del
bloqueo norteamericano por Venezuela constituyó el contagioso ejemplo
de desobediencia que, en últimas instancias, podrá causar
considerable daño a la influencia norteamericana en el continente. No
es casual que el año pasado al examinar la posibilidad de adquisición
por Argentina del material bélico ruso, su ministra de Defensa, Nilda
Garre, declarara que Buenos Aires no teme reacción negativa de EEUU.
"La compra de armamentos es asunto soberano de cada país que no
puede provocar descontento de nadie".
En 2005, las
exportaciones de armamento ruso totalizaron $6.126 millones. Estados
Unidos ganó casi dos veces más: 12.3 mil millones de dólares. En
general, como en el 2004, EEUU conservó el 33% que le corresponde en
el mercado mundial de armas. Pero su inquietud por la creciente
competencia es siempre más alarmante, ya que en épocas anteriores
controló hasta el 50% del mercado. Lo que Washington quisiera menos
que nada es el afianzamiento de las posiciones de Rusia en el mercado.
Para nosotros el
aumento de la componente militar de la exportación lleva a consolidar
la posibilidad de seguir desarrollando el principal sector de altas
tecnologías de la economía rusa que los últimos dos años puso de
relieve su capacidad de desempeñar el papel de locomotora en otros
sectores. Por suerte, pasó para no volver la época cuando a la
Industria de Defensa le aconsejaban dedicarse a la producción de
aspiradoras y cacerolas y no al diseño y fabricación de nuevos tipos
de armamento. Ahora ya está claro que los bombarderos e interceptores
modernos reportan ganancias mucho mayores. A este respecto podemos
mencionar la corporación Irkut, cuyo presidente, Oleg Démchenko,
comunicó en una rueda de prensa en Le Bourget que hacia el 2014 su
compañía suministrará al extranjero 242 cazas multipropósito
Su–30 MKI por el valor de casi $7.000 millones.
Procede señalar que
en modo alguno esto contradice nuestra doctrina militar. Al fin y al
cabo, los habitantes de todos los países quieren dormir tranquilos. Y
para esto hay que sentirse seguros respecto a la impermeabilidad de
sus fronteras. El presidente Hugo Chávez anuncia su intención de
crear un sistema nacional de la defensa antimisiles "capaz de
proteger toda la zona caribeña", de efectuar el seguimiento de
los blancos aéreos a distancia de 200 kilómetros y batirlos 100 km
antes de alcanzar ellos el territorio de Venezuela, Y tiene derecho de
hacerlo, sea por la mera razón que esto en modo alguno amenaza a la
seguridad de Estados Unidos.
Es prematuro aún
hacer conjeturas respecto a la firma de nuevos contratos sobre
suministros de armas durante la próxima visita del líder venezolano.
Es muy posible que todo ese alboroto levantado por los medios de
comunicación carezca de todo fundamento y de lo que menos se va a
tratar en las negociaciones va a serlo el tema de la compra de
submarinos. Pero en última instancia a quien ataña ese problema es a
Caracas y lógicamente a Moscú. Pero en modo alguno a Washington que
en estas relaciones sobra.
|