Para
traer la paz a Londres, Glasgow, Gran Bretaña y Occidente hay que
mirarse en el espejo
¿Por
qué los odiamos?
Por
Gilad Atzmon (*)
PeacePalestine, 03/07/07
Rebelión, 07/07/07
Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R. (**)
Cuando llegué hace
unos trece años a Gran Bretaña, encontré un lugar muy tolerante. Me
quedé asombrado al ver a tantas personas de tantos colores viviendo
no sólo juntos y en paz, sino en una completa armonía. En la
Universidad de Essex, la institución donde cursaba mis estudios de
posgrado, todos éramos entusiastas del poscolonialismo. Los británicos,
así me parecía en aquella época, estaban arrepentidos de su penoso
pasado colonial. Estaba ligeramente impresionado pero no totalmente
abrumado. Al final, no es tan difícil denunciar los crímenes de tus
abuelos.
Me quedé asombrado
al ver a los turcos y a los chipriotas abriendo tiendas de comestibles
de lado a lado en la Línea Verde. Mi primer compañero de habitación
era un estudiante palestino de Beit Sahour que cursaba un máster;
todo se veía natural. No pasó mucho tiempo antes de que yo me
enamorara de la ciudad y decidiera convertirla en mi hogar permanente.
En aquel momento Gran
Bretaña era muy diferente del lugar del que venía. En mi patria el
paisaje humano estaba oficialmente reducido a dos tipos. Había
siempre una división clara entre el "bueno" y el
"malo", una cruda oposición binaria, entre
"nosotros" y "ellos", "Oriente" y
"Occidente" o simplemente los "judíos" y los
"árabes". En el lugar de donde venía, la paz ni siquiera
se divisaba en el horizonte. Pero en el Londres de los años noventa
no existía esa dicotomía. Lamentablemente esto ha cambiado. Todos
los días nuestros medios de comunicación descargan y repiten la
misma pregunta idiota: "¿Por qué nos odian tanto?" Ahora,
está bastante claro, la oposición binaria entre
"nosotros"' y "ellos" ha logrado ser también una
parte integrante del discurso británico.
Cuando me trasladé
aquí, a principios de los noventa, la política británica era muy
aburrida. John Major estaba en el poder. Pero entonces, no antes, un
político joven, dinámico y visionario lo apartó del cargo. Este político
es un hombre que sólo en diez años se las ha arreglado para demoler
una de las sociedades más armoniosas de Occidente. Tony Blair, la
nueva gran promesa del laborismo, ha gobernado el país durante una década;
se las apañó para arrastrar este país a todos los conflictos
posibles y para elevar conflictos menores a niveles de crisis. Se las
ha compuesto para mentir repetidamente a su pueblo, al parlamento y al
gabinete, ha lanzado una guerra ilegal que ha costado más de 700.000
vidas civiles inocentes. Obviamente no vio el impacto que esas guerras
podían tener en su multiétnica sociedad doméstica.
Blair acaba de dejar
el cargo de Primer Ministro, gracias Dios, sin embargo, este país está
ahora al borde del derrumbamiento moral. Su sistema de derechos
civiles está gravemente amenazado. Los políticos de todos los
partidos están exigiendo leyes de detención más duras. La
posibilidad de deportación en masa de nuevos inmigrantes no parece
una pesadilla remota. Aun así, lo más inquietante es el papel de los
medios de comunicación "libres" de este país. Los
principales periódicos y la televisión están sucumbiendo de
bastante buena gana a la línea gubernamental oficial de pensamiento.
Es algo que me recuerda demasiado a los reclutados medios de
comunicación de mi patria condenada a la ruina, el lugar de donde salí
hace trece años.
Me pregunto, ¿cómo
se atreven los medios de comunicación a preguntar "¿por qué
nos odian?" ¿No saben la respuesta? ¿No la sabemos nosotros? ¿No
fuimos los que destruimos Iraq? ¿No fue nuestro primer ministro, Tony
Blair, quien dio luz verde a los israelíes para arrasar Líbano? ¿No
fue el gobierno de Tony Blair el que desechó a Hamás, democráticamente
elegido en Palestina? ¿No fue Blair quien permitió a los israelíes
matar de hambre a Gaza?
Para aquéllos que
todavía no se han enterado, matar es bastante simple, convertir
ciudades en montones de escombros tampoco es tan complicado. No
obstante, criar a un niño puede tardar unos años, construir una
ciudad lleva cientos y establecer la armonía entre los seres humanos
miles. Debemos parar las mentiras de otros y las nuestras. Sabemos
perfectamente bien porqué nos odian, tienen algunas buenas razones.
Tal como están las cosas por el momento, nosotros somos los que los
estamos matando en masa. Somos nosotros los que demolemos sus ciudades
y pueblos y matamos a sus hijos.
Así, en lugar de
plantear la patética pregunta, "¿por qué nos odian?"
Mejor deberíamos huir de nuestro método autojustificativo y
preguntarnos, "¿por qué los odiamos tanto?", o incluso,
"¿por qué odiamos tanto?", en general.
Para traer la paz a
Londres, Glasgow, Gran Bretaña y Occidente hay que mirarse en el
espejo, ver nuestra grave y devastadora maldad, reparar el daño que
han hecho Blair, Bush y compañía y revisar el sueño de la sociedad
ecuménica occidental. Es posible. Está dentro de nuestras
capacidades. Hemos estado exactamente allí no hace tanto. Lo recuerdo
muy bien, hace sólo trece años, lo sentí cuando aterricé en Gran
Bretaña.
(*)
Gilad Atzmon es músico, escritor y activista ex judío, nacido en
Israel y autoexiliado en Gran Bretaña, desde donde defiende la causa
de la liberación del pueblo palestino. Su sitio web es http://www.gilad.co.uk/.
(**)
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión,
Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente
a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el
traductor y la fuente.
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