La
huelga colapsa el Estado francés
Gara,
19/10/07
París.–
Los sindicatos franceses consiguieron una movilización masiva de los
trabajadores en contra de la reforma de los regímenes especiales de
jubilación planteado por el Gobierno de François Fillon y lograron
alterar seriamente la red de transporte público, que hoy se verá
todavía afectado tras la decisión de varias federaciones de
prorrogar la jornada de huelga.
En
París y otras 27 grandes ciudades del Estado, como Toulouse, Burdeos
y Marsella, miles de manifestantes recorrieron las calles en una
protesta que fue más allá de la reivindicación inicial y supone una
seria advertencia al presidente Nicolas Sarkozy, principal artífice
del abanico de reformas.
Según
las cifras manejadas por los sindicatos, unas 300.000 personas se
manifestaron en el Estado, y sólo en París se movilizaron 25.000.
La
sociedad nacional de transportes por ferrocarril (SNCF) y la Red de
Cercanías y Metro de París (RATP) registraron niveles record de
participación con un 73,5 % de huelguistas, más que el 67 %
alcanzado durante el conflicto que vivió el Estado francés en 1995 y
que los sindicatos se habían marcado como referente.
Otra
cifra significativa es que en la eléctrica EDF la huelga tuvo un
seguimiento del 51,9 %. En la función pública el porcentaje se
redujo al 8 %, y al 20% en el Ministerio de Economía.
En
1995, el intento del Gobierno de Alain Juppé de modificar este
sistema de pensiones hundió al Estado en tres semanas de parálisis
histórica de los transportes públicos sin que la fuerza sindical se
debilitara un ápice ni la opinión pública les diera la espalda.
El
secretario general de la federación ferroviaria de la CGT, Didier Le
Reste, dijo ayer que los trabajadores esperan un «mensaje» del
Gobierno, que se tendrá en cuenta a la hora de decidir si se continúa
o no la huelga.
La
misma federación de Fuerza Obrera (FO) advirtió al Gobierno de los
riesgos de un conflicto en la SNCF y CGT pidió al ministro de Trabajo
que «pare la reforma en 15 días» porque no se puede «decretar» de
manera «unilateral» una disminución de las pensiones de entre un 20
y un 25%.
París
aseguró que «escuchará» los temores y las preocupaciones de los
sindicatos, pero que mantendrá su determinación y «no cederá»,
según el portavoz del Ejecutivo, Laurent Wauquiez.
Mientras
los manifestantes recorrían las calles en contra de la política
social de Sarkozy, el Elíseo anunciaba el divorcio de Nicolas y
Cecilia Sarkozy, una coincidencia que no ha pasado desapercibida para
los sindicatos y los partidos de izquierda, que lo interpretaron como
una forma de mitigar los efectos de la protesta.
El
doble divorcio del presidente Sarkozy
Por
Eduardo Febbro
Corresponsal
en París
Página
12, 19/10/07
Francia
vivió ayer una gigantesca huelga, que paralizó por completo el
conjunto de los transportes públicos del país. No sucedía semejante
acatamiento desde 1995. Frente a la solidez de la movilización, el
gobierno reiteró que no dará marcha atrás con la reforma de las
jubilaciones, que recorta beneficios.
París
a pie en un otoño que aún no entregó sus hojas pero se despachó
con el anuncio oficial del divorcio del jefe del Estado y su esposa
Cecilia y con la primera huelga de la era del presidente Nicolas
Sarkozy. Francia vivió ayer una gigantesca huelga que paralizó por
completo el conjunto de los transportes públicos del país. Metro,
trenes y autobuses se quedaron en los andenes y dejaron a millones de
ciudadanos caminado por las ciudades.
Aunque
en menor medida, la huelga se extendió también a algunos sectores de
la función pública pero el ramo más afectado fue el del transporte.
Allí se registraron niveles de paro que superaron a los del poderoso
movimiento social de 1995 desencadenado por los mismos motivos: la
reforma del sistema de jubilaciones que apunta a poner término a los
regímenes especiales de jubilación para equipararlos con los de la
función pública, es decir, en vez de los 37 años de cotizaciones de
que gozan algunos sectores el gobierno quiere llevarlos a 40.
Los
ferrocarriles franceses marcaron el ritmo de la movilización con 73,5
por ciento de huelguistas, una cifra superior a la constatada en el
momento más denso de las huelgas de 1995 (67%). El Metro, los
autobuses y la red suburbana conocieron igualmente altos índices de
paro, 58%. En París la mayoría de las líneas estaba totalmente
paralizada y los accesos a los andenes, cerrados. Frente a la solidez
de la movilización el gobierno reiteró que no modificaría el rumbo
de la reforma.
El
ministro francés de Trabajo, Xavier Bertrand, dijo estar dispuesto a
recibir la semana próxima a las organizaciones sindicales, pero el
portavoz del gobierno aclaró que no pensaba ceder sobre el tema de
fondo: el aumento de las cotizaciones de la jubilación de 37 a 40 años.
La modificación de los llamados regímenes especiales de jubilación
no es un tema exclusivo de la derecha. En 1995, el entonces primer
ministro liberal Alain Juppé puso en práctica la reforma pero con un
estilo tan autoritario que le costó el puesto y la reforma se quedó
en los cajones.
Los
sucesivos gobiernos, tanto de izquierda como de derecha, volvieron a
teorizar sobre la necesidad de modificar esas excepciones, pero nadie
se animó a abrir la caja de Pandora. Nicolas Sarkozy, durante la
campaña electoral, prometió una reforma amplia y esto es lo que ha
desembocado hoy en el primer duelo social de su presidencia. Los
sindicatos, que defienden la continuidad del sistema actual, también
ponen en tela de juicio el hecho de que el Ejecutivo busque reformar
en paquete, es decir, sin tomar en cuenta la realidad de varios
segmentos de trabajadores que, sea porque tienen bajos salarios o
porque realizan trabajos insalubres, sí merecen seguir gozando del
beneficio de una cotización de 37 años.
La
jornada de paro estuvo acompañada por manifestaciones organizadas en
las principales ciudades del país. A falta de ser masivas, las
manifestaciones fueron consistentes. Según las cifras de la policía
o de los sindicatos, entre 200 mil y 400 mil personas desfilaron en
toda Francia con un icono como guía: las máscaras y los retratos
burlones de Sarkozy. Para los sindicatos la jornada fue un éxito.
“Siento que en el terreno la bronca aumenta”, dijo Jean–Claude
Mailly, el secretario general de Fuerza Obrera.
Bernard
Thibault, secretario general de la CGT, espera que el gobierno haya
“oído el mensaje”. El líder cegetista dijo que estaba convencido
de que la reforma, con su carácter actual, “no pasará”. El
Partido Socialista no se opone a la transformación de los regímenes
especiales, pero criticó al gobierno por la manera en que éste
“imputa” a ciertos sectores de trabajadores. Los comunistas
recomendaron al gobierno que no se encaprichara al tiempo que los
ecologistas estimaron que la huelga “testimonia de un rechazo a que
se ponga en tela de juicio un modelo social que toca al conjunto de
los franceses”. Lejos de haber concluido ayer las huelgas continuarán
hoy en los ferrocarriles y en algunas líneas del Metro.
Lo
que está en juego ahora es lo que muchos llaman el espíritu del
movimiento social de 1995. El esquema se asemeja mucho: el otoño, un
Ejecutivo conservador y la reforma de las jubilaciones. Sarkozy piensa
que existe una mayoría de franceses que apoyan la validez de su
reforma. Los sondeos de opinión son por demás contradictorios. Esta
semana, una consulta de opinión realizada por IFOP–Metro reveló
que 61 por ciento de los encuestados pensaba que la huelga no se
justificaba. Sin embargo, otro sondeo realizado por el instituto CSA
dice que 54% de la sociedad aprueba el movimiento social o lo mira con
simpatía. Y fue en este contexto de tensión social ambivalente que
la presidencia decidió oficializar públicamente lo que los medios
venían adelantando desde hace una semana:el divorcio de Sarkozy y su
esposa Cecilia.
En
un país como Francia la revelación de un divorcio no tiene mayor
trascendencia. Sin embargo, el presidente hizo de su pareja uno de los
argumentos de su estrategia política. “Nicolas” y “Cecilia”
fueron durante un largo período socios enamorados que aparecieron en
todos los medios de comunicación como aliados en una misma causa:la
conquista del poder. La coincidencia entre la huelga y el anuncio del
divorcio suscitó comentarios irónicos. Algunos evocaron con ironía
un “operativo de comunicación” mientras que el Partido Socialista
se interrogó sobre la “simple coincidencia”. Lo más notorio de
está separación radica en sus múltiples episodios. Nicolas Sarkozy
y Cecilia se casaron en 1996 y se separaron una vez en 2005 luego de
que el semanario Paris Match publicara una foto de la esposa del
presidente con su nuevo compañero. La pareja volvió a unirse en
2006. A lo largo de la campana electoral fue Cecilia Sarkozy quien
reinó en el cuartel de campana de Sarkozy y quien organizó cada
detalle de la campaña, incluido el meeting de lanzamiento de
candidatura de Sarkozy.
Sin
embargo, la mujer de Sarkozy no acudió a votar en la segunda vuelta
de la elección que llevó a su esposo a la presidencia. Una vez en el
sillón presidencial, la pareja dio signos de reencuentros. Fue, por
ejemplo, Cecilia Sarkozy quien viajó a Libia para negociar la
liberación de 5 enfermeras búlgaras y un médico palestinos
condenados injustamente a muerte en Libia. Pero luego desapareció de
la escena oficial. Ayer, el primer comunicado oficial no mencionó la
palabra “divorcio”. Más tarde, el abogado de la pareja
presidencial aclaró que se trataba de una separación de común
acuerdo, o sea, un divorcio.
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